lunes, 25 de noviembre de 2019

"Ni el tiro del final..."

"Ni el tiro del final..."


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich1

Hace exactamente dos años, en nuestro artículo "Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo preocupa", advertíamos que si el gobierno de Cambiemos no corregía el rumbo de sus políticas, tanto a nivel interno como internacional, se convertiría, como dice el tango, en un "total fracaso de vivir".

Y, lamentablemente, así fue.

Hoy, al culminar su mandato luego de cuatro extenuantes años, la Supercrisis continúa infligiendo severos daños al aparato productivo nacional, que exhibe una performance calamitosa. La vulnerabilidad no es privativa de las compañías pequeñas y medianas, sino que afecta a todos los negocios, ya que abundan entre las grandes empresas, los procesos preventivos de crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos.

La situación de las familias no es diferente. Sus ingresos siguen perdiendo poder adquisitivo en forma sostenida, al tiempo que el panorama del desempleo y subempleo adquiere ribetes dramáticos.

El boom de inversiones y el de exportaciones, prometido por la alianza gobernante siempre para el siguiente segundo semestre, nunca llegó. No existe un solo indicador macroeconómico, ni social, que muestre mejoras respecto de la situación de cuatro años atrás.

Lo único inalterable en Cambiemos, aunque suene como un oxímoron, fue la mala praxis económica.

Ante este panorama, es pertinente realizar un sucinto racconto de los acontecimientos, al tiempo que vislumbrar las posibilidades futuras, con las consabidas expectativas positivas que todo nuevo gobierno genera, para el mantenimiento y crecimiento de los negocios.

En 15 días "te comiste el mercadito, la casilla de la feria, la ganchera, el mostrador"
Con la devaluación inicial, ni bien asumió, y la quita de las retenciones a las exportaciones agrícolas, el gobierno provocó un desmesurado aumento del precio de la canasta alimentaria, derrumbando el consumo del resto de los bienes y servicios, asestando así un golpe brutal al mercado interno.

Para marzo del 2016 intentó dinamizar la demanda, incrementando el gasto público financiado con crédito externo.

Dado que los dólares ingresados requerían ser transformados en pesos (aumentando la emisión monetaria y la probabilidad de inflación), el BCRA decidió esterilizarlos mediante instrumentos remunerados (Lebac al comienzo, Leliq después, entre otros), pagando una exorbitante tasa de interés real, espiralizando el déficit cuasifiscal.

Éste, sumado a los rojos del Tesoro Nacional (al recaudar menos y gastar más) y al de las jurisdicciones subnacionales, determinaron que el Déficit Fiscal Total (DFT) siempre superara el 10% del PIB.

Luego de seis meses de gestión macrista, ya se observaba un esquema macroeconómico insólito por su inconsistencia: una política monetaria restrictiva con otra fiscal expansiva.

"Al mundo nada le importa, yira, yira"

No conforme con la espiralización del resultado fiscal negativo, el oficialismo, leal a su premisa de empeorar lo que está mal, se lanzó a la desesperada búsqueda del desequilibrio externo, para completar su obra maestra: los "déficits gemelos".

Mientras en el mundo se adoptaban las medidas de protección de las economías locales que aquí se desprecian2, la producción doméstica de bienes y servicios quedó expuesta frente a la oferta de sus competidores no residentes, cuadro agravado por la revaluación del tipo de cambio derivada del sostenido ingreso de dólares provistos por los prestamistas externos.

En este marco, al finalizar 2017, se alcanzó un récord de US$31.000 millones de resultado negativo en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

Se configuraron así las condiciones para la actual Supercrisis: Cambiemos consiguió, a un mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el colapso del gobierno de Alfonsín, y en el sector externo, el de De la Rua3.

2018. "Cuesta abajo en la rodada"

En abril del año pasado, con el cierre para la Argentina del mercado voluntario de deuda4 la Supercrisis se materializó.

A partir de allí, el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue requerido como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera. Pero, fiel a su estilo, la alianza gobernante no tardó en dilapidar los primeros US$15.000 millones desembolsados.

Fracasado el acuerdo, la renegociación fue forzosa, imponiéndose nuevas condiciones: elevadas tasas de interés reales y un nulo crecimiento de la base monetaria. Con ello se garantizaba la finalidad original del crédito, que era, fundamentalmente, el pago de la deuda soberana a los inversores extranjeros.

Además, producto de la adenda, el oficialismo se propuso equilibrar el Déficit Fiscal Primario (DFP)5. Como mencionamos en el artículo "2019. Un escenario lábil" (BAE Negocios, 21-1-19) eso resultaba, y resultó, de imposible cumplimiento, dado que la caída de la recaudación iba a mayor velocidad que la del gasto.

De esta forma el FMI intentó darle coherencia, aunque ya era muy tarde, a un esquema económico que no la tenía6.

Era tan grave aquel contexto, que el propio ministro de Hacienda de entonces, Nicolás Dujovne, sostuvo "en la Argentina nunca se hizo algo así sin que caiga el Gobierno".

2019. "El que compra diez de fiambre hoy se morfa hasta el piolín"

Hacia principios de este año, el gobierno quiso instalar, una vez más, la idea de que ya estaban dadas las condiciones para que crezcan los "afamados" brotes verdes. Contrariamente a ese razonamiento liviano y falaz, en nuestro artículo "Una nueva versión de lo peor ya pasó" (BAE Negocios, 11-3-19) advertíamos que, con su irresponsabilidad, estaba poniendo en riesgo la propia base material de la Nación.

Las medidas post-PASO agudizaron más la situación, dado que el oficialismo decidió dejar en "stand by" el stand-by con el FMI, al aumentar el gasto con fines electorales, al tiempo que el BCRA utilizaba las reservas para evitar una disparada del tipo de cambio, con igual objetivo.

Existe un consenso en la disciplina acerca de que el DFP rondará, hacia fin de año, casi el 3% del PIB. Si a su vez se agregan los servicios de la deuda (circa 3,5%), el rojo de las jurisdicciones subnacionales (en el entorno del 1,5%), y el cuasi fiscal generado por el BCRA (aproximadamente 6%), el DFT se encuentra en niveles inmanejables (14%).

En lo referente al sector externo (más allá del superávit comercial de US$11.265 millones alcanzado en los primeros diez meses del año, producto del desplome de las importaciones), el déficit ronda el 3,3%7.

Este último desequilibrio suma dos agravantes: la imposibilidad de "rollear" el principal de la deuda, ante la exigencia de los acreedores de la devolución del capital prestado, y la incesante dolarización de las carteras de tenencia y de inversión, generada por la caída de la demanda de dinero.

"¡Victoria! cantemos victoria, yo estoy en la gloria, se fue"

Ante el evidente fracaso de la política económica en curso, es imprescindible que emerja un proceso de sentido contrapuesto al transitado en estos últimos años, que permita restituir los equilibrios macroeconómicos (fiscal y externo) y, a partir de allí, dinamizar el aparato productivo y proteger al entramado social, en forma simultánea.

Para ello, es imposible obviar la reconfiguración de las relaciones políticas y comerciales entre las naciones, que trae aparejado el debilitamiento de las organizaciones multilaterales dominantes durante la globalización, dando paso al Nuevo Orden Internacional.

Este proceso, al que el papa Francisco denomina "III Guerra Mundial" en cuotas, marcha al ritmo de la confrontación entre las naciones, por los puestos de trabajo.

Nos encontramos ante una ventana de oportunidad, inexistente pocos años atrás, para que la Argentina pueda consolidar la producción doméstica como hegemónica en el mercado interno, facilitando así su inserción en el internacional.

Los modelos de desarrollo nacional resurgen, poniendo en valor sus propios vectores de competitividad, que en nuestro país se expresa en:


  • desacoplar el precio doméstico de algunos alimentos respecto de los mundiales, vía retenciones, lo cual permitirá recomponer el poder de compra de los ingresos populares y destinar una proporción significativa de ellos al consumo de otros bienes y servicios, y
  • vincular los precios de comercialización del insumo energético, a partir de una tasa justa y razonable de ganancia, con sus "costos de exploración y explotación". Su evidente disminución abaratará los "costos unitarios" de producción, y posibilitará la recuperación de la rentabilidad empresarial en los diversos sectores de actividad.

Así, el fortalecimiento tanto de la demanda como de la oferta incentivarán la inversión, la que a su vez generará los puestos de trabajo necesarios para ir en búsqueda del pleno empleo.

Ese, es el camino que deberá emprender nuestra Patria.

1 Esta es mi última participación en esta serie de artículos. Agradezco la oportunidad de haber podido realizar mis humildes aportes, junto a dos profesionales a los que respeto, con el único horizonte del bien común, la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.

2 “Se consolida el nuevo orden internacional”, BAE Negocios, 7/1/19.

3 Tanto fue así, que en nuestra consultora decidimos no realizar proyecciones para 2018, pese a que las formuladas en 2016 respecto a 2017, resultaron notablemente precisas; tan certeras como el pronóstico de lo que se avecinaba.

4 “Los prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?”, BAE Negocios, 12/2/18.

5 Definimos como DFP a la resultante de los ingresos corrientes menos los gastos corrientes.

6 “Demasiado tarde para lágrimas”, BAE Negocios, 18/6/18

7 Este guarismo se alcanza considerando sólo los intereses de la deuda soberana en moneda extranjera en manos de no residentes. Si se agrega el devengado del total de los servicios de la deuda pública, ese porcentaje alcanzaría el 5,6%.

* MM y Asociados

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