lunes, 29 de octubre de 2018

Adonde quieren llevarnos...¡es imposible llegar!

Adonde quieren llevarnos...¡es imposible llegar!

Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Mediante el "Yo confieso", una de las más conocidas oraciones de la liturgia católica que junto con el "yo pecador" conforman el "Confiteor", se pide perdón por los pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión, cometidos.

Por ello, si no advirtiéramos de manera contundente lo que viene sucediendo en materia económica y sus consecuencias para nuestro país, estaríamos, no sólo vulnerando el juramento profesional que oportunamente realizamos, sino esencialmente pecando.

Bajo esta "tea votiva", durante el primer semestre de su mandato, alertamos a la alianza Cambiemos sobre las inconsistencias macroeconómicas entre una política monetaria contractiva y otra fiscal expansiva, que anidaban en el seno del diseño propuesto.

Lejos de ser transitorias, ellas se consolidaron como los componentes definitorios del esquema económico oficial, llevándonos a caracterizarlo como un "experimento", dada la carencia de una "estructura ordenadora" que permita tipificarlo como un "modelo".

A pesar de ello, oportunamente efectuamos las proyecciones macroeconómicas para el año 2017, con la expectativa de que cierto dominio de la disciplina iba a hacer entrar en razones a las autoridades económicas de aquel entonces. Pero, por el contrario, se dedicaron a agudizar los desequilibrios durante el año electoral.

Llegado este punto, nos vimos obligados a señalar que la magnitud de los desbalances alcanzados imponía tales niveles de oscilación sobre los principales indicadores, que tornaba imposible la elaboración de pronósticos certeros de su desempeño en 2018I.

Eran tiempos en los que la mayoría de los "especialistas" pronosticaban un crecimiento del PIB del 3,5%, una inflación del 15%, y un valor del dólar de 21 pesos, a fin del corriente año.

Durante el último mes de abril la realidad confirmó nuestra razón. En el artículo "¡Ay, Patria mía!" (BAE Negocios, 7-5-18), señalábamos: "La Argentina de mayo de 2018 se enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con los del sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando las condiciones de una Supercrisis".

Así entonces, de la misma forma que de haber asumido la interesada posición del mainstream hubiéramos pecado por omisión, hoy ocurriría lo propio si no señaláramos claramente que las iniciativas económicas oficiales no tienen ninguna chance de viabilidad.

Como ya dijimos, el remedio es peor que la enfermedad (II)


Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace es que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al alza. De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las empresas, en general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos devaluatorios.

Los tipos de interés para los pasivos remunerados del BCRA que, hacia el mes de abril, cuando estallaron las dificultades cambiarias, se incrementaron hasta valores del 40% anual, alcanzan hoy guarismos insólitos en torno al 74%, siendo aún inferiores a los que deben pagar las compañías para financiarse, que ya superan los 3 dígitos.

Ello perjudica a todas las empresas, independientemente de su tamaño, las cuales se ven día a día severamente impactadasIII, hasta paralizar crecientemente las actividades de producción y comercialización de sus bienes y servicios.

Sin aportar ninguna solución, al persistir las inconsistencias macroeconómicas que determinaron la Supercrisis, el gobierno nacional acudió al FMI, cuya intervención como ya advirtiéramosIV se justificaba en que "los fondos a girar a la Argentina por el organismo sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera".

Pero, con su proverbial irresponsabilidad, el oficialismo dilapidó el monto ingresado por el primer desembolso, según se observa en el gráfico, viéndose obligado a renegociar el acuerdo con urgencia, apenas 60 días después de su entrada en vigor.

Ahora bien, con el objetivo de evitar que nuevamente se "timbeen" los fondos desembolsados (como ocurriera durante la gestión del mesadinerista Caputo en el BCRA) y asegurar que se apliquen a garantizar su finalidad original, el gobierno comprometió la no expansión de la base monetaria, hasta junio de 2019.

Esto les resulta necesario ya que, dado el deber ser del organismo multilateral, y al prever el colapso del esquema vigente, sólo resta evitar los contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentinaV.

¡Peligro-Periculum-Danger!


De ninguna manera resulta sorprendente que el oficialismo ejecute medidas económicas descabelladas, que vulneran las reglas más elementales de la disciplina.

Pero la decisión de mantener en cero el crecimiento de la base monetaria es el súmmum del absurdo.

Como ya señalamos, esa medida, en un contexto de inflación inercial, tiene como inmediata consecuencia la caída de los saldos monetarios reales, espiralizando aún más las tasas de interés.

De esta forma, en un derroche de incompetencia, el actual oficialismo se ha encargado de acelerar el deterioro tanto del Sector Privado:

donde en la economía real, concomitantemente se ven indeterminados los costos totales de producción, y el diferencial entre pago contado y a plazo en las cadenas de comercialización,
mientras que, en el sistema financiero ampliado, si bien se devengan importantes ganancias producto del diferencial entre las tasas de interés activa y pasiva, su efectiva realización se cubre de un manto de incertidumbre a partir del incremento que se dará en la morosidad e incobrabilidad de los créditos.
Como del Sector Público, con la espiralización del Déficit Fiscal Total, tanto por la caída estrepitosa de la recaudación tributaria, como por el crecimiento geométrico del déficit cuasi fiscal, producto de los pasivos remunerados del BCRA.

Finalmente, de continuar por este sendero, la alianza gobernante obligará al cierre indiscriminado de empresas de todas las actividades, destruyendo gran parte de la base material de la Nación, agudizando hasta el paroxismo la Supercrisis.

A ese sitio, al que el oficialismo pretende llevar al país, es imposible llegar.

En consecuencia, es tan importante para quienes nos desempeñamos en la tarea del análisis económico advertirlo, como para quienes tienen las responsabilidades pertinentes, evitarlo, de tal manera de no incurrir en los pecados de omisión ni de obrar.

Amén.

I-El alto grado de dispersión en las variables involucradas, impedían la construcción de una prognosis correctamente elaborada.

II-BAE Negocios, 23-7-18, “Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad”.

III-BAE Negocios, 14-5-18, “Llegó la Supercrisis. Evitemos la hipercrisis” y BAE negocios, 18-6-18, “Demasiado tarde para lágrimas”.

IV-BAE Negocios,, 14-5-18, “Llegó la Supercrisis. Evitemos la hipercrisis” y BAE negocios, 18-6-18, “Demasiado tarde para lágrimas”.

V-BAE Negocios, 08/10/18, “El domo del FMI”.

*MM y Asociados


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lunes, 22 de octubre de 2018

El nuevo "Nuevo Mundo"

El nuevo "Nuevo Mundo"

Por Lic. Guillermo Moreno*

Dr. Claudio Comari

Lic. Norberto Itzcovich

Desencontrado con la etapa histórica, el oficialismo se arrojó a los brazos del libre comercio al mismo tiempo que éste, como modelo hegemónico y excluyente, sufría su derrota final con la deserción de los Estados Unidos de sus filas.

Es por ello que, varias veces, señalamos que la estrategia de inserción internacional de la alianza Cambiemos fue, entre otros, uno sus mayores errores de diagnóstico.

El surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales, se desarrolla en una dinámica de fondo esencialmente confrontativa1, una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.

Y, como hemos tratado de manera recurrente (la semana pasada, entre otras oportunidades), ese reordenamiento paulatino de las relaciones internacionales, cada vez más ajeno a las premisas del Consenso de Washington, abre una ventana de oportunidad para convertir a una Argentina de pleno empleo en una realidad posible.

En todo el orbe tal mutación adquiere diferentes características y velocidades, conforme se van redefiniendo a su vez las relaciones comerciales entre los países.

En América, dos hechos resonantes recientes ameritan ser objeto de análisis por sus secuelas:

en el hemisferio Norte, el acuerdo NAFTA acaba de ser renegociado, sobre bases que se apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al "Acuerdo Estados Unidos- México-Canadá" (USMCA, por su sigla en inglés), en mayor armonía con el NOI;
y en el Cono Sur, Brasil parece encaminarse a consagrar como presidente a Jair Bolsonaro, quien ha realizado altisonantes declaraciones sobre su preferencia por "menos Mercosur y más acuerdos bilaterales", abriendo un interrogante sobre el enfoque hacia las relaciones internacionales que desarrollaría el nuevo gobierno de nuestro vecino país, que podría distar significativamente del de sus antecesores inmediatos, y del que sostiene el actual gobierno argentino.
Ninguna de estas novedades puede ser ignorada a la hora de reflexionar sobre el Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) que la Argentina necesita y que, más temprano que tarde, iniciará su marcha.

En el norte: hecho en casa y bien pago


Con el allanamiento de Canadá a revisar el anterior tratado de libre comercio, culminó un proceso de arduas negociaciones, bajo la amenaza del presidente Trump de denunciar el antiguo pacto si no se modificaban aspectos considerados perjudiciales para su país.

Aunque restan los pasos formales para su vigencia, tales como la ratificación por los parlamentos, los trazos principales del USMCA ya han sido acordados por los negociadores de los respectivos poderes ejecutivos.

Los aspectos más distintivos, en cuanto a las modificaciones introducidas, son aquellas disposiciones orientadas a limitar el ingreso de bienes finales o insumos intermedios provenientes de países externos al tratado, ya que los beneficios arancelarios, en el intercambio comercial entre sus miembros, están subordinados al cumplimiento de cuotas mínimas, en general muy altas, de uso de componentes producidos en la región.

Bolsonaro anticipa “menos Mercosur y más acuerdos bilaterales” si gana la presidencia

En el caso particular del intercambio con México, otro elemento clave impulsado por los EE.UU., es el vinculado a la reducción de las asimetrías entre los mercados laborales de los países.

Así se acordó:

que entre el 40% y el 45% de los productos de la industria automotriz debe ser realizado por trabajadores que ganen al menos u$s16 por hora,
incluir un Anexo que compromete acciones en la legislación mexicana para garantizar el ejercicio de las negociaciones colectivas y obliga a las partes a adoptar y mantener derechos laborales reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo,
limitar, entre otros, los llamados "contratos de protección" que tienden a favorecer la precarización de las condiciones de los asalariados, e
incorporar nuevas disposiciones para prohibir la importación de mercancías producidas por el trabajo esclavo y garantizar que los migrantes estén protegidos por las leyes laborales.
Resulta evidente que el cuidado de las industrias locales y la promoción de empleos bien remunerados, son los ejes rectores de estos nuevos acuerdos.

Diseñando nuestra nueva integración económica


En varias oportunidades hemos señalado que las transformaciones del orden internacional hacen cada vez más evidente los límites del Mercosur.

Es que si luego de más de tres décadas desde la "Declaración de Foz de Iguazú"2, los impedimentos de la integración continúan, ello no se debe (centralmente) a falta de voluntad o pericia política de los poderes ejecutivos, sino a la ausencia de complementariedad entre las dos economías más importantes del bloque.

Se trata de entramados productivos que compiten entre sí. Por ello, sin importar de cuál bien o servicio se trate, en general, las empresas brasileñas y las argentinas disputan los mismos clientes, incluso en sus mercados internos.

Dijimos hace más de un año ("Reforma laboral de Brasil: ¿el fin del Mercosur?", BAE Negocios, 24/7/17), "si a las asimetrías de competitividad hoy existentes se le adiciona que la producción brasileña logra obtener un diferencial basado en el abaratamiento del costo de la mano de obra, será imposible la supervivencia del acuerdo tal como lo conocemos".

A su vez, recordemos, las áreas de libre comercio nacieron enmarcadas en los postulados del mundo globalizado, sostenidas en los cimientos axiomáticos de las corrientes neoliberales y que también fueran adoptados como tales por las socialdemócratas.

Así como el oficialismo argentino se "abraza a la globalización", también lo vienen haciendo las últimas administraciones de Brasil, fenómeno especialmente notorio una vez que, en su segundo gobierno, Dilma Rousseff cediera las riendas de la economía al neoliberal Joaquim Levy3.

En el caso de que asumiera Bolsonaro, y una vez en el gobierno diera curso a los anuncios antes citados, Brasil sólo anticiparía una discusión que ineludiblemente debemos dar, compelidos por las necesidades que supondrán para la instalación de un MoDEPyS en la Argentina, la continuidad de las múltiples tensiones e incompatibilidades en el mercado común.

No caben dudas de que el diseño del nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes de nuestro intercambio comercial en un esquema de articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros destinos, cada vez más al norte del continente.

En el nuevo amanecer de nuestra Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la gesta sanmartiniana.

1 Proceso no exento de violencia, al que el papa Francisco con crudeza caracteriza como III Guerra Mundial en cuotas.

2 Acuerdo de integración, precursor del Mercosur, firmado por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney en 1985.

3 Dicha orientación tendría continuidad si resultara electo el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, según sus propios anuncios de campaña.

*MM y Asociados


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Entrevsta en "Siempre noticias"

Entrevista a Pablo Challú en "Chiche 2018"

lunes, 15 de octubre de 2018

El día después de mañana

El día después de mañana


Por LIc. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Dos fines de semana atrás, nos llamó la atención que numerosos artículos, en diferentes medios y de distintos autores, incluyeran en sus títulos el potente término anomia. Oportunamente, en "Ay, Patria mía" (BAE Negocios, 7/5/18), también hemos reflexionado sobre esta noción.

Los conceptos, como toda construcción intelectual mediante la que intentamos aprehender el mundo que nos rodea, están sujetos a variabilidades devenidas de los marcos teóricos a los que pertenecen y las instancias analíticas de su empleo en particular.

Y aún cuando es claro que se trata de una polisemia, pareciera ser oportuno debatir sobre las bases de las diversas definiciones de "las anomias", bajo las que, en todas las circunstancias, subyace la percepción de profundas disrupciones como parte de las transformaciones en curso.

¿De la Supercrisis a la anomia?


En mayo de este año, en la citada nota, alertábamos que "el autodenominado mejor equipo de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en riesgo la continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos político, económico y social."Marcábamos, asimismo, que las derivaciones de la Supercrisis arrastrarían consigo a todos los componentes de la alianza gobernante y que, por lo tanto, recaía como una responsabilidad de la oposición, la de proporcionar una alternativa capaz de evitar la anomia1, es decir la situación de ausencia de regulaciones derivada de la disolución de una arquitectura normativa sin que fuera reemplazada por otra.

Preocupados por los riesgos de que, en el devenir de la Supercrisis económica, se abriera paso dicho estado (al irradiarse los efectos disruptivos sobre el plano institucional, transformándose así en una Hipercrisis), examinábamos cómo la instauración de los nuevos "órdenes" que sucedieron a las debacles gubernamentales de 1989 y de 2001, fueron posibles merced a la previa existencia de actores ungidos de autoridad en instancias previas. Ello fue lo que, en ambas coyunturas, impidió el imperio de la anomia.

El sistema internacional cambia sus reglas


Uno de los agudos analistas que reflexionaron recientemente sobre el tema, caracterizaba como anomia mundial la actual depreciación de las instituciones que regularon el sistema internacional durante el apogeo de la globalización.

La caducidad de ese orden, con la caída en la obsolescencia de los modelos universalistas dominantes en el siglo XX -y sus pretensiones de uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura- que fuera profusamente tratado en nuestros artículos, ha dado paso a otro sistema de relaciones al que caracterizamos como Nuevo Orden Internacional (NOI), en el que cobran creciente importancia los modelos de desarrollo nacionales y que expresan y promueven estadistas como Donald Trump, Vladimir Putin y el papa Francisco.

Y si bien el paso hacia este NOI lógicamente propaga las incertidumbres, es importante distinguir que la decadencia de las reglas previas no necesariamente deriva en la ausencia de regulaciones; no puede desconocerse que, por poderío económico, militar o predicamento2, el principio de autoridad ordena las relaciones internacionales.

Pensar que no hay reglas, podría resultar tan errado como seguir ateniéndose a las anteriores, es decir, los postulados del fenecido Consenso de Washington.

Porque tratándose, en realidad, del surgimiento de nuevas normas, nuestra responsabilidad está, en rigor, en su acabada comprensión, como requisito indispensable para el delineamiento de una correcta inserción de la Argentina en el sistema internacional.

Nuevas normas en la economía y la política


Así como el pasado es la materia de análisis de los historiadores y el presente la de los periodistas, el conocimiento de lo que va a suceder en el futuro es parte del métier de los consultores.

En nuestro caso, desde hace algún tiempo, venimos anticipando un cambio de ciclo, que hoy es para muchos difícil de ver, tanto como lo fueron el año pasado nuestras advertencias sobre la Supercrisis que hoy transitamos.

El esquema económico de la alianza Cambiemos recorre sus estertores. La causal estructural, expresada en la inconsistencia de los diseños de política económica, radicó en la imposibilidad de establecer un modelo de acumulación de capital viable.

En las economías modernas, la posibilidad de reponer lo que se consume (reproducción ampliada) depende de la tasa de inversión. El quantum que ésta alcance, intersectores, determina, entre otros aspectos, el gradiente que ordena a los beneficiarios centrales, secundarios y marginales, e incluso, en algunos modelos (como los neoliberales), quienes quedan "descartados", al decir del papa Francisco, de toda recompensa.

El necesario paso a un modelo viable, involucra la dimensión de la política, ya no en términos de ámbito de disputa de lugares de poder en un campo establecido, sino en términos del propio diseño en sí mismo.

Nos enfrentamos entonces, a un período en el que las litis por la distribución de los espacios de las representaciones quedan secundarizadas por la dimensión más amplia de la política, que no es otra que la que define quiénes serán los ganadores y los perdedores a partir de instaurar un sesgo distintivo en el proceso de acumulación de capital futuro.

Es tal vez por ello que la noción de anomia se hace presente en tantas reflexiones, ya que cuando las pugnas por los cargos decisionales en juego se desarrollan dentro de los límites de un modelo establecido, normalmente, las disrupciones institucionales no forman parte de las opciones. No es este el caso de la Argentina de hoy.

Al igual que los consultores, los políticos están obligados a entrever el futuro, con una carga adicional: la de forjarlo.

Y es aquí que retomamos nuestra preocupación de impedir que la Supercrisis derive en la Hipercrisis, es decir, la anomia.

Dado que, inevitablemente se avecina el momento de redefinir entre los diversos sectores económicos los diferenciales (positivos o negativos respecto del promedio) de sus respectivas tasas de ganancias, al ser dicha pugna potencialmente disruptiva, le cabe a la política, en todas sus instancias organizativas, encontrar, a pesar de lo complejo, las formas de la continuidad de las instituciones, que amortigüe la transición entre un proyecto y el que le suceda.

Un diseño para que ganen todos


Claro está que no todos los modelos, sólo por ser viables, son necesariamente equitativos; incluso algunos basan su sustentabilidad en la "exitosa" exclusión de importantes segmentos poblacionales.

En estas circunstancias y frente al clima de desazón que impregna a parte de la dirigencia política, económica y social, consideramos oportuno desgranar una visión sobre las condiciones necesarias para que la Argentina retome un sendero de desarrollo económico con justicia social de modo sustentable y permanente, al que llamamos MoDEPyS (Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable).

Decíamos ("¿Cómo seguimos?", BAE Negocios, 29/1/18):

"Para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que las dirigencias gremiales, de empresarios y de trabajadores, lo hagan propio, y para ello deben cumplirse, entre otras condiciones, que:

las empresas obtengan adecuada rentabilidad,
el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos,
asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población."
Y agregábamos que el despliegue del nuevo modelo de acumulación dependerá de "identificar y maximizar los vectores de competitividad del aparato productivo nacional, capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras empresas, garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los internacionales.

Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural.

Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil."

Las profundas transformaciones en el mundo (que favorecen la puesta en valor de tales vectores en un todo sistémico), y las de la economía y la política nacional, tanto justifican las preocupaciones por las derivaciones anómicas, como el entusiasmo por un futuro venturoso.

En este último grupo nos encontramos, confiando en los buenos resultados del encuentro armonioso entre la política y la economía.

1-Anomia: ausencia de normas. Es un concepto relevante del estudio “El Suicidio” de Emile Durkheim, considerado como la obra pionera de la sociología. En el contexto de tal investigación, describe la ausencia de regulaciones que sobrevienen a un cambio de las prexistentes, atendiendo a la crisis que provoca en los sujetos afectados.

2-Las fuentes de poder se combinan en diferentes dosis. En el caso de los EE.UU. su predicamento se basa en su poderío militar y económico, así como la musculatura nuclear de Rusia amplifica su influencia, mientras que la voz del Vaticano resuena como reflejo de un mundo que reclama equidad y paz

*M.M. y Asociados


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lunes, 8 de octubre de 2018

El domo del FMI

El domo del FMI

Por Lic. Guillermo Moreno*

Dr. Claudio Comari*

Lic. Norberto Itzcovich*

Hay quienes interpretan que el "acuerdo revisado" entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional, aun sujeto a la aprobación de su Directorio Ejecutivo, es en esencia la cesión de todas las decisiones económicas al organismo multilateral.

Queda implícito en tal enfoque, la existencia de un plan injusto pero sustentable, así como la persistencia de una autoridad capaz de implementarlo.

Pero, más allá de que la lamentable imagen del ministro Dujovne y la titular del FMI bajo la enseña nacional diera pábulo a esta hipótesis, la realidad es, infelizmente, aun peor.

Lo que verdaderamente se deduce de las nuevas pautas del acuerdo, es que también el Fondo considera insostenible la política económica en curso, y ante el irremediable final, apuesta a transformar la explosión en implosión.

Por ello, la prohibición de expandir la base monetaria tiene como objeto evitar que se dilapiden los fondos desembolsados (como ocurriera durante la era Caputo en el BCRA) y que se apliquen a garantizar su finalidad original, esto es, el pago de la deuda soberana a los tenedores no residentes, considerando que es posible establecer una renegociación voluntaria con los locales.

Así, cual el domo invisible de la novela de terrori, el FMI intenta contener las ondas expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de nuestras fronteras.

Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.

Argentina en cuarentena


En ese contexto, la restricción monetaria comprometida por el gobierno a través del BCRA, explicitada por su nuevo titular: "tomaremos las medidas necesarias para que la base monetaria crezca cero por ciento, en términos nominales de acá a junio del año que viene", es absolutamente descabellada dada la inflación inercialii, ya que lleva a la disminución de los saldos monetarios reales, provocando una espiralización de las tasas de interés, elevándolas a niveles ignotos para nuestra economía, incluso hasta su potencial indeterminación.

Esto genera incertidumbre en el cálculo de costos que deben realizar las empresas para operar en el mercado, dejando los precios de producción y comercialización, en las diversas cadenas, también indefinidos.

Oportunamente sostuvimos ("Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad" BAE Negocios, 23/7/18), que "fiel a su impronta de la improvisación como ´modus operandi´, y con su característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el gobierno ha concentrado todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente del tipo de cambio, elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a niveles inauditos". Por ello el impacto de este salto de nivel, sobre el ya deteriorado funcionamiento de la actividad económica, será de una severidad inédita, afectando a las compañías en un gradiente asociado a la elasticidad ingreso de la demandaiii de los bienes o servicios que ofrecen.

Como si esto fuera poco, la emisión diaria de Leliq, letras del BCRA a 7 días de plazo, rememora a las fallidas políticas implementadas entre el segundo semestre de 1988 y el primero de 1989, cuyo final es por todos conocido.

Ante el fracaso, no dilapidar los fondos del Fondo


El diseño económico pergeñado por el oficialismo está condenado a un estrepitoso fracaso.

Marcábamos la semana pasada ("Simuladores y negligentes", BAE Negocios,, 1/10/18) que el gobierno nos ha conducido hasta el borde del precipicio, y que había que evitar que nos llevara al fondo del abismo.

Bajo estas circunstancias, resulta clave que no se continúen dilapidando los fondos obtenidos del FMI, ya que todo será peor si se compromete el repago de la deuda soberana.

En el mismo artículo, también apelábamos a la responsabilidad de los actores que dieron sustento a la gestión de la alianza Cambiemos.

En esa dirección, resulta significativa la declaración emitida por el cónclave del partido centenario en Tucumán, que denota un principio de disposición a poner coto al comportamiento irresponsable de las autoridades gubernamentales.

De nada sirve sucumbir a la angustia y la desesperanza. Los caminos de superación de la Supercrisis serán tortuosos, pero posibles, en tanto se articulen los esfuerzos, más temprano que tarde, de quienes hoy representan a la oposición, e incluso, de los actuales y futuros desencantados de la alianza gobernante.

Esto es así ya que, hacia el fin de 2018, la deuda externa pública y privada argentina alcanzará los u$s435.000 millones, estableciendo un piso de servicios, en concepto de interés, en torno a los u$s20.000 millones para cada año.

Consecuentemente, será necesario generar un superávit, en el entorno de esa cuantía, en la balanza comercial, objetivo que no puede ser logrado de inmediato, aun contando con un tipo de cambio competitivo y la invaluable herramienta de la administración del comercio exterior.

Tampoco es esperable una repentina mejora de la recaudación de una magnitud que permita equilibrar de inmediato las cuentas fiscales.

Entonces, en ese "mientras tanto", los desembolsos del FMI representan una invalorable reserva para dotar a la economía, en un plan de contingencia, de los recursos faltantes hasta alcanzar su consistencia endógena.

En este marco, es imprescindible que los argentinos, ante este contundente diagnóstico, apelemos al espíritu patriótico que anida en el seno de nuestro pueblo, neutralizando a los "cipayos"iv, generando los consensos necesarios para que un gobierno de transición establezca las sólidas bases sobre las que se asentará el próximo Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable.

I. Under The Dome, novela de Stephen King.
II. Inflación incluso incentivada por el gobierno a través del aumento de tarifas y combustibles, entre otros.
III: Inflación incluso incentivada por el gobierno a través del aumento de tarifas y combustibles, entre otros.
IV. Soldado de la India de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y Gran Bretaña. Secuaz a sueldo.

*MM y Asociados


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Entrevista en "Navarro 2019"

lunes, 1 de octubre de 2018

Simuladores y negligentes

Simuladores y negligentes

Por Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari

Se precipitan instancias decisivas en el devenir de la Supercrisis. El mesadinerista Luis Caputo, renunció intempestivamente a la presidencia del BCRA, en medio de la renegociación con el FMI, replicando lo sucedido con su antecesor cuatro meses atrás, en el proceso de discusión del primigenio, hoy caduco, acuerdo Stand-by.

La deserción trae a nuestra memoria aquella nota del inicio del año, en la que nos preguntábamos "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?" (BAE Negocios, 8/1/18). Estábamos entonces convencidos de que, aún cuando fuera incapaz de ordenar, mínimamente, las principales variables de la economía, se trataba de la única autoridad económica en condiciones de garantizar que la gestión de Cambiemos llegara a cumplir, aún deshilachada, su plazo institucional.

La jibarización del elenco gubernamental, ratifica nuestra prognosis.

En el camino de cornisa


Los profusos cierres de plantas fabriles y establecimientos comerciales conocidos en las últimas semanas nos eximen de ulteriores comentarios sobre el desempeño económico actual.

En este marco, la situación de las grandes empresas (compañías de capital intensivo) no es diferente de la que sufren las pequeñas y medianas, y queda patentizada por el trance de la industria automotriz, con miles de suspensiones. Oportunamente lo anticipaban las declaraciones del presidente de Volkswagen Argentina, Héctor Vázquez, que meses atrás sostuvo "con las tasas de interés de hoy no hay industria ni negocio que se pueda sostener", cuando ellas estaban en el orden del 40% anual, ya lejanas a las de hoy.

Impertérrito ante a la gravedad de la situación, el gobierno ahonda su diseño de tasas de interés real cada vez más elevadas (paralizando la actividad económicai a un ritmo vertiginoso), como lo refleja la adenda al acuerdo Stand-by, luego de su renegociación con el FMI.

La imposibilidad de ampliar la base monetaria (bm) desde hoy hasta junio del siguiente año, en un contexto de inflación inercial, tendrá como inmediatas consecuencias la caída de los saldos monetarios reales, espiralizando las tasas de interés e indeterminando tanto:

los costos totales de producción, como
el diferencial entre pago contado y a plazo en las cadenas de comercialización,
de todos los bienes y servicios, generando así un impacto explosivo sobre la base material de la Nación.
La anunciada contracción de la bm, fungirá a su vez como garantía de cumplimiento del objeto principal del préstamo. En nuestra nota "Demasiado tarde para lágrimas" (BAE Negocios, 18/6/18), explicábamos: "los fondos a girar a la Argentina por el FMI sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera".

No sorprende que el oficialismo asuma políticas descabelladas vulnerando las reglas elementales de un correcto funcionamiento económico.

Distinto es el caso del staff del FMI, constituido por experimentados profesionales, que ha decidido acompañar esta aventura que, para los argentinos, terminará muy mal. Posiblemente, la meta central de los técnicos del organismo multilateral sea contener dentro del interior de nuestras fronteras, la onda expansiva de la detonación de la Supercrisis, salvaguardando así al resto del mundo de un posible "efecto tango".

Llegamos al precipicio


Entretanto, como en los espacios televisivos pagos, donde prometen que, si uno llama de inmediato, recibirá la milagrosa crema de la juventud y la salud eternas, el oficialismo persiste en prometer un futuro venturoso, y (tratar de) disimular el presente desastroso.

Lo más absurdo es que la política económica hoy aplicada, que es el nexo entre ambos momentos, jamás podría decantar en tales resultados. Esperar sobrellevar la Supercrisis mediante mayores dosis de los ingredientes que la generaron, es propio de un conjunto de necios.

No es otra cosa el oficialismo. Decíamos en la primera nota citada, "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad".

Es posible que en los próximos días volvamos a escuchar a altos funcionarios aseverando que "lo peor ya pasó", aunque lo que realmente sucede es lo contrario, ya que los progenitores de la Supercrisis: el déficit fiscal y el del sector externo, lejos de reducirse, están hoy en su zénit.

El desfasaje entre los ingresos y los gastos del Estado es monumental:

el déficit fiscal del Sector Público Nacional alcanza (sin rentas de la propiedadii, como debe medirse) al 7,4% del PIB, a setiembre de 2018;
el rojo de algunas provincias y municipios representa el 1% del PIB; y
el déficit cuasi fiscal, generado por los pasivos remunerados del BCRA, encarna otro 2,9% del producto.
Correctamente calculado, el Déficit Fiscal Total (DFT)iii es del 11,3% del PIB.

Ante esa "fotografía", vale profundizar el examen de factibilidad de los anuncios del ministro Dujovne, quien presentó medidas para reducir el desequilibrio fiscal basándose en el recorte de los gastos y la expansión de la recaudación, ya que "la película" será diferente a lo esperado.

Como señalamos ("Me tomo 5 minutos", BAE Negocios, 10/9/18), los U$S 6.000 millones de ahorro fiscal esperados, se estimaron en base a una sobrevaluación del PIB o una subvaluación del tipo de cambio.

Pero además el gobierno, mediante la emisión de nueva obligaciones a tasas crecientes y, mayoritariamente nominadas en dólares, incrementa aceleradamente el peso de los servicios de deuda en el erario nacional, alejando a pasos de gigante la posibilidad de equilibrar las cuentas fiscales.

Como agravante, debe mencionarse la segura caída de la recaudación impositiva por el pésimo desempeño de la actividad económica que más que compensará el incremento de ingresos fiscales producto de la reciente imposición de derechos de exportación, que serían aproximadamente U$S 1.500 millones en los cuatro meses de vigencia previstos este año (septiembre-diciembre), pero que todo parece indicar, se liquidarían con 90 días de rezago (y en moneda doméstica) desde el momento de cumplida la operación, al menos para las ventas de productos no primarios, lo que reducirá notoriamente los ingresos percibidos.

En cuanto al sector externo, como explicamos en nuestro artículo "¿Dónde hay un dólar, viejo Gómez?" (BAE Negocios, 3/9/18), el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos en 2018 se orienta a ser negativo en una magnitud cercana a los U$S 25.000 millones, representando el 6,3% del PIB.

En la Supercrisis convergen los resultados negativos en las cuentas fiscales -similares a los que provocaron el colapso del gobierno de Raúl Alfonsín-, con los del sector externo -aún peores a los que desataron la crisis del 2001.

El oficialismo nos ha conducido al borde del precipicio y, con su proverbial irresponsabilidad, se muestra dispuesto a continuar avanzando en la misma dirección y arrastrarnos al fondo del abismo.

¡Evitemos que den el paso al frente!


Es el momento para que el conjunto de actores que conforma la base de sustentación de la alianza Cambiemos, especialmente los de mayor gravitación (ciertos sectores empresarios y los conductores del partido centenario), pongan de relieve la insostenibilidad del rumbo y eviten el despeñe de la Nación por culpa de los negligentes. En aquellos recae la responsabilidad de reorientar el timón para eludir el desastre.

En tanto, las fuerzas de la oposición cargan con el adeudo de consensuar los mejores planes, programas y proyectos para la rápida reconstrucción de la Argentina y la ulterior puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS).

La fallida experiencia de la alianza Cambiemos y sus nefastas consecuencias lejos están de condenarnos a un futuro irreversible de miseria.

La posibilidad que se nos abre a partir de la configuración del Nuevo Orden Internacional (NOI) y del aprovechamiento de nuestros propios vectores de competitividad (que devienen de las rentas extraordinarias originadas en la producción de algunos alimentos y la exploración-explotación de los combustibles fósiles), auguran el futuro venturoso para la Patria que sabremos conseguir.

1-Los informes oficiales y privados indican un persistente incremento de la capacidad ociosa en la mayoría de las ramas de actividad económica.

2-Las Rentas de la propiedad, que representan el 0,9% del PIB, refieren principalmente a transferencias desde el Fondo de Garantía de Sustentabilidad al Tesoro Nacional, lo que implica una descapitalización del sistema de seguridad social.

3-DFT es la sumatoria de los déficits de la Nación, las Provincias y los Municipios, más el déficit cuasifiscal del BCRA.

*M.M. y asociados


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Entrevista en "Fondo a la derecha"