lunes, 5 de agosto de 2019

La deuda pública: de todos. La generación de dólares: de algunos

La deuda pública: de todos. La generación de dólares: de algunos


Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

La deuda pública, interna o externa, pertenece al conjunto del Estado argentino con sus tres poderes, aunque por su propio ordenamiento jurídico sea el ejecutivo quien deba encargarse de acometer las acciones necesarias para honrarla en tiempo y forma.

Ella está nominada en pesos u otras monedas, en tanto sus acreedores pueden o no ser residentes en nuestro territorio.

La deuda nominada en dólares, euros, yenes, etc., en manos de no residentes (exigible1) se encuentra actualmente, según el consenso general, en el orden de magnitud de los U$S150.000 millones.

A su vez, existen cuatro vías a través de las cuales nuestro país puede obtener las divisas necesarias para cumplir con su cronograma de cancelaciones:

a. el comercio internacional de bienes y servicios, que realizan personas, en su inmensa mayoría jurídicas,
b. la repatriación del principal y/o de las utilidades de las inversiones directas de argentinos en el exterior,
c. la inversión extranjera directa (IED), y
d. la toma de nuevos préstamos internacionales.

Respecto del último punto (d), actualmente el mercado voluntario internacional de deuda permanece cerrado para el sector público argentino.

Por otra parte, mientras en términos corrientes no se encuentre equilibrado el flujo de divisas, no cabe esperar que acontezcan los acápites b y c.

En consecuencia, resta por analizar el ítem a de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (CC) sobre el cual la autoridad política puede influir.

La restricción externa2

Históricamente, la restricción externa estuvo ligada a situaciones analizadas mediante el estudio de los ciclos económicos de corto plazo conocidos como stop and go.

Allí, el problema radicaba en que la demanda de divisas para mantener la tasa de crecimiento económico superaba a la oferta, de manera estructural.

Esas crisis derivaban en alteraciones político-económicas que en la historia argentina son bien conocidas.

En las últimas cuatro décadas ese escenario se complejizó y agravó notoriamente, dado que el incremento del requerimiento de dólares ya no se debe solamente a la expansión del aparato productivo, sino que a ello deben agregarse tanto el que se genera por atesoramiento, como el que deviene de la obligación de honrar la deuda externa.

Cuantificando los conceptos, se puede proyectar que hacia el final del corriente año:

La Balanza Comercial (BC), producto del desplome de las importaciones (que en el primer semestre fue de 28%), será de aproximadamente U$S8.700 millones.
La Balanza de Servicios (seguros, transporte, turismo y propiedad intelectual, entre otros), se ubicará en un saldo negativo de entre 7.000 y 8.000 millones de dólares.
Los intereses de la deuda pública exigible serán de aproximadamente U$S9.000 millones y los de la deuda privada U$S3.000 millones.
Los dividendos a girar por las empresas locales de controlantes extranjeros alcanzarán un monto de alrededor de U$S 6.000 millones.
En consecuencia, el déficit del sector externo argentino3, medido como proporción del PIB, rondará el 3,5% (U$S16.800 millones) considerando sólo los intereses de la deuda exigible4.

La necesaria interfase entre lo público y lo privado para evitar el default
Si bien parte de la deuda, tanto pública como privada, está nominada en moneda dura, los ingresos del Tesoro Nacional son sólo en pesos, por lo cual se debe apelar al mercado o al BCRA para transformarlos en las divisas necesarias, a fin de cumplir con los compromisos asumidos5.

Pero para poder obtenerlas, es preciso que el sector privado las haya generado, logrando, como mínimo (adicionando los resultados de las balanzas comercial y de servicios) un saldo superavitario en el entorno de los U$S18.000 millones.

A tal fin, es imprescindible lograr un tipo de cambio competitivo que, para ser plausible, debe complementarse con adecuadas políticas de administración de comercio6, que permita la hegemonía de las empresas locales en el mercado doméstico.

Esta sinergia posibilitará, a su vez, mediante una correcta interacción público-privada incrementar la fuerza de inserción de los productos de fabricación nacional en los mercados internacionales.

Simultáneamente, con una macroeconomía equilibrada, debe lograrse una disminución del riesgo país y de la tasa de interés nominal, de manera tal que, al alinear la inflación doméstica con la internacional, ocurra lo propio con la tasa de interés real7. Ello permitirá construir un andamiaje financiero adecuado para ofrecer capital de trabajo a las empresas exportadoras.

Ello, fundamentalmente, permitirá frenar, y posteriormente revertir, el flujo de atesoramiento en dólares de las personas (físicas y jurídicas) residentes en nuestro país.

Pero sólo un contexto político, económico y social de amplia unidad nacional lo posibilitará.

Las potencialidades para avanzar en esa dirección se asientan en la plena vigencia del tronco común del pensamiento nacional que, más allá de que se exprese en diferentes vertientes del espectro político, resulta ampliamente mayoritario en nuestra Patria.

1 Denominamos exigible a aquella parte de la deuda cuya eventual posibilidad de renegociación presentará particulares condiciones de tensión.

2 Para realizar las estimaciones que se presentan, se tuvo en cuenta el criterio de devengado, que es el mismo que utiliza el Indec en sus resultados de Balanza Comercial y Balance de pagos.

3 Ello suponiendo un rollover óptimo del principal de la deuda.

4 Considerando los intereses de la deuda pública en pesos y en dólares, en manos de no residentes y de residentes cuantifi cados en dólares, ese monto se incrementaría a U$S25.800 millones.

5 Esta es una restricción que los hacedores de política económica en Argentina no pueden desconocer, ya que a nadie se le ocurre, en nuestro país ni en el mundo, nacionalizar el comercio exterior para volver al comercio país-país.

6 En este sentido, el Nuevo Orden Internacional (NOI) y la concomitante debacle de la OMC, abrieron una ventana de oportunidad que amplía el arsenal de instrumentos económicos para la búsqueda de competitividad sistémica, y que nuestro país deberá saber aprovechar.

7 La tasa de interés real anual es igual a la tasa de interés nominal anual, menos la inflación del período.

*MM y Asociados

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