lunes, 30 de septiembre de 2019

Muerto el acuerdo con el FMI, viva el acuerdo con el FMI

Muerto el acuerdo con el FMI, viva el acuerdo con el FMI


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Con menos de 15 meses de vigencia y pese a las reiteradas concesiones otorgadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), los incumplimientos de los compromisos del Gobierno Argentino han llevado el acuerdo Stand By a vía muerta.

Lejos de ser sorprendente, este resultado era el único posible, tal como lo sostuviéramos desde el mismo momento de la suscripción del entendimiento, en junio del año pasado. Decíamos entonces: "la factibilidad del intento queda severamente amenazada, no sólo por las implicancias en términos de sustentabilidad económica y social, sino por la distancia existente entre los desequilibrios que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada." 1

También en aquellos días, anticipamos el actual escenario: "si una significativa parte de esas divisas se aplica a la contención de la corrida cambiaria, tal vez no haya suficientes dólares para la atención de los vencimientos de deuda. Esto significa, lisa y llanamente, el ingreso en situación de default de los bonos soberanos."2

Las graves secuelas que deja para la Argentina la impericia del "mejor equipo de los últimos 50 años" son abrumadoras e indisimulables, pero mucho peor serán las consecuencias de dejar que las negociaciones con el FMI se rompan definitivamente -ya que el organismo multilateral ha quedado como última instancia de préstamo-, porque el país quedaría sometido a las tormentosas sanciones previstas para quienes incumplen los acuerdos.

Un innecesario recorrido al fracaso

El cierre de los mercados voluntarios de deuda de abril de 2018, también anticipado en esta columna3, puso contra sus límites el experimento económico de Cambiemos, especialmente la inconsistencia entre su política monetaria restrictiva y el comportamiento fiscal expansivo.

La puesta en marcha del acuerdo Stand By con el FMI por un monto récord (alrededor de U$S50.000 millones en la versión inicial), fue el intento de reordenar una economía desquiciada aplicando un plan económico, ahora sí, de inspiración neoliberal.

Pero, para ese entonces, ya era demasiado tarde: "desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de PIB al de 1989, y un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo podrían resolverse, en el marco de dicho plan, con una baja de la tasa de interés a niveles razonables y aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel, hoy, indeterminado."

Y, agregábamos: "la dudosa viabilidad social del nuevo modelo no es el único obstáculo ya que, en el corto plazo, el préstamo del FMI no resuelve el serio problema del "trade off" (intercambio) entre la tasa de interés y el valor del dólar."4

Es que en realidad lo que se requería era restituir los superávits gemelos, restableciendo las condiciones para el desempeño de las actividades productivas y la generación de empleo, con otro tipo de programa que fuera sustentable, y no esa prolongación de la agonía, contrayendo innecesariamente una nueva y voluminosa deuda.

Como era de esperar5, una vez sellado el acuerdo, el Gobierno aprovechó la aparente liquidez obtenida por los desembolsos para seguir su persistente conducta de fugar hacia adelante.

En este marco, a pesar de las tasas de interés cada vez más altas (que aceleradamente profundizaron la recesión), y de haber dilapidado los primeros U$S15.000 millones transferidos por el organismo, la gestión del BCRA encabezada por Luis Caputo no logró limitar la dolarización de las carteras de inversión ni la subsecuente alza del tipo de cambio.

Ello provocó las primeras tensiones con el FMI, quien comenzó a presionar para que se abordara la cuestión fiscal. Finalmente, el Gobierno puso en vigencia un nuevo régimen de retenciones a las ventas al exterior, gravándolas con sumas fijas en pesos por cada dólar exportado.

Es en esa instancia, y luego de las denuncias de que se estaba dejando sin financiamiento a la siguiente administración gubernamental6, que se firma la adenda en la que el FMI amplió el monto del crédito en unos U$S7.000 millones, haciendo gala de una inédita permisividad con el actual oficialismo, seguramente buscando que las "esquirlas" de la ya irreversible situación quedaran acotadas a la Argentina7.

Como contrapartida, el gobierno se comprometió a llevar adelante también una estricta política monetaria.

A su vez, el sector externo mejoraría su posición a partir de la reversión del déficit de la balanza comercial (que llegaría por la caída de las importaciones que induce la profundización de la recesión) y la reducción del rojo en la de turismo.

También este giro estaría destinado al fracaso. El BCRA siguió conteniendo la valuación del dólar con exorbitantes tasas de interés, generando un descomunal déficit cuasifiscal, mientras que la caída de la actividad económica determinaría una persistente baja de la recaudación tributaria, tal como lo anticipáramos8, precipitando el deterioro de la posición del Tesoro Nacional.

Tampoco se detuvo la tendencia creciente a la dolarización de las carteras, lo que motivó una excepción notable por parte del FMI, contrapuesta con sus principios y costumbres, como fue la de permitir el uso de las reservas internacionales para aplacar el tipo de cambio.

Los resultados de las elecciones corrieron el velo y el Poder Ejecutivo Nacional, con sus medidas desesperadas e improvisadas, terminó de incumplir con el FMI: con "reperfilamiento", control de cambios, y abandono del esquema monetario, nada queda del "plan neoliberal" diseñado àni de ningún otro.
Sólo la Supercrisis sigue su camino rampante.

Un necesario acuerdo

Así como no quedan dudas de que las obligaciones no pueden ser desconocidas, tampoco las hay sobre la incapacidad de cumplimiento del cronograma original de pagos.

Por lo tanto, resulta indispensable no dinamitar las negociaciones con el FMI, ya que los organismos internacionales de crédito serán los únicos prestamistas disponibles, razón por la que no quedaron alcanzados durante el default de 2001.

Pero, a diferencia de entonces, en que los compromisos con los entes multilaterales representaban una proporción menor de la deuda, hoy este segmento resulta sustantivo, requiriendo también de una reestructuración.

En la corriente de opiniones dominante, esto sería bastante simple, ya que se cambiaría la tipología de acuerdo pasando de Stand By a Crédito de Facilidades Extendidas.

Sin embargo, cabe preguntarse si ese es el tipo de contrato que le conviene a nuestro país y, especialmente, si es verdaderamente viable, ya que las condicionalidades que impondría el prestamista serían las clásicas, basadas en ajuste y reformas "estructurales" como la laboral y la jubilatoria.

Más allá de la nula sustentabilidad social y política de programas de esta naturaleza, también tenemos la certeza de que no es el camino que dé posibilidades al desarrollo con justicia social.

Es necesario entonces, vertebrar otro tipo de convenios en los que, al mismo tiempo que se respeten los derechos de los acreedores a cobrar, el funcionamiento económico para nuestro país sea factible.

Una alternativa posible al default y a las clásicas recetas, sería la de conformar un contrato de fideicomiso -con un órgano fiduciario consentido por el FMI-, que permita ir cancelando la deuda exigible (la nominada en moneda extranjera y cuyos tenedores son no residentes) mediante un cronograma de pagos sustentable, adecuado a las potencialidades de la economía nacional.

Ese fondo se constituiría con los desembolsos que aún restan girar (circa U$S12.000 millones) según los anteriores acuerdos con el FMI y el producido en concepto de retenciones a las exportaciones que graven las rentas extraordinarias de la Pampa Húmeda.

Se trata de hacer frente a un compromiso total de aproximadamente U$S150.000 millones, que podría saldarse en unos 20 años, mediante una propuesta de pago que contemple cuotas de entre 10.000 y 12.000ix millones de dólares anuales, devengando una tasa de interés cercana al 5%x.

El saldo, hasta completar los restantes componentes de la deuda pública en manos de residentes (otros U$S150.000 millones aproximadamente) y que incluye las tenencias de diversos organismos gubernamentales, es susceptible de renegociación en el entorno del mercado de capitales doméstico.

Es imprescindible establecer un nuevo tipo de acuerdo con el FMI, pero dependiendo de cuál sea, el futuro de la Patria será el de mayor oprobio u otro que nos permita soñar con horas de buenaventura.

*MM y Asociados

1 “Demasiado tarde para lágrimas”, BAE Negocios, 18/6/18.

2 “Saltandoàde la sartén al fuego”, BAE Negocios, 25/6/18.

3 “Los prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?”, BAE Negocios, 12/2/2018.

4 “Demasiado tarde para lágrimas”, BAE Negocios, 18/6/18.

5 “Saltando de la sartén al fuego”, BAE Negocios,25/6/2018.

6 “Responsabilidades compartidas”, BAE Negocios, 24/9/2018.

7 “El Domo del FMI”, BAE Negocios, 8/10/18.

8 “Persiguiendo su propia sombra”, BAE Negocios, 4/6/2018.

9 Recaudación posible sobre las rentas extraordinarias de la Pampa Húmeda.

10 Tasa de interés nominal anual.


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lunes, 23 de septiembre de 2019

Renta extraordinaria, retenciones y pleno empleo

Renta extraordinaria, retenciones y pleno empleo

Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Sergio Carbonetto

Generar las condiciones macroeconómicas que permitan alcanzar el pleno empleo de la fuerza laboral, debe ser el objetivo prioritario de todo plan económico.

Pero en nuestro país, dado el nivel de desocupación y subocupación observado, con su correlato de pobreza e indigencia, se transforma en un imperativo moral.

Ahora bien: "aquellos beneficios redundantes que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano y que se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural"1, que son las rentas extraordinarias, si son correctamente utilizadas por el conjunto social, se transforman en un vector clave del nuevo modelo de desarrollo cuya puesta en valor será, más temprano que tarde, el único que permitirá un crecimiento del Producto Interno Bruto con inclusión.

El porqué de las retenciones

Los Derechos de Exportación (retenciones) cumplen un rol central en la economía argentina, ya que:


  • Permiten incrementar los ingresos públicos tendiendo a conseguir el necesario equilibrio fiscal.
  • Evita el precio de paridad de exportación2 en el mercado interno de variados productos esenciales de la Canasta Básica Alimenticia (CBA) de las familias argentinas.
  • Genera múltiples Tipos de Cambio Efectivos3(TCE) adecuándolos a las distintas productividades intra y entre sectores productivos.
  • A su vez, combinados con una adecuada Administración del Comercio Exterior (ACE) e interior, tenderían a incrementar la oferta alimentaria doméstica permutando calorías por proteínas4.


En el gráfico que acompaña se muestran estos efectos.

En el equilibrio original P0, la economía se encuentra en un sub-óptimo (con factores productivos ociosos).

A partir de ese punto se instala un nuevo set de precios relativos en CBA, debido a la aplicación de las retenciones y la ACE.

Por lo tanto, la demanda se traslada de D1 a D2; la oferta deja de ser constante y por efecto de las políticas aplicadas, responde a la señal de precios con mayor producción.

El pleno uso se logra en P2, donde:

a) Los costos fijos por unidad vendida son los mínimos obtenibles según la tecnología conveniente5 utilizada.
b) La canasta alimentaria tanto demandada como producida ha cambiado rotundamente en calidad y en cantidad. Los tipos de cambio efectivo y el nuevo set de precios relativos se expresan en Pr2.
c) La ganancia de competitividad sistémica facilita penetrar en nuevos mercados externos, con bienes de mayor valor agregado.

Con retenciones ganamos todos

Determinadas actividades productivas, por sus propias especificidades, demandan especialmente de un funcionamiento armónico de la sociedad que incentive el nacimiento, funcionamiento y desarrollo de las mismas.

Como ejemplo paradigmático de lo señalado, se encuentra la actividad minera, ya que es impensable que se desenvuelva en un entorno de antagonismos.

De idéntica manera, las actividades primarias deben completar, a grandes rasgos, su ciclo (labranza, implantación, cosecha y comercialización) con un funcionamiento sistémico donde se observe bajo o nulo nivel de conflicto social.

Un país convulsionado por la Supercrisis, que se caracteriza por haber conseguido al mismo tiempo cuantiosos desequilibrios de orden fiscal y externo, impide especialmente en este sector la planificación de los emprendimientos productivos.

La destrucción del capital empresario que se observa en los últimos meses es una demostración de ello. Vale como ejemplo de lo mencionado, el caso de YPF.



Por el 51% de la empresa, el Estado Nacional pagó U$S 5.000 millomes, y hoy el 100% de sus acciones a valor de mercado no alcanza los U$S 4.000 millones, a pesar de haberse incorporado como unidad de negocios la explotación del shale gas.

Por el contrario, con el conjunto de políticas ut supra descriptas, aumenta la productividad media de la economía y, por la mayor tasa de ganancia y subsecuente valorización de las empresas y la mejora en la distribución del ingreso, el sistema se torna sustentable y permanente.

En este marco, pueden planificarse mejores resultados fiscales por incremento de los ingresos y no por ajustes del gasto.

La adecuada distribución de la renta extraordinaria de la pampa húmeda, entre: propietarios de la tierra, pules de siembra, contratistas, proveedores, trabajadores de la cadena agroalimentaria y consumidores, permite utilizar este vector de competitividad para alcanzar el bienestar general6.

Porque finalmente las sociedades que prosperan, tanto material como espiritualmente, son aquellas en donde sobre el interés individual, prevalece el colectivo.

1- “Como seguimos”, BAE Negocios 28/1/18

2- Este es el precio en el mercado doméstico que se alinea con el de exportación.

3- Se define como tipo de cambio efectivo aquel que resulta de sumarle y/o restarle al nominal los impuestos, derechos, tasas, contribuciones, subsidios y reintegros.

4- Esto se consigue al alimentar los rodeos con granos forrajeros, transformándolos, entre otros productos, en carne y leche.

5- Le agradecemos al Lic. Jorge Zaccagnini, la explicitación y difusión de este concepto.

6- Priorizando a su vez, los proyectos de mejoramiento de la infraestructura, comunicaciones y transporte que son los que a mediano plazo aseguran poder ampliar la frontera de producción.

*MM y Asociados


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lunes, 16 de septiembre de 2019

1989: la híper 2001: la mega recesión 2019: ¿el desabastecimiento?

1989: la híper 2001: la mega recesión 2019: ¿el desabastecimiento?


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Recientemente el premio nobel de economía Paul Krugman, en declaraciones muy difundidas en nuestro medio, criticó duramente al oficialismo sosteniendo que, en materia económica, se caracterizó por haber conseguido al mismo tiempo cuantiosos déficits fiscal y externo.

Para nuestros lectores ello no constituye una novedad, sino la reafirmación de lo que en reiteradas oportunidades hemos venido definiendo como Supercrisis.

Adicionalmente, en el período post elecciones PASO, la dolarización de las carteras de inversión y el muy bajo o nulo "rolleo"1, agravó aún más el cuadro de una economía que desde hace tiempo no es capaz de generar la cantidad suficiente de dólares para su funcionamiento.

La actual coyuntura suele compararse con la atravesada en 1989, cuando colapsó el gobierno de Alfonsín, o bien con la crisis del 2001, cuando lo hizo el de De la Rúa. Sin embargo, al analizar las especificidades propias de cada uno de los tres momentos históricos surge que, lejos de ser similares, el presente resulta más gravoso que aquellos antecedentes.

1989: la híper

Agotado el Plan Austral, el gobierno decidió, en agosto de 1988, lanzar el Plan Primavera, tratando de generar un puente, aunque precario, que le permitiera arribar a las elecciones del año siguiente.

El déficit fiscal ya no se podía financiar con ahorro externo y tampoco con los recursos provenientes del festival de bonos2, con el cual el sector privado doméstico había fondeado al Tesoro Nacional. Y, a su vez, se agravaba mes a mes por el efecto Olivera-Tanzi3.

En consecuencia, sólo quedaba la posibilidad de seguir honrando los compromisos del gasto público devengado, monetizándolo vía emisión, o sea, poniendo a funcionar a pleno "la maquinita".

Naturalmente, ello aceleró el proceso inflacionario, y la única ancla que le restaba a aquel esquema era aplicar, a través del Banco Central, la administración del tipo de cambio para conseguir que un cierto "precio cierto" evitara la espiralización de la inflación. Primero el goteo, y luego la aceleración de la pérdida de reservas, hizo insostenible el proceso y esa política llegó a su límite.

El final de la historia es conocido. La hiperinflación se instaló en el mercado y Alfonsín tuvo que dejar el gobierno.

2001: la mega recesión

Hacia el final del período de la convertibilidad, alcanzado el límite de financiamiento del resto del mundo al déficit de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos4 vía su Cuenta Capital5, el gobierno se vio obligado a buscar otras opciones para paliar el defecto en la oferta de dólares al mercado.

Así recurrió primero al blindaje, un préstamo sindicado por 40.000 millones de dólares otorgado por diversos organismos multilaterales de crédito, países y empresas, que el Tesoro podía ofertar localmente; y posteriormente, cuando comenzó a evidenciarse la inminente cesación de pagos, se pergeñó el Megacanje6.

Ello, más allá de incrementar notablemente el principal y sus intereses, no dejó más alternativa que profundizar la recesión7 para, de esa manera, generar una caída de las importaciones que permitiera revertir el déficit comercial.

Las graves consecuencias sociales, por la espiralización del desempleo y la pobreza, se hicieron insostenibles para la población.

En diciembre de 2001, como es trágicamente recordado por todos, el gobierno de De la Rúa colapsó.

2019 ¿el desabastecimiento?

La actual supercrisis, generada por el gobierno de la alianza Cambiemos, llevó la macroeconomía a una fragilidad tal que, en las últimas semanas, se produjo una aceleración en el proceso de dolarización de las carteras de inversión en pesos.

En ese marco, el incremento de la demanda de divisas, que las autoridades intentaron paliar con políticas de administración en el mercado de cambios, causó el surgimiento de múltiples paridades (oficial, blue, dólar bolsa, contado con liqui, entre otros), con una dispersión en el entorno del 20%.

Concomitantemente con ello, tanto "aguas arriba" (proveedores) como "aguas abajo" (clientes), las empresas vieron desaparecer las señales de precios que orientan las decisiones de producción y comercialización de los bienes y servicios.

En este contexto, asistimos ciertamente a la posibilidad de que comiencen con un proceso, por ahora incipiente y focalizado, de no abastecimiento del mercado8.

Si la indeterminación del valor del dólar y la destrucción de los precios relativos continúa, similares situaciones alcanzaran al conjunto de la economía, volviéndose especialmente crítico si afectara la normal provisión de alimentos.

En este aspecto, cabe consignar que, según estimaciones privadas, el stock promedio en "la alacena de la familia argentina" sólo es suficiente para satisfacer el consumo de un día y medio.

La anomía que alcanzaría a nuestra sociedad, si estos acontecimientos se des encadenaran, es lo que deben evitar los actores políticos, económicos y sociales, encontrando, en conjunto, las mejores soluciones.

1 Se produce cuando, post PASO, los inversores no renovaron las LETES, LECAP, etc. y el Ministro de Hacienda declaró la cesación de pagos de algunas emisiones.

2 Entre otros, podemos mencionar: Tidol, Denor, Tacam, Ticof, Bagon, Ledo, Leda, Lefa, Barra.

3 Se conoce como efecto Olivera-Tanzi a aquel que se produce en un régimen de alta o hiper inflación, cuando el Tesoro Nacional recauda impuestos sobre facturas que contienen precios “no vigentes” y debe ejecutar los gastos con los “vigentes”.

4 La Balanza de Pagos es una estadística que resume sistemáticamente las transacciones económicas entre residentes y no residentes desagregadas en reservas internacionales y cuentas: Corriente, Capital y Financiera.

5 Lo que aquí denominamos Cuenta Capital equivale a lo que en la actual metodología oficial de elaboración de la Balanza de Pagos se denomina Cuenta Financiera.

6 Así se llamó al proceso por el cual se intercambiaron bonos de corto plazo, que no podían pagarse, por otros de mediano y largo plazo.

7 Eso se consiguió elevando la tasa de interés real.

8 Como ejemplo, basta mencionar la situación del sector petrolero y sus derivados. Al verse obligado a congelar sus precios en el mercado minorista, aunque con cierto reconocimiento de mayores precios en el mayorista, necesitará una modificación de esa restricción (o una compensación, lo cual afectaría aún más la situación fiscal) para evitar ir hacia la decisión que cualquier empresario tomaría en igual circunstancia: no entregar mercadería a sus clientes.

* MM y Asociados


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lunes, 9 de septiembre de 2019

Administrar el comercio exterior: una necesidad

Administrar el comercio exterior: una necesidad


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Sergio Carbonetto



Si bien la Supercrisis en marcha, con sus desequilibrios fiscal y externo, perjudica especialmente al sector industrial de la economía, desde el mismo inicio de la gestión de “cambiemos” se tomaron medidas que afectaron sustantivamente su desempeño ya que:


  • al quitar retenciones y devaluar, se incrementaron desmedidamente el precio de los alimentos y se redujo por lo tanto la demanda de productos manufactureros.
  • al dolarizar las tarifas energéticas incrementaron los costos primos de los bienes industriales y
  • al liberalizar el intercambio comercial con el resto del mundo, sometieron a la producción local a una competencia desigual.

Este trípode, condujo a un deterioro del entramado industrial que no discrimina por tamaño de empresa.

Convocatorias de acreedores y procesos preventivos de crisis fueron incrementándose, trimestre tras trimestre, hasta alcanzar la situación actual, donde lo que queda en marcha del sector funciona en promedio a la mitad de su capacidad instalada.

Ahora bien, este tipo de esquema, que se reitera cíclicamente, es consecuencia de un debate no saldado sobre el rol del sector industrial.

Para unos, es indispensable una apertura irrestricta del mercado local a los intercambios comerciales con el exterior. Esta política, dicen, conducirá por efecto de la competencia y de la posible reconversión, a la máxima eficiencia económica.

En las antípodas, para otros, es indispensable resguardar el mercado interno para alcanzar el óptimo productivo y social.

En nuestra opinión, la primera visión conduce inexorablemente a la situación actual, por lo tanto, suscribimos en términos generales a la segunda.

Pero creemos que su implementación exitosa, requiere de variadas precauciones. Con este artículo pretendemos contribuir para ello.

Industria Nacional: hegemonía en el mercado doméstico para poder exportar

Para un vigoroso consumo interno se necesita un alto poder adquisitivo de los Ingresos Populares (I.P.)1

Ello se logra, para el caso argentino, con un sistema de derechos de exportación, reintegros y aranceles que permita desacoplar el precio de los alimentos y la energía, de la paridad de exportación.

En este marco, el crecimiento de la Demanda Efectiva (D.E.)2 es un hecho.

El paso yuxtapuesto, es que la oferta esté en condiciones de responder.

Si la mayor parte del aparato productivo se encuentra con amplios niveles de capacidad ociosa, el Producto Efectivo (P.E.)3 está muy por debajo del Producto Potencial (P.P.)4 .

Por lo tanto, es factible que la oferta abastezca dicho crecimiento de la demanda.

Sin embargo, para que lo anterior ocurra deben observarse las condiciones de la economía mundial.

La misma puede estar sobre demandada (por ej. 2002/9), o sobre ofertada y con reducción de costos totales como observamos en la actualidad.

En el gráfico 1, y en el contexto de este último caso, se representa el nivel de actividad alcanzado sin Administración de Comercio Exterior (ACE)5 .

En P1, la economía se encuentra en contracción, la demanda efectiva es igual a la oferta, pero el PE

Por su parte los costos fijos por unidad vendida son elevados y la productividad media social es baja.

En estas condiciones, se aplica un programa de reactivación como el mencionado ut-supra y la demanda efectiva reacciona.

Sin embargo, en P2 no se alcanza la igualdad entre PP y PE ya que parte del crecimiento de la demanda fue absorbido por la oferta externa y no por la interna. Las condiciones en P2 son mejores que en P1, pero sigue estando presente la subutilización de los factores de producción.

En esta situación, hay quienes recomiendan incrementar el tipo de cambio ganando competitividad, y de esta manera avanzar sobre la producción importada.

Pero en dicho contexto para una economía mediana, que requiere del resto del mundo insumos y tecnología, y además se encuentra altamente endeudada, el problema es ingresar en un proceso de puja distributiva que perturbe el hecho económico.

Entonces,… ¿qué hacer?

A nuestro juicio, lo más prudente es combinar todas las medidas que habilitaron la reactivación con una adecuada ACE.

El proceso se observa en el gráfico 2.

Aquí los efectos de la reactivación son absorbidos totalmente por la oferta local. La DE intercepta al PP, el uso de los recursos es pleno y se alcanza la máxima productividad media posible, dados el estadio tecnológico y la escala del mercado local. La economía se encuentra en su óptimo. El uso del capital fijo instalado es máximo y el desempleo abierto es el menor posible en el corto plazo.

Una correcta inserción al mundo
El Nuevo Orden Internacional (NOI), que se consolida con la llegada de Trump a la Presidencia de los EE UU, tiene como elemento central el de poner en valor los vectores nacionales en los modelos de desarrollo utilizando para ello la ACE.

Como fue señalado, dichos vectores en nuestro país son algunos alimentos y la energía.

Ambos precios deben disociarse de los internacionales a fin de mejorar el poder adquisitivo de los ingresos populares y disminuir los costes manufactureros.

En este marco, la ACE complementa al tipo de cambio competitivo en la búsqueda del equilibrio de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

Debemos utilizar todas las herramientas de política económica que hoy desde “los hechos” el mundo facilita.

1 La sumatoria de la masa salarial formal e informal, más jubilaciones, pensiones, y otras transferencias.

2 La sumatoria de la demanda de consumo de bienes y servicios finales, más la demanda de bienes de Inversión total, más la demanda de exportaciones.

3 El total de la producción de bienes y servicios finales efectivamente producida.

4 El total de la producción de bienes y servicios finales que podrían producirse, utilizando a pleno los factores de producción.

5 Regulación del comercio exterior

*MM y Asociados

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lunes, 2 de septiembre de 2019

60, 62, 64...

60, 62, 64...


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

Es una regla de las ciencias sociales, entre las que se encuentra la económica, que ningún fenómeno responde a la mono causalidad.

El valor de equilibrio del tipo de cambio es un ejemplo de ello, ya que depende de múltiples factores intervinientes.

Sin embargo, este principio parece ser ignorado por algunos operadores relevantes en la economía, que hoy se dedican a pontificar sobre cuál debería ser ese valor, sin considerar el comportamiento del resto de los fundamentals.

Este absurdo enfoque es el que abraza el gobierno en su declaración de cesación de pagos1 de la semana pasada.

" Dólar a sesenta" (o cualquier otro precio mágico) ofrece una multiplicidad de interrogantes sobre los niveles de la actividad económica, de las reservas internacionales, del empleo, de la inflación, de las tasas de interés, etcétera.

No podría ser de otro modo ya que, en este irracional reduccionismo, quedaron invertidos los órdenes de causalidades.

El "dólar de equilibrio" sólo puede ser la resultante derivada de otras armonías, especialmente las asociadas al sector externo y a las cuentas públicas.

La economía de Cambiemos: lo que empieza mal, termina peor

Con la devaluación de diciembre de 2015 y la quita de las retenciones a las exportaciones agrícolas y ganaderas, el gobierno provocó un descomunal aumento del precio de la canasta alimentaria, derrumbando el consumo del resto de los bienes y servicios, asestando así un golpe brutal al mercado interno.

Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: "Luego de seis meses de gestión macrista, se empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno. Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso acciones contrapuestas."2

Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas, sin sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la alianza Cambiemos: "No importa si algo no se resuelve o incluso se agrava, salgamos del paso hoy".

El desplome de la economía, provocado por la caída del consumo privado, pretendió ser solucionado vía el aumento del gasto público, pero al recaudar menos y erogar más, se inició un sendero de multiplicación del déficit fiscal heredado, que fue financiado principalmente mediante el crédito externo.

Dado que los dólares ingresados, para poder ser gastados, requerían ser transformados en pesos (aumentando la emisión monetaria y la probabilidad de inflación), el Banco Central de la República Argentina los esterilizó mediante instrumentos de deuda (Lebac, entre otros). Para lograrlo, debió pagar una exorbitante tasa de interés nominal, espiralizando el déficit cuasifiscal, que sumado a los rojos del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, siempre superaron el 10% del PIB.

En este delirante esquema, el costo del financiamiento se multiplicó, ya que debieron pagarse intereses por los dólares prestados y luego también remunerar la esterilización de su conversión a moneda local.

La creciente inconsistencia del esquema macroeconómico de Cambiemos, alcanzó niveles críticos en 2017, hasta llegar al punto de disrupción en abril de 2018.

En todo ese período, a la par de la espiralización del resultado fiscal negativo, el oficialismo también se ocupó de magnificar el desequilibrio externo, completando su obra maestra: los "déficits gemelos".

Mientras en el mundo crecen las medidas de protección de las economías locales, aquí la producción doméstica de bienes y servicios quedó a merced de sus competidores no residentes, escenario agravado por la revaluación del tipo de cambio derivada del sostenido ingreso de dólares provistos por los prestamistas externos.

Fue así que al finalizar 2017, se proyectaba un déficit en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos para el año siguiente que rondaba el 6% del PIB.

De ese modo se configuraron las condiciones para la actual Supercrisis, con la coexistencia de los desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el colapso del gobierno de Alfonsín, y en cuanto a los del sector externo, el de De la Rua3.

En abril de 2018, tal como lo habíamos adelantado en "Los prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?" (BAE, 12/2/18), con el cierre de los mercados voluntarios de deuda, la Supercrisis se materializó.

A partir de allí, el Fondo Monetario Internacional ( FMI) fue requerido como garantía subyacente de los créditos otorgados por inversores extranjeros. Pero, fiel a su estilo, la alianza gobernante no tardó en dilapidar los primeros U$S15.000 millones girados.

Incumplido el acuerdo, y forzado a renegociarlo, el organismo multilateral impuso las condiciones para que los fondos desembolsados se apliquen a garantizar su finalidad original, esto es, el pago de la deuda soberana a los tenedores no residentes.

La espiralización de las tasas de interés y el insólito "congelamiento de la base monetaria", no hicieron más que reforzar el corset sobre la economía real, aventando cualquier expectativa de reanimación de la actividad y extremando las dificultades para las empresas, todo lo cual, como habíamos anticipado, impidió alcanzar el objetivo de equilibrar gastos e ingresos corrientes, al deteriorar la recaudación tributaria4.

Ante el fracaso evidente, el FMI autorizó al BCRA a intervenir en el mercado de cambios, permitiendo estabilizar el valor del dólar a lo largo de casi un año a costa de competitividad externa, altísimas tasas de interés y la absorción en el sector público de todo el ahorro mediante el tándem plazos fijos-leliq estimulando el carry-trade.

Los resultados de las PASO "corrieron el velo" y la Supercrisis -en este marco de evidente vacío de poder-, amenaza en transformarse en Hipercrisis5.

Más vale tarde que nunca

El carácter bimonetario de la economía argentina justificaría, a priori, la importancia de establecer certezas respecto de las relaciones entre la moneda local y la extranjera, dado que, en condiciones normales, los gastos corrientes de las familias y las empresas se realizan con pesos, mientras que los de inversión o de mediano y largo plazo se cuantifican en dólares.

Pero en las situaciones críticas el uso de las divisas extranjeras como reserva de valor6 se acelera, hasta potencialmente dejar indeterminado su precio.

En tales contextos, la reducción o parálisis de las actividades es el mecanismo de autoprotección de las empresas, cuyo correlato es la interrupción del normal abastecimiento del mercado de bienes y servicios.

En un país predominantemente urbano como es el nuestro, la ausencia de mercancías se traduce en corto plazo en crisis social, especialmente tratándose de bienes esenciales como los alimentarios, energéticos y farmacológicos.

Pero esta inequívoca necesidad de establecer claras señales de precios en el mercado de cambios no puede ser satisfecha mediante "la voluntad", porque su magnitud "óptima" es exclusivamente un resultado determinado por sus antecedentes.

El "dólar de equilibrio" sólo es el que se deriva de una Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (CC) sustentable a lo largo del tiempo. Por lo tanto, se requiere un resultado superavitario en la Balanza Comercial, con suficiencia para tender a cubrir los déficits de los demás ítems que componen la CC.

Asimismo, también exige un Superávit Fiscal Primario tal que permita al sector público la adquisición de esos dólares que se generan en el sector privado.

La magnitud de este desafío es inmensa, pero el riesgo de no abordarlo con urgencia es aún mayor.

Por ello, como dijimos la semana pasada: "las formaciones políticas, las instituciones de gobierno de todos los niveles y el conjunto de organizaciones representativas del quehacer nacional deben preparar este plan de contingencia, así como ofrecer a sus mejores cuadros para ejecutarlo: sería muy injusto endilgarle semejante peso exclusivamente al próximo gobierno electo, al tiempo que también desatinado porque se lo sometería innecesariamente a un desgaste prematuro.

Es indispensable una transición desde el descalabro actual hacia los mínimos equilibrios requeridos para que el nuevo gobierno pueda iniciar la reconstrucción de la economía argentina."

Es claro que el momento óptimo ya ha pasado, pero sigue siendo imprescindible tomar estas decisiones antes de que las condiciones continúen empeorando.

1- Si bien en su disposición el Gobierno discrimina entre personas humanas y jurídicas, es dudoso que tal distinción sea legalmente sustentable a fines de cancelar las obligaciones.

2- “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE Negocios, 20/11/17.

3- “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE Negocios, 20/11/17.

4- “El discurrir de la Supercrisis”, BAE Negocios, 28/5/18.

5- Instalación de un proceso anómico sin sujeción a las normas legales 6-Se trata de conservar el poder adquisitivo de los ahorros, que podría deteriorarse producto de la inflación.

* MM y Asociados


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