lunes, 4 de septiembre de 2017

El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional



El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional

Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

En sucesivos artículos semanales publicados en esta misma columna, fuimos describiendo con todo el detalle posible las restricciones que la economía argentina registra, producto de las inconsistencias macroeconómicas que resultan de las políticas aplicadas por el gobierno nacional.

Así, según información recientemente publicada por el INDEC, aún con un crecimiento de 1,6% de la economía en el primer semestre del año, comparado con igual período de 2016 (un nivel muy bajo de contrastación), el PIB resultaría apenas 0,17% mayor respecto al de los primeros 6 meses de 2015. El crecimiento vegetativo de la población de aproximadamente 1% por año, llevan a que el PIB per cápita, aislado de las fluctuaciones del valor del dólar, resulte hoy considerablemente menor que hace dos años.

Por su parte, el set de precios relativos vigentes provocó un déficit comercial de 3.428 millones de dólares en el período enero-julio de 2017 (con destino a superar los 5.000 millones en el año). La facturación por exportaciones representa en ese lapso apenas 1,4% más respecto de igual período del año anterior, pero con una disminución de 2,1% en las cantidades vendidas, lo cual implica una suba de 3,5% en los precios de exportación. En tanto las compras al exterior crecieron 15,4% en valor, con 8,9% de crecimiento en las cantidades y 5,9% en los precios. Cabe consignar que en todo el año 2016 argentina exportó por U$S 57.733 millones, monto 30% inferior al récord de U$S 82.981 millones del año 2011.

En ese marco de fragilidad, en esta nota abordaremos las posibilidades que brindan a la economía argentina las nuevas condiciones globales, producto de la decisión de la principal potencia mundial, Estados Unidos, de generar políticas que permitirían a países como el nuestro, si toma el sendero adecuado, aplicar su propia velocidad de desarrollo.


Los acuerdos de Bretton Woods, el Consenso de Washington y el fin de la historia


Cuando en el año 1944 comenzó la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas en Bretton Woods, Estados Unidos, el mundo se enfrentaba a las consecuencias políticas y económicas de la II guerra mundial. De allí surgió un nuevo orden económico y comercial con el dólar como divisa líder, con una equivalencia fija de U$S35 por una onza troy1 de oro. Como parte de aquellos acuerdos el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (luego Banco Mundial) se constituyeron en los ordenadores del sistema financiero mundial. Posteriormente, en 1947 se creó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), transformado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995.

Hacia finales de los años 80 el colapso de la economía soviética, conjuntamente con la llegada al poder de los partidos conservadores en Estados Unidos y Gran Bretaña de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher fue determinante para la puesta en marcha del proceso de liberalización de las economías y la desestructuración de los Estados de bienestar. Nacía el "Consenso de Washington", concepto acuñado por el economista británico John Williamson. El nuevo marco teórico promovía la reducción déficit público vía disminución del gasto, las reformas para disminuir la carga impositiva, la privatización de empresas públicas, la liberalización del comercio y de los mercados de capitales a nivel internacional y la desregulación de los mercados laborales, entre otras medidas. El nuevo orden económico internacional unipolar fue definido por el politólogo norteamericano Francis Fukuyama como "El fin de la Historia", pronosticando el triunfo definitivo del liberalismo económico y político, una vez derrotados sucesivamente los totalitarismos fascistas y comunistas.

Un nuevo orden internacional: el fin de la globalización

Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos replanteó las condiciones del Consenso de Washington y el rol de los organismos internacionales, especialmente de la OMC, con conceptos tales como "Renegociaremos o saldremos de la OMC, que es un desastre" o "la Unión Europea se construyó para derrotar comercialmente a Estados Unidos, se habla de Europa como si esos países fueran maravillosos, yo adoro Europa. Sólo digo que la razón de que se han unido en torno a una suerte de alianza es competir con Estados Unidos".

Una de sus primeras medidas como presidente fue decretar la renegociación del NAFTA con Canadá y México, así como la de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).

Resulta interesante, al tiempo que complica ciertas perspectivas ideológicas esquemáticas, que el presidente de EE.UU. trate de conseguir que los trabajadores al sur de la frontera con México obtengan un aumento salarial. La reforma laboral mexicana con salarios más altos y mejores condiciones laborales, en sentido inverso a la propiciada, por ejemplo, en Brasil o en Francia es un objetivo importante para lograr la renegociación del acuerdo según las exigencias de Trump. De esa forma pretende cerrar la brecha y evitar que las empresas estadounidenses se trasladen a México, donde los trabajadores ganan la cuarta parte de los salarios de sus pares de Estados Unidos.

Por otra parte, ante la decisión de Trump de sacar a los Estados Unidos del TPP, China propuso conformar un "grupo de trabajo" para estudiar la factibilidad de un Acuerdo de Libre Comercio Asia Pacífico, que beneficie a todos los países de la región, sin que prevalezcan los intereses de EE.UU. Sin embargo, la decisión norteamericana no implica dejarle el campo libre a China para que, como intentó en la última reunión internacional en Davos, se convirtiera en el líder mundial del libre comercio. La disputa se da en el campo de la geopolítica, con las advertencias estadounidenses al gigante asiático por la instalación de islas artificiales en el mar de China meridional y Beijing afirmando que está decidido a salvaguardar sus derechos y sus intereses.

Así se comienza a definir un mundo paradójico, donde una nación conducida por el partido comunista propicia el libre comercio que tiende a igualar los salarios a la baja, y la primera potencia, capitalista, pregona lo opuesto.


Trump y Putin, ¿hacia otro acuerdo de Yalta?

En la Conferencia de Yalta, en 1945, el presidente de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, Joseph Stalin junto con el de EE.UU. Franklin Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill, acordaron y consolidaron el ordenamiento mundial de posguerra y las áreas de influencia, en función de la resulta del campo de batalla, con la impronta de los acuerdos de Bretton Woods para Occidente.
En la actualidad, el protagonismo que va ganando el gigante euroasiático a nivel global, a favor entre otros motivos de su repotenciación armamentística, devuelven a Moscú al relevante rol que jugó históricamente.

La actitud inicial del presidente norteamericano Donald Trump hacia Rusia así lo confirma, aún con sus condicionamientos de política interna. La Cámara de Representantes de EE.UU. votó (con sólo 3 votos en contra) un proyecto sobre un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, por la anexión de Crimea, el apoyo a los secesionistas de Ucrania, y la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Si bien resta la aprobación del senado, dado que el texto fue acordado por los líderes ambas Cámaras, se espera que obtenga una mayoría superior a los dos tercios, un apoyo lo suficientemente amplio como para invalidar cualquier veto que Trump pudiera decidir imponer. El proyecto de ley incluye un pasaje clave que impediría a Trump deshacer o alterar las sanciones contra Moscú sin la aprobación del Congreso.

Las duras críticas del presidente norteamericano hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), así como los elogios a Gran Bretaña por su salida de la Unión Europea (Brexit), evidencian la pérdida de relevancia del bloque europeo en el tablero internacional, tal como se desprende de recientes afirmaciones de la canciller alemana Angela Merkel: "Los tiempos en los que nos podíamos fiar completamente de los otros están llegando a su fin… los europeos debemos realmente tomar el destino en nuestras propias manos, naturalmente esto se hace manteniendo una relación de amistad con EE.UU. y Reino Unido y con los vecinos como Rusia y otros países sin embargo debemos luchar nosotros mismos por nuestro destino como europeos".

El futuro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos dependerá del camino que cada una de las potencias decida seguir para la consecución de sus propios objetivos nacionales.

Una de las posibilidades es que el territorio de Medio Oriente o el de Corea del Norte, resulten el escenario elegido para transitar una agudización del conflicto en el marco de la tercera guerra mundial en cuotas, como afirma el papa Francisco. La otra opción es que esas acciones constituyan la tensión que antecede a la definición pacífica, en términos de guerra directa, de los nuevos espacios económicos y de poder.

En ese marco, Trump y Putin emergen como los nuevos líderes mundiales, relegando del primer plano del protagonismo a la República Popular China y a la Unión Europea.


El mundo a diferentes velocidades: una oportunidad para la Argentina

La asunción de Trump como presidente de EE.UU. terminó de coronar un proceso que se mostraba incipiente en distintos países del mundo. Ya no es la globalización el modelo que ordena el conjunto de las naciones relevantes, sino que se priorizan las condiciones económicas y sociales al interior de sus territorios.

Sin embargo, para aprovechar esas potencialidades las decisiones del gobierno nacional no son las más adecuadas. La realización de la próxima reunión de la OMC en Buenos Aires, en diciembre, así como la "negociación" que llevó a posibilitar venderle a EE.UU. 50 millones de dólares en limones a cambio de abrir la importación de carne de cerdo con peligro sanitario y de la imposición de aranceles que hace prohibitivo vender a la primera potencia mundial U$S 1.200 millones en biodiesel, no marcan el rumbo correcto.

Un mundo que pone en valor nuevamente el interés nacional como el ordenador principal de la toma de decisiones constituye una oportunidad para las fuerzas políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable se alcanzará a partir de generar las condiciones necesarias para integrarse desde una posición competitiva, en un marco de preservación de la propia velocidad del desarrollo económico.

*MMyAsociados


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