lunes, 2 de diciembre de 2019

El Modelo doble P

El Modelo doble P


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto



La caída del muro de Berlín en octubre de 1989 materializó un mundo monocolor, donde la libre circulación (comercialización) de bienes y servicios se transformó en uno de sus vectores ordenadores.

La globalización, así tipificada, definió sus “teas votivas” en lo que se dio en llamar “el Consenso de Washington”1 , incorporando a la Organización Mundial del Comercio2 (OMC) como custodia de la libertad de mercados.

En este marco, el proceso de concentración y centralización del capital3 se aceleró, incrementando los niveles de injusticia a escala planetaria.

Naturalmente, no faltaron las reacciones, pudiendo mencionar, entre otras:


  • el fracaso en la integración del área de libre comercio (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas en el año 2005,
  • la Administración del Comercio Exterior (ACE) implementada, a partir del año 2012, en nuestro país, n el referéndum popular que aprobó la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), y
  • la ACE del gobierno de Trump en los Estados Unidos de Norteamérica.


Las dos P: Protección y Producción

Las economías subóptimas se caracterizan por las marcadas diferencias de productividad que se observan entre una de las actividades económicas y las restantes.

Esto se traduce, para el caso de nuestro país, en las tensiones existentes entre “campo - industria - salarios”, por ejemplo, a la hora de establecer un tipo de cambio de equilibrio.

Esto es así, dado que:


  • en el límite inferior, el valor de la divisa necesario para darle rentabilidad a las actividades agropecuarias conspira contra el pleno uso de los factores productivos en el sector de las manufacturas, y que
  • niveles elevados, rentables para estas últimas, implican super ganancias para el segmento primario y bajos salarios reales (por el encarecimiento relativo de los alimentos),

por lo tanto, para la resolución de estas contradicciones, debería complementarse el tipo de cambio competitivo con políticas de ACE.

La operacionalización puede evaluarse utilizando el Coeficiente de Protección de Mercado (CPM), cuyo valor fluctúa entre un límite inferior de 0 (cuando no existe ninguna protección) y un máximo de 1 (cuando es absoluta), determinando así el óptimo para que el sector manufacturero despliegue su potencial.

La magnitud del impacto se representa en un gráfico donde en su abscisa (eje horizontal) se mensura el CPM y en las ordenadas (eje vertical), la producción de los sectores (con un TC dado).

Supongamos, para simplificar su comprensión, que la totalidad de la economía (Producto doméstico-PD) comprende sólo dos sectores, el Agrícola-Ganadero (AG) y el Manufacturero (M).

Como puede observarse, la dinámica del sector AG (dada su productividad intrínseca) es invariante ante las medidas de protección de mercado.

Por el contrario, el sector M es sensible al valor que adquiera el CPM (pendiente levemente positiva indicando que su correlación también lo es).

La función PD es el agregado de los dos sectores mencionados, convergiendo su valor máximo con el Producto Potencial Doméstico (PPD = plena ocupación de todos los factores productivos) cuando el valor de CPM tiende a 1.

A medida que el CPM se aleja de 0, el incremento de PD se acentúa y el área que la representa adquiere mayor extensión. La zona sombreada, finalmente, indica el aumento del Producto Doméstico que se genera a partir de la implementación de las medidas de protección de mercado al sector manufacturero.

El caso argentino

Hay cierto consenso en la disciplina acerca de que el funcionamiento armónico de la economía requiere de la existencia de un Tipo de Cambio (TC) único.

Pero también sobre que las productividades de los distintos sectores que la componen (e incluso intrasectores4 ) es diferente, dificultándose encontrar un TC de equilibrio para el conjunto de las actividades.

Como queda demostrado en el Modelo doble P, una correcta implementación de la ACE permitiría adentrarse en la resolución de este incordio estructural para la Argentina, ya que:


  • garantiza la rentabilidad de las actividades industriales,
  • otorga a las compañías domésticas la hegemonía en el mercado local,
  • se mejoran las condiciones de abordaje hacia los clientes externos, y
  • se tiende a maximizar el poder adquisitivo de los sueldos y salarios.

Para ello, es imprescindible contemplar que el crecimiento del producto debe ser justamente distribuido, ya que es inaceptable que el esfuerzo del conjunto de la sociedad sea apropiado por sólo uno de los actores intervinientes. Su puesta en práctica amerita la intensa interacción entre el sector empresario y el movimiento obrero organizado, en cada una de las ramas de actividad5 .

Hay una experiencia histórica: el Primer Congreso de la Productividad y el Bienestar General (1954-55), que intentó armonizar los intereses sectoriales, subordinándolos a uno superior: el de la Nación toda.

Y, si bien las graves circunstancias que atraviesa la economía nacional, que hemos caracterizado como Supercrisis, imponen como prioridad la resolución de los desequilibrios macroeconómicos, aspirar a un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), con orientación a la producción es un desafío insoslayable.

Dado que en etapa histórica las nuevas condiciones en la economía internacional lo habilitan, la correcta implementación de una Administración del Comercio Exterior es mucho más que una oportunidad, es un imperativo de la hora.

1 El término Consenso de Washington fue acuñado en 1989 por el economista John Williamson. Se trata de un conjunto de objetivos específicos a alcanzar (estabilización económica, liberalización del comercio, libre flujo de capitales, reducción de la participación del Estado en la economía, privatización de empresas públicas, entre otros) por los países. Las principales instituciones multilaterales de crédito (FMI, BM, BID) los adoptaron como prerrequisito para brindar financiamiento.

2 La OMC regula las transacciones de bienes y servicios entre las naciones. Su principal tarea es garantizar el libre comercio a escala global. Los pilares sobre los que descansa son diversos convenios que desde el 30 de octubre de 1947 se alcanzaron en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros (GATT), y que, con el transcurso del tiempo, se fueron perfeccionando en diversas reuniones tales como la Ronda Uruguay (1986), la Ronda de Doha (2001), la Ronda de Hong Kong (2005), etcétera.

3 Se centralizan las compañías y se concentra el capital.

4 La productividad de las tierras de la zona núcleo en la Pampa Húmeda es superior a la existente en otras regionales para los mismos cultivos.

5 Determinados los marcos generales de los acuerdos, las discusiones paritarias podrían ser el ámbito natural para su instrumentación.

*MM y Asociados


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