domingo, 23 de diciembre de 2018

Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin,gestionar los resultados

Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin,gestionar los resultados


Los mayores riesgos los correrán las compañías que ajusten sus planes de negocios a la previsión optimista del Gobierno

Por Guillermo Moreno*, Lic. Norberto Itzcovich*,  Dr. Claudio Comari*


Cierre del ejercicio 2018. Tiempo de balance y de planificación del próximo. Fácil lo primero, desafiante lo que sigue, en pasos sucesivos como en el exquisito tango (1) de los hermanos Expósito.

Las condiciones en que se encuentra la empresa, más la propia creatividad e iniciativa, son las claves de un buen plan de negocios. Pero este no puede estar divorciado del contexto general que,como todos sabemos, luego delos tres años de mala praxis económica, lejos está de poder brindar las mínimas certezas necesarias para proyectar normalmente las actividades.

En este marco, la correcta toma de decisiones requiere tanto información endógena como exógena. Claro está que nadie puede conocer mejor la situación interna que quienes conducen la compañía, pero las expectativas sobre el comportamiento del entorno en que se desenvuelve, deben necesariamente ser provistas por analistas externos.

De allí la relevancia de las prognosis que hoy pueblan la arena pública, donde pugnan dos visiones.

Una, de tono optimista, sólo sostenida por el oficialismo (y un puñado de comunicadores paraoficiales en el marco del año electoral que se avecina), augura el inicio de la recuperación, ya no en el “segundo semestre”, como gustaban decir, sino en el “segundo trimestre” de 2019. Nuevas “promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento”, diría Homero.

La otra, sustentada por la mayoría de los profesionales experimentados en la disciplina económica, se despliega en un gradiente que va desde la espera de un año de continuidades en el estado agónico de la economía, a la certeza de la imposibilidad de eludir la disrupción económica y la correspondiente resolución institucional.

Cada unidad de negocios deberá establecer la direccionalidad de su estrategia, seleccionando uno de los escenarios probables de ese “menú” de opciones, a sabiendas de que, si se confirma la evolución prevista, pueden obtenerse importantes premios, pero también severos castigos si las circunstancias no fueran las esperadas.

Para los resultados de la empresa, es tan determinante su propio plan de negocios, como el rango de los límites y posibilidades que el contexto ofrezca, temática que abordaremos en la entrega de la próxima semana.

En este artículo analizamos, principalmente, los aspectos microeconómicos, centrando la atención enlos riesgos y beneficios implicados en el proceso decisional de las empresas, según sus estrategias se alineen (o no)con el entorno que finalmente se materialice. En otras palabras, se trata de concentrar la búsqueda en la obtención del máximo provecho posible frente auna situación dada, determinada por fuerzas ajenas a las de la propia compañía.

Entre empates o derrotas


La elaboración de pronósticos económicos exige solidez teórica y un adecuado manejo del repertorio de técnicas de la disciplina, al igual que la destreza en el arte de su ejecución, ya que se trata de construir, desde conjuntos fragmentarios de informaciones dispersas, un sistema coherente y articulado de conceptos, capaz de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas, así como prever los itinerarios posibles del devenir.

Adicionalmente, se requiere tanto de información relativa a las variables intervinientes, como de que el rango posible de oscilación,para ellas, sea razonablemente precisable.

En la actualidad, la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos alcanzados impone tal variabilidad a los principales indicadores (PIB, tipo de cambio, tasa de interés nominal e inflación, entre otros), que resulta imposible la realización de pronósticos certeros de su evolución para el año 2019.

Idéntica situación se presentó a fines de 2017, por lo que, conscientes de que los costos de los errores de las proyecciones no los pagan los consultores equivocados sino las empresas que se guían por ellos, decidimos, oportunamente,hacer sucesivas proyecciones de corto plazo a lo largo de 2018 (por trimestres, en lugar de la usual para todo el año), recomendando enfáticamente atenerse a los principios de la prudencia.

De tal diagnóstico, se derivaban las recomendaciones presentada hace exactamente un año atrás: mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks; optimizar la situación crediticia, principalmente en cuanto a las deudas en divisas, disminuyendo riesgos mediante instrumentos de cobertura; y hacer correctas previsiones de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de precios de los proveedores, provocados por factores externos a ellos (devaluaciones, aumentos de tarifas, etcétera).

La situación de las empresas que se ajustaron a tales premisas, es hoy muy diferente de las que encararon el año 2018 bajo el influjo de los cantos de sirena que pronosticaron entre 3,5% y 5,5% de crecimiento del PIB, 10% a 15% de inflación, tasas de interés nominal por debajo del 30% y un tipo de cambio en el entorno de $20.

Prepararse adecuadamente para el 2019, implica que la compañía se apreste para alguno de los escenarios posibles y escoger un sendero que determinará, en gran medida, las magnitudes de las ganancias o los quebrantos del próximo ejercicio.

Una matriz decisional


Enfrentamos 2019 como un entorno de predominante anormalidad, repleto de incertidumbre e impregnado de volatilidad; quizás nunca como hoy fue tan difícil determinar el rumbo de cada negocio.

El rol del consultor, claro está, no es el de sustituir el papel de los directivos en la guía de su empresa, pero sí el de facilitar el análisis de riesgos a asumir, en el balance entre el entorno para el que se adecuó la estrategia empresarial y las consecuencias posibles si tal contexto se verifica o no.

Antes de presentar la matriz, es importante identificar los conceptos operativos a utilizar. Si bien, decíamos en la introducción, entre las proyecciones económicas circulantes podemos distinguir con nitidez las del actual oficialismo y a las del consenso de la profesión, a los fines analíticos descomponemos este último grupo en dos subconjuntos, dependiendo de que consideren o no las hipótesis de disrupción.

Simplificando esquemáticamente, obtenemos así tres tipos de entorno:

el esperado por el oficialismo, obligadamente optimista, bajo el cual se prevé la leve recuperación de la actividad económica;
el de las visiones moderadamente pesimistas, que presume la continuidad de este escenario económico hasta el inicio del próximo período de mandato presidencial, y
el que anticipa la insustentabilidad del esquema vigente, previendo una disrupción económica con solución institucional.
Atento que cada empresa asumirá uno de estos contextos como el más probable y que esa elección determinará múltiples decisiones (sobre inversiones, créditos financieros o comerciales, recursos humanos, etc.), es importante considerar que no todas las estrategias suponen los mismos niveles de riesgo, como puede observarse en la tabla.

Como se desprende del esquema de doble entrada, los mayores riesgos los correrán las compañías que ajusten sus planes de negocios a la previsión gubernamental, mientras que quienes desarrollen estrategias expectantes de un cambio drástico de rumbo económico, estarán menos expuestos ante los demás entornos.

Pero el principal objetivo de las empresas no puede ser el de eludir riesgos, sino el de obtener beneficios, posibilidad en gran medida determinada por el contexto general, cuyas potencialidades analizaremos en nuestra próxima entrega.

Es que, paradójicamente, si se diera el escenario oficial y las empresas hubieran alineado sus objetivos con ellos, sólo podrían aspirar a conseguir tan magros resultados como los que ofrecería la economía nacional, mientras que ante un cambio de rumbo que restituya los equilibrios macroeconómicos fundamentales, dinamice el mercado interno e incremente la competitividad internacional, se abriría nuevamente la oportunidad de obtener ganancias.equilibrios macroeconómicos fundamentales, dinamice el mercado interno e incremente la competitividad internacional, se abriría nuevamente la oportunidad de obtener ganancias.


[1] Referencia a la obra Naranjo en Flor de Homero y Virgilio Expósito,paráfrasis de “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y, al fin, andar sin pensamientos…”.

*MM y Asociados

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