lunes, 9 de septiembre de 2019

Administrar el comercio exterior: una necesidad

Administrar el comercio exterior: una necesidad


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Sergio Carbonetto



Si bien la Supercrisis en marcha, con sus desequilibrios fiscal y externo, perjudica especialmente al sector industrial de la economía, desde el mismo inicio de la gestión de “cambiemos” se tomaron medidas que afectaron sustantivamente su desempeño ya que:


  • al quitar retenciones y devaluar, se incrementaron desmedidamente el precio de los alimentos y se redujo por lo tanto la demanda de productos manufactureros.
  • al dolarizar las tarifas energéticas incrementaron los costos primos de los bienes industriales y
  • al liberalizar el intercambio comercial con el resto del mundo, sometieron a la producción local a una competencia desigual.

Este trípode, condujo a un deterioro del entramado industrial que no discrimina por tamaño de empresa.

Convocatorias de acreedores y procesos preventivos de crisis fueron incrementándose, trimestre tras trimestre, hasta alcanzar la situación actual, donde lo que queda en marcha del sector funciona en promedio a la mitad de su capacidad instalada.

Ahora bien, este tipo de esquema, que se reitera cíclicamente, es consecuencia de un debate no saldado sobre el rol del sector industrial.

Para unos, es indispensable una apertura irrestricta del mercado local a los intercambios comerciales con el exterior. Esta política, dicen, conducirá por efecto de la competencia y de la posible reconversión, a la máxima eficiencia económica.

En las antípodas, para otros, es indispensable resguardar el mercado interno para alcanzar el óptimo productivo y social.

En nuestra opinión, la primera visión conduce inexorablemente a la situación actual, por lo tanto, suscribimos en términos generales a la segunda.

Pero creemos que su implementación exitosa, requiere de variadas precauciones. Con este artículo pretendemos contribuir para ello.

Industria Nacional: hegemonía en el mercado doméstico para poder exportar

Para un vigoroso consumo interno se necesita un alto poder adquisitivo de los Ingresos Populares (I.P.)1

Ello se logra, para el caso argentino, con un sistema de derechos de exportación, reintegros y aranceles que permita desacoplar el precio de los alimentos y la energía, de la paridad de exportación.

En este marco, el crecimiento de la Demanda Efectiva (D.E.)2 es un hecho.

El paso yuxtapuesto, es que la oferta esté en condiciones de responder.

Si la mayor parte del aparato productivo se encuentra con amplios niveles de capacidad ociosa, el Producto Efectivo (P.E.)3 está muy por debajo del Producto Potencial (P.P.)4 .

Por lo tanto, es factible que la oferta abastezca dicho crecimiento de la demanda.

Sin embargo, para que lo anterior ocurra deben observarse las condiciones de la economía mundial.

La misma puede estar sobre demandada (por ej. 2002/9), o sobre ofertada y con reducción de costos totales como observamos en la actualidad.

En el gráfico 1, y en el contexto de este último caso, se representa el nivel de actividad alcanzado sin Administración de Comercio Exterior (ACE)5 .

En P1, la economía se encuentra en contracción, la demanda efectiva es igual a la oferta, pero el PE

Por su parte los costos fijos por unidad vendida son elevados y la productividad media social es baja.

En estas condiciones, se aplica un programa de reactivación como el mencionado ut-supra y la demanda efectiva reacciona.

Sin embargo, en P2 no se alcanza la igualdad entre PP y PE ya que parte del crecimiento de la demanda fue absorbido por la oferta externa y no por la interna. Las condiciones en P2 son mejores que en P1, pero sigue estando presente la subutilización de los factores de producción.

En esta situación, hay quienes recomiendan incrementar el tipo de cambio ganando competitividad, y de esta manera avanzar sobre la producción importada.

Pero en dicho contexto para una economía mediana, que requiere del resto del mundo insumos y tecnología, y además se encuentra altamente endeudada, el problema es ingresar en un proceso de puja distributiva que perturbe el hecho económico.

Entonces,… ¿qué hacer?

A nuestro juicio, lo más prudente es combinar todas las medidas que habilitaron la reactivación con una adecuada ACE.

El proceso se observa en el gráfico 2.

Aquí los efectos de la reactivación son absorbidos totalmente por la oferta local. La DE intercepta al PP, el uso de los recursos es pleno y se alcanza la máxima productividad media posible, dados el estadio tecnológico y la escala del mercado local. La economía se encuentra en su óptimo. El uso del capital fijo instalado es máximo y el desempleo abierto es el menor posible en el corto plazo.

Una correcta inserción al mundo
El Nuevo Orden Internacional (NOI), que se consolida con la llegada de Trump a la Presidencia de los EE UU, tiene como elemento central el de poner en valor los vectores nacionales en los modelos de desarrollo utilizando para ello la ACE.

Como fue señalado, dichos vectores en nuestro país son algunos alimentos y la energía.

Ambos precios deben disociarse de los internacionales a fin de mejorar el poder adquisitivo de los ingresos populares y disminuir los costes manufactureros.

En este marco, la ACE complementa al tipo de cambio competitivo en la búsqueda del equilibrio de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

Debemos utilizar todas las herramientas de política económica que hoy desde “los hechos” el mundo facilita.

1 La sumatoria de la masa salarial formal e informal, más jubilaciones, pensiones, y otras transferencias.

2 La sumatoria de la demanda de consumo de bienes y servicios finales, más la demanda de bienes de Inversión total, más la demanda de exportaciones.

3 El total de la producción de bienes y servicios finales efectivamente producida.

4 El total de la producción de bienes y servicios finales que podrían producirse, utilizando a pleno los factores de producción.

5 Regulación del comercio exterior

*MM y Asociados

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