lunes, 29 de enero de 2018

Cómo seguimos

Cómo seguimos


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich


La fuerza de los hechos ha impuesto, aunque no siempre se exprese así en la arena pública, un diagnóstico compartido por todos los colegas: las inconsistencias macroeconómicas del esquema de la alianza Cambiemos erigieron obstáculos de ya imposible superación.

Desafíos urgentes y mediatos

El ciclo económico de "la generación que está cambiando la Argentina para siempre", ha llegado a su límite. De aquí en más, sólo nos queda esperar que su oportuno reemplazo se dé evitando cualquier tipo de "colapso", especialmente en lo que se refiere al cumplimiento del ciclo institucional.

Sin lugar a dudas, las secuelas negativas del experimento en curso serán severas y profundas para la economía nacional y para vastos segmentos de nuestro pueblo. En este marco, la hora nos impone desafíos urgentes y mediatos.

Entre los primeros, el de la búsqueda de mecanismos que maximicen la mitigación de daños, adeudo que recae en el oficialismo en primera instancia, pero se hace extensivo al conjunto del entramado institucional de nuestra Nación, así como también a la dirigencia sindical, empresarial y social.

En plazos más extendidos, pero no laxos, la obligación de delinear un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que cimente la felicidad de nuestro pueblo.

En el mientras tanto la economía y la política convergen en la impaciencia

Ya dijimos que el "mejor equipo" se está yendo al descenso, camino inexorable de quienes se especializaron en hacer anuncios que no se materializan y en resultar sorprendidos por la realidad siempre, para ellos, imprevista.

Aunque hayan creído que era fácil acabar con ella, la inflación siempre está; el segundo semestre con la afamada "lluvia de inversiones" no ha llegado ni llegará, y los brotes verdes no fueron más que comida tierna para las langostas, entre otros memorables yerros.

Los mecanismos de auxilio a los que se apeló, para morigerar el desplome de la actividad y lograr una tenue recuperación (el endeudamiento de los particulares y la expansión del gasto público), se agotaron. La marcada caída de las ventas hacia el final del año pasado certificó la ausencia de "motores económicos" alternativos que permitieran sostenerlas.

Como consecuencia, también comienza a agotarse el crédito político, en tanto el aval electoral obtenido por el oficialismo quedaba condicionado a la consecución de los resultados económicos prometidos. Las movilizaciones del pasado diciembre, especialmente los cacerolazos en nodos de las clases medias, compuestas por comerciantes, profesionales y pequeños empresarios, patentizaron la impaciencia.

En "la diaria" gestión de riesgos

Cual irónica broma, el día de los inocentes el gobierno prometió iniciar una nueva etapa, relajando las metas de inflación y bajando las tasas de interés. Ello permitiría, teóricamente, incentivar los proyectos privados de inversión al reducir el costo del capital.

En nuestra nota del 8 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?", explicábamos por qué tal iniciativa no sólo era inviable, sino que en lo inmediato no produciría más resultados que magnificar la incertidumbre y la volatilidad.

A la fecha, da la impresión de que el Gobierno aparenta haber comprendido en ese punto, al menos de modo parcial, la real situación en la que nos encontramos y los riesgos que ella encierra.

De ahí que, pese a la rimbombante conferencia de prensa anunciando el cambio de metas de inflación, la tasa de referencia de la autoridad monetaria sólo descendió 150 puntos básicos a lo largo del mes transcurrido, sin verificarse las bruscas alteraciones en la política monetaria, ni los cambios institucionales en el Banco Central, que se presagiaban como lógica consecuencia.

En la medida en que el oficialismo persevere en tal conducta, disminuyen los riesgos de que el fracaso del esquema económico se contagie al terreno institucional. Ello contribuye a otorgar condiciones de posibilidad al objetivo más urgente, que es el de minimizar los daños.

Hoy parece que Cambiemos ha leído nuestra recomendación expresada en la nota antes citada: "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta."

Después de la transición

Sin dudas, las severas consecuencias del fallido experimento de la alianza gobernante, aun cuando lleve mucho esfuerzo, serán revertidas y la Argentina podrá retomar un sendero de desarrollo económico con justicia social.

Ahora bien: ¿cómo hacerlo sustentable y permanente?

Entre las muchas lecciones que nuestra historia económica, no sin crueldad, nos ha enseñado, es que esto no es sencillo. Por ejemplo, es necesario mantener los superávits gemelos a lo largo del tiempo para así lograr una macroeconomía equilibrada y consistente.

Para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que las dirigencias gremiales, de empresarios y de trabajadores, lo hagan propio, y para ello deben cumplirse, entre otras condiciones, que:

las empresas obtengan adecuada rentabilidad,
el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Entonces, principalmente, nos hace falta identificar y maximizar los vectores de competitividad¹ del aparato productivo nacional, capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras empresas, garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los internacionales.

Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural.

Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil. A su vez las nuevas tendencias dominantes en el mundo, post caducidad del Consenso de Washington, favorecen la puesta en valor de tales vectores en un todo sistémico.

Al universo de lo político pertenece la responsabilidad de generar las condiciones de contexto que permitan la operacionalización de un MoDEPyS.

Sólo el encuentro armonioso entre la política y la economía permitirá el tránsito adecuado desde este presente oprobioso a un futuro venturoso.

¹No se trata de un debate totalmente novedoso; ya empezaba a abordarse durante el gobierno anterior en las Mesas de Competitividad de la Secretaría de Comercio Interior que abarcaba diferentes sectores y posteriormente, cuando se creó la Subsecretaría de Competitividad, y lo retoma la actual administración, ya que en tales objetivos se justificó el mega DNU y la creación de la Secretaría de Simplificación Productiva.

Especial para BAE Negocios

*MM y Asociados
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lunes, 22 de enero de 2018

Vuelven las falsas promesas hablan los gurúes

Vuelven las falsas promesas hablan los gurúes


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Palabras, palabras, tan solo palabras… reprochaba una conocida canción de la década del ´70.

Como cada principio de año, volvieron a aparecer con ímpetu en los diferentes medios de comunicación, los pronósticos y las explicaciones de los supuestos gurúes de la economía.

Cual si no existiera una complejísima y frágil coyuntura económica (descripta detalladamente en artículos anteriores), que impide efectuar una correcta prognosis, los “expertos analistas” afirman con enfática certeza lo que ocurrirá en el 2018 que, en líneas generales, coincide “casualmente” con las expectativas oficiales. Así como no se cumplieron sus previsiones para 2016/17, por partir de un desacertado análisis sistémico del funcionamiento macroeconómico, tampoco se cumplirán las correspondientes al corriente año.

No cabe duda de que los “esperanzadores” análisis que los consultores regalan al gran público, son bien distintos a los que venden en privado. Obviamente, los primeros llevan la intención de congraciarse con el gobierno.

Para muestra basta un botón


Un ex funcionario del fallido gobierno de la anterior Alianza, devenido en uno de los consultores más renombrados, sostenía que en el año 2017 la economía crecería 5%, que la inflación sería del 21%, y que el saldo de la balanza comercial alcanzaría un déficit cercano a u$s1.000 millones. Por supuesto, todos esos pronósticos fueron errados de principio a fin. Basta mencionar que el saldo de esa balanza se habría acercado a un rojo de u$s 9.000 millones.

Sorpresivamente, acaba de declarar: “Se puede producir para el mercado interno. (…) con el tipo de cambio atrasado (…) uno es poco competitivo para salir a exportar, pero no deja de ser rentable producir para el mercado interno (...) Para todas las industrias con protección (…) esta tasa de interés es generadora de dólar barato, no frena el consumo y la producción (…) crecieron las ventas de autos, motos y electrodomésticos que son en su mayoría importados y esto es lo que se está tratando de cambiar (…) con tipo de cambio más alto y tasa más baja. Hoy el tipo de cambio es 30% más alto que el de la convertibilidad”.

Es difícil encontrar más contradicciones en una sola respuesta. Es una forma curiosa de razonamiento, donde a la premisa “está todo bien”, le sigue otra “sin embargo, se aplican políticas que cambien la situación, para que esté todo bien”.

Las afirmaciones sobre el comportamiento de la producción y el consumo, con dólar retrasado, podrían eventualmente ser ciertas sólo si la producción local estuviera protegida, cosa que de ninguna manera ocurre con el actual gobierno que, por el contrario, sostiene que desea abrazar la globalización, es decir abrir cada vez más la economía. Prueba de ello es el decreto recientemente publicado, que quita del régimen de licencias no automáticas de importación 314 posiciones arancelarias, lo cual repercutirá negativamente en la industria nacional.

Precisemos los conceptos: la oferta global de bienes y servicios está compuesta por el PIB más las importaciones. Puede acontecer que crezca esa oferta, pero que caiga el producto doméstico. Esto es lo que ocurrió efectivamente en los sectores mencionados. En el automotriz, por ejemplo, se incrementaron las ventas, pero con una participación de los vehículos importados que pasó del 50% al 71%, entre principios de 2016 y finales de 2017.

En cuanto a la competitividad cambiaria, al margen de los índices de actualización que se apliquen sobre los diversos tipos de cambio utilizados, la referencia también es incorrecta, ya que soslaya la ganancia de productividad que se generó en la industria norteamericana a partir de la revolución energética del shale gas y shale oil, la cual se expresa en una baja sustancial de sus costos primos.

La opinión de la mayoría de los empresarios locales es que hoy estaríamos en un nivel muy similar al de la convertibilidad.

La única verdad… volvieron los plazos fijos a 7 días


Desde hace casi dos años venimos advirtiendo sobre las inconsistencias crecientes del actual esquema económico. Su agudización es manifiesta, a tal punto que el sistema financiero tuvo que reciclar una vieja herramienta, acorde con la volatilidad actual de los mercados.

Así, el BCRA comenzó a colocar letras a 7 días de plazo, denominadas “Leliq”. El nuevo instrumento, exclusivo para los bancos, fue ofrecido inicialmente a una tasa anual del 27,25%.

Traducido al idioma criollo, el BCRA le dijo a los bancos “muchachos, por favor renueven las Lebac a 30 días” y éstos le respondieron “No es posible, no sabemos qué va a pasar en un mes, necesitamos acortar los plazos, no podemos prever que van a hacer nuestros clientes”. Así comienzan a visualizarse los inconvenientes que, oportunamente hemos advertido, respecto de los riesgos de la política de intentar incidir sobre la demanda interna mediante créditos hipotecarios, prendarios y personales, sin tener los adecuados depósitos del público para ello.

La historia de ir acortando los plazos, por la imposibilidad de prever las situaciones, ya la conocemos los argentinos, y habla a las claras de la fragilidad de la actual coyuntura.

Recuperar los valores de la disciplina


La palabra de los “expertos” ejerce un efecto sobre la actividad económica en la medida que afecta las decisiones de sus agentes;

de modo directo en las asesorías particulares, o indirecto en el plano de la intervención pública. Decíamos en noviembre: “en las diagnosis y proyecciones económicas lo que se pone en juego es la comprensión de la realidad”, refiriéndonos al ideal del ejercicio profesional.

Hace tiempo que, en nuestra Patria, ha sonado la hora para que la economía, como profesión, comience a saldar una cuenta pendiente con sus clientes y destinatarios (inclusive con sus propios integrantes), respetando inviolables parámetros de ética profesional.

Resulta ineludible elevar sus estándares de calidad y cercenar los márgenes de las malas prácticas. En varios países, entre ellos EE.UU., este debate está presente y se desarrolla con todo vigor.

La necesidad de los agentes económicos de contar con análisis precisos y fidedignos para la adecuada toma de decisiones es impostergable.

Es tiempo de que cesen las proyecciones “a medida”, en especial las que se ajustan a las necesidades del Gobierno, y de que se asuma la pertinente responsabilidad profesional.

Las costas de las decisiones económicas erróneas siempre las pagan los mismos: los empresarios, sus trabajadores y las familias que los contienen.

*MM y Asociados

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lunes, 15 de enero de 2018

Entrevista en "La señal medios"

En materia económica... se fueron al descenso

En materia económica... se fueron al descenso


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Hacia finales de 2017, "el mejor equipo de los último 50 años" envió al congreso, junto con la Ley de Presupuesto, sus previsiones macroeconómicas para el año 2018.

Sin embargo, pocos días después de que se convirtiera en ley, en conferencia de prensa, los ministros Peña, Dujovne y Caputo, y el presidente del BCRA, F. Sturzenegger, anunciaron el cambio de la meta de inflación para el actual período (objetivo que se mide punta a punta, no como promedio anual), que pasó de 10% (+/- 2%) a 15%.

Ello significa que muchos de los parámetros previstos (que permiten estimar los ingresos y autorizar los gastos del presupuesto), como inflación, tipo de cambio, crecimiento, exportaciones, importaciones, saldo de balanza comercial, etc. quedaron inmediatamente obsoletos.

Comenzando el 2018 con una derrota


Las condiciones de inconsistencia de la economía nacional, sobre las que venimos alertando desde hace prácticamente dos años, se agudizaron notoriamente, y han llevado al esquema económico vigente a una situación de alta volatilidad, complicando, especialmente, el marco de los negocios empresarios.

Este contexto, a su vez, resulta a todas luces inapropiado para el desarrollo del ejercicio de prognosis, es decir para la previsión del futuro comportamiento de las principales variables macroeconómicas, ya que éste resulta valedero sólo cuando el marco general de desempeño de la economía permanece en su melga.

Así, ya en el inicio del año, el "campeonato que juegan" los referentes económicos del gobierno, será, por segundo período consecutivo, bien distinto al que habían planificado.

¡Perciben mal la realidad!


El anterior proyecto de presupuesto, enviado al congreso en setiembre de 2016, se construyó, entre otros guarismos, sobre la base de un saldo de la balanza comercial negativo de U$S 1.866 millones para el 2017. Finalmente, este rojo, faltando contabilizar al momento de esta publicación el mes de diciembre, habrá alcanzado el entorno de los U$S 9.000 millones. Un error de estimación del 382%!!!

Hasta el mes de octubre del año pasado, el PIB acumulaba un incremento del 2,8% respecto de igual período de 2016, según mediciones del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). Este es un indicador de coyuntura (con las debilidades que ello acarrea) que va publicando mensualmente el gobierno, a modo de anticipo del comportamiento del PIB, el cual se da a conocer con 3 meses de rezago.

Pero hete aquí que, para llegar a esas cifras oficiales, por ejemplo, el consumo privado (el componente más importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el primer semestre del año, producto de que, violentando cualquiera de los criterios metodológicos usualmente utilizados, se atribuyó parte de ese crecimiento a los "gastos en turismo de argentinos en el exterior".

A ello, debe sumarse, una serie de irregularidades (examinadas con todo detalle en el artículo
¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?", publicado el último 5 de diciembre), entre otras:

► La sobreestimación de la cosecha de maíz de la campaña 2016/17 en más de 10 millones de toneladas,

► La repercusión de lo anterior, en la medición de las actividades del comercio mayorista y el transporte,

► La estimación claramente sobredimensionada de los rubros minería y telefonía, y

► Los números del sector pesquero, cuestionados por los propios organismos de control del estado.

Cuando se contabilicen los dos últimos meses del año pasado, durante los cuales el desempeño económico fue decididamente malo, es posible que el crecimiento de ese año, medido por el EMAE, se acerque al entorno del 2,5%.

Sin embargo, en marzo de 2018, se dará a conocer el cierre del año recién terminado, ya no como estimación, sino como resultado del comportamiento del PIB, y ese guarismo se ubicará por debajo del 2%. Pero esa cifra aún es provisoria hasta que, en setiembre, se publiquen, los datos definitivos relativos al año pasado. Entonces, se hará patente que la evolución de la economía, muy probablemente, se habrá alejado tanto del 3,5% pautado originalmente en el presupuesto 2017, como del 2,5% de la primera estimación, para ubicarse en el entorno del 1%, tal como lo visualiza hoy el mercado.

Por otra parte, si al déficit primario del sector público nacional, que alcanzó el 4,2% del PIB (y que no se continuó espiralizando porque pasadas las elecciones se paralizó la obra pública y se postergaron pagos a los contratistas), se le suman los intereses de la deuda pública, por un montante de 2,3 puntos (en términos de PIB), más otros 1,5 puntos del déficit correspondiente a provincias y municipios y, finalmente, 2,5 puntos más del costo del endeudamiento que tomó el Banco Central (cuasi fiscal), el resultado arroja que el Déficit Fiscal Total (nación, provincias, municipios y cuasi fiscal) finalizó el año pasado en el entorno de los 10,5 puntos del PIB, tal como venimos alertando.

"La batalla contra la inflación recién está por comenzar" expresó Sturzenegger a mediados de 2016, agregando: "el Central tiene una batería de instrumentos y los pone todos al servicio de cumplimentar la meta de inflación de entre 12 y 17% para 2017. La función del Banco Central es que se cumpla esa meta". Sin embargo, la variación interanual de precios de diciembre último alcanzó entre el 25% y el 27%, según el consenso del mercado, superando en 10 puntos porcentuales el tope máximo de la meta oficial.

Lo que palpa la tribuna


Dado que, desde 2016 hasta la actualidad, la población continuó creciendo (2,1%), mientras que el PIB, según lo ut supra señalado, disminuyó 1,2% (acumulado), cada uno de nosotros, en promedio, sufrió un deterioro de 3,3% en la cantidad de producto recibido, en los últimos dos años. Es claro que, si hay disponibles menos bienes y servicios de producción nacional y a la vez, en vista de que la distribución del ingreso, medida oficialmente por el Coeficiente de Gini, empeoró, el menoscabo necesariamente se concentró en los sectores más vulnerables.

Esa situación incentiva el continuo deterioro de la demanda interna, que conjuntamente con el de la externa, impacta con profundidad en el flujo de los negocios, perjudicando los ingresos por ventas de las empresas. Y, como ya puede observarse con nitidez, también derrama sus efectos negativos en el mercado laboral.

Todo lo descripto justifica que el guarismo oficial sobre el comportamiento de la economía suene disonante con las opiniones de los actores económicos de los diferentes rubros. No es para menos: el oficialismo sostiene que el resultado del PIB es igual al pronosticado, pese a que no se cumplió ninguna de las previsiones de los restantes parámetros.

En términos futboleros, la tribuna empezó a chiflar a los jugadores (cacerolazos) y estos no parecen comprender por qué.

Este clima también se visualiza en los debates y charlas de los profesionales de la economía, entre quienes, con mayor o menor nivel de reserva, existe un consenso: la actual es la peor gestión económica de los últimos 70 años.

En el corto plazo, al igual que ocurre con figuras que van desde Krieger Vasena a Sigaut, o de Martínez de Hoz a Machinea, entre muchos otros, los integrantes del "mejor equipo de los últimos 50 años" sólo serán recordados por sus lamentables decisiones, y el consecuente perjuicio causado a los intereses nacionales.

Los que venían a ganar el campeonato terminaron yéndose al "descenso".

*MMyAsociados

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lunes, 8 de enero de 2018

¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?

¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?



Corría el año 1988 y el "Plan Austral", implementado por el gobierno radical en 1985, colapsaba. Entonces se les ocurrió el "Plan Primavera". Se pretendía alcanzar una situación de convivencia razonable hasta la elección presidencial del año siguiente. Entre otros objetivos, buscaba tener:

► un tipo de cambio único y administrado,

► tasas de interés arbitradas por el mercado y,

► una política de ingresos activa.

Pero claro, no se corrigieron los desmesurados desequilibrios del sector externo ni el fiscal.

Hacia marzo del '89 y bajo la creciente corrida cambiaria, el candidato radical, Eduardo Angeloz, apremiado por las encuestas que pronosticaban un resultado desfavorable en la citada elección, presionó al Dr. Alfonsín para que diera un golpe de timón que le permitiera mejorar sus chances.

En ese marco, el Presidente cambió su Ministro de Economía, Juan V. Sourrouille, por Juan C. Pugliese, obteniendo resultados contrarios a los buscados, acelerando la ruptura del delicado proceso imperante hasta el momento. Con su recordada expresión "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo", el entonces flamante ministro describió el comportamiento del empresariado (que lógicamente tomaba decisiones de acuerdo a las crecientes expectativas de devaluación) y expuso, contundentemente, la imposibilidad de ordenar, mínimamente, las principales variables de la economía.

Algunos años después, con profundo realismo, Sourrouille reconoció que durante su gestión "el Gobierno no tenía otra política posible que buscar, como pudiese, que hubiera, en el mejor de los casos, un acto electoral razonablemente organizado, y no salió bien".

Décadas después, podemos evaluar que, así como él con su gestión garantizaba que el radicalismo perdería las elecciones, también aseguraba la entrega del mando en la fecha estipulada, y no seis meses antes, como finalmente aconteció.

Nos trajeron estos recuerdos los recientes anuncios oficiales de las áreas económicas.

3 contra 1 no es de caballeros


Finalizando 2017, los argentinos fuimos sorprendidos con una inusual conferencia de prensa brindada por Peña, Dujovne y Caputo, de la que, insólitamente, participó también Sturzenegger.

Hasta la vestimenta fue claro reflejo de los alineamientos. De manera análoga a los vestuarios de los clásicos picados entre solteros y casados, el presidente del BCRA fue el único de los cuatro luciendo corbata. El resultado fue el previsible: los más someten a los menos.

Postergando la (necesaria) reflexión que merece la cuestión de la independencia de los Bancos Centrales en los diseños institucionales de occidente, nos concentraremos en los anuncios y sus implicancias.

Allí, los funcionarios informaron a la población sobre el cambio en la meta de inflación prevista para el año 2018, que pasó de 10% (+/- 2 puntos porcentuales) a 15%. La idea principal subyacente a ese cambio, es la de disminuir las tasas de interés de referencia, flexibilizando la política monetaria. Adicionalmente, explicaron que redireccionarían el financiamiento del déficit fiscal total (DFT)1 hacia el mercado local, tomando crédito interno.

¿Qué cambió?


En los dos primeros años del gobierno de Cambiemos, dados los estímulos que ofreció (las tasas de interés), los fondos que debían dirigirse a solventar la inversión del sector privado se desviaron al financiamiento del DFT. Los recientes anuncios de las autoridades económicas pretenden iniciar un camino distinto: reducir los rendimientos financieros para incentivar los proyectos privados de inversión.

De lado quedan los diagnósticos que indicaban que el alto nivel de la tasa de interés no impactaba en el de la actividad del sector productivo, dado el bajo volumen de crédito con que contaba la economía.

Veamos ahora su factibilidad.


Si tenemos en cuenta que el DFT tenderá a estancarse o crecer, dadas las últimas modificaciones impositivas y previsionales, no es sensato esperar que se lo pueda financiar con fuentes locales sin absorber la totalidad, o al menos la mayor parte, de los fondos disponibles para préstamos del sistema financiero ampliado. De esta forma, el sector público seguirá desplazando al sector privado en la captación del ahorro doméstico1.

A su vez, es necesario tener en cuenta que, si la "esperanza de devaluación" supera a la tasa de interés, el comportamiento esperable es el de búsqueda de valorización patrimonial mediante la acumulación del ahorro en la moneda que se considera "retrasada". Si, por el contrario, se espera una prevalencia de la tasa de interés, la apreciación de la moneda local profundizará los desequilibrios del sector externo.

Todas las salidas son malas


Queda claro, que el escenario económico se enfrenta, cada día más ostensiblemente, a los límites del esquema diseñado. Como señalamos en nuestra nota "Cuesta abajo en las ventas", los dos factores de incremento de demanda, que le permitieron al gobierno llegar a las elecciones de octubre, están exhaustos:

► el gasto en obra pública, que no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a niveles explosivos y

► los préstamos para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo, pondrían en crisis la solvencia del sistema financiero.

Ante este panorama, intentar revertir dicha situación mediante la baja de la tasa de interés (por lo ut supra señalado) suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina económica.

La osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta.

Apelar a "jugadas maestras" desconociendo las causalidades elementales del "arte económico", pueden llevar al sistema a acelerar su entropía.

Lamentablemente, las inconsistencias económicas del actual oficialismo, principalmente sus déficits gemelos, se asemejan a las de los tramos finales del gobierno de Alfonsín.

Con profundo sentido del deber patriótico... lo estamos señalando.

*MM y Asociados

1 Suponiendo que tal hipótesis no se cumpla y que los agentes económicos dispongan de pretérito atesoramiento para fi nanciar el desarrollo de sus proyectos, este fondeo podría estar en pesos o en dólares. Si fuera en pesos, el plus de inversión presionaría sobre el sector externo haciendo inmanejable su défi cit mientras que, si fuera en dólares, su conversión a pesos para implementar los proyectos, deprimiría más el tipo de cambio real impactando también en el sector externo.


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lunes, 1 de enero de 2018

La visión del mundo de Cambiemos: ¿suma o resta para los negocios?

La visión del mundo de Cambiemos: ¿suma o resta para los negocios?


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*


Con su proverbial agudeza, el presidente Perón sostenía: " se infiere que el problema argentino es un poco el problema del mundo. () la política puramente interna ha pasado a ser una cosa casi de provincias; hoy todo es política internacional, que juega dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva".

Esta idea, de meridiana claridad, cobra hoy una vigencia manifiesta. La errada lectura que el oficialismo hace sobre el contexto mundial lleva a nuestro país a transitar por senderos equivocados, perjudicando sus potencialidades, y por ello desaprovechando buenas oportunidades de negocios para nuestras empresas.

¿Quiénes lideran hoy el mundo?


Recientemente, el Presidente de la Nación, en ocasión del acto de asunción de la presidencia pro tempore del G-20¹ por parte de nuestro país, definió a Xi Jinping, presidente de la República Popular China, Angela Merkel, canciller de Alemania, y Shinzo Abe, premier japonés, como "los tres líderes más importantes del siglo XXI".

Curiosa caracterización, dado que mientras el primero de los países mencionados cuenta con un poder militar importante, aunque de tipo defensivo, donde prevalecen las fuerzas terrestres (ejército), las otras dos naciones carecen de esas posibilidades y, es más, ni siquiera tienen asignada una silla permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Así, parecería ser que, de manera antojadiza, se deja de lado el sendero que transitan hoy las relaciones internacionales, marcado claramente por las políticas de Donald Trump, presidente de la primera potencia mundial tanto por el tamaño de su economía, como por su poderío militar.

¿Es posible ignorar la relevancia internacional de EE.UU. que, según el Banco Mundial, tiene un PIB que es equivalente al de China, Japón y Alemania sumados? Y que a su vez cuenta con una estructura militar organizada en cinco fuerzas (ejército, fuerza aérea, armada e infantería de marina, además de la guardia costera) la cual, al margen de su potencial nuclear, tiene como característica distintiva, en términos de conflicto convencional, la de estar en condiciones de llevar a cualquier lugar del planeta, fuera de su territorio, el teatro de operaciones, al contar, como mínimo, con 10 portaviones activos.

La misma apreciación cabe en el caso de Rusia. Si bien no se destaca por su poderío económico-financiero, su voz inexorablemente debe ser escuchada, ya que a su arsenal nuclear debe adicionarse su potencial militar convencional. De hecho, parte de su flota de guerra, situada en Kaliningrado, entre Polonia y Lituania, en el báltico europeo, fue este mismo año desplazada para apoyar a las tropas oficiales en el conflicto en Siria, pasando de camino a sólo unas pocas millas náuticas de tierras británicas y españolas, lo que alarmó a los gobiernos de esos países.

En su particular concepción, el actual gobierno también desoye las advertencias del papa Francisco sobre el desarrollo de la 3ra guerra mundial, al tiempo que ignora la relevancia y el impacto que el mensaje de Su Santidad tiene a escala global.

Estas menciones al poderío económico y militar, así como a la influencia de esos liderazgos, contribuyen a explicar por qué el mundo va encontrando en la diversidad de los modelos nacionales, un funcionamiento sistémico que los incluye, dejando atrás los uniformes "consejos para el buen gobierno", que devenían del Consenso de Washington.

En términos prácticos, estos cambios revelan, entre otras razones, el motivo por el cual cuando (para proteger su industria y su empleo) nuestro país decidió aplicar medidas de administración de comercio exterior, fue sancionado por la OMC; y en cambio ahora, ante una política espejo de Estados Unidos que las replica, tanto Europa como Japón transforman las sanciones en paciencia estratégica.

Escudriñan el futuro por el espejo retrovisor


En este contexto, no cabe duda de que el actual oficialismo no percibe correctamente la nueva situación internacional. Su cosmovisión lo llevó en su momento a desear el triunfo electoral de Hillary Clinton en EE.UU. y, lo que es peor, a creer que el mundo sigue funcionando de la misma manera que si ella hubiese ganado.

Su ceguera ideológica, le impide percibir la realidad tal cual es.

De allí deviene su seguidilla de fracasos hacia el final del año 2017, en términos de política internacional. Los ejemplos palmarios de que el mundo que concibe ya no existe, es que ni siquiera pudo presentar comunicados formales sobre los resultados de las anodinas reuniones en Buenos Aires, del G-20 y la OMC, ni acordar los elementos constitutivos de un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, lo cual no hace más que ratificar que el mundo ya no funciona como antes.

Resulta evidente que el gobierno se ve inhabilitado para comprenderlo, y que la realidad no le hace mella a su equivocada concepción.

Nos quieren integrar a un mundo que ya no existe

La inserción internacional de la Argentina, a inicios del siglo pasado, estuvo signada por la voluntad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en mercados con economías complementarias. Ello tipificó el conjunto del aparato productivo local, cuyas tensiones se expresaron en una consigna que, sin ser totalmente explicativa, reflejaba una antinomia de manera clara y didáctica: "industria versus campo".

A todas luces, no es distinta la mirada actual del gobierno nacional, a juzgar por su percepción del contexto global.

Pero la realidad es otra. Terminado el orden internacional surgido del Consenso de Washington, así como el rol de los organismos internacionales derivados de los acuerdos de Bretton Woods, quedan claramente expuestas dos posiciones antitéticas: una, la del gobierno argentino, como continuidad del comportamiento pasado, y otra que refleja realmente el nuevo paradigma vigente en el mundo.

En este marco, es imprescindible repensar esa inserción de nuestro país, lo que inevitablemente incluye las alianzas regionales y subregionales, así como la problemática que deviene de determinar cuáles economías son complementarias, y cuáles competitivas.

Las nuevas reglas del comercio mundial abren importantes perspectivas para la toma de decisiones autónomas, respecto de las posibilidades de un crecimiento armónico de todos los sectores de actividad (industria, campo y servicios), privilegiando los intereses nacionales.

Es una oportunidad de generar condiciones que, en lo económico, permitan negocios rentables para el conjunto de las empresas, lo cual redundará en una mejora de las condiciones generales de la economía nacional. Pero hay que saber aprovecharla, y para ello, deben hacerse los análisis precisos que permitan:

► caracterizar correctamente la situación global,

► entender las especificidades de cada uno de los mercados nacionales que integran el mundo y,

► posibilitar, una vez restituidos los equilibrios macroeconómicos, la concreción de buenos negocios por parte de las empresas, lo que constituye, a no dudarlo, la base del desarrollo.

Es nuestro deseo que comencemos a transitar este camino en el año que se inicia.



¹ El G-20 o grupo de los 20 es un foro de 19 países, más la Unión Europea, donde se reúnen regularmente, desde 1999, jefes de Estado (o Gobierno), gobernadores de bancos centrales y ministros de finanzas. Está constituido por siete de los países más industrializados —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (G- 7), más Rusia (G-8) más once países de todas las regiones del mundo. Además, cada año participan como invitados España, el país que ocupe la presidencia de la ASEAN, dos países africanos (el que preside la Unión Africana y un representante de la Nueva Alianza para el desarrollo de África y un país (a veces más de uno) invitado por la presidencia, por lo general de su propia región.

*MM y Asociados


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