lunes, 30 de diciembre de 2019

Estamos a tiempo

Estamos a tiempo


Por Guillermo Moreno, Claudio Comari, Sergio Carbonetto

Para nada es novedoso decir que el exitoso desenvolvimiento de las economías nacionales está significativamente determinado por la adecuación al contexto internacional en el que se desarrollan.

Noticias destacadas, como la paralización del Tribunal de Apelaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) o la ratificación del Brexit vía el triunfo de Boris Johnson en el Reino Unido, son interpretados, por algunos analistas, como anomalías del orden vigente desde la culminación de la Guerra Fría.

Para otros, sólo se trata de nuevas evidencias del cambio en la arquitectura de las relaciones económicas mundiales, que deja atrás a la globalización y da paso a un Nuevo Orden Internacional (NOI).

Es un proceso que, lejos de ser sorpresivo, se viene desarrollando paulatinamente, y así lo hemos venido señalando.

A principios de 2017, consideramos como el punto de inflexión para dar fin a la globalización a la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos (EE.UU.); así lo anunciaban, como manifestamos en nuestro artículo "El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional", sus expresiones "renegociaremos o saldremos de la OMC, que es un desastre" o "la Unión Europea se construyó para derrotar comercialmente a Estados Unidos".

Entonces, pronosticamos que, lejos de tratarse de una abstracción de escasa relevancia, un Nuevo Orden Internacional (NOI) se materializaría y consolidaría a nivel global, como lo evidenciaba el rumbo que seguían actores relevantes como los EE.UU. y la Federación Rusa (FR), y las alternativas que se manifestaban frente a la crisis imperante en Europa, entre otros signos.

Ese NOI se caracteriza, esencialmente, por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales, y, en nuestro país, ellos no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias (1).

Del análisis del derrotero histórico de los sucesivos ordenamientos internacionales hegemónicos, surgen las evidencias que nos permiten entender el presente (y prever el futuro) del mundo en el que la Argentina se inserta.

Génesis y apocalipsis de la fallida globalización

La Conferencia de Yalta, en las postrimerías de la II Guerra Mundial, configuró las relaciones entre los países en las décadas que vendrían, sobre dos polos encabezados por EE. UU. en occidente, y la URSS en el "mundo Socialista", cuya confrontación se desarrolló bajo la forma predominante de "la Guerra Fría".

Poco antes, los países futuros ganadores de la guerra reunieron a sus representantes en la conferencia de Bretton Woods, de donde emergerían tres instituciones fundamentales para el mundo capitalista, ya que los países alineados en el "bloque socialista" no llegaron a formar parte o se retiraron rápidamente de ellas.

En primer término, se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI), seguido por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), hoy componente del Banco Mundial (BM).

En tercer lugar, el otro legado, fue el compromiso de terminar con el proteccionismo y fomentar la apertura comercial con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). que luego derivaría en la OMC (1995).

La Guerra Fría, que tipificó al mundo durante décadas, quedó atrás con la desintegración del bloque socialista y la caída del muro de Berlín.

El conjunto victorioso, liderado por los EE.UU., hegemonizó las relaciones internacionales, dando origen a un orbe "unipolar" (salvo excepciones), al que conocimos como "globalización", definiendo sus "teas votivas" en las premisas a las que se dio en llamar "el Consenso de Washington" y su decálogo.

En la arquitectura de este orden, hegemónico y excluyente, dos de las instituciones nacidas en Bretton Woods, se convertirían en sus pilares fundamentales: el FMI como regulador del sistema financiero internacional y, principalmente la OMC, como custodio de la libertad de los mercados.

Como hemos destacado en anteriores oportunidades, la aceleración del proceso de concentración y centralización del capital incrementó los niveles de injusticia a escala planetaria, provocando reacciones, entre las que podemos mencionar:


  • el fracaso en la integración del área de libre comercio (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas en el año 2005,
  • la Administración del Comercio Exterior (ACE) implementada en nuestro país a partir del año 2012, y
  • la negativa de naciones relevantes (como la FR) a subordinar sus intereses a las conveniencias del librecomercio.

Pero, sin duda, el punto de inflexión, que determinó la definitiva obsolescencia de la "globalización", fue la irrupción, desde el seno del establishment productivo de los Estados Unidos de Norteamérica, de Donald Trump como su presidente.

Consolidación del NOI

En nuestro artículo "Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo preocupa" (BAE Negocios, 27/11/17) destacábamos algunas de las decisiones del mandatario norteamericano, absolutamente incompatibles con las premisas de la globalización:


  • el retiro de EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, su sigla en inglés), emblema de las administraciones precedentes y de la candidata demócrata Hillary Clinton;
  • la renegociación del NAFTA con Canadá y México, acuerdo que acaba de ser concretado, sobre bases que se apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al "Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá" (USMCA, por su sigla en inglés), que, entre otras consecuencias, producirá un sustantivo incremento en los salarios de los obreros de la industria automotriz mexicana; y


  • la Administración del Comercio Exterior, especialmente relacionada con productos provenientes de la República Popular China y la Unión Europea (UE).

De la misma matriz, provienen las sanciones económicas a empresas que asumen proyectos considerados riesgosos para la seguridad de EE.UU. o estratégicamente inconvenientes, como las determinadas contra la compañía china Huawei, o las impuestas a las empresas europeas que participan de la construcción del gaseoducto Nord Stream2, que facilitaría la venta de gas proveniente de la FR a la República Federal de Alemania.

Ese contexto, que a su vez marca el ritmo de avance del NOI, le permitió a la economía norteamericana acelerar la tasa de crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB), y alcanzar el menor desempleo en 50 años.

Así los EE.UU. se dirigen a la recuperación de su "zona de confort", enancados en las ventajas derivadas de su "revolución energética". Como señalamos en "Nacionalistas, Globalizadores y las decisiones de inversión", dicho proceso se basa "en la aptitud comercial que adquirieron los yacimientos de shale gas y shale oil", que permite "obtener una reducción de los costos primos de sus productos, ganancia de competitividad que a su vez acelera el ritmo de crecimiento de su economía".

Este NOI, implica a su vez una redefinición de los "beneficiarios" y "perjudicados", al erigirse como protagonistas estelares los insumos energéticos.

Hoy, los países que fueron los principales competidores industriales de EE.UU. (especialmente China y los de la Unión Europea), deben abastecerse de grandes proveedores de combustibles que no están interesados en bajar significativamente los precios (la FR) o que atraviesan situaciones por las que no pueden aumentar los volúmenes de abastecimiento o convertirse en proveedor confiable (Medio Oriente) para los proyectos de largo plazo.

Los intereses convergentes, tanto como los límites de la globalización, son el sustrato del NOI y, tener en claro cuáles países serán los "ganadores" y cuáles los "perdedores", permite orientar adecuadamente la política internacional.

En sintonía con esta reconfiguración, el Reino Unido acaba de ratificar su salida de la Unión Europea (UE) con la derrota que los conservadores impusieron, por abrumadora mayoría, a los laboristas.

Esto no sólo facilita el tránsito al Brexit, sino que, especialmente, redefine el carácter de las relaciones comerciales y arancelarias con sus antiguos socios, toda vez que, asegurado el divorcio de la UE, Johnson apuesta a fortalecer las relaciones comerciales con EE.UU.

A esto se suma un evento que cobra especial relevancia: la virtual paralización de la OMC, ocurrida al vencerse los periodos de dos de los últimos tres jueces en el órgano de apelación y solución de disputas del organismo.

Así, el máximo juzgado del comercio mundial quedó sin capacidad para emitir fallos, ya que, aunque su corte menor para la resolución de controversias puede escuchar casos, sus decisiones no pueden prosperar, ante una instancia superior que ya no funciona.

La inoperatividad del tribunal de apelaciones de la OMC prácticamente pone fin al organismo, ya que, sin tener que preocuparse de sus reproches, los países podrían utilizar los aranceles y otras medidas para limitar las importaciones.

El mundo va definiendo, desde los diversos modelos nacionales, un nuevo funcionamiento sistémico.

En este escenario, que fue bautizado por el Papa Francisco como la "tercera guerra mundial en cuotas", las batallas se libran por la "protección del trabajo y del empleo", así como las decisiones políticas que consolidan al NOI se deciden tanto desde la economía como desde la defensa y seguridad nacional.

Hacia dónde vamos

La alianza Cambiemos, estableció un rumbo de inserción absolutamente desencontrado con la etapa mundial, lo que también resultó definitorio para su fracaso.

Es fundamental contemplar que el NOI también impacta de lleno en la región, tanto condenando al fracaso los acuerdos que venía realizando el bloque regional ("Mercosur-UE: un complot contra la historia") como cuestionando la viabilidad de su continuidad.

El resultado de nuestras propias batallas por la "protección del trabajo y del empleo", en mucho dependen de la correcta interpretación del contexto mundial.

La medida en que las políticas se ajusten o no al NOI, también definirá si la implementación de un Modelo de Desarrollo Permanente y Sustentable con orientación a la producción es una posibilidad o una quimera.

(1) rentas extraordinarias: Es decir, aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural.

*MM y Asociados


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lunes, 23 de diciembre de 2019

A confesión de parte...

A confesión de parte...


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto

Pocas semanas atrás, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), dependiente de una universidad privada, conmocionó la opinión pública al informar que, de acuerdo con sus mediciones, la pobreza urbana en la Argentina alcanzaba al 40,8% de la población y la indigencia, el 6,5%.

Se trata cifras espeluznantes.

A pesar de que el fenómeno de privaciones materiales tuvo un exponencial crecimiento durante el gobierno pasado, las magnitudes estimadas son en extremo llamativas cuando se las compara con las de otros países de la región.

Las últimas mediciones oficiales de pobreza por ingresos en las áreas urbanas de Paraguay(1) arrojan una incidencia del 17,8%; las de Uruguay alcanzan el 8,6% para 2018(2), mientras que Chile informa(3) una ratio de 8,6% para 2017 en el país. En cuanto a la indigencia, las cifras son, respectivamente, de 1,6%; 0,1% y 2,3%.

Esputar contra el viento

En el origen, a comienzos de la década, la medición de ODSA se presentó como sustitutiva de la oficial de pobreza que realizaba el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC); una iniciativa que formaba parte de una ofensiva contra el gobierno de aquellos años, en la que se unificaban intereses de diversos grupos, corporaciones pseudo académicas y la oposición política, entre otros.

Al respecto, resulta revelador un gráfico presentado en la comunicación de ODSA ut supra señalada(4), que resulta particularmente ilustrativo de la falacia sucedida (cuyo facsímil acompaña a esta nota), ya que muestra la proximidad de las estimaciones del instituto privado con las del oficial.

Dentro del área marcada con un óvalo rojo, pueden verse dos cálculos de la incidencia de la pobreza realizados por ODSA: uno, con la nueva metodología definida por el INDEC durante la gestión de Cambiemos (línea azul), y otro, para los mismos períodos, según sus propias pautas (línea roja).

Ello, a priori, sería una prueba de la confiabilidad(5) del indicador. Pero, analizado en profundidad, es justamente lo contrario.

Es que:


  • entre 1993 y 2014 el INDEC usó una metodología (con la que se calcularon series desde 1988 hasta 2013) basada en la ENGHo 1985/86(6) y,
  • a partir de 2016, se usó otra, basada en la ENGHo 2004/05.

El "pequeño detalle" es que los niveles son incomparables, según lo informado por el propio INDEC.

El ente público, para estimar el efecto de los cambios en los procedimientos de cálculo de la pobreza, realizó un estudio comparativo para los dos semestres del año 2006, concluyendo que la diferencia entre la nueva modalidad y la anterior es de aproximadamente 13 puntos porcentuales.

En el documento de presentación de la nueva metodología, el organismo oficial lo explicitó así(7):

"El impacto de considerar el cambio que experimentaron los hábitos de consumo de la población entre 1985/86 y 2004/05 explica que la proporción de personas pobres durante 2006 sea, en promedio, 11,6 p.p. más elevada respecto de la medición basada en la ENGHo 1985/86."

Sobre los cómputos de las canastas regionales, "la incidencia del cambio metodológico (...) arroja un promedio de 1,2 p.p. para el año 2006."

Finalmente, la definición y forma de valorización de la Línea de Indigencia implica un aumento adicional "promedio de 1,8 p.p. para el año 2006."

De modo que, según el mismo informe, la pobreza calculada con el viejo método era de 31,4% en el primer semestre de 2006 y 26,9% en el segundo, mientras que, al estimarla con el nuevo, pasa a ser de 43,8% (+12,4 p.p.) y de 40% (+13,1 p.p.) para los mismos períodos.

Queda meridianamente aclarado que, si las estimaciones de ODSA son similares a las obtenidas por el nuevo método de INDEC, necesariamente son incomparables con las del anterior. Es decir que, durante todo el ciclo del gobierno justicialista, la pretendida "verdadera medición de la pobreza" estuvo afectada por una grosera sobrestimación.

Para ponerse colorado

Contextualizando los estudios de la pobreza con el conjunto de variables económicas directa o indirectamente asociadas, subyace a los resultados provistos por ODSA una extraña y novedosa teoría económica.

Si los guarismos del INDEC para el 2° semestre de 2006 alcanzaban el 26,9% y los de ODSA el 30% al final de 2015, quiere decir que hubo más de 3 p.p. de crecimiento de la pobreza, a pesar de que:


  • la desocupación pasó del rango del 10% a marcas inferiores al 6%;
  • con la moratoria para jubilaciones y la ampliación de pensiones no contributivas, unos 3,5 millones de personas pasaron a tener ingresos, y
  • por la Asignación Universal por Hijo (y otras), millones de familias comenzaron a recibir transferencias monetarias mensualmente.

Esta descomunal ampliación del universo de perceptores de ingresos, con una distribución cada vez más igualitaria (según la evolución del Coeficiente de Gini), con ajustes de sueldos, salarios, jubilaciones, pensiones y transferencias siempre mayores a los sucedidos sobre los precios de consumo (al margen de quién los midiera), habrían tenido como efecto, según ODSA, un incremento de la pobreza en ese período.

Así se habría llegado en 2015, a niveles sólo alcanzados a posteriori de la hiperinflación de Alfonsín (25,9% fue la medición de mayo de 1989, para pasar la barrera de los 30 p.p. recién en octubre de ese año) y durante la crisis de la convertibilidad en 2001 (en mayo, alcanzó el 32,7%).

¿Cómo lo explicarán?

Y, acerca de las mediciones de ODSA sobre lo acontecido en el gobierno de Cambiemos, nos preguntamos, casi como curiosidad, cómo se justificaría:


  • que se logró bajar un 16% la pobreza (de 30,3% a 25,6%) entre 2015 y 2017, luego de haber devaluado el 60%, disminuido los derechos de exportación para productos alimenticios (llevando los precios domésticos a paridad internacional) e, incrementando las tarifas de los servicios públicos en proporciones descomunales; y
  • que si durante los dos últimos gobiernos peronistas la pobreza creció más del 11% (del 26,9% al 30%), el desastre en la gestión económica de Cambiemos ¿sólo lo hizo variar un 36%, desde el 30% al 40,8%?

A sabiendas de que hemos actuado como los magos que revelan cómo se hacen los trucos, nos despedimos como Martín Fierro:

"Mas naides se crea ofendido
pues a ninguno incomodo,
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINO PARA BIEN DE TODOS."

https://www.dgeec.gov.py/Publicaciones/Biblioteca/POBREZA-MONETARIA%20-2018/Pobreza%20Monetaria_Boletin.pdf

http://www.ine.gub.uy/documents/10181/30913/Indigencia+y+pobreza+2018/f605ab36-693d-4975-a919-fe8d5646f409

3 http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casenmultidimensional/casen/docs/Resultados_ pobreza_Casen_2017.pdf

4 Avance del informe “Deudas sociales y desigualdades estructurales en la Argentina (2010-2019). Aportes para una agenda sustentable de desarrollo humano integral”. ODSA-UCA. Difundido 5/12/19.

5 El concepto de “confiabilidad” de un indicador, refiere a que siempre mida la misma dimensión del fenómeno bajo estudio, de modo que los cambios en las estimaciones se deriven de las modificaciones ocurridas en el objeto observado y no del procedimiento de observación.

6 ENGHo: Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares, operativo periódico del INDEC. Entre otras informaciones relevantes, permite conocer los hábitos de consumo de los hogares particulares, derivando de allí los componentes y cantidades de las canastas que se utilizan para calcular la incidencia de pobreza y de indigencia. En 1993 el Lic. J.J. Llach, como Secretario de Programación Económica y en el marco del “Comité Ejecutivo Para el Estudio de la Pobreza”, determinó la metodología oficial de medición de pobreza por insuficiencia de ingresos, a partir de leves modificaciones aplicadas a las del proyecto “Investigación sobre la Pobreza en Argentina” en 1988, durante el gobierno de Alfonsín. Esta metodología, referenciada en la ENGHo 1985/86 fue aplicada sin cambios en las estadísticas oficiales de pobreza, por los gobiernos sucesivos. Recién en 2016, bajo la gestión Cambiemos, el INDEC presentó las nuevas formas de cálculo, con parámetros definidos a partir de la ENGHo 2004/05.

7 INDEC (2016). “La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina. 1a edición. (Metodología 22)”. INDEC. Buenos Aires. Págs.18 y 19.

*MM y Asociados


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lunes, 16 de diciembre de 2019

La política para el SIU es la económica

La política para el SIU es la económica


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto

El sector informal de la economía sigue siendo un sector al que atender
"Economía social, popular, programa de microempresas o autoempleo", son diferentes denominaciones de fenómenos que conforman parte de la problemática que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió, oportunamente, como Sector Informal Urbano (SIU), allá en la década de los 70 del siglo pasado.

En la siguiente, pero especialmente en la de los 90, las políticas "ad hoc" para el sector se generalizaron, juntamente con los ajustes estructurales de la economía que se implementaron en la región.

Diversos programas de trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM), entre otros, intentaron mejorar las condiciones laborales de quienes lo conformaban.

En consonancia con el "clima de época", en un mundo global que no respetaba las especificidades de cada pueblo, las acciones se definían en recetas únicas elaboradas por las burocracias de los organismos internacionales que, incapaces de distinguir matices nacionales o regionales, tampoco reparaban en las características propias de las estructuras productivas en las que se intentaban objetivar las políticas.

Fue el momento de apogeo de las "tecnocracias", que a la postre y luego de múltiples fracasos, paulatinamente abandonaron la homogeneidad en las propuestas, tendiendo a que fuera el gobierno de cada país quien las definiera e impulsara.

Preocupa la inactividad fabril

Una de las versiones interpretativas de este fenómeno en nuestra región, sostenía que el SIU se correspondía con un modo de producción no capitalista de auto subsistencia.

Pero diversos estudios de caso mostraron que:


  • existían relaciones salariales en muchas de las unidades productivas del sector, y
  • flujos comerciales entre ellas,

evidenciando, por lo tanto, la insuficiencia de tal explicación para abarcar la complejidad del fenómeno.

Otra corriente sostiene que son barreras institucionales1 (la existencia de convenios y regulaciones laborales, contribuciones patronales y excesos en la presión tributaria) las que impiden el funcionamiento pleno de los mecanismos de mercado que subsanarían por sí mismos el "problema".

También en este caso, la evidencia empírica mostró la falsedad interpretativa, especialmente cuando en muchos países de la región, a pesar de haberse aplicado diversas políticas de "flexibilización laboral", el desempleo creció y el SIU se multiplicó.

Por ello tendió a perdurar el enfoque de la OIT, que admite motivos diversos en la génesis, tales como:


  • el desarrollo industrial tardío de las economías de la región;
  • el crecimiento de la Tasa de Actividad2;
  • la migración interna; y/o
  • la no aplicación de las "tecnologías convenientes" en los mercados implicados.

En la medida que las estrategias de intervención hacia el sector se fueron adecuando a las diversas realidades de los países y sus particularidades geográficas, culturales, sociales y económicas, fueron adquiriendo mayor precisión.

En este marco es que nos adentramos en los casos de la región andina y el de nuestro país.

El caso andino

En varios países, especialmente en la República del Perú, durante las últimas dos décadas del siglo XX, se llevaron a cabo programas de promoción, consolidación y desarrollo del sector.

Se utilizaron específicamente herramientas financieras y de mercadeo, tendiendo a encontrar mecanismos que permitieran un aumento del tamaño de la unidad productiva y que facilitara su incorporación al sector "moderno".

Se entendía que con las propuestas adecuadas el tránsito de "lo informal" a "lo formal" seria sólo una cuestión de tiempo.

El examen de la casuística de la ejecución de los programas, luego de un tiempo prudencial, demostró la incorrección de los planteos.

La "economía de los pobres" presentaba su propia "lógica de funcionamiento"

La formalización de las actividades fue un rotundo fracaso, dado que la macroeconomía no tendía al desarrollo, es decir al crecimiento económico con inclusión social.

En definitiva, la tasa de reproducción del capital se mantuvo deficiente o simple, sin poder escalar al estadío de ampliada.

El caso argentino

También el Sector Informal Urbano argentino ha sido merecedor de múltiples políticas públicas.

Como ejemplo, podemos citar el recordado debate entre los dos principales candidatos a gobernador de la provincia de Buenos Aires en las elecciones de 1987 cuando, a la postre, el ganador de la contienda (Antonio Cafiero) anunció, bajo la inspiración de Oscar Tangelson, la creación del "Instituto Provincial del Empleo" que, entre otras funciones, tenía la misión específica de impactar positivamente en el SIU.

Ya en ese entonces, las unidades productivas alcanzadas mostraban los siguientes rasgos fundamentales:


  • no exigir para su desempeño una cantidad significativa de capital;
  • indiferenciación de la contabilidad de la empresa de la de los propietarios;
  • generar ingresos de subsistencia; y
  • operar con un nivel muy bajo de productividad del capital.

Pero, principalmente se caracterizaban por

ofrecer en el mercado bienes competitivos y servicios complementarios con los del sector formal.
Por sus propias especificidades, y a diferencia del caso andino, en nuestro país "hay pobreza" pero no una "economía de los pobres".

Por lo tanto, cuando los recursos públicos asignados a la promoción del SIU ponen proa hacia su inserción en "áreas de nicho" (productos dirigidos al "segmento ABC1") quedan sujetos a la contradicción de incentivar el consumo de élite.

Las terminales retrocedieron 14 años en la era Macri

Y, por el contrario, cuando se direccionan hacia el consumo masivo, al producir bienes sustitutivos de otros generados en las empresas formales, su crecimiento en la participación del mercado está determinado por la calidad y precios de su oferta.

Por estas razones el desempeño de la "buena economía" favorece directamente al SIU si va acompañada de una fuerte direccionalidad hacia la distribución progresiva del ingreso y de aquellas herramientas que posibiliten mejorar la participación en el excedente económico social.

Sólo la puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MODEPyS), que contenga en su seno adecuados diseños normativos, tributarios, crediticios, y dispositivos de control y acompañamiento estatal específicos para el SIU, podrá favorecer el paulatino avance en los niveles de formalización, en la medida que además se oriente a incrementar la producción y disminuir la desigualdad.

1-En esta corriente se destaca la obra de Hernando de Soto “El otro sendero”, que describe cómo las barreras legales impedían un buen desempeño de la fuerza laboral en el Perú.
2-Proporción de la Población Económicamente Activa (PEA= suma de Ocupados y Desocupados) sobre la Población en Edad de Trabajar o la Población Total.

*MM y Asociados


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lunes, 9 de diciembre de 2019

Que sea de inclusión

Que sea de inclusión


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto

Hemos tratado en otras oportunidades, el proceso en curso de transformación de las relaciones económicas y financieras entre las naciones -y de los modelos de acumulación de capital al interior de estas- que evidencian el surgimiento de un Nuevo Orden Internacional (NOI).

Atrás queda la globalización que, como orden hegemónico excluyente durante tres décadas, en términos de representaciones políticas, predominantemente se expresó a través de formaciones de identidad neoliberal o socialdemócrata, que disputaron el acceso a las riendas de los estados en el marco de las democracias representativas, como tendencia general.

Reaccionando al aumento de la desigualdad por la brutal concentración de la riqueza y el ingreso, los grupos sociales perjudicados (o directamente excluidos) fueron poniendo límites al antiguo orden, determinando la emergencia de nuevas expresiones políticas, generalmente de sesgos nacionalistas.

Los enfoques que hoy parecen erigirse como caminos de superación de los antiguos idearios representan, esencialmente, la posibilidad de la restitución de las esperanzas del bienestar para los contingentes castigados en el pasado reciente.

Pero, en no pocas oportunidades, esta aspiración a la ampliación de la prosperidad demarca también una nueva línea imaginaria que, establecida desde determinadas visiones ideológicas, define a priori a los actores que serán excluidos de la distribución de los beneficios: total, como no los merecen, no participarán de la distribución de los dólares.

Y no hablamos del papel moneda (aunque quede abarcado), sino a su conversión en bienes y servicios.

Esta visión, factor común con el globalismo hoy en retirada para nada es novedosa, como quedó palmariamente graficado en las expresiones de un ex presidente del Banco Central de la República Argentina, sobre que no es posible, para un empleado medio, que su sueldo sirva "para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior".

Estos tiempos de redefinición de las representaciones entrañan tanto la posibilidad de irrupción de los nacionalismos de exclusión1, como la oportunidad de parir proyectos nacionales integradores e inclusivos.

Nuestra Patria seguramente no quedará ajena a estos itinerarios.

Lo que fue fue

El sustrato en términos económicos de la globalización, principalmente, lo constituyó el aumento de la productividad que algunos grupos empresarios lograron mediante la internacionalización de las cadenas de producción, que aprovechando los bajos salarios pagados en otras partes del mundo, abarataban sus mercancías, aumentaban la producción y la comercializaban en un único mercado que abarcaba el orbe.

Como mencionamos, ese esquema no estuvo exento de perjuicios, afectando incluso a aquel país que aparentaba ser el principal beneficiario, provocando una profunda crisis en sus complejos industriales locales e impactando, como correlato, en el ámbito de la representación política.

En este marco debe leerse la irrupción de D. Trump en la presidencia de los Estados Unidos, que termina de consolidar la direccionalidad definitiva del Nuevo Orden Internacional, basado en modelos desarrollo que, poniendo en valor sus propios vectores nacionales, expresan en términos políticos (con sus matices) la reconfiguración de los actores sociales y las nuevas alianzas en las que convergen.

Civilización y barbarie

La recurrente experiencia argentina de los ciclos de stop & go lleva implícita la disputa entre diferentes grupos sociales por la distribución de "los dólares", que recrudece en los momentos de evidente restricción externa.

En la medida que la apropiación de las divisas es ilimitada para los sectores de mayores ingresos, se experimenta, como contrapartida, la inaccesibilidad para otros segmentos poblacionales.

Esta fue la disputa que dio paso al gobierno que hoy termina, que mantuvo la premisa, hasta donde pudo, de suministrarlas en forma irrestricta a los sectores más pudientes.

Bajo ese común denominador se desarrollaron tres etapas distintas durante el gobierno de Cambiemos:


  • la inicial, de sesgo oligárquico, que culmina con el cierre de los mercados voluntarios de crédito en abril de 2018 y la reimplantación generalizada de los derechos de exportación;
  • la neoliberal, nacida del acuerdo Stand By firmado con el FMI hasta su derrumbe en las elecciones PASO, y
  • esta última etapa, que sólo puede definirse por su incoherencia e improvisación.

La probada impericia del "mejor equipo de los últimos 50 años", se superpuso con un equivocado diagnóstico de los acontecimientos mundiales, que condenó al fracaso a los tres períodos descriptos.

Del ciclo de la Alianza Cambiemos podemos extraer, en síntesis, dos conclusiones destacadas, posibles orientadoras de acciones futuras:


  • sobre la base de la identificación de sectores sociales a excluir del consumo, ha sido posible construir, aun conteniendo intereses contrapuestos en su seno, primeras minorías políticas circunstanciales, y
  • ningún esquema económico basado en el libre flujo internacional de bienes y servicios es viable en la actualidad para nuestro país.


Debemos estar todos los que somos

Como venimos describiendo, los modelos exitosos del presente se encarnan bajo la identidad del nacionalismo, que también, en sus variadas versiones, expresan la tensión entre enfoques en que "los dólares" son sólo para algunos y aquel que, como han sostenido tradicionalmente los movimientos populares argentinos y en el plano internacional promueve el papa Francisco, pugna para que todos accedan al consumo de bienes y servicios esenciales.

Es necesario recordar que, pese al desastroso panorama económico dominante, hubo una notoria recuperación del oficialismo saliente en el período transcurrido entre las elecciones PASO y las Generales, que le permitió captar 2,3 millones de nuevos votos.

Este fenómeno tuvo, entre otros factores determinantes, un decisivo aporte del endurecimiento de un discurso "supremacista y agresivo" hacia los actores que no acompañan a su alianza, ratificando la posibilidad, en términos políticos, de emergencia de mayorías circunstanciales capaces de imponer proyectos de exclusión.

Así será el "carácter" de la oposición en el período que se abre.

Si el esquema económico vuelve a asentarse en los perimidos postulados del "Consenso de Washington", no hay dudas que sus posibilidades de materialización son nulas.

Pero, el verdadero desatino para nuestra Patria, sería la emergencia de un proyecto de nacionalismo excluyente que, asentado en una mayoría que corte transversalmente a la Argentina, construya un modelo económicamente viable pero socialmente selectivo, profundamente injusto y moralmente inaceptable.

De allí que el diseño y puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), con orientación a la producción, capaz de objetivar un nacionalismo de integración e inclusión, resulta más que urgente: indispensable.

*MM y Asociados

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lunes, 2 de diciembre de 2019

El Modelo doble P

El Modelo doble P


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto



La caída del muro de Berlín en octubre de 1989 materializó un mundo monocolor, donde la libre circulación (comercialización) de bienes y servicios se transformó en uno de sus vectores ordenadores.

La globalización, así tipificada, definió sus “teas votivas” en lo que se dio en llamar “el Consenso de Washington”1 , incorporando a la Organización Mundial del Comercio2 (OMC) como custodia de la libertad de mercados.

En este marco, el proceso de concentración y centralización del capital3 se aceleró, incrementando los niveles de injusticia a escala planetaria.

Naturalmente, no faltaron las reacciones, pudiendo mencionar, entre otras:


  • el fracaso en la integración del área de libre comercio (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas en el año 2005,
  • la Administración del Comercio Exterior (ACE) implementada, a partir del año 2012, en nuestro país, n el referéndum popular que aprobó la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), y
  • la ACE del gobierno de Trump en los Estados Unidos de Norteamérica.


Las dos P: Protección y Producción

Las economías subóptimas se caracterizan por las marcadas diferencias de productividad que se observan entre una de las actividades económicas y las restantes.

Esto se traduce, para el caso de nuestro país, en las tensiones existentes entre “campo - industria - salarios”, por ejemplo, a la hora de establecer un tipo de cambio de equilibrio.

Esto es así, dado que:


  • en el límite inferior, el valor de la divisa necesario para darle rentabilidad a las actividades agropecuarias conspira contra el pleno uso de los factores productivos en el sector de las manufacturas, y que
  • niveles elevados, rentables para estas últimas, implican super ganancias para el segmento primario y bajos salarios reales (por el encarecimiento relativo de los alimentos),

por lo tanto, para la resolución de estas contradicciones, debería complementarse el tipo de cambio competitivo con políticas de ACE.

La operacionalización puede evaluarse utilizando el Coeficiente de Protección de Mercado (CPM), cuyo valor fluctúa entre un límite inferior de 0 (cuando no existe ninguna protección) y un máximo de 1 (cuando es absoluta), determinando así el óptimo para que el sector manufacturero despliegue su potencial.

La magnitud del impacto se representa en un gráfico donde en su abscisa (eje horizontal) se mensura el CPM y en las ordenadas (eje vertical), la producción de los sectores (con un TC dado).

Supongamos, para simplificar su comprensión, que la totalidad de la economía (Producto doméstico-PD) comprende sólo dos sectores, el Agrícola-Ganadero (AG) y el Manufacturero (M).

Como puede observarse, la dinámica del sector AG (dada su productividad intrínseca) es invariante ante las medidas de protección de mercado.

Por el contrario, el sector M es sensible al valor que adquiera el CPM (pendiente levemente positiva indicando que su correlación también lo es).

La función PD es el agregado de los dos sectores mencionados, convergiendo su valor máximo con el Producto Potencial Doméstico (PPD = plena ocupación de todos los factores productivos) cuando el valor de CPM tiende a 1.

A medida que el CPM se aleja de 0, el incremento de PD se acentúa y el área que la representa adquiere mayor extensión. La zona sombreada, finalmente, indica el aumento del Producto Doméstico que se genera a partir de la implementación de las medidas de protección de mercado al sector manufacturero.

El caso argentino

Hay cierto consenso en la disciplina acerca de que el funcionamiento armónico de la economía requiere de la existencia de un Tipo de Cambio (TC) único.

Pero también sobre que las productividades de los distintos sectores que la componen (e incluso intrasectores4 ) es diferente, dificultándose encontrar un TC de equilibrio para el conjunto de las actividades.

Como queda demostrado en el Modelo doble P, una correcta implementación de la ACE permitiría adentrarse en la resolución de este incordio estructural para la Argentina, ya que:


  • garantiza la rentabilidad de las actividades industriales,
  • otorga a las compañías domésticas la hegemonía en el mercado local,
  • se mejoran las condiciones de abordaje hacia los clientes externos, y
  • se tiende a maximizar el poder adquisitivo de los sueldos y salarios.

Para ello, es imprescindible contemplar que el crecimiento del producto debe ser justamente distribuido, ya que es inaceptable que el esfuerzo del conjunto de la sociedad sea apropiado por sólo uno de los actores intervinientes. Su puesta en práctica amerita la intensa interacción entre el sector empresario y el movimiento obrero organizado, en cada una de las ramas de actividad5 .

Hay una experiencia histórica: el Primer Congreso de la Productividad y el Bienestar General (1954-55), que intentó armonizar los intereses sectoriales, subordinándolos a uno superior: el de la Nación toda.

Y, si bien las graves circunstancias que atraviesa la economía nacional, que hemos caracterizado como Supercrisis, imponen como prioridad la resolución de los desequilibrios macroeconómicos, aspirar a un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), con orientación a la producción es un desafío insoslayable.

Dado que en etapa histórica las nuevas condiciones en la economía internacional lo habilitan, la correcta implementación de una Administración del Comercio Exterior es mucho más que una oportunidad, es un imperativo de la hora.

1 El término Consenso de Washington fue acuñado en 1989 por el economista John Williamson. Se trata de un conjunto de objetivos específicos a alcanzar (estabilización económica, liberalización del comercio, libre flujo de capitales, reducción de la participación del Estado en la economía, privatización de empresas públicas, entre otros) por los países. Las principales instituciones multilaterales de crédito (FMI, BM, BID) los adoptaron como prerrequisito para brindar financiamiento.

2 La OMC regula las transacciones de bienes y servicios entre las naciones. Su principal tarea es garantizar el libre comercio a escala global. Los pilares sobre los que descansa son diversos convenios que desde el 30 de octubre de 1947 se alcanzaron en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros (GATT), y que, con el transcurso del tiempo, se fueron perfeccionando en diversas reuniones tales como la Ronda Uruguay (1986), la Ronda de Doha (2001), la Ronda de Hong Kong (2005), etcétera.

3 Se centralizan las compañías y se concentra el capital.

4 La productividad de las tierras de la zona núcleo en la Pampa Húmeda es superior a la existente en otras regionales para los mismos cultivos.

5 Determinados los marcos generales de los acuerdos, las discusiones paritarias podrían ser el ámbito natural para su instrumentación.

*MM y Asociados


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