lunes, 16 de diciembre de 2019

La política para el SIU es la económica

La política para el SIU es la económica


Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Sergio Carbonetto

El sector informal de la economía sigue siendo un sector al que atender
"Economía social, popular, programa de microempresas o autoempleo", son diferentes denominaciones de fenómenos que conforman parte de la problemática que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió, oportunamente, como Sector Informal Urbano (SIU), allá en la década de los 70 del siglo pasado.

En la siguiente, pero especialmente en la de los 90, las políticas "ad hoc" para el sector se generalizaron, juntamente con los ajustes estructurales de la economía que se implementaron en la región.

Diversos programas de trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM), entre otros, intentaron mejorar las condiciones laborales de quienes lo conformaban.

En consonancia con el "clima de época", en un mundo global que no respetaba las especificidades de cada pueblo, las acciones se definían en recetas únicas elaboradas por las burocracias de los organismos internacionales que, incapaces de distinguir matices nacionales o regionales, tampoco reparaban en las características propias de las estructuras productivas en las que se intentaban objetivar las políticas.

Fue el momento de apogeo de las "tecnocracias", que a la postre y luego de múltiples fracasos, paulatinamente abandonaron la homogeneidad en las propuestas, tendiendo a que fuera el gobierno de cada país quien las definiera e impulsara.

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Una de las versiones interpretativas de este fenómeno en nuestra región, sostenía que el SIU se correspondía con un modo de producción no capitalista de auto subsistencia.

Pero diversos estudios de caso mostraron que:


  • existían relaciones salariales en muchas de las unidades productivas del sector, y
  • flujos comerciales entre ellas,

evidenciando, por lo tanto, la insuficiencia de tal explicación para abarcar la complejidad del fenómeno.

Otra corriente sostiene que son barreras institucionales1 (la existencia de convenios y regulaciones laborales, contribuciones patronales y excesos en la presión tributaria) las que impiden el funcionamiento pleno de los mecanismos de mercado que subsanarían por sí mismos el "problema".

También en este caso, la evidencia empírica mostró la falsedad interpretativa, especialmente cuando en muchos países de la región, a pesar de haberse aplicado diversas políticas de "flexibilización laboral", el desempleo creció y el SIU se multiplicó.

Por ello tendió a perdurar el enfoque de la OIT, que admite motivos diversos en la génesis, tales como:


  • el desarrollo industrial tardío de las economías de la región;
  • el crecimiento de la Tasa de Actividad2;
  • la migración interna; y/o
  • la no aplicación de las "tecnologías convenientes" en los mercados implicados.

En la medida que las estrategias de intervención hacia el sector se fueron adecuando a las diversas realidades de los países y sus particularidades geográficas, culturales, sociales y económicas, fueron adquiriendo mayor precisión.

En este marco es que nos adentramos en los casos de la región andina y el de nuestro país.

El caso andino

En varios países, especialmente en la República del Perú, durante las últimas dos décadas del siglo XX, se llevaron a cabo programas de promoción, consolidación y desarrollo del sector.

Se utilizaron específicamente herramientas financieras y de mercadeo, tendiendo a encontrar mecanismos que permitieran un aumento del tamaño de la unidad productiva y que facilitara su incorporación al sector "moderno".

Se entendía que con las propuestas adecuadas el tránsito de "lo informal" a "lo formal" seria sólo una cuestión de tiempo.

El examen de la casuística de la ejecución de los programas, luego de un tiempo prudencial, demostró la incorrección de los planteos.

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La formalización de las actividades fue un rotundo fracaso, dado que la macroeconomía no tendía al desarrollo, es decir al crecimiento económico con inclusión social.

En definitiva, la tasa de reproducción del capital se mantuvo deficiente o simple, sin poder escalar al estadío de ampliada.

El caso argentino

También el Sector Informal Urbano argentino ha sido merecedor de múltiples políticas públicas.

Como ejemplo, podemos citar el recordado debate entre los dos principales candidatos a gobernador de la provincia de Buenos Aires en las elecciones de 1987 cuando, a la postre, el ganador de la contienda (Antonio Cafiero) anunció, bajo la inspiración de Oscar Tangelson, la creación del "Instituto Provincial del Empleo" que, entre otras funciones, tenía la misión específica de impactar positivamente en el SIU.

Ya en ese entonces, las unidades productivas alcanzadas mostraban los siguientes rasgos fundamentales:


  • no exigir para su desempeño una cantidad significativa de capital;
  • indiferenciación de la contabilidad de la empresa de la de los propietarios;
  • generar ingresos de subsistencia; y
  • operar con un nivel muy bajo de productividad del capital.

Pero, principalmente se caracterizaban por

ofrecer en el mercado bienes competitivos y servicios complementarios con los del sector formal.
Por sus propias especificidades, y a diferencia del caso andino, en nuestro país "hay pobreza" pero no una "economía de los pobres".

Por lo tanto, cuando los recursos públicos asignados a la promoción del SIU ponen proa hacia su inserción en "áreas de nicho" (productos dirigidos al "segmento ABC1") quedan sujetos a la contradicción de incentivar el consumo de élite.

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Y, por el contrario, cuando se direccionan hacia el consumo masivo, al producir bienes sustitutivos de otros generados en las empresas formales, su crecimiento en la participación del mercado está determinado por la calidad y precios de su oferta.

Por estas razones el desempeño de la "buena economía" favorece directamente al SIU si va acompañada de una fuerte direccionalidad hacia la distribución progresiva del ingreso y de aquellas herramientas que posibiliten mejorar la participación en el excedente económico social.

Sólo la puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MODEPyS), que contenga en su seno adecuados diseños normativos, tributarios, crediticios, y dispositivos de control y acompañamiento estatal específicos para el SIU, podrá favorecer el paulatino avance en los niveles de formalización, en la medida que además se oriente a incrementar la producción y disminuir la desigualdad.

1-En esta corriente se destaca la obra de Hernando de Soto “El otro sendero”, que describe cómo las barreras legales impedían un buen desempeño de la fuerza laboral en el Perú.
2-Proporción de la Población Económicamente Activa (PEA= suma de Ocupados y Desocupados) sobre la Población en Edad de Trabajar o la Población Total.

*MM y Asociados


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