lunes, 28 de enero de 2019

El "America first" y el Nuevo Orden Internacional

El "America first" y el Nuevo Orden Internacional


Las compañías pagan el gas natural menos de la mitad que en Europa y un tercio de lo que cuesta en Japón

Por Guillermo Moreno, Claudio Comari, Norberto Itzcovich

Reiteradamente nos hemos referido al entorno internacional, cuyo entramado experimenta la transformación más profunda desde el final de la Guerra Fría.

La globalización, en ese entonces emergente como modelo hegemónico y excluyente de las relaciones entre los países, hoy da paso a un Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales.

El punto de inflexión entre uno y otro fue, sin dudas, el drástico cambio de enfoque que los Estados Unidos imprimieron a sus políticas, tanto internas como externas, desde la asunción de Donald Trump como presidente, bajo la consigna "America first".

En este marco, nos parece oportuno profundizar el examen de la "revolución energética estadounidense", proceso que constituye el sustrato de tal viraje.

Es que el NOI, en este "barajar y dar de nuevo", no sólo determina entre los países a los nuevos "ganadores y perdedores", sino también las posibilidades y los límites para escalar posiciones en el nuevo escenario mundial.

Cuanto antes entendamos las "reglas del juego", mejores serán los resultados a los que nuestra Nación podrá aspirar.

Las bases materiales del "America first"


Durante el apogeo de la globalización, jugó un papel medular en la ganancia de competitividad de las compañías norteamericanas, mediante la internacionalización de las cadenas de producción, el aprovechamiento de los bajos salarios pagados en otras partes del mundo. Tal esquema no estuvo exento de perjuicios dando lugar a la profunda crisis de sus industrias locales, de la que surgió el denominado "rust belt" (1).

A la inversa de lo ocurrido en aquellos días, hoy esas empresas vuelven a "hundir capital" en suelo estadounidense, tanto atraídos por las mejoras en los precios de la energía y los costos de logística, como por la reciente reforma tributaria y el megaplan de obra pública.

Y aunque la mutación se evidenció en forma súbita, sus bases materiales se fueron desarrollando a lo largo del siglo XXI.

Según la gubernamental Administración de Información de Energía (EIA según su sigla en inglés), durante 2018, los Estados Unidos terminaron como el principal productor de petróleo crudo del mundo, al alcanzar el récord de 10,9 millones de barriles por día.

Hace más de una década, en 2006, el entonces presidente George W. Bush, en su Discurso del estado de la Unión señaló que "EE.UU. es adicto al petróleo", a la par que anunció el impulso de la Advanced Energy Initiative (Iniciativa de Energía Avanzada).

En 2007, en la misma instancia, volvió a abogar por reducir la "dependencia de petróleo extranjero", así como por el aumento en la producción de combustibles alternativos (biodiesel 2, entre otros) y, en 2008, exigió al Congreso que autorizara:

► la exploración en alta mar en la Plataforma Continental Exterior,

► el acceso al esquisto bituminoso, y

► la extensión de los créditos tributarios por energía renovable.

Los resultados no tardaron en llegar.


En términos de energías renovables, entre los años 2000 y 2017, los Estados Unidos duplicaron el consumo basado en ese origen, pero el aspecto más saliente, es el que se observa en la producción de combustibles fósiles, que representan alrededor del 80% del abasto total de energía.

El aumento en la disponibilidad de petróleo y gas extraído localmente, principalmente mediante la explotación de shale oil/gas, determina una decreciente dependencia de las importaciones e, incluso, convierte a los Estados Unidos en un exportador de energía relevante

La energía como vector de la competitividad


La puesta en acción de los reservorios de esquisto como fuente masiva de producción ha sido, hasta ahora, privativa de los EE.UU., que lograron el desarrollo tecnológico que hizo posible el abaratamiento de los costos de extracción.

Así como el precio del petróleo, dada una cierta demanda estable en un lapso de tiempo, está determinado por la oferta que proveen múltiples productores, no sucede lo mismo en el caso del gas, cuya transformación en commodity demanda múltiples procesos adicionales.

En la actualidad, la explotación de los yacimientos de shale en los Estados Unidos, se extiende desde las fronteras con Canadá hasta las de México, por casi todos los estados (exceptuando la mayoría de los costeros), reduciendo significativamente los costos logísticos de distribución de gas a las grandes aglomeraciones urbanas y complejos industriales, al no requerir de infraestructuras faraónicas ni procesos de liquidificación y regasificación.

Basta señalar que la principal concentración de instalaciones extractivas se sitúa entre Nueva York y Chicago, a escasos centenares de kilómetros de la primera y tercera de las ciudades más pobladas y, a la vez destacados centros manufactureros.

Todo ello determinó el abrupto descenso del costo del insumo.

De acuerdo con el Banco Mundial, el precio del gas (por millón de BTU3) hacia 2008, era de u$s8,9 en suelo norteamericano, u$s13,4 en el viejo continente y u$s12,5 en el país del sol naciente, mientras que el año pasado fueron, respectivamente, u$s3,16; u$s7,68 y u$s10,654.

En orden de magnitudes, las compañías en EE.UU. cuentan con gas natural a menos de la mitad del valor que pagan en Europa y un tercio respecto de lo que cuesta en Japón.

A la vez, los países que se erigieron en sus principales competidores industriales (especialmente China y los de la Unión Europea) deben abastecerse de grandes proveedores de combustibles que no están interesados en bajar significativamente los precios (Rusia) o atraviesan situaciones por las que no pueden aumentar los volúmenes de abastecimiento (Medio Oriente).

Esto garantiza para los EE.UU. mantener, durante el siguiente cuarto de siglo, la ventaja competitiva de marras, proceso que amerita la denominación de "revolución energética estadounidense"5.

Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior6, coronan este contexto de maximización del aprovechamiento de la primacía lograda en los últimos años, dificultando el acceso de la producción foránea a su mercado.

Por ello resulta previsible que, en primera instancia, el renacer de la industria estadounidense, beneficiada por los bajos precios energéticos domésticos, se oriente, principalmente, a la recuperación de las franjas del mercado interno ocupadas por sus competidores extranjeros.

Pero seguramente no falta mucho para que las manufacturas que proliferen en el mundo también empiecen a tener el sello "made in USA".

Y antes que ello suceda, como "sin industria no hay Nación", urge encarar y consolidar nuestro propio proceso de desarrollo.

*MM y Asociados

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Debate Moreno - Altamira

lunes, 21 de enero de 2019

2019: un escenario lábil

2019: un escenario lábil


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Elegimos este adjetivo, que refiere a un contexto frágil y resbaladizo, cuya característica central es la de mutar rápidamente, porque así será el primer trimestre del año económico en la Argentina.

Es tal la inestabilidad de los principales indicadores (tipo de cambio, tasa de interés nominal, inflación, entre otros) que, al igual que el año pasado, resulta imposible la realización de pronósticos certeros de su evolución para el año 2019.

Pero la vida continúa y dejar de trabajar o poner en "pausa" a las empresas no es opción. Es por ello que pusimos a disposición de los lectores la Matriz de Riesgos (MR19), donde se evaluaban distintos resultados posibles, dependiendo del grado de coincidencia entre las decisiones empresarias y los acontecimientos futuros ("Primero hay que saber diagnosticar - primera y segunda parte)" (BAE Negocios, 24-12-18 y 31-12-18).

En este marco, continuaremos nuestro trabajo bajo la modalidad de sucesivas prognosis de corto plazo, respecto del comportamiento de algunos indicadores relevantes para la toma de decisiones. En este artículo, por caso, analizaremos el Déficit Fiscal Total (DFT: incluye el de los Tesoros nacional, provinciales y municipales, y el cuasi fiscal generado a partir de la operatoria del BCRA), neto de rentas de propiedad1.

La única verdad


La actividad económica en 2018 debiera haber resultado, cuando se publiquen los números finales, más de 3% menor a la de 2017, tal como lo anticipáramos ("Panes y peces", BAE Negocios, 6/8/18) oportunamente2.

Causa de ello es la performance desastrosa que exhibe el aparato productivo nacional, que afecta a la totalidad de las compañías, sin importar actividad ni tamaño (salvo escasas excepciones). Por eso, abundan, entre las grandes empresas, los procesos preventivos de crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos, así como los ceses de operaciones entre las de menor envergadura.

A diferencia de los años anteriores, los problemas de financiamiento son acuciantes

El indicador sobre la utilización de la capacidad instalada en la industria manufacturera, que alcanzó el 63,3% en noviembre pasado3, es una muestra más de la insostenible situación.

Lo mismo se observa en otras actividades como las del comercio mayorista y minorista, hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias, comunicación, transporte, etcétera.

Recaudación con tendencia negativa


Cuando se acelera la inflación, se produce una distorsión en términos nominales en la comparación de cifras en una serie de tiempo. Evitar errores de análisis, exige la utilización de herramientas que aíslen el efecto precio del comportamiento de la variable en estudio.

Para examinar cómo evolucionaron los recursos tributarios, recurrimos al trabajo realizado por nuestro colega Oscar Carreras4, que consistió en indexar (utilizando un conjunto representativo de indicadores) la recaudación de diciembre de 2017, obteniendo un valor teórico de los recursos tributarios que debieran haberse alcanzado en el mes de diciembre de 20185 para mantenerla en el mismo nivel del año precedente y que, al compararse contra los pagos efectuados por los contribuyentes en el último mes del año pasado, permitió estimar la magnitud de la pérdida de ingresos acaecida.

La primera conclusión relevante es que en diciembre de 2018 hubo una pérdida interanual de recaudación mensual del 13,5%.

Adicionalmente, aunque no se explicita en la tabla, para el mes estudiado hubo un ingreso extra de aproximadamente $9.400 millones -originado en la modificación del régimen de retenciones- sin el cual, la caída hubiera alcanzado el orden del 16,0%.

Este porcentaje es el que expresa, como proxi, la baja en el nivel de actividad, ya sea por sequía o por recesión.

¡Infinanciable!


Lo observado en diciembre de 2018, en términos de recaudación y su deterioro, es apenas el comienzo de una situación que se profundizará en el primer trimestre de este año.

Esto es así dado que, a pesar de la recuperación en la producción agrícola, la reducción de los ingresos tributarios por la merma de la actividad en el resto de los sectores, será mayor que el ajuste del gasto público reflejado en el presupuesto oportunamente aprobado.

Bajo estas circunstancias, el déficit primario, lejos de acercarse al 0% acordado con el FMI, se mantendrá en el orden del 2,7% al 3% del Producto Interno Bruto ( PIB).

El pago de intereses demandará otro 3,3% del PIB que, sumado a lo anterior, genera un déficit financiero de entre 6% y 6,3%.

Pero a ello deben agregarse alrededor de 1% de las jurisdicciones subnacionales y otro 4% (cuasi fiscal) generado por los pasivos remunerados del BCRA6.

En síntesis, el DFT, neto de rentas de la propiedad, del primer trimestre de 2019, se ubicará en el entorno del 11% del PIB.

A diferencia de los años anteriores, los problemas de financiamiento son acuciantes, dado que los fondos provenientes del acuerdo alcanzado entre el Gobierno Nacional y el FMI sólo puede destinarse al pago de la deuda en moneda extranjera, por lo que, aun consiguiendo una autorización para la modificación del destino, sólo alcanzaría para financiar la mitad de aquel déficit.

Todo ello se refleja en los exorbitantes niveles de riesgo país (más allá de esporádicas fluctuaciones) y la imposibilidad de acceder al crédito externo voluntario.

Si, por el contrario, la pretensión fuera cubrirlo en el mercado doméstico, dadas las limitaciones establecidas en el último acuerdo con el FMI, ello sólo podría realizarse apelando a créditos y/o activos del Sistema Financiero Ampliado, profundizando el proceso de crowding out (desplazamiento) del sector privado.

Persiste entonces el grave desequilibrio de la situación fiscal, pese a los compromisos asumidos, pero ahora es prácticamente infinanciable, lo que, como venimos alertando desde esta columna7, no hace más que consolidar uno de los vectores de la supercrisis.

De este modo, por la inherente labilidad de la situación descripta, aumenta la probabilidad de ocurrencia del escenario de disrupción económica con solución institucional, que contempláramos en la MR19.

1 Nos referimos a las utilidades contables (que pueden no serlo bajo estrictos criterios económicos) que devengan el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES y el BCRA de su actividad, y se transfieren al Tesoro Nacional.

2 En la serie corregida del PIB calculada por la actual administración del INDEC, se publicó una caída del 6% para el año 2009. Parecería ser que aquel año, fue el doble de catastrófico que el que acaba de terminar. Será todo un desafío para la autoridad estadística, el gobierno y el sentido común, la comparación.

3 A modo de referencia, la mayor utilización fue alcanzada en setiembre de 2011 cuando llegó a 83,6%

4 Integrante del staff de MMyAsociados, EMA de la Universidad de Chicago.

5 Sin tener en cuenta la caída de la actividad (aunque sí el impacto de la seca), ni la modificación de la estructura impositiva con las nuevas alícuotas de retenciones.

6 Las elevadas tasas de interés (en torno al 58% anual) sobre sobre un monto anual equivalente a U$S22 mil millones representa, aproximadamente, unos U$S17,2 mil millones al año en intereses.

7 Tal vez no escape a esta realidad la escasa repercusión que el oficialismo decidió dar a la renuncia, a partir del primero de enero, de Andrés Edelstein como Secretario de Ingresos Públicos, luego de dos años en la función.

*MM y Asociados

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Entrevista en Crónica TV

Entrevista en "Estado de situación"

lunes, 14 de enero de 2019

Entrevista en Crónica TV

Bolsonaro y la Argentina: una de cal y una de arena

Bolsonaro y la Argentina: una de cal y una de arena


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Siendo tan significativo el cambio producido en el sistema de representaciones, vale la pena profundizar sobre las posibles derivaciones que podría acarrear, especialmente luego de que los pasos iniciales de la nueva administración confirmaran nuestras apreciaciones ("Sobre las representaciones y lo representado: los casos de Brasil y de Argentina", BAE, 5/11/18) de que "existe una manifiesta contradicción entre el discurso nacionalista y el programa neoliberal del designado ministro Paulo Guedes que (...) al ubicarse dentro del paradigma decadente del Consenso de Washington (CW), queda a contramano de los emergentes modelos de desarrollo nacional y las nuevas pautas que comienzan a regir las relaciones entre las naciones."

Resulta entonces inevitable que el deterioro de la institucionalidad política tienda a permanecer e incrementarse, producto del predominio del "globalismo" asumido en la política económica y exterior, por sobre la esperada defensa de los intereses domésticos que prometía su discurso de campaña, aun cuando, entre las diversas vertientes del heterogéneo campo de los nacionalismos, el nuevo gobierno se ubicara entre aquellas que proponen la "construcción de muros", distante de las que aspiran a "tender puentes".

Por ello, la presente crisis no sólo no será resuelta, sino que es dable esperar su profundización e incluso su extensión hacia la propia configuración social y económica de Brasil, cuyas repercusiones, en términos de relaciones internacionales, serán sustantivas para nuestro país.

Fracaso allá, oportunidad aquí


Al igual que sucedió con el actual gobierno argentino, la asunción de Bolsonaro despertó la adhesión de algunos segmentos empresariales.

Pero, dado que tanto la cancillería como la cartera económica han ratificado su entusiasta abrazo de las reglas, hoy caducas, de la globalización, y de que los reparos al libre comercio esbozados durante la campaña se han desvanecido desde el triunfo electoral, el desempeño económico se encargará de esfumar las esperanzas, como sucediera en estos terruños.

Es el propio diseño el que permite anticipar serias consecuencias en el funcionamiento económico, que así se orienta a privilegiar la tasa de ganancia en el sector primario, en detrimento del -hasta ahora- poderoso entramado industrial, que será sometido a una competencia desigual con sus pares extranjeros.

Se abre así un panorama que, como anticipáramos en noviembre en la citada nota, previsiblemente estará signado por la inestabilidad, ya que:

"el golpe de Estado que derrocó a João Goulart, logró configurar un modelo de acumulación que dio viabilidad a la asociación de las antiguas oligarquías con una significativa parte de las capas altas y medias emergentes. Ello significó, a su vez, la partición del entramado que dio sustento a la experiencia de aquel nacionalismo brasileño, hasta la final dilución de esa tradición, por lo que los segmentos sociales excluidos, numerosos por cierto, privados de sus alianzas naturales, carecieron de volumen suficiente para engendrar representaciones políticas relevantes o centrales.

Es a partir de allí, que se desarrolla un proceso en el que las lógicas tensiones y las adaptaciones a los escenarios cambiantes, se dan sin volver a poner en cuestión los trazos centrales de la estructuración económica nacional, determinando, a la vez, la notable estabilidad del sistema político brasileño, que va evolucionando hacia los postulados del Consenso de Washington, vía diferentes versiones y combinatorias de sus dos expresiones icónicas (la socialdemocracia y el neoliberalismo), aun ante la incorporación de nuevas figuras y formaciones relevantes."

Tal asociación ha llegado a sus límites, dando origen a la actual crisis de representatividad, la que, por la inevitable colisión de intereses que se dará entre ganadores y perdedores del "modelo Bolsonaro", se profundizará aún más.

De allí que, como también señalamos el año pasado, permanece abierto el interrogante, hacia el mediano plazo, "sobre si Bolsonaro no será, el último paso intermedio hacia la génesis de una nueva superestructura política que, finalmente, ponga en discusión el patrón de acumulación sobre el que se sustentó el orden que hoy está en cuestión".

En todos los casos, es claro que el camino elegido por Brasil representa una oportunidad para el entramado productivo de nuestro país, al empalmar con la necesidad de modificar las relaciones, atento a que se trata de economías que no son complementarias entre sí, sino esencialmente competitivas.

Decíamos en "El nuevo Nuevo Mundo" (BAE, 22/10/18): "el diseño del nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes del intercambio comercial en un esquema de articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros destinos, cada vez más al norte del continente.

En el nuevo amanecer de la Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la gesta sanmartiniana."

Si al divorcio por la superposición de nuestras conveniencias con las determinaciones de política exterior brasileñas, le sumamos el esperable debilitamiento de sus segmentos manufactureros, nos encontramos con una oportunidad, posiblemente única en la historia, para el desarrollo industrial de la Argentina, siempre que sus protagonistas, los trabajadores y los empresarios, sean capaces de darle materialidad política junto al resto de los actores.

¿Quiénes son los "enemigos" de Brasil?


El seguro desencanto interno con el desempeño económico de Brasil en los tiempos por venir, augura una mayor conflictividad social y política, que previsiblemente será respondida, en una "fuga hacia adelante", con mayores niveles de despliegue de fuerzas represivas y el atizamiento del discurso de la intolerancia.

Ello podría configurar un nuevo panorama para nuestro país, en términos de defensa y seguridad nacional.

Es que es posible que el señalamiento y combate a los "enemigos internos" (por ej., al caracterizar como terrorismo al narcotráfico) no resulten suficientes para restañar los daños que el fracaso económico producirá en la relación entre los representantes y sus representados, por lo que las hipótesis de "amenazas externas" podrían volver a estar a la orden del día, así como nuestro país en la mira de las armas brasileñas.

Resultaría por demás coherente con la cosmovisión de su actual gobierno, robustecer la extensa tradición hegemonista que ha caracterizado a Brasil, ya no sólo vigorizando aún más su política armamentista, sino también promoviendo tensiones con sus vecinos, que ayuden a la descompresión de la situación interna.

De allí se deriva, como una forzosa necesidad, la de redefinir también en estos lares, las prioridades respecto de nuestras fuerzas armadas y de las de custodia de las fronteras.

Como hemos sostenido en reiteradas oportunidades, la "tercera guerra mundial en cuotas", como caracteriza el papa Francisco, es una batalla por la protección del trabajo y del empleo, en la que los postulados de las disciplinas "económica" y de "la defensa y seguridad nacional", se imbrican para dar fundamento a las decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del Nuevo Orden Internacional.

Así deberá ser para nuestra Patria, si queremos aprovechar la ventana de oportunidad que se nos abre ante el ocaso de la globalización y la errada decisión de Brasil de acompañarla hasta sus últimos estertores.

*MM y Asociados

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lunes, 7 de enero de 2019

Se consolida el Nuevo Orden Internacional

Se consolida el Nuevo Orden Internacional


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari


Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura, han caído en la obsolescencia.

Después de que el bloque socialista fuera sepultado por los escombros del muro de Berlín, la globalización neoliberal se encamina rápidamente hacia su desaparición, y con ella su paradigma expresado en el decálogo de "recomendaciones" del Consenso de Washington (CW), y sus instituciones regulatorias, dando origen a un Nuevo Orden Internacional (NOI).

Ello explica que en los últimos dos años se hayan producido acontecimientos tales como el proceso entrópico que atraviesa Europa, la salida de Estados Unidos del tratado del Pacífico y sus imposiciones que dieron origen al nuevo acuerdo comercial, USMCA, que reemplazó al NAFTA, así como la intención de vastos sectores de la sociedad argentina y brasilera, de rever el diseño actual del MERCOSUR1.

En este marco, la nueva era está caracterizada, principalmente por:

la orientación "America first" que tomó Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, a partir de la puesta en valor de su revolución energética,
el resurgimiento de Rusia, con Vladimir Putin, como potencia energética-militar,
la representatividad que de los pueblos sin voz ejerce el papa Francisco, para que el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.
En este contexto, más temprano que tarde, estos tres protagonistas repetirán de alguna manera un protocolo que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de influencia y diseñe las instituciones multilaterales que expresen la nueva realidad.

El modo de producción capitalista y sus tres revoluciones


Caracterizamos como circunstancias revolucionarias, al interior del modo de producción capitalista, a aquellas que provocan una brusca caída de los costos primos unitarios en las funciones de producción de los bienes manufactureros y, en consecuencia, de sus precios de comercialización.

En este sentido, pueden destacarse tres revoluciones:

la industrial, en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, que le permitió transformarse en el "taller del mundo";
la de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la organización fabril, que posibilitó a Estados Unidos internacionalizar su producción manufacturera; y
la energética, cuyo epicentro se ubica también en EE. UU., y se asienta en la explotación no convencional de combustibles fósiles.
Respecto de esta última, recientemente el Secretario de Energía de ese país, Rick Perry afirmó que los beneficios de esa revolución de producción de shale actúan como un enorme impulso, no solo para la economía interna sino también, para la seguridad energética de su país.

Ganadores o perdedores


Mientras Estados Unidos cuenta cada vez con más energía "abundante y barata", los aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea ( UE), por el contrario, son tomadores de precios de ese insumo fundamental, que a nivel internacional son superiores a los imperantes en el mercado estadounidense.

Ambos complejos manufactureros, para competir con el norteamericano, deberían recibirlo a un valor similar.

Para ello, habría dos opciones:

que la Federación Rusa esté dispuesta a bajar significativamente su precio de abastecimiento, y/o
que medio Medio Oriente se pacifique y estabilice, de tal manera que pueda transformarse en un proveedor confiable a mediano y largo plazo2.
Ninguna de las dos tiene visos de posibilidad.

Complementariamente, otro rasgo relevante del NOI son las políticas de administración del comercio exterior. Entre otros casos, se destaca EE. UU., que las aplica invocando incluso cuestiones de seguridad y defensa nacional3, impactando ello, en la penetración comercial de terceros países en su mercado4.

Así, bajo este diseño, comienza a definirse cuales son los países ganadores o perdedores, independientemente, en este último caso, de si adscribían a las vertientes neoliberales o socialdemócratas.

Hacia ese mismo pelotón continúa yendo Brasil, bajo su nueva administración, como consecuencia de la segura predominancia de los decadentes postulados del CW, por sobre los del interés nacional, (conceptos por cierto antitéticos, vertidos ambos en el discurso inaugural del presidente Jair Bolsonaro).

En el conjunto de los victoriosos se identifican las orientaciones del heterogéneo campo de los "nacionalismos", en el que se registra una tensión entre aquellas que proponen la "construcción de muros" y las que aspiran a "tender puentes"5.

Es este panorama mundial el que persistirá, al menos, hasta que los EE. UU. vuelvan a imponer una amplia "zona de confort", es decir, recuperen el liderazgo absoluto, que detentaban desde la salida de la segunda guerra mundial, y que con el transcurrir de las décadas se fue acortando respecto de sus rivales.

Una ventana de oportunidad


La tasa de crecimiento que se verifica en la economía norteamericana (y la lógica y simultánea disminución del desempleo), inédita en las últimas décadas, consolida tanto su liderazgo, como el NOI.

En la medida que las naciones, entre ellas la Argentina, adapten sus políticas domésticas al nuevo diseño, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías, eludiendo las irreparables pérdidas que las decisiones equivocadas (tanto a nivel de empresas, como en el plano de la administración del país) puedan conllevar.

Así, la nueva configuración mundial constituye una oportunidad para las fuerzas políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable podrá alcanzarse si se generan las condiciones necesarias de integración a la nueva realidad planetaria.

La aplicación de esas políticas correctas, que articulan en un todo armónico e indisoluble los "preceptos de la economía" y de la "seguridad y defensa nacional", permitirá, en definitiva, la instauración de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestra Patria.

*MM y Asociados

1 BAE Negocios: El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional (5/9/18); Lo que ocupa a Trump a Macri ni le preocupa (26/11/17).

2 La retirada de las tropas estadounidenses de Siria genera condiciones de inestabilidad e impide a los países de esa región del mundo convertirse en proveedores constantes, regulares, y a precios competitivos del insumo energético que la economía europea necesita.

3 BAE Negocios: Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión – segunda parte (24/4/18).

4 Cabe consignar que la política de administración del comercio exterior fue aplicada en nuestro país en 2012, desafiando entonces al orden global establecido.

5 Tal es el caso argentino, de hermandad con los pueblos del mundo.

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Entrevista en "Chiche 2019"