domingo, 8 de abril de 2018

El consumo, la pobreza y el sentido común

El consumo, la pobreza y el sentido común


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

La relevancia que la medición de la pobreza tiene en el campo de lo social, también se extiende al ámbito empresarial, en tanto constituye una variable proxy de la demanda potencial en el mercado doméstico.

Mientras el debate en torno a la magnitud del fenómeno se daba entre contendientes políticos en la arena pública, los empresarios, en base al sentido común del "buen hombre de negocios", planificaban su porvenir analizando centralmente lo que acontecía con el consumo.

El gobierno, con su medición ad-hoc, clausuró aquel debate, profundizando el ya sombrío ambiente comercial, al definir que la sociedad argentina tiene un nivel de pobreza similar al de la hermana república de Bolivia, y el triple de la que se encuentra en las sociedades uruguaya o chilena.

Con ese indicador en el entorno del 30%, y en un contexto de inconsistencia macroeconómica que se caracteriza, entre otras razones, por alcanzar magnitudes en términos de PIB del:

► 11% de déficit fiscal total

► 6% de déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos

► 2,5% de déficit de la balanza comercial y una creciente dolarización de los portafolios de inversión, resulta comprensible por qué más de uno de los integrantes del "mejor equipo" mantienen buena parte de su patrimonio en el exterior.

Una singular medición


En nuestro país, la medición de la pobreza1 a través del "método del ingreso" como estadística regular, tiene menos de cuatro décadas. Es un cálculo indirecto y unidimensional cuyos resultados se obtienen comparando los ingresos monetarios declarados por los miembros del hogar, con los estimados para la satisfacción de las necesidades de las personas.

Al clasificar como "pobres indigentes" a aquellos hogares y a sus integrantes- cuyos ingresos declarados no superan el valor teórico de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y como "pobres" a los que no superan el valor teórico de la Canasta Básica Total (CBT)2, no se identifican necesidades no satisfechas, sino que se asume su insatisfacción. Asimismo, quedan excluidos de la medición tanto los factores "estructurales" (como saneamiento y calidad de la vivienda, por ej.) como los bienes y servicios provistos a través de la asignación secundaria de ingresos (educación, salud, computadoras, etc.).

La primera vez que el método se utilizó en nuestro país, fue durante el gobierno de Raúl Alfonsín, como parte de un estudio sobre múltiples dimensiones de la pobreza, aunque como medición sistemática fue establecido en los años 90, a partir del trabajo del Comité Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la Argentina (CEPA), que a su vez determinó que los valores teóricos de las canastas no surjan de precios observados.

El valor de la CBA se calculaba actualizando el monto de una "Canasta de Costo Mínimo", que aquel gobierno fijó en el equivalente a unos U$S17 por mes, a través de su proyecto "Investigación sobre Pobreza en Argentina", en 1985. Desde aquellas épocas, hasta el 2013, tanto la CBA, como los componentes no alimentarios de la CBT se ajustaron con las variaciones de los precios relevados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC-GBA), alcanzando los valores que se muestran en el siguiente gráfico.

Por la singular modificación metodológica realizada por el actual oficialismo, la CBA triplicó su valor, a fuerza de cambios en la composición y la valorización. Con ello, consiguió que la nueva serie de estadísticas de pobreza empalme con los discursos de campaña, al costo de que no resulte comparable con las anteriores mediciones.

Antes peras...


Si bien el colapso de la convertibilidad provocó un alza en los niveles de pobreza hasta superar la mitad de la población, esa situación se fue morigerando en los años subsiguientes, conforme crecía la economía, descendía la desocupación y se recomponían los ingresos de las familias. La medición de la pobreza en el segundo semestre del año 2006, cuando aún no se expresaban públicamente los cuestionamientos al indicador, resultó del 26,9%.

A partir de 2007 se implementaron la Asignación Universal por Hijo, que alcanzó a 3,7 millones de personas, las jubilaciones para 3,2 millones de adultos mayores que no recibían el beneficio, y diversos planes sociales que impactaban en las poblaciones de riesgo, en un entorno de crecimiento de la economía y caída de la desocupación desde el 10% al 6%.

Como se aprecia en el siguiente gráfico, a lo largo del período 2007/15, a través de la implementación de diversas políticas, el conjunto de la pirámide poblacional fue impactada favorablemente en sus ingresos. La totalidad de los adultos mayores recibiendo jubilación o pensión, la población económicamente activa tendiendo al pleno empleo, y todas las personas menores de 18 años siendo incluidas bajo los regímenes de asignaciones.

... y ahora manzanas


Como ya sostuvimos, el posicionamiento político en rededor del fenómeno de la pobreza generó distintos tipos de alineamientos. Aquellos actores que se ubicaban en el extremo inferior del entorno, los que lo hacían en el superior, e incluso quienes tomando ambos límites, promediaron los guarismos y gritaron "eureka".

El actual oficialismo validó sus argumentos con una nueva medición, ubicándose en el límite superior, pero al hacerlo modificando la metodología, con una CBA que pasó de 44 a 115 dólares, clausuró cualquier posibilidad de comparación con el pasado3.

Olvidando los tecnicismos, y apelando al sentido común, es evidente, que en el ciclo de la alianza gobernante, el bienestar de nuestras familias disminuyó y la pobreza se incrementó.

Es que, lamentablemente, cambiamos para estar peor.





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