lunes, 29 de enero de 2018

Cómo seguimos

Cómo seguimos


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich


La fuerza de los hechos ha impuesto, aunque no siempre se exprese así en la arena pública, un diagnóstico compartido por todos los colegas: las inconsistencias macroeconómicas del esquema de la alianza Cambiemos erigieron obstáculos de ya imposible superación.

Desafíos urgentes y mediatos

El ciclo económico de "la generación que está cambiando la Argentina para siempre", ha llegado a su límite. De aquí en más, sólo nos queda esperar que su oportuno reemplazo se dé evitando cualquier tipo de "colapso", especialmente en lo que se refiere al cumplimiento del ciclo institucional.

Sin lugar a dudas, las secuelas negativas del experimento en curso serán severas y profundas para la economía nacional y para vastos segmentos de nuestro pueblo. En este marco, la hora nos impone desafíos urgentes y mediatos.

Entre los primeros, el de la búsqueda de mecanismos que maximicen la mitigación de daños, adeudo que recae en el oficialismo en primera instancia, pero se hace extensivo al conjunto del entramado institucional de nuestra Nación, así como también a la dirigencia sindical, empresarial y social.

En plazos más extendidos, pero no laxos, la obligación de delinear un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que cimente la felicidad de nuestro pueblo.

En el mientras tanto la economía y la política convergen en la impaciencia

Ya dijimos que el "mejor equipo" se está yendo al descenso, camino inexorable de quienes se especializaron en hacer anuncios que no se materializan y en resultar sorprendidos por la realidad siempre, para ellos, imprevista.

Aunque hayan creído que era fácil acabar con ella, la inflación siempre está; el segundo semestre con la afamada "lluvia de inversiones" no ha llegado ni llegará, y los brotes verdes no fueron más que comida tierna para las langostas, entre otros memorables yerros.

Los mecanismos de auxilio a los que se apeló, para morigerar el desplome de la actividad y lograr una tenue recuperación (el endeudamiento de los particulares y la expansión del gasto público), se agotaron. La marcada caída de las ventas hacia el final del año pasado certificó la ausencia de "motores económicos" alternativos que permitieran sostenerlas.

Como consecuencia, también comienza a agotarse el crédito político, en tanto el aval electoral obtenido por el oficialismo quedaba condicionado a la consecución de los resultados económicos prometidos. Las movilizaciones del pasado diciembre, especialmente los cacerolazos en nodos de las clases medias, compuestas por comerciantes, profesionales y pequeños empresarios, patentizaron la impaciencia.

En "la diaria" gestión de riesgos

Cual irónica broma, el día de los inocentes el gobierno prometió iniciar una nueva etapa, relajando las metas de inflación y bajando las tasas de interés. Ello permitiría, teóricamente, incentivar los proyectos privados de inversión al reducir el costo del capital.

En nuestra nota del 8 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?", explicábamos por qué tal iniciativa no sólo era inviable, sino que en lo inmediato no produciría más resultados que magnificar la incertidumbre y la volatilidad.

A la fecha, da la impresión de que el Gobierno aparenta haber comprendido en ese punto, al menos de modo parcial, la real situación en la que nos encontramos y los riesgos que ella encierra.

De ahí que, pese a la rimbombante conferencia de prensa anunciando el cambio de metas de inflación, la tasa de referencia de la autoridad monetaria sólo descendió 150 puntos básicos a lo largo del mes transcurrido, sin verificarse las bruscas alteraciones en la política monetaria, ni los cambios institucionales en el Banco Central, que se presagiaban como lógica consecuencia.

En la medida en que el oficialismo persevere en tal conducta, disminuyen los riesgos de que el fracaso del esquema económico se contagie al terreno institucional. Ello contribuye a otorgar condiciones de posibilidad al objetivo más urgente, que es el de minimizar los daños.

Hoy parece que Cambiemos ha leído nuestra recomendación expresada en la nota antes citada: "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta."

Después de la transición

Sin dudas, las severas consecuencias del fallido experimento de la alianza gobernante, aun cuando lleve mucho esfuerzo, serán revertidas y la Argentina podrá retomar un sendero de desarrollo económico con justicia social.

Ahora bien: ¿cómo hacerlo sustentable y permanente?

Entre las muchas lecciones que nuestra historia económica, no sin crueldad, nos ha enseñado, es que esto no es sencillo. Por ejemplo, es necesario mantener los superávits gemelos a lo largo del tiempo para así lograr una macroeconomía equilibrada y consistente.

Para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que las dirigencias gremiales, de empresarios y de trabajadores, lo hagan propio, y para ello deben cumplirse, entre otras condiciones, que:

las empresas obtengan adecuada rentabilidad,
el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Entonces, principalmente, nos hace falta identificar y maximizar los vectores de competitividad¹ del aparato productivo nacional, capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras empresas, garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los internacionales.

Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural.

Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil. A su vez las nuevas tendencias dominantes en el mundo, post caducidad del Consenso de Washington, favorecen la puesta en valor de tales vectores en un todo sistémico.

Al universo de lo político pertenece la responsabilidad de generar las condiciones de contexto que permitan la operacionalización de un MoDEPyS.

Sólo el encuentro armonioso entre la política y la economía permitirá el tránsito adecuado desde este presente oprobioso a un futuro venturoso.

¹No se trata de un debate totalmente novedoso; ya empezaba a abordarse durante el gobierno anterior en las Mesas de Competitividad de la Secretaría de Comercio Interior que abarcaba diferentes sectores y posteriormente, cuando se creó la Subsecretaría de Competitividad, y lo retoma la actual administración, ya que en tales objetivos se justificó el mega DNU y la creación de la Secretaría de Simplificación Productiva.

Especial para BAE Negocios

*MM y Asociados
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