lunes, 29 de julio de 2019

Reforma laboral y el regreso de la teoría del derrame

Reforma laboral y el regreso de la teoría del derrame


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Hemos marcado en anteriores oportunidades que la firma del acuerdo Stand By con el FMI tuvo una significación que, trascendiendo de los meros alcances de las condiciones en las que se negocia el préstamo, radica en la redefinición del conjunto de la política económica.

Esta, bajo la tutela del organismo internacional, se va orientando hacia un esquema neoliberal, cuya armonización definitiva espera su cristalización a posteriori del proceso electoral.

Como ya hemos mencionado, en este giro, también se modifica la determinación de quienes son los "ganadores" económicos del proceso de Cambiemos ya que, al desplazar el acento desde la dolarización de los precios de los alimentosi y la energía hacia el incremento de la proporción con que se retribuye al capital y al sector empresario, se amplía el selecto grupo de beneficiarios hacia el conjunto del establishment.

Es por ello que la reforma laboral anunciada por el ministro Dujovne en Estados Unidos, se erige como uno de los elementos de contexto clave.

Ahora bien, es previsible que en nuestro país, una iniciativa de tal naturaleza no resulte de simple implementación, atento a las posibles resistencias sociales que despertará.

Una historia reciente

Durante 2017, en la misma dirección que la que aquí se impulsa, Brasil aprobó dos reformas profundas en la materia.

En el primer semestre, la que establece las pautas del régimen de las contrataciones temporarias o eventuales, que amplió notoriamente las fronteras de la tercerización, y en el segundo, la modificación de 115 artículos de la norma conocida como Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT) -que data de 1943, durante la presidencia de Getulio Vargas-, que alteraron de manera significativa el corpus legislativo que Brasil fue desarrollando hasta la fecha en materia laboral, con profusión de medidas que flexibilizan las condiciones en las que los contratos pueden ser convenidos y las tareas desarrolladas.

Entre los aspectos más relevantes, se destacaron:


  • el orden de prelación establecido para un amplio espectro de componentes del contrato de trabajo, en el que predominan los arreglos individuales o por empresa por sobre los convenios colectivos de la actividad;
  • que las negociaciones que pueden desarrollarse por fuera de los acuerdos paritarios entre empleadores y empleados, alcanzan a la estructuración de las jornadas laborales, las pautas organizativas de las tareas, la distribución de las licencias, entre otros aspectos, permitiendo, por ejemplo, pactar indemnizaciones por despido por debajo de lo estipulado;
  • la permisividad para la tercerización de actividades (incluso en el caso de la principal);
  • la habilitación de formas de contratación en las que los trabajadores pueden permanecer a disposición del empleador, recibiendo remuneraciones solamente por el período de prestación de servicios (el que puede pautarse por jornadas u horas inclusive); y
  • la creación de la figura de los "autónomos exclusivos", cuando los trabajadores prestan servicios para un único cliente, al que se exime de reconocer el vínculo laboral permanente.

El debilitamiento del papel de los sindicatos atraviesa la totalidad del nuevo ordenamiento legal, afectando el financiamiento y la afiliación, e incluso en la admisión de la subordinación a los acuerdos individuales o por empresas, aun en los casos de despidos masivos, al igual que en la facultad reconocida a comisiones no sindicales para negociar como representación de los trabajadores ante las compañías.

La polémica sobre las reformas trascendió holgadamente las fronteras, encontrando en nuestro país tanto a exégetas que vieron en ellas el futuro deseable para la regulación del mercado de trabajo argentino, como fervorosos críticos que consideran a esa legislación un retroceso a los albores del siglo XX.

Como puede apreciarse en el gráfico, su puesta en marcha no redundó en mayores niveles de empleo, por lo que la tasa de desocupación se mantiene, en forma persistente, en el orden del 12% de la Población Económicamente Activa.

Adicionalmente, dada la caída de la inversión bruta fija2, tampoco se observa un efecto significativo en el Producto Interno Bruto, cuyas variaciones interanuales se encuentran en similar orden de magnitud que las del crecimiento poblacional.

Finalmente, transcurridos dos años de vigencia del nuevo ordenamiento laboral en Brasil, los resultados fueron lejanos a los esperados por sus promotores y sin efecto positivo alguno.

Reforma laboral argentina, ¿para qué?

Hemos señalado con anterioridad que las regulaciones laborales son, en general, soluciones obtenidas frente a tensiones existentes, surgidas y situadas en un determinado contexto. Y que, por ello, en ocasiones, especialmente ante transformaciones que los mercados particulares experimenten (transitorias o permanentes), la búsqueda de las mejoras para el conjunto de los actores podría incluir la revisión de aspectos puntuales que estuvieran resultando disfuncionales.

Pero, como se marcó, las reformas, tanto en el caso brasileño como en el argentino, no están motivadas en la salvaguarda de actividades en dificultades, sino que el objetivo teórico común es la utilización de la fuerza de trabajo, con un promedio salarial menor al vigente en el momento de las enmiendas.

Esto a su vez queda implicado en un debate de mayor alcance, en el que finalmente se trata de determinar si la ganancia empresarial se basa en un markup (margen) mayor sobre volúmenes negociados pequeños (con el consecuente subconsumo de segmentos poblacionales), o si aspiramos a su contrario, en la que la utilidad se amplíe disminuyendo los márgenes por unidad vendida y aumentando el volumen de comercialización en un mercado demandado.

Por lo tanto, sería deseable que, en el marco de la disputa por el recambio presidencial, este debate subyacente se haga explícito: política de derrame o modelo de desarrollo económico.

1 Política revisada desde el acuerdo con el FMI con el restablecimiento de las retenciones a las exportaciones agrícolas.
2 Entre el primer trimestre de 2019 y el mismo período del año anterior, la caída fue del 3,14%.

*MM y Asociados


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lunes, 22 de julio de 2019

Drama y tragedia: del BCRA a la economía real

Drama y tragedia: del BCRA a la economía real


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

La producción y circulación de bienes y servicios se encuentra hoy, en nuestro país, entre otros aspectos, con un tipo de cambio inferior al de los últimos cinco meses.

Ello es producto de la oferta de dólares alimentada por las liquidaciones del complejo agroexportador y la disponibilidad de parte de los prestados por el FMI en el último acuerdo Stand by, en tanto la potencial demanda, por ahora, continúa seducida por las altas tasas de interés reales en pesos ofrecidas por el Banco Central de la República Argentina (BCRA).

En ese contexto, mientras el oficialismo se conforma con aprovechar cierto análisis superficial para tratar de arrogarse pequeñas "victorias" de sus propuestas, el mundo empresarial y sus decisiones, por el impacto que conllevan en el nivel de producción y empleo, necesita realizarlos con mayor profundidad.

Es por ello, que en el presente artículo escudriñaremos el balance del BCRA, así como el resultado de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (CC) y la cuestión fiscal, intentando dilucidar cual es el marco situacional en el que se desarrolla la pelea por la supervivencia para un extenso número de empresas y sus trabajadores.

La caja negra del BCRA

Al cierre de la primera semana de julio, el balance del BCRA mostraba un patrimonio neto de US$ 12.100 millones, habiéndose reducido en US$ 3.900 millones en las últimas doce semanas.

En igual período, las reservas cayeron US$ 9.700 millones, alcanzando los US$ 63.700 millones1 y el Tesoro nacional, que tenía depositados en el BCRA 19.500 millones de dólares, retiró para sus gastos US$ 10.900 millones.

Ahora bien, si analizamos el balance del BCRA descontando los activos netos del Gobierno Nacional, ya que es de imposible cumplimiento que el Tesoro rescate los bonos que la autoridad monetaria tiene en su poder, el Patrimonio Neto resulta negativo en US$ 34.500 millones.

Paridad cambiaria a la baja: ¿déficit de cuenta corriente del Balance de Pagos al alza?
Mientras tanto, el dólar mayorista, a mediados de julio, se encontraba en valores similares a los de fines de setiembre pasado, con una inflación acumulada, en el período, de aproximadamente 40%.

A raíz de ello, realizamos un ejercicio, tomando como base el año 2001, para obtener el nivel de la capacidad de compra del dólar, expresada en pesos, en términos reales (considerando la evolución de los precios de los bienes industriales de la demanda intermedia de Estados Unidos y el índice de precios internos al por mayor argentino).

El resultado muestra que, para fines de abril de 2019, cuando el dólar mayorista tocó su pico máximo, resultaba 42% superior respecto del último año de vigencia de la convertibilidad. Sin embargo, la posterior revaluación del peso llevó esa paridad, en junio pasado2, a 1,18 pesos por dólar3.

Este último valor es similar al que arrojó el ejercicio para el año 2016, cuando la CC había resultado en un déficit de 14.693 millones de dólares.

En consecuencia, más allá de la mejora circunstancial de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) producto de la profunda recesión en la que se encuentra la economía argentina y su impacto directo en la abrupta caída de las compras externas, queda en evidencia que la actual paridad cambiaria es insuficiente para equilibrar el déficit de la CC que, en los términos actuales, alcanzaría al 3,1% del PIB, teniendo en cuenta solamente los intereses devengados de la deuda (exigible) en dólares, vinculada a tenedores extranjeros.

Y por el lado de las cuentas públicas, ¿cómo andamos?
En referencia al déficit fiscal primario, el oficialismo, por el acuerdo con el FMI, se propuso equilibrarlo, mediante la reducción del gasto público.

Ello, en el entorno de una economía recesiva, resulta de imposible cumplimiento.

Para demostrarlo, retomamos el ejercicio que realizamos en nuestro artículo "2019. Un escenario lábil" (BAE, 21-1-19), donde calculamos la caída de la recaudación en términos reales, con la siguiente metodología:


  • indexamos la recaudación de diciembre de 2017 mediante un conjunto representativo de indicadores, obteniendo un valor teórico de los ingresos tributarios que debieran haberse alcanzado en diciembre de 2018, para mantener el mismo "poder de compra" que el año anterior;
  • comparamos ese valor teórico con lo efectivamente obtenido y, finalmente,
  • estimamos la magnitud de la pérdida de ingresos reales acaecida.
  • Repitiendo dicho procedimiento para junio de 2019, se concluye que, en el sexto mes del año, hubo una pérdida interanual de recaudación de 7,2%.


Adicionalmente, si no se hubieran registrado modificaciones del régimen de retenciones y tasa de estadística, la baja hubiera alcanzado el orden del 11,4%.

La diferencia entre los valores estimados y la recaudación efectiva finalmente obtenida refleja claramente las pérdidas por el menor nivel de actividad.

En consecuencia, como viene quedando plasmado en los últimos meses, la caída de la recaudación se produce a mayor velocidad que la del gasto público, con lo cual la disminución del Déficit Fiscal Primario se transforma en una quimera.

Por ello, existe ya un consenso acerca de que no se alcanzará el mentado equilibrio primario que, por el contrario, se mantendrá en el entorno del 2,7% del PIB.

Así, sumados el déficit primario y los servicios de deuda estimados, persiste en la economía argentina una necesidad de financiamiento de U$S 26 mil millones por año, equivalente a aproximadamente el 6% del PIB. Ello, sin tener en cuenta el déficit cuasi fiscal que, anualizado, alcanza otro 5%4.

Rienda corta para los negocios

Dada la actual coyuntura, es bueno repasar algunas recomendaciones para que los hombres de negocios mantengan su empresa en marcha.

Ellas son, tener "calzada", en lo posible, la relación entre pagos y cobranzas; minimizar la deuda en dólares o, en su defecto, operar en el mercado de dólar futuro; comercializar los productos tratando de evitar "rifar" el stock y prestando especial atención al valor presente y futuro del inventario, en pesos y dólares, para poder evaluar, en función de la expectativa de devaluación, si es conveniente incrementarlo o disminuirlo, a los fines de la valorización patrimonial de la empresa.

Ante la incertidumbre acerca de la resolución de la Supercrisis5, cualquiera sea el resultado electoral de los comicios que se avecinan, los criterios de "rienda corta" y de "sana prudencia" están más vigentes que nunca.

1 Con la colaboración del Mg. Oscar Carreras. Cabe consignar que con posterioridad a la fecha de referencia se incorporó a las reservas el último desembolso del FMI, con lo cual, al margen de otras modificaciones, al 16 de julio su monto alcanzó los U$S 68.739 millones.

2 El ejercicio se realiza al mes de junio ya que, aun transcurriendo el séptimo mes del año, no se cuenta todavía con la información de variación de precios.

3 Siempre refiriéndonos a aquellas exportaciones que no están afectadas por retenciones, ya que las sumas fijas en pesos, por dólar exportado, representan una pérdida de competitividad de entre 7% y 9% adicional.

4 El quantum del déficit cuasi fiscal resulta variable, porque depende centralmente de la tasa de interés que el BCRA paga por las Leliq.

5 Oportunamente caracterizamos a la Supercrisis como la situación a las que nos llevó la alianza Cambiemos, que incurrió a un mismo tiempo en los desequilibrios macroeconómicos fiscales y externos que colapsaron los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, respectivamente.

*MM y Asociados


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lunes, 15 de julio de 2019

Acuerdo Mercosur-UE: un complot contra la historia

Acuerdo Mercosur-UE: un complot contra la historia


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Pocos días atrás, bajo la pretensión de haber alcanzado un gran éxito diplomático, el gobierno argentino anunció la firma del "Acuerdo estratégico Mercosur- UE".

Ello podría resultar un hecho transcendental, si en el campo de las relaciones entre las naciones los postulados de la globalización conservaran la vitalidad y la potencia que mostraron en las postrimerías del siglo pasado.

En tal caso, la discusión de cada detalle de un acuerdo comercial con unos de los "ganadores" de ese esquema económico mundial, sería indispensable, mientras que, paralelamente, ello implicaría concebir que el resurgimiento de las medidas proteccionistas, incluyendo los virajes introducidos en EE.UU. por Trump, sólo son un efímero incidente.

Pero si el marco de interpretación de la realidad global es el de la III Guerra Mundial en cuotas por los puestos de trabajo, como lo caracteriza el papa Francisco, pierden toda relevancia las particularidades del entendimiento, al quedar cuestionadas sus condiciones de posibilidad y por ello condenado a una obsolescencia prematura, víctima de su propio complot contra la historia.

Por ahora, un convenio marco

En simultáneo con la reciente Cumbre de Líderes del G20, realizada en Osaka, se firmó el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, cuyas negociaciones iniciales datan del año 2000.

Convertido en uno de los objetivos fundamentales de la gestión de Cambiemos y luego de casi tres años de anuncios de inminentes resoluciones, con sus consiguientes sucesivas frustraciones, el primer paso formal ha sido dado, quedando por delante un complejo proceso hasta que sus disposiciones sean aprobadas y pueda ser considerado "en vigencia" ya que, a la fecha, se trata de un convenio marco.

No podría ser de diferente manera, por razones que son operativas y otras de naturaleza política.

Las negociaciones faltantes, que incluyen además del conjunto de las particularidades sectoriales, la intervención y aprobación legislativa de los suscriptores, no permiten una seria estimación de los años que podrían insumir.

Pero, es además necesario considerar los períodos adicionales requeridos para que las medidas empiecen a tener efectividad, ya que aun cuando algunos compromisos entrarían "en vigor" junto con el acuerdo, las modificaciones de preferencias, aranceles, patentes, normas de origen, medidas pararancelarias, etc., cuentan con diversos plazos de implementación posterior que, en algunos casos, se acercan a las dos décadas.

Claro que, para que esto finalmente ocurra en la intensidad prevista, las condiciones del contexto modélico internacional deben permitirlo, entre las que se cuenta, la continuidad como tales de los bloques comerciales.

Al respecto, hemos señalado en otras oportunidades1, que la política exterior de la administración Bolsonaro, pone en severas dudas la continuidad del Mercosur, toda vez que se orienta a suscribir convenios comerciales bilaterales (como los que firmara en marzo para las importaciones sin aranceles de trigo de los Estados Unidos y automotores desde México), a lo que se suma, por otra parte, que para la Argentina, este bloque arrojó, en forma sistemática, resultados desfavorables, dada la irresoluble ausencia de complementariedad entre las dos economías más importantes del bloque (al tratarse de entramados productivos que compiten entre sí), por lo que, más temprano que tarde, nuestro país podría buscar otras asociaciones más convenientes.

Del mismo modo, no son menores las presiones para la redefinición y/o desintegración de la Unión Europea.

Por lo tanto resulta determinante, en un plano más general, en cuanto a la factibilidad del acuerdo, el modo predominante de las relaciones comerciales de los países dentro de su bloque económico de pertenencia, la perdurabilidad de estos en el tiempo (como interrogante) y, dado el caso, la relación entre ellos.

¿Singularidad histórica o Nuevo Orden Internacional?

Como hemos tratado en múltiples oportunidades en nuestros artículos, el mundo globalizado emergente a posteriori de la desarticulación del "bloque socialista" y la desintegración de la Unión Soviética estableció un modelo hegemónico de relaciones, cuyas expresiones más plenas quedaban instituidas mediante los tratados de libre comercio, y donde los organismos internacionales, especialmente la Organización Mundial de Comercio ( OMC), fungían como garantes de tal orden, en capacidad de retaliación de cualquier intento de protección de los aparatos productivos nacionales que supusieran alguna restricción a la libre circulación de bienes y servicios2.

Obviamente, el principal soporte de aquel orden internacional fue Estados Unidos, que hoy no sólo dejó de sostener la vieja arquitectura, sino que pasó a ser su principal contrincante.

La autoexclusión del tratado transpacífico y la redefinición del viejo NAFTA en un acuerdo sustantivamente disímil como el actual USMCA, son una suficiente muestra de la actual política de los EE.UU. hacia los acuerdos de libre comercio.

Pero tal vez mayor significación, es la que emana de la conducta gubernamental en cuanto a la administración del comercio exterior y el explícito desdén por la acción de la OMC.

Esto no tendría mayor importancia, respecto al acuerdo de referencia, si tal giro de EE.UU. fuera, como algunos piensan, un suceso aislado, una anomalía histórica que, encarnada por un personaje político de excepción y marginal desde el punto de vista de la estructuralidad económica de su país, está destinada a un tránsito fugaz.

Lejos de ello, desde nuestra mirada, las principales políticas económicas de la actual administración norteamericana encarnan los intereses orgánicos del complejo productivo estadounidense y, en la medida que resulte exitoso para restablecer su "zona de confort" en los mercados internacionales aprovechando el conjunto de ventajas competitivas de las que goza, entre las que obviamente se destaca la obtenida en su revolución energética3, tenderá a perdurar.

Por eso es importante comprender que se trata de una estrategia de orden mundial, con el notable agregado de que, ignorando la máxima futbolera de que "equipo que gana no se cambia", algunos sectores dirigenciales de los EE. UU. tuvieron la audacia de cambiar un mundo que su país venía liderando.

Esa misma impronta, opuesta por el vértice a los principios nodales de la globalización, es la que también se expresa en otros lares, signando tanto la recomposición de la Federación Rusa, como las tensiones eurofóbicas que atraviesan el viejo continente, cuya expresión descollante fue el Brexit.

Este conjunto de evidencias es la que nos lleva a entender este proceso como la emergencia de un Nuevo Orden Internacional, cuya predominancia actual no es transitoria, sino constitutiva.

El ahistórico "acuerdo histórico"

Calibrar entonces los posibles impactos del acuerdo Mercosur- UE, requiere, en primer término, esclarecer cuáles son los causes principales del ordenamiento internacional en los años venideros, porque debemos elegir entre dos caracterizaciones de los tiempos por venir, de la que dependerá la correcta inserción internacional de nuestro país.

En este debate encontramos: por un lado, a los que, discutiendo aspectos particulares, asumen como inmutable el orden globalizador, y por el otro, a quienes, al considerar el Nuevo Orden Internacional, juzgamos abstracta la discusión de "la letra chica" preguntándonos, lisa y llanamente, si el acuerdo es viable o no.

Las siguientes elecciones presidenciales de los EE.UU., ayudarán a clarificar sobre la perdurabilidad o fugacidad de las transformaciones en curso que, a nuestro criterio, son las más profundas desde la culminación de la Guerra Fría y, si esto es cierto, los verdaderos debates no versarán sobre el libre comercio, sino sobre las estrategias más eficaces y eficientes para desenvolvernos en un mundo donde "cada cual atiende su juego".

1 “Requiem al Mercosur” (BAE Negocios, 1/4/19). “Bolsonaro y la Argentina: una de cal y una de arena” (BAE Negocios, 14/1/19).

2 A modo de ejemplo: a partir de una demanda conjunta de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, el tribunal de apelaciones de la OMC ratificó, a principios de 2015, un fallo de primera instancia, que entraría en vigencia el 9 de diciembre de ese año, que un tribunal especial de esa organización había emitido en septiembre de 2014, a raíz de una denuncia de 2012. Allí se indicaba que el Gobierno debía “cumplir con las reglas del comercio internacional”. Así, la OMC entendió que las medidas de administración de comercio, que en su momento implementó el gobierno argentino, constituían “una violación de las normas del comercio internacional”.

3 “El America first y el Nuevo Orden Internacional”, (BAE Negocios, 28/1/19)

*MM y Asociados


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lunes, 8 de julio de 2019

Las disputas de EE.UU. en el nuevo orden internacional

Las disputas de EE.UU. en el nuevo orden internacional


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Descifrar el real significado de cada una de las situaciones conflictivas que surgen en el mundo, permite comprender cabalmente las nuevas "reglas del juego" internacionales, cuyo entramado experimenta la transformación más profunda desde el final de la Guerra Fría.

Esto es producto del drástico cambio de enfoque que los Estados Unidos (EE.UU.) imprimieron a sus políticas tanto internas como externas, a partir de la consigna "America first", que se plasma bajo la administración de Donald Trump, cuyo sustrato es el proceso que hemos caracterizado como la "revolución energética norteamericana"1.

Esta determinó el fin de la globalización como modelo hegemónico y excluyente de las relaciones entre los países, así como el surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), cuya singularidad es la puesta en valor de los vectores de competitividad en las economías nacionales.

De un mundo en el que EE.UU. necesitaba completar su abastecimiento doméstico de energía fósil (EF) con ingentes importaciones, se ha pasado a otro en el que el principal consumidor de hidrocarburos no sólo logrará su autoabastecimiento, sino que se convertirá en exportador neto, tal cual se desprende del ritmo de crecimiento de la producción, y lo certifican las negociaciones entre Trump y su colega Xi Jinping, para que la República Popular China (RPC) realice las inversiones necesarias para abastecerse de gas, desde Alaska.

Así, la primera potencia mundial desde su propia base material2, reinstala su "zona de confort", que se veía amenazada tanto por la Unión Europea ( UE) como por la RPC, extendiendo en el tiempo la supremacía económica, política y militar.

Comprender este tipo de transformaciones, en la incordiosa posición de hacerlo mientras están ocurriendo, resulta imprescindible si se quiere lograr una correcta inserción internacional de nuestro país.

La energía como vector de competitividad

A partir de avances tecnológicos, EE.UU. logró la puesta en valor de los reservorios de esquisto, haciendo posible el abaratamiento de los costos de extracción y la masificación de la producción cuya comercialización, dados los valores de mercado, pasó a ser rentable.

Ahora bien, así como el precio del petróleo (dada una cierta demanda estable en el tiempo), se encuentra determinado por la oferta que proveen múltiples productores, no sucede lo mismo en el caso del gas, cuya comercialización internacional necesita de un gran número de procesos logísticos adicionales que incrementan significativamente el valor de exportación.

En la actualidad, la explotación de los yacimientos de shale gas en los Estados Unidos, se extiende desde la frontera con Canadá hasta la de México, por casi todos los estados exceptuando la mayoría de los costeros. De esta manera, al no requerirse de grandes infraestructuras de transporte, ni procesos de licuefacción y regasificación, se redujeron significativamente los costos de distribución a las grandes aglomeraciones urbanas y complejos industriales.

Basta señalar que las principales instalaciones extractivas se sitúan entre Nueva York y Chicago, a escasos centenares de kilómetros de la primera y tercera de las ciudades más pobladas y, a la vez destacados centros manufactureros.

Todo ello determinó el abrupto descenso del costo del insumo3. En orden de magnitudes, las compañías en EE. UU. cuentan con gas natural a menos de dos tercios del valor que pagan las europeas.

En el corto plazo la inestabilidad en Medio Oriente es funcional al NOI

La inestabilidad de esta región impide que los grandes productores allí afincados puedan incrementar de manera sostenida los volúmenes de EF que ofertan al mercado.

Ello constituye la razón de que economías como la de la RPC y las europeas, competitivas con la de EE.UU., sólo pueden tener un proveedor "confiable": la Federación Rusa.

Y va de suyo que ésta, no tiene ningún interés en disminuir el precio de los productos que ofrece.

A los históricos litigios de la zona, se sumó en el pasado reciente el surgimiento de ISIS, y la creciente rivalidad entre sus potencias petroleras, en disputa por la preminencia en la región.

Y, "echando leña al fuego", a mediados del año pasado, el presidente Donald Trump anunció que su país se retiraba del acuerdo nuclear con Irán4, y reestableció sanciones económicas para aquel país.

Posteriormente, impuso nuevos castigos, luego del derribo por parte de las FF.AA. iraníes de un dron norteamericano y de que dos grandes buques petroleros que transitaban por el estrecho de Ormuz, sufrieran explosiones cuyo origen aún no pudo esclarecerse.

Sin embargo, la clave para entender el pensamiento profundo de los EE.UU. en la región, se halla en dos mensajes vertidos a través de las redes sociales por Trump, donde señaló que "China obtiene el 91% de su petróleo de la zona, Japón el 62% y muchos otros países también. Entonces, ¿por qué estamos protegiendo las rutas de navegación para otros países sin ninguna compensación? Ellos deberían proteger sus propios barcos".

Y luego agregó: "Estados Unidos se ha convertido en el mayor productor de energía del mundo. Ni siquiera tenemos que estar allí".

Una vez más, ya que "entre los dichos y los hechos hay largos trechos", corresponde al análisis sistémico desentrañar el porvenir.

Tipificando los conflictos

Debe comprenderse que la propia existencia del conflicto de Medio Oriente, y no su resolución ni su escalada, es, en el corto plazo, funcional y orgánico a la configuración del NOI.

Y se enmarca en lo que oportunamente caracterizamos como "conflictos de primer orden"5, que son aquellos de carácter económico, y en los cuales la disputa fundamental de EE.UU. es con la UE6 y con la RPC, y está determinada por la cuestión energética.

En tanto, el enfrentamiento de carácter geopolítico que protagonizan los EE.UU. y la Federación Rusa (FR), es un "conflicto de segundo orden".

Por sobre las disputas en la distribución de zonas de influencia en el mundo, entre ambos países existe una tácita convergencia de intereses (que tiñe toda la relación), en mantener una situación en la que:

Estados Unidos obtiene como beneficio que ni la UE ni la RPC reciban EF con precios que les permita recuperar la capacidad competitiva de sus complejos manufactureros a escala global, y
la Federación Rusa consigue que no se consoliden en esos mercados otros proveedores confiables de hidrocarburos, ni se reduzcan sus ingresos por exportaciones de EF.
Por ello, de ninguna manera se llegará a una confrontación generalizada (aunque sí podría producirse algún tipo de escaramuza) entre EE.UU. y la FR, ya que lo que pondrían en juego (que podría incluir hasta su propia existencia) es mucho mayor que el "premio" a obtener en una hipotética victoria.

Por lo tanto, en Medio Oriente, el conflicto tenderá a seguir en estos mismos causes.

Comprender en profundidad los eventos que se suceden en el marco del NOI, es condición sine qua non para el diseño de un modelo de desarrollo económico para la Argentina, cuyo éxito también depende de optimizar su inserción internacional.

1-“El ‘America first’ y el Nuevo Orden Internacional”, BAE Negocios, 28-1-19.

2- Entendemos por base material a los recursos naturales, de capital, empresariales y laborales que, articulados por el “estado del arte tecnológico”, ofrecen una determinada dotación de bienes y servicios.

3-De acuerdo con el Banco Mundial, el precio del gas (por millón de BTU) hacia 2008, era de US$8,9 en suelo norteamericano y US$3,4 en el viejo continente, mientras que en mayo fueron US$2,6 y US$4,3 respectivamente.

4-El acuerdo, firmado entre Irán y el Grupo 5+1 (EE. UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido, más Alemania) en el año 2015, limita el programa nuclear de Irán a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales.

5-“Situación internacional, conflictos de primer y segundo orden”, BAE Negocios, 20-5-19.

6-Tal cual está diseñada actualmente, sin la inclusión del Reino Unido.

*MM y Asociados


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lunes, 1 de julio de 2019

Gobernar es crear trabajo

Gobernar es crear trabajo


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Esta máxima del buen gobierno no se refiere a la creación de puestos de trabajo en el sector público, sino a la responsabilidad de los funcionarios de establecer las condiciones para que, por medio de las empresas, todos los ciudadanos tengan la oportunidad de acceder a un empleo productivo, que genere un ingreso justo, con seguridad en el lugar de trabajo y adecuada protección legal y social para ellos y sus familias.

En este sentido, venimos señalando que las verdaderas esperanzas para que así ocurra, residen en que se produzca un viraje en términos económicos, de tal contundencia que sea capaz de abrir un proceso que se oriente, en forma simultánea, a restituir los equilibrios macroeconómicos, dinamizar los mercados y proteger al entramado social.

También hemos recalcado que sus posibilidades dependen, íntegramente, de que las representaciones institucionales (políticas y sectoriales) enfoquen sus voluntades en darle nuevamente prioridad a la producción de bienes y servicios, rompiendo con el actual enfoque, cuya continuidad sólo puede profundizar la Supercrisis en curso.

Ahora bien, si desde el punto de vista de las empresas el panorama es desolador, más graves aún son las consecuencias que se descargan sobre las familias, especialmente por el proceso destructivo del empleo, como medio de vida y ordenador de los hogares, células madre de la comunidad.

Como ya hemos tratado en otras oportunidades, el mercado de trabajo no sólo está siendo incapaz de absorber la oferta laboral de las personas que se incorporan a la población económicamente activa (PEA) por el crecimiento vegetativo, sino que está destruyendo sistemáticamente empleo, especialmente entre los asalariados del sector privado (al margen del tamaño de las empresas), y los cuentapropistas.

Pasado, presente y futuro del empleo

En nuestra nota "Ocupación, informalidad y desempleo: más fracasos del gobierno" (BAE Negocios, 29/4/19), hicimos un repaso analítico de las dinámicas que experimentó el mercado laboral durante la gestión de Cambiemos, período en el que reconocíamos tres fases distintivas:

la primera, netamente destructiva de empleos, como consecuencia del daño irreparable que produjo a la demanda en el mercado interno la alteración de los precios relativos de los alimentos;
una segunda, expansiva, basada en la ampliación del empleo estatal directo e indirecto (planes sociales) y en la apelación al gasto público como dinamizador de la economía; y
un nuevo ciclo destructivo, desde la puesta en marcha del acuerdo con el FMI, por la estabilización del quantum del empleo público y la recesión inducida en el sector privado.
El análisis de los datos sobre el empleo registrado que provee el Ministerio de Producción y Trabajo, patentiza el rotundo fracaso de la política económica. Según el último informe, entre noviembre de 2015 y abril de 2019, sólo creció en 72.000 el número de trabajadores inscriptos, muy por debajo del crecimiento vegetativo de la PEA.

Sin embargo, el saldo real es negativo si se considera que la cifra informada, está matizada por el crecimiento de 108.000 inscripciones en la categoría de "independientes monotributo" ya que, en este caso, la mayor parte de las nuevas registraciones no corresponden a la creación de empleos, sino que son explicadas por la inscripción de trabajos preexistentes, declarados a partir de estímulos fiscales.

Es que, desde abril de 2016, el Gobierno Nacional resolvió que los trabajadores inscriptos como "monotributistas" podrían acceder al sistema de asignaciones familiares, del que estaban excluidos hasta ese momento, decisión que tuvo un fuerte y sostenido impacto, alentando el empadronamiento de posiciones antes desempeñadas en el ámbito informal de la economía.

También, en la nota citada, calculamos que, en el mes de abril pasado, la tasa de desocupación, para el total del país, había alcanzado niveles cercanos al 12% de la PEA.

En los primeros cuatro meses del 2019, las variaciones promedio interanuales muestran que el sector privado viene perdiendo una media de 163.300 inscripciones (131.400 en asalariados y el resto entre independientes), que el empleo basado en planes sociales decae a razón de 67.300, y que sólo crecen el número de asalariados del sector público (+ 4.700) y los de casas particulares (+15.500).

El ritmo de destrucción que nos muestran estos saldos es de 210.400 inscriptos al año. Eso implica que, en el ámbito del empleo informal, se produce un número de pérdidas similar a la del sector privado registrado (entre 160.000 y 180.000), según las correlaciones observadas a lo largo del tiempo entre ambos grupos de trabajadores.

Y como denotáramos ut supra, en simultáneo a la destrucción de los empleos preexistentes, se da el proceso de crecimiento vegetativo de la PEA, por el que van ingresando al mercado laboral aproximadamente 240.000 personas al año, las que, lógicamente, no pueden acceder a un puesto de trabajo.

De este modo, para cada período de doce meses, entre quienes perdieron su trabajo y los que no lograron empezar su experiencia laboral, suman la friolera de entre 613.700 y 630.000 personas.

Por lo tanto, de no mediar eventos disruptivos que alteren sustantivamente el comportamiento de la economía, para abril del año que viene, en un cálculo absolutamente conservador, las personas desempleadas superarán los 2,9 millones, representando aproximadamente el 15% de la PEA.

De continuar la actual tendencia, esta proporción subiría hasta el 17% para finales del año próximo, e incluso acercarse al 20% de la PEA si se acelera el proceso de destrucción de empleo.

¿De casa al trabajo?

Desde la firma del acuerdo Stand By con el FMI, y bajo su tutela, la política económica se va orientando hacia un esquema neoliberal, cuya armonización definitiva espera cristalizar a posteriori del proceso electoral. Con este giro, también se modificó la determinación de los "ganadores", ampliándose hacia el conjunto del establishment, al desplazar el acento desde la dolarización de los precios de los alimentos1 y la energía, hacia el incremento de la proporción con que se retribuye al capital y al sector empresario en la distribución funcional del ingreso.

Es indudable que se trata de un intento cuya factibilidad queda severamente amenazada por las implicancias en términos de sustentabilidad económica y social, pero también, y esencialmente, por la distancia existente entre los desequilibrios macroeconómicos que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada.

A su vez, desde la órbita pública, el empleo no tiene ninguna chance de crecer por las exigencias en las cuentas fiscales, ya que, aun renovando todos los vencimientos de capital en el mercado voluntario de deuda, se les exigirá un ajuste de entre el 5% y el 6% del PIB para el cumplimiento de los pagos de intereses.

Todo ello explica que, al menos en el inicio de la campaña electoral, los discursos económicos de los principales contendientes políticos no se alejan, en lo sustantivo, en sus trazos esenciales.

Si la alianza gobernante resulta reelecta, se revitalizará el proyecto de reforma laboral (y también la previsional, entre otros), en sintonía con la realizada en Brasil, con el objeto de flexibilizar las condiciones de acceso y permanencia en el empleo2.

En el caso de que sea la principal oposición quien asuma el próximo período presidencial, sólo podrá revertir la dinámica del mercado laboral en la medida que también cambie de raíz los fundamentos de la economía, lo que, a la fecha, no se ha explicitado en forma contundente.

En síntesis, el comportamiento del mercado de trabajo estará signado en su totalidad por lo que suceda en el sector privado, cuya recuperación y posterior crecimiento, requiere de que se le garantice la hegemonía en un dinámico mercado interno y una adecuada inserción en el internacional.

Sólo bajo estas condiciones, podrá hacerse realidad que todos tengamos la posibilidad de "ir de casa al trabajo y del trabajo a casa".

1-Política revisada desde el acuerdo con el FMI con el restablecimiento de las retenciones a las exportaciones agrícolas.

2-Como sabemos, en el credo neoliberal se entiende a la protección de los derechos laborales como un obstáculo para la creación de puestos de trabajo.

*MM y Asociados


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