lunes, 30 de diciembre de 2019

Estamos a tiempo

Estamos a tiempo


Por Guillermo Moreno, Claudio Comari, Sergio Carbonetto

Para nada es novedoso decir que el exitoso desenvolvimiento de las economías nacionales está significativamente determinado por la adecuación al contexto internacional en el que se desarrollan.

Noticias destacadas, como la paralización del Tribunal de Apelaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) o la ratificación del Brexit vía el triunfo de Boris Johnson en el Reino Unido, son interpretados, por algunos analistas, como anomalías del orden vigente desde la culminación de la Guerra Fría.

Para otros, sólo se trata de nuevas evidencias del cambio en la arquitectura de las relaciones económicas mundiales, que deja atrás a la globalización y da paso a un Nuevo Orden Internacional (NOI).

Es un proceso que, lejos de ser sorpresivo, se viene desarrollando paulatinamente, y así lo hemos venido señalando.

A principios de 2017, consideramos como el punto de inflexión para dar fin a la globalización a la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos (EE.UU.); así lo anunciaban, como manifestamos en nuestro artículo "El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional", sus expresiones "renegociaremos o saldremos de la OMC, que es un desastre" o "la Unión Europea se construyó para derrotar comercialmente a Estados Unidos".

Entonces, pronosticamos que, lejos de tratarse de una abstracción de escasa relevancia, un Nuevo Orden Internacional (NOI) se materializaría y consolidaría a nivel global, como lo evidenciaba el rumbo que seguían actores relevantes como los EE.UU. y la Federación Rusa (FR), y las alternativas que se manifestaban frente a la crisis imperante en Europa, entre otros signos.

Ese NOI se caracteriza, esencialmente, por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales, y, en nuestro país, ellos no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias (1).

Del análisis del derrotero histórico de los sucesivos ordenamientos internacionales hegemónicos, surgen las evidencias que nos permiten entender el presente (y prever el futuro) del mundo en el que la Argentina se inserta.

Génesis y apocalipsis de la fallida globalización

La Conferencia de Yalta, en las postrimerías de la II Guerra Mundial, configuró las relaciones entre los países en las décadas que vendrían, sobre dos polos encabezados por EE. UU. en occidente, y la URSS en el "mundo Socialista", cuya confrontación se desarrolló bajo la forma predominante de "la Guerra Fría".

Poco antes, los países futuros ganadores de la guerra reunieron a sus representantes en la conferencia de Bretton Woods, de donde emergerían tres instituciones fundamentales para el mundo capitalista, ya que los países alineados en el "bloque socialista" no llegaron a formar parte o se retiraron rápidamente de ellas.

En primer término, se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI), seguido por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), hoy componente del Banco Mundial (BM).

En tercer lugar, el otro legado, fue el compromiso de terminar con el proteccionismo y fomentar la apertura comercial con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). que luego derivaría en la OMC (1995).

La Guerra Fría, que tipificó al mundo durante décadas, quedó atrás con la desintegración del bloque socialista y la caída del muro de Berlín.

El conjunto victorioso, liderado por los EE.UU., hegemonizó las relaciones internacionales, dando origen a un orbe "unipolar" (salvo excepciones), al que conocimos como "globalización", definiendo sus "teas votivas" en las premisas a las que se dio en llamar "el Consenso de Washington" y su decálogo.

En la arquitectura de este orden, hegemónico y excluyente, dos de las instituciones nacidas en Bretton Woods, se convertirían en sus pilares fundamentales: el FMI como regulador del sistema financiero internacional y, principalmente la OMC, como custodio de la libertad de los mercados.

Como hemos destacado en anteriores oportunidades, la aceleración del proceso de concentración y centralización del capital incrementó los niveles de injusticia a escala planetaria, provocando reacciones, entre las que podemos mencionar:


  • el fracaso en la integración del área de libre comercio (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas en el año 2005,
  • la Administración del Comercio Exterior (ACE) implementada en nuestro país a partir del año 2012, y
  • la negativa de naciones relevantes (como la FR) a subordinar sus intereses a las conveniencias del librecomercio.

Pero, sin duda, el punto de inflexión, que determinó la definitiva obsolescencia de la "globalización", fue la irrupción, desde el seno del establishment productivo de los Estados Unidos de Norteamérica, de Donald Trump como su presidente.

Consolidación del NOI

En nuestro artículo "Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo preocupa" (BAE Negocios, 27/11/17) destacábamos algunas de las decisiones del mandatario norteamericano, absolutamente incompatibles con las premisas de la globalización:


  • el retiro de EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, su sigla en inglés), emblema de las administraciones precedentes y de la candidata demócrata Hillary Clinton;
  • la renegociación del NAFTA con Canadá y México, acuerdo que acaba de ser concretado, sobre bases que se apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al "Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá" (USMCA, por su sigla en inglés), que, entre otras consecuencias, producirá un sustantivo incremento en los salarios de los obreros de la industria automotriz mexicana; y


  • la Administración del Comercio Exterior, especialmente relacionada con productos provenientes de la República Popular China y la Unión Europea (UE).

De la misma matriz, provienen las sanciones económicas a empresas que asumen proyectos considerados riesgosos para la seguridad de EE.UU. o estratégicamente inconvenientes, como las determinadas contra la compañía china Huawei, o las impuestas a las empresas europeas que participan de la construcción del gaseoducto Nord Stream2, que facilitaría la venta de gas proveniente de la FR a la República Federal de Alemania.

Ese contexto, que a su vez marca el ritmo de avance del NOI, le permitió a la economía norteamericana acelerar la tasa de crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB), y alcanzar el menor desempleo en 50 años.

Así los EE.UU. se dirigen a la recuperación de su "zona de confort", enancados en las ventajas derivadas de su "revolución energética". Como señalamos en "Nacionalistas, Globalizadores y las decisiones de inversión", dicho proceso se basa "en la aptitud comercial que adquirieron los yacimientos de shale gas y shale oil", que permite "obtener una reducción de los costos primos de sus productos, ganancia de competitividad que a su vez acelera el ritmo de crecimiento de su economía".

Este NOI, implica a su vez una redefinición de los "beneficiarios" y "perjudicados", al erigirse como protagonistas estelares los insumos energéticos.

Hoy, los países que fueron los principales competidores industriales de EE.UU. (especialmente China y los de la Unión Europea), deben abastecerse de grandes proveedores de combustibles que no están interesados en bajar significativamente los precios (la FR) o que atraviesan situaciones por las que no pueden aumentar los volúmenes de abastecimiento o convertirse en proveedor confiable (Medio Oriente) para los proyectos de largo plazo.

Los intereses convergentes, tanto como los límites de la globalización, son el sustrato del NOI y, tener en claro cuáles países serán los "ganadores" y cuáles los "perdedores", permite orientar adecuadamente la política internacional.

En sintonía con esta reconfiguración, el Reino Unido acaba de ratificar su salida de la Unión Europea (UE) con la derrota que los conservadores impusieron, por abrumadora mayoría, a los laboristas.

Esto no sólo facilita el tránsito al Brexit, sino que, especialmente, redefine el carácter de las relaciones comerciales y arancelarias con sus antiguos socios, toda vez que, asegurado el divorcio de la UE, Johnson apuesta a fortalecer las relaciones comerciales con EE.UU.

A esto se suma un evento que cobra especial relevancia: la virtual paralización de la OMC, ocurrida al vencerse los periodos de dos de los últimos tres jueces en el órgano de apelación y solución de disputas del organismo.

Así, el máximo juzgado del comercio mundial quedó sin capacidad para emitir fallos, ya que, aunque su corte menor para la resolución de controversias puede escuchar casos, sus decisiones no pueden prosperar, ante una instancia superior que ya no funciona.

La inoperatividad del tribunal de apelaciones de la OMC prácticamente pone fin al organismo, ya que, sin tener que preocuparse de sus reproches, los países podrían utilizar los aranceles y otras medidas para limitar las importaciones.

El mundo va definiendo, desde los diversos modelos nacionales, un nuevo funcionamiento sistémico.

En este escenario, que fue bautizado por el Papa Francisco como la "tercera guerra mundial en cuotas", las batallas se libran por la "protección del trabajo y del empleo", así como las decisiones políticas que consolidan al NOI se deciden tanto desde la economía como desde la defensa y seguridad nacional.

Hacia dónde vamos

La alianza Cambiemos, estableció un rumbo de inserción absolutamente desencontrado con la etapa mundial, lo que también resultó definitorio para su fracaso.

Es fundamental contemplar que el NOI también impacta de lleno en la región, tanto condenando al fracaso los acuerdos que venía realizando el bloque regional ("Mercosur-UE: un complot contra la historia") como cuestionando la viabilidad de su continuidad.

El resultado de nuestras propias batallas por la "protección del trabajo y del empleo", en mucho dependen de la correcta interpretación del contexto mundial.

La medida en que las políticas se ajusten o no al NOI, también definirá si la implementación de un Modelo de Desarrollo Permanente y Sustentable con orientación a la producción es una posibilidad o una quimera.

(1) rentas extraordinarias: Es decir, aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural.

*MM y Asociados


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