lunes, 6 de enero de 2020

Entrevista en "Estado de situación"

Empleo: iba a ser más y mejor...fue menos y peor

Empleo: iba a ser más y mejor...fue menos y peor


Por Guillermo Moreno, Claudio Comari, Sergio Carbonetto



Objetivo incumplido podría ser el rótulo de la evaluación de cada una de las "propuestas electorales" que encaramaron a la alianza Cambiemos en el gobierno.

En este "cuatrienio perdido", todo lo que se prometió mejorar fue empeorado. Basta observar los resultados de la "fácil batalla" contra la inflación, de los avances hacia la "pobreza cero" y la sequía que ocupó el lugar de la "lluvia" de inversiones.

Otro tanto sucedió en relación con el mercado laboral en el que, lejos de la promesa de "más empleo de mejor calidad", se verificó un sostenido proceso de destrucción de puestos de trabajo en el sector privado que elevó la desocupación a niveles inimaginables pocos años atrás.

Los números de Cambiemos

Vale la pena detenernos unos instantes en el examen de la última tasa de desocupación1 conocida, antes de revisar el derrotero del empleo y realizar el balance de los últimos cuatro años.

Unas semanas atrás, el organismo oficial de estadística anunció que el desempleo, en los 31 aglomerados urbanos en los que se mensura, había alcanzado el 9,7% de la Población Económicamente Activa (PEA) durante el tercer trimestre del año pasado. Un dato sorprendente, ya que expresa una baja de casi un punto porcentual (p.p.) respecto del trimestre anterior, que habría sucedido en medio de la aceleración de la Supercrisis.

Ese descenso, lo explicaría una supuesta baja en la cantidad de personas que buscaron trabajo, ya que la tasa de ocupación se mantiene constante en 42,6%, lo que equivale a decir que no sólo se conservaron todos los empleos, sino que además se crearon suficientes para cubrir el crecimiento vegetativo de la PEA. Ambos fenómenos son contrarios a lo esperable frente a la caída de la actividad económica, la devaluación de principios de agosto y el consiguiente deterioro del poder adquisitivo de los ingresos.

En nuestra nota "¿Hay más empleos?" (BAE Negocios, 14/10/19), pusimos en evidencia que en "la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, desde principios de 2018 a la fecha, se observa un persistente incremento de las personas ocupadas, que contradice la tendencia exhibida por las demás fuentes oficiales" y que ese dato "también colisiona con la histórica correlación existente con los restantes indicadores económicos: niveles de actividad (sectoriales y agregados), el uso de la capacidad instalada o la recaudación tributaria y de la seguridad social, entre otros."

La prueba más incontrovertible sobre los errores de medición se obtenía de la comparación de las dinámicas del "empleo asalariado registrado" expresadas por el INDEC frente a las que muestran los organismos que llevan los registros:la AFIP, en su Boletín Anual de la Seguridad Social2, y el ex Ministerio de Producción y Trabajo, en su Reporte de Trabajo Registrado3.

Es que, en las series de datos de estos últimos, la tendencia es marcadamente decreciente desde fin de 2017, mientras que en la EPH "se capta" el fenómeno contrario: una suba sostenida de la cantidad de trabajadores formales desde la primera mitad de 2018.

Si se comparan los datos del tercer trimestre de 2019 4 contra el cuarto trimestre de 2018, habría unos 14 mil asalariados formales más, según la estadística de INDEC. Pero, si se realiza el mismo ejercicio para las series basadas en registros administrativos, encontraríamos que, según el ex Ministerio de Producción y Trabajo, unos 106 mil trabajadores de esa característica dejaron de serlo, cantidad que se extiende hasta los 351 mil cuando la referencia son los datos de AFIP.

El descenso de la desocupación es, una vez más, un espejismo cuantificado que, pese a la apariencia científica de su forma, no logra superar un mínimo contraste de hipótesis.

Cuatro años de casi nada

Ya hemos señalado ("Por no crear trabajo: ¡DESPEDIDOS!", BAE Negocios, 11/11/19) que el gobierno de Cambiemos, lejos de actuar en consonancia con su propio y errado diagnóstico, el único tipo de empleo que alentó en modo sistemático fue el que dependía del Estado, ya sea mediante vías directas o indirectas.

Las estadísticas basadas en registros administrativos5 indican que, entre noviembre de 2015 y octubre de 2019, se sumaron más de 103.000 Asalariados públicos y casi 1.000 Independientes monotributo social (categoría que da cuenta de las personas incluidas en programas estatales) pero también que, además, por el camino de los estímulos fiscales, se adicionaron más de 171.000 Independientes monotributo6.

Esta evolución es consistente con el desmanejo de las cuentas públicas, caracterizada por un Déficit Fiscal Total siempre creciente.

En el mismo lapso examinado, de casi cuatro años, en el ámbito privado perdieron su trabajo 233.000 Asalariados privados registrados, y casi 12.000 Independientes autónomos: unas 245.000 personas en total.

Advertimos con anterioridad que este comportamiento es el reflejo del proceso de ajuste al que fue sometido el conjunto de las empresas7.

En el gráfico puede observarse la contraposición de las dinámicas entre el segmento estatal y el resto de la economía.

En apariencia, considerando el empleo en el sector público, en el privado y en los hogares particulares, el saldo informado por el ex Ministerio de Producción y Trabajo es ligeramente positivo, con unos 85.000 ocupados más. Pero la realidad es que el incremento de monotributistas inscriptos sólo refleja una mejora en la registración y no la creación de nuevos puestos de trabajo. Si no se considera a esa categoría, el resultado del período es negativo en más de 86.000.

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