lunes, 1 de octubre de 2018

Simuladores y negligentes

Simuladores y negligentes

Por Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari

Se precipitan instancias decisivas en el devenir de la Supercrisis. El mesadinerista Luis Caputo, renunció intempestivamente a la presidencia del BCRA, en medio de la renegociación con el FMI, replicando lo sucedido con su antecesor cuatro meses atrás, en el proceso de discusión del primigenio, hoy caduco, acuerdo Stand-by.

La deserción trae a nuestra memoria aquella nota del inicio del año, en la que nos preguntábamos "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?" (BAE Negocios, 8/1/18). Estábamos entonces convencidos de que, aún cuando fuera incapaz de ordenar, mínimamente, las principales variables de la economía, se trataba de la única autoridad económica en condiciones de garantizar que la gestión de Cambiemos llegara a cumplir, aún deshilachada, su plazo institucional.

La jibarización del elenco gubernamental, ratifica nuestra prognosis.

En el camino de cornisa


Los profusos cierres de plantas fabriles y establecimientos comerciales conocidos en las últimas semanas nos eximen de ulteriores comentarios sobre el desempeño económico actual.

En este marco, la situación de las grandes empresas (compañías de capital intensivo) no es diferente de la que sufren las pequeñas y medianas, y queda patentizada por el trance de la industria automotriz, con miles de suspensiones. Oportunamente lo anticipaban las declaraciones del presidente de Volkswagen Argentina, Héctor Vázquez, que meses atrás sostuvo "con las tasas de interés de hoy no hay industria ni negocio que se pueda sostener", cuando ellas estaban en el orden del 40% anual, ya lejanas a las de hoy.

Impertérrito ante a la gravedad de la situación, el gobierno ahonda su diseño de tasas de interés real cada vez más elevadas (paralizando la actividad económicai a un ritmo vertiginoso), como lo refleja la adenda al acuerdo Stand-by, luego de su renegociación con el FMI.

La imposibilidad de ampliar la base monetaria (bm) desde hoy hasta junio del siguiente año, en un contexto de inflación inercial, tendrá como inmediatas consecuencias la caída de los saldos monetarios reales, espiralizando las tasas de interés e indeterminando tanto:

los costos totales de producción, como
el diferencial entre pago contado y a plazo en las cadenas de comercialización,
de todos los bienes y servicios, generando así un impacto explosivo sobre la base material de la Nación.
La anunciada contracción de la bm, fungirá a su vez como garantía de cumplimiento del objeto principal del préstamo. En nuestra nota "Demasiado tarde para lágrimas" (BAE Negocios, 18/6/18), explicábamos: "los fondos a girar a la Argentina por el FMI sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera".

No sorprende que el oficialismo asuma políticas descabelladas vulnerando las reglas elementales de un correcto funcionamiento económico.

Distinto es el caso del staff del FMI, constituido por experimentados profesionales, que ha decidido acompañar esta aventura que, para los argentinos, terminará muy mal. Posiblemente, la meta central de los técnicos del organismo multilateral sea contener dentro del interior de nuestras fronteras, la onda expansiva de la detonación de la Supercrisis, salvaguardando así al resto del mundo de un posible "efecto tango".

Llegamos al precipicio


Entretanto, como en los espacios televisivos pagos, donde prometen que, si uno llama de inmediato, recibirá la milagrosa crema de la juventud y la salud eternas, el oficialismo persiste en prometer un futuro venturoso, y (tratar de) disimular el presente desastroso.

Lo más absurdo es que la política económica hoy aplicada, que es el nexo entre ambos momentos, jamás podría decantar en tales resultados. Esperar sobrellevar la Supercrisis mediante mayores dosis de los ingredientes que la generaron, es propio de un conjunto de necios.

No es otra cosa el oficialismo. Decíamos en la primera nota citada, "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad".

Es posible que en los próximos días volvamos a escuchar a altos funcionarios aseverando que "lo peor ya pasó", aunque lo que realmente sucede es lo contrario, ya que los progenitores de la Supercrisis: el déficit fiscal y el del sector externo, lejos de reducirse, están hoy en su zénit.

El desfasaje entre los ingresos y los gastos del Estado es monumental:

el déficit fiscal del Sector Público Nacional alcanza (sin rentas de la propiedadii, como debe medirse) al 7,4% del PIB, a setiembre de 2018;
el rojo de algunas provincias y municipios representa el 1% del PIB; y
el déficit cuasi fiscal, generado por los pasivos remunerados del BCRA, encarna otro 2,9% del producto.
Correctamente calculado, el Déficit Fiscal Total (DFT)iii es del 11,3% del PIB.

Ante esa "fotografía", vale profundizar el examen de factibilidad de los anuncios del ministro Dujovne, quien presentó medidas para reducir el desequilibrio fiscal basándose en el recorte de los gastos y la expansión de la recaudación, ya que "la película" será diferente a lo esperado.

Como señalamos ("Me tomo 5 minutos", BAE Negocios, 10/9/18), los U$S 6.000 millones de ahorro fiscal esperados, se estimaron en base a una sobrevaluación del PIB o una subvaluación del tipo de cambio.

Pero además el gobierno, mediante la emisión de nueva obligaciones a tasas crecientes y, mayoritariamente nominadas en dólares, incrementa aceleradamente el peso de los servicios de deuda en el erario nacional, alejando a pasos de gigante la posibilidad de equilibrar las cuentas fiscales.

Como agravante, debe mencionarse la segura caída de la recaudación impositiva por el pésimo desempeño de la actividad económica que más que compensará el incremento de ingresos fiscales producto de la reciente imposición de derechos de exportación, que serían aproximadamente U$S 1.500 millones en los cuatro meses de vigencia previstos este año (septiembre-diciembre), pero que todo parece indicar, se liquidarían con 90 días de rezago (y en moneda doméstica) desde el momento de cumplida la operación, al menos para las ventas de productos no primarios, lo que reducirá notoriamente los ingresos percibidos.

En cuanto al sector externo, como explicamos en nuestro artículo "¿Dónde hay un dólar, viejo Gómez?" (BAE Negocios, 3/9/18), el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos en 2018 se orienta a ser negativo en una magnitud cercana a los U$S 25.000 millones, representando el 6,3% del PIB.

En la Supercrisis convergen los resultados negativos en las cuentas fiscales -similares a los que provocaron el colapso del gobierno de Raúl Alfonsín-, con los del sector externo -aún peores a los que desataron la crisis del 2001.

El oficialismo nos ha conducido al borde del precipicio y, con su proverbial irresponsabilidad, se muestra dispuesto a continuar avanzando en la misma dirección y arrastrarnos al fondo del abismo.

¡Evitemos que den el paso al frente!


Es el momento para que el conjunto de actores que conforma la base de sustentación de la alianza Cambiemos, especialmente los de mayor gravitación (ciertos sectores empresarios y los conductores del partido centenario), pongan de relieve la insostenibilidad del rumbo y eviten el despeñe de la Nación por culpa de los negligentes. En aquellos recae la responsabilidad de reorientar el timón para eludir el desastre.

En tanto, las fuerzas de la oposición cargan con el adeudo de consensuar los mejores planes, programas y proyectos para la rápida reconstrucción de la Argentina y la ulterior puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS).

La fallida experiencia de la alianza Cambiemos y sus nefastas consecuencias lejos están de condenarnos a un futuro irreversible de miseria.

La posibilidad que se nos abre a partir de la configuración del Nuevo Orden Internacional (NOI) y del aprovechamiento de nuestros propios vectores de competitividad (que devienen de las rentas extraordinarias originadas en la producción de algunos alimentos y la exploración-explotación de los combustibles fósiles), auguran el futuro venturoso para la Patria que sabremos conseguir.

1-Los informes oficiales y privados indican un persistente incremento de la capacidad ociosa en la mayoría de las ramas de actividad económica.

2-Las Rentas de la propiedad, que representan el 0,9% del PIB, refieren principalmente a transferencias desde el Fondo de Garantía de Sustentabilidad al Tesoro Nacional, lo que implica una descapitalización del sistema de seguridad social.

3-DFT es la sumatoria de los déficits de la Nación, las Provincias y los Municipios, más el déficit cuasifiscal del BCRA.

*M.M. y asociados


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