lunes, 23 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (segunda parte)

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (segunda parte)


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En nuestra anterior entrega analizamos el surgimiento de un Nuevo Orden Internacional (NOI), cuyas condiciones de posibilidad y permanencia están dadas por el aprovechamiento diferencial del acceso a los insumos energéticos, por parte de los países que lideran la reconfiguración.

Tanto la agonía del viejo orden, como la emergencia del nuevo, se desarrollan signadas por la confrontación.

Ella se expresa en los conflictos que, declarados o latentes, afectan distintas zonas del globo, y que a diferencia de las de otrora, son parte de una lid en la que los pueblos derrotados no verán cercenado su territorio, sino que sufrirán el impacto sobre su tasa de desocupación.

Política económica desde la categoría de la "defensa y seguridad nacional"


En esta batalla por la protección del trabajo y del empleo, los postulados de ambas disciplinas, la económica y la de la defensa y seguridad nacional, se imbrican para dar fundamento a las decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del NOI.

Es en este marco que, como sostiene el papa Francisco desde hace varios años, se viene librando en distintas partes del mundo la "tercera guerra mundial en cuotas".

En el arte de los negocios la disputa se evidencia, específicamente, por proteger el nivel de ocupación en cada uno de los mercados de trabajo. Y, como afirmamos en anteriores artículos, en ese escenario se va ampliando el espacio para la puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo.

La guerra comercial Sino-Norteamericana es el capítulo más reciente, y tal vez también el hasta hoy más relevante, pero lejos está de ser el único.

Amén de sepultar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) de modo inmediato a su asunción, Donald Trump, como presidente de EE.UU. también arremetió contra el NAFTA, forzando su reformulación e imponiendo a México la elevación de los salarios como condición para la continuidad del acuerdo, e incluso fue más allá, aplicando novedosas restricciones al tercer integrante del tratado, Canadá.

En esta misma línea de acción, decretó aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio, para proteger a los establecimientos ubicados en su país, y sostuvo que esas medidas son una respuesta "al ataque" que se viene verificando desde hace muchos años contra esas industrias, las que han estado siendo "devastadas por virulentas prácticas del comercio internacional".

Para ejecutarlas, se basó en una ley que le da el poder de restringir el comercio, en nombre de la amenaza a la defensa y seguridad nacional que resultaría de socavar la viabilidad de producir localmente esos insumos estratégicos.

Adicionalmente, la Casa Blanca anunció que considera la aplicación de nuevos impuestos por 100.000 millones de dólares a importaciones provenientes de China. La respuesta de ese país no se hizo esperar, al prometer que luchará contra Estados Unidos "a cualquier precio", imponiendo derechos de importación por 50.000 millones de dólares a productos provenientes de ese país.

El liderazgo norteamericano del NOI, como venimos sosteniendo, se asienta principalmente en su revolución energética (explotación comercial del shale gas/oil), lo cual le permite obtener ganancias de competitividad que aceleran la velocidad de crecimiento de su economía. Mientras el tema energético cumple un rol central bajando los costos primos de los productos ofrecidos, la administración del comercio exterior, por el lado de la demanda, pone freno a la penetración que terceros países efectuaban en su mercado.

Los aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea (UE), por el contrario, son tomadores de los precios energéticos (sensiblemente superiores a los del mercado estadounidense), y al mismo tiempo, sufren las consecuencias de aquellas barreras comerciales.

Por su parte, la Federación Rusa, es justamente el principal proveedor de energía para Europa y China.

Así, la tercera guerra mundial en cuotas persistirá hasta que la economía de EE.UU., que a la salida de la segunda guerra mundial tenía el liderazgo absoluto en el bloque occidental (distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto respecto de la UE como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort"1.

En este contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el bloque ganador repetirán de alguna manera un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo acuerdo. Es deseable que, en nombre de los pueblos que no tienen voz, bajo el auspicio del papa Francisco, el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.

Iberoamérica ¿en proceso de adaptación al NOI?


En la medida que las naciones que constituyen Iberoamérica adapten sus políticas domésticas al NOI, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías. De allí, la importancia de reflexionar y poner en marcha distintos Modelos de Desarrollo Económico Permanentes y Sustentables (MoDEPyS), aprovechando la ventana de oportunidad que el actual proceso mundial ofrece.

La región transita un sendero que elude exitosamente el conflicto bélico, situación ventajosa (además de deseable) de cara al NOI, en un momento en que, como señalamos oportunamente, las alternativas "globalizadoras" (tanto neoliberales como socialdemócratas) carecen de factibilidad.

En este marco, México enfrenta un proceso electoral que refleja las tensiones propias de la situación internacional, que se expresan, entre otros aspectos, en la renegociación del NAFTA, aunque debe considerarse que no necesariamente los tiempos electorales y la maduración de los procesos económicos van de la mano.

Por otra parte, es dable resaltar el caso colombiano, donde es posible que a partir de los acuerdos de paz alcanzados, un sector de la oligarquía nativa conducido por el presidente Santos2 y una vieja guerrilla marxista-leninista, bajo la potencialidad del pensamiento nacional, se encuentren para dar inicio a un vigoroso tránsito hacia el desarrollo económico.

En tanto, Brasil podría también sumarse al proceso si, como aventuran algunos conocedores del pensamiento del expresidente Lula, éste vira desde las perimidas visiones socialdemócratas hacia la revalorización de los "aggiornados" proyectos nacionales3.

Tampoco carece de fundamento esperar que, si el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, revalida electoralmente sus credenciales y reencauza su economía, pueda concretarse, tomando como antecedente lo que está aconteciendo con el presidente norcoreano Kim Jong-Un, un encuentro con su par norteamericano, Donald Trump.

En el marco de estas realidades circundantes es que podemos analizar la situación de la Argentina. Eso sí, será en la próxima entrega.

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