lunes, 30 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (Tercera parte)

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (Tercera parte)


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Mientras que en todo el mundo se empiezan a adoptar medidas de protección de las economías locales, el gobierno sigue despreciándolas, abrazado a las ya fenecidas premisas de la globalización y del Consenso de Washington.

Ello sin duda profundiza el fracaso del actual esquema económico con déficits proyectados al finalizar el corriente año, de la balanza comercial cercano a U$S 12.500 millones, de la cuenta corriente de la balanza de pagos de alrededor U$S 35.000 millones, y fiscal total en una proporción que alcanzaría al 11% del PIB.

La adecuada comprensión de la estructuración internacional es uno de los cimientos para que, luego de la necesaria reversión de las severas consecuencias del fallido experimento de la alianza gobernante, se pueda iniciar la implementación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDePyS).

Para lograrlo, no basta con administrar el comercio exterior (reduciendo la exposición de nuestras industrias a desiguales competencias con sus pares extranjeros), sino que, principalmente, se trata de crear las condiciones para que las empresas locales, además de conseguir la preponderancia en el abasto del mercado doméstico, logren acceder a los consumidores allende las fronteras.

Aprender de la historia para aprehender el futuro


La vertiginosa transformación del comercio internacional provoca una creciente presión por la colocación de las mercancías que, debido a las medidas de protección que adoptan algunos estados, deben encontrar nuevos destinos.

En nuestro país, las consecuencias se hacen sentir sobre prácticamente toda la producción de bienes y servicios (ByS) transables. Las compañías, desde el sector primario hasta las industrias más desarrolladas, sufren la creciente intromisión de las producciones extranjeras en nuestro mercado, al tiempo que no logran ampliar las exportaciones, lo que determina persistentes caídas de ventas y/o rentabilidad.

Pero este escenario no es ineludible.

Como ya hemos mencionado reiteradamente, la revolución energética norteamericana, que empieza a impactar hacia 2010, indujo a una baja en los costos primos de las manufacturas, así como en los precios de los principales commodities agrícolas exportables argentinos, agudizando el proceso de pérdida de competitividad sistémica de nuestras producciones.

En consecuencia, hacia 2012, los equilibrios macroeconómicos domésticos quedaron amenazados por la abundante oferta internacional de mercancías a precios decrecientes (incentivando la conducta importadora) así como por las dificultades para nuestros ByS que, por no poder acompañar aquella dinámica bajista, tampoco podían profundizar su inserción en los mercados foráneos.

La política de administración del comercio exterior fue la respuesta idónea que permitió contener tales apremios.

En aquel entonces, esos instrumentos desafiaron el orden de la globalización, por lo que fueron duramente combatidos por los principales espacios económicos (EE.UU., Europa y Japón) en los organismos multilaterales (OMC) que -por su capacidad de punición- oficiaban como garantes de aquel "status quo", logrando condenarlos por constituir "una violación de las normas del comercio internacional".

Las medidas que ayer revestían el carácter de quijotesco, y que eran calificadas como "del pasado", hoy, impulsadas por el presidente Donald Trump, aceleran el crecimiento de la economía norteamericana y determinan las conductas del orbe a futuro.

Así se abre una invaluable "ventana de oportunidad" para quienes reflexionamos integrando en un todo armónico e indisoluble los preceptos de la economía, la seguridad y la defensa, desde el pensamiento nacional.

Claro está que ello podría considerarse como una condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar la exitosa instalación de un MoDePyS.

Un modelo con orientación a la producción


Los ciclos económicos de desarrollo (crecimiento con distribución) que experimentó la Argentina, asentaron su dinámica central en la "variable consumo", originando que, al acercarse a la frontera de producción comenzaran los "cuellos de botella" en determinados sectores, hasta finalmente enfrentar una insuficiencia en la generación de divisas para el normal funcionamiento de la economía, especialmente en las actividades demandantes de moneda dura, situación técnicamente conocida como de "restricción externa".

Así como 1952 fue un claro ejemplo de lo ut supra señalado, una vez más, como a lo largo de la historia, resurge a partir de 2012 el clásico problema, aunque esta vez agudizado por la singular característica que ha adquirido nuestra economía de ser bimonetaria.

Para las etapas reconstructivas que necesariamente sucederán al experimento en marcha, los estímulos del consumo serán los pasos iniciales para recuperar la utilización de la capacidad instalada ociosa. Ahora bien, sistémica y concomitantemente, la economía deberá sesgarse a incrementar sus potencialidades en forma significativa.

El Modelo de Desarrollo para la Argentina, con los requisitos de ser permanente y sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.

Ello es así dado que, para lograr las mejoras imprescindibles en los niveles de competitividad de nuestros productos, se requiere que la propia asignación de recursos del sector privado, orientada por el set de precios relativos, incremente a través de la inversión, la oferta de bienes y servicios en forma sostenida.

Es perfectamente posible esperar que el desarrollo productivo argentino, asentado en el ineludible equilibrio macroeconómico, pueda duplicar el PIB en 12 años, si se crece a una tasa promedio de 6% anual, con una imprescindible modificación en las proporciones entre consumo e inversión, a favor de esta última.

Para ello también se requiere de las mejoras de competitividad modélica que permitan mantener equilibrado el sector externo. Si bien ello podría (eventualmente) devenir de una importante ganancia en los términos de intercambio, la garantía debe depender de factores endógenos, en especial el incremento de la productividad, con una consecuente disminución de los costos totales unitarios y el necesario aumento en la participación de los asalariados en la distribución de la renta nacionali.

La construcción de este círculo virtuoso requiere de la convergencia de las dirigencias de los trabajadores y del empresariado, en un ámbito que podría ser el 2° Congreso Nacional de Productividad y Bienestar Social, a imagen del primero que fuera convocado por el presidente Perón en los inicios de su segundo mandato.

Su promoción y articulación, será responsabilidad principal de aquella fuerza política que, leyendo correctamente la realidad circundante, oriente y, finalmente, gestione la implementación del MoDePyS.

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lunes, 23 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (segunda parte)

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión (segunda parte)


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En nuestra anterior entrega analizamos el surgimiento de un Nuevo Orden Internacional (NOI), cuyas condiciones de posibilidad y permanencia están dadas por el aprovechamiento diferencial del acceso a los insumos energéticos, por parte de los países que lideran la reconfiguración.

Tanto la agonía del viejo orden, como la emergencia del nuevo, se desarrollan signadas por la confrontación.

Ella se expresa en los conflictos que, declarados o latentes, afectan distintas zonas del globo, y que a diferencia de las de otrora, son parte de una lid en la que los pueblos derrotados no verán cercenado su territorio, sino que sufrirán el impacto sobre su tasa de desocupación.

Política económica desde la categoría de la "defensa y seguridad nacional"


En esta batalla por la protección del trabajo y del empleo, los postulados de ambas disciplinas, la económica y la de la defensa y seguridad nacional, se imbrican para dar fundamento a las decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del NOI.

Es en este marco que, como sostiene el papa Francisco desde hace varios años, se viene librando en distintas partes del mundo la "tercera guerra mundial en cuotas".

En el arte de los negocios la disputa se evidencia, específicamente, por proteger el nivel de ocupación en cada uno de los mercados de trabajo. Y, como afirmamos en anteriores artículos, en ese escenario se va ampliando el espacio para la puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo.

La guerra comercial Sino-Norteamericana es el capítulo más reciente, y tal vez también el hasta hoy más relevante, pero lejos está de ser el único.

Amén de sepultar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) de modo inmediato a su asunción, Donald Trump, como presidente de EE.UU. también arremetió contra el NAFTA, forzando su reformulación e imponiendo a México la elevación de los salarios como condición para la continuidad del acuerdo, e incluso fue más allá, aplicando novedosas restricciones al tercer integrante del tratado, Canadá.

En esta misma línea de acción, decretó aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio, para proteger a los establecimientos ubicados en su país, y sostuvo que esas medidas son una respuesta "al ataque" que se viene verificando desde hace muchos años contra esas industrias, las que han estado siendo "devastadas por virulentas prácticas del comercio internacional".

Para ejecutarlas, se basó en una ley que le da el poder de restringir el comercio, en nombre de la amenaza a la defensa y seguridad nacional que resultaría de socavar la viabilidad de producir localmente esos insumos estratégicos.

Adicionalmente, la Casa Blanca anunció que considera la aplicación de nuevos impuestos por 100.000 millones de dólares a importaciones provenientes de China. La respuesta de ese país no se hizo esperar, al prometer que luchará contra Estados Unidos "a cualquier precio", imponiendo derechos de importación por 50.000 millones de dólares a productos provenientes de ese país.

El liderazgo norteamericano del NOI, como venimos sosteniendo, se asienta principalmente en su revolución energética (explotación comercial del shale gas/oil), lo cual le permite obtener ganancias de competitividad que aceleran la velocidad de crecimiento de su economía. Mientras el tema energético cumple un rol central bajando los costos primos de los productos ofrecidos, la administración del comercio exterior, por el lado de la demanda, pone freno a la penetración que terceros países efectuaban en su mercado.

Los aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea (UE), por el contrario, son tomadores de los precios energéticos (sensiblemente superiores a los del mercado estadounidense), y al mismo tiempo, sufren las consecuencias de aquellas barreras comerciales.

Por su parte, la Federación Rusa, es justamente el principal proveedor de energía para Europa y China.

Así, la tercera guerra mundial en cuotas persistirá hasta que la economía de EE.UU., que a la salida de la segunda guerra mundial tenía el liderazgo absoluto en el bloque occidental (distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto respecto de la UE como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort"1.

En este contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el bloque ganador repetirán de alguna manera un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo acuerdo. Es deseable que, en nombre de los pueblos que no tienen voz, bajo el auspicio del papa Francisco, el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.

Iberoamérica ¿en proceso de adaptación al NOI?


En la medida que las naciones que constituyen Iberoamérica adapten sus políticas domésticas al NOI, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías. De allí, la importancia de reflexionar y poner en marcha distintos Modelos de Desarrollo Económico Permanentes y Sustentables (MoDEPyS), aprovechando la ventana de oportunidad que el actual proceso mundial ofrece.

La región transita un sendero que elude exitosamente el conflicto bélico, situación ventajosa (además de deseable) de cara al NOI, en un momento en que, como señalamos oportunamente, las alternativas "globalizadoras" (tanto neoliberales como socialdemócratas) carecen de factibilidad.

En este marco, México enfrenta un proceso electoral que refleja las tensiones propias de la situación internacional, que se expresan, entre otros aspectos, en la renegociación del NAFTA, aunque debe considerarse que no necesariamente los tiempos electorales y la maduración de los procesos económicos van de la mano.

Por otra parte, es dable resaltar el caso colombiano, donde es posible que a partir de los acuerdos de paz alcanzados, un sector de la oligarquía nativa conducido por el presidente Santos2 y una vieja guerrilla marxista-leninista, bajo la potencialidad del pensamiento nacional, se encuentren para dar inicio a un vigoroso tránsito hacia el desarrollo económico.

En tanto, Brasil podría también sumarse al proceso si, como aventuran algunos conocedores del pensamiento del expresidente Lula, éste vira desde las perimidas visiones socialdemócratas hacia la revalorización de los "aggiornados" proyectos nacionales3.

Tampoco carece de fundamento esperar que, si el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, revalida electoralmente sus credenciales y reencauza su economía, pueda concretarse, tomando como antecedente lo que está aconteciendo con el presidente norcoreano Kim Jong-Un, un encuentro con su par norteamericano, Donald Trump.

En el marco de estas realidades circundantes es que podemos analizar la situación de la Argentina. Eso sí, será en la próxima entrega.

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lunes, 16 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión

Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari



Frente a la flagrante guerra comercial Sino-Norteamericana en curso, se hace evidente el porqué de nuestra insistencia en la caracterización del escenario global y nacional, en el que los empresarios deben desempeñar sus negocios y tomar las decisiones.

Las tensiones económicas y militares que el mundo atraviesa no hacen más que corroborar los diagnósticos que hemos ido desgranando en esta columna, a la vez de denotar que, lejos de tratarse de una abstracción de escasa relevancia para el quehacer cotidiano, el Nuevo Orden Internacional (NOI) se materializa a ritmo de vértigo y de forma contundente.

De modo que, tal vez en mayor medida que nunca, es fundamental entender y aprehender adecuadamente los sustratos de los cambios en marcha, así como los escenarios posibles en el futuro inmediato.

Se trata, en los días que corren, de eludir los riesgos de que las decisiones, tanto individuales (a nivel de las empresas) como colectivas (en el plano de la administración del país), sean las inapropiadas, así como gigantescas las consecuentes pérdidas. Y, en cuanto al porvenir, de prever las mejores estrategias para el aprovechamiento de este NOI, para que al momento del oportuno reemplazo del ya agotado ciclo económico del que se decía "mejor equipo", le suceda un exitoso Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS).

En una serie de artículos que comienza con el presente, desarrollaremos, de manera sucinta, un panorama del escenario político y económico, tanto a nivel mundial, como regional y nacional.

Surgimiento, apogeo y ocaso de la globalización


Cuando en el año 1944 el mundo se enfrentaba a las consecuencias políticas y económicas de la II Guerra Mundial, comenzó la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas en Bretton Woods, Estados Unidos. De ella surgió un nuevo orden económico y comercial, así como los organismos internacionales que fungirían como sus instituciones garantes (FMI, BM y principalmente el GATT, que a posteriori se transformó en la OMC), con el dólar estadounidense como divisa líder.

Luego de la resolución de la "Guerra Fría" con un claro vencedor, el colapso del bloque socialista y el proclamado "fin de la historia", el cumplimiento de las recomendaciones del "Consenso de Washington" se convierte en el paradigma que tipifica "el buen gobierno", y extiende su hegemonía a prácticamente todo el orbe.

En este marco, los postulados del mundo globalizado pasan a ser parte de los cimientos axiomáticos tanto de las corrientes neoliberales como de las socialdemócratas. Es por ello por lo que no resulta extraño que las expresiones políticas de ambas corrientes, en nuestro país, se hayan pronunciado a favor de la candidata Hillary Clinton, en las últimas elecciones norteamericanas.

A lo largo del corriente siglo comenzaron a cobrar fuerza las ideas enfrentadas al proceso globalizador, manifestándose en nuestra región con el fracaso de la Cumbre de las Américas de 2005 y su corolario, la administración del comercio exterior del anterior gobierno en nuestro país, con el crecimiento de opciones nacionalistas en Europa y el resurgimiento de Rusia de la mano de Putin, completando el proceso con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, que replantean las condiciones preexistentes, así como el rol de los organismos internacionales, especialmente de la OMC.

Como ilustramos semanas atrás apelando a una imagen retórica del papa Francisco (cuya consagración también es un hito del actual proceso), la figura geométrica que representa la corriente globalizadora es una esfera, donde los puntos que la conforman, todos equidistantes del centro, son uniformes y no se distinguen entre sí, contrastando con la óptica del nacionalismo, donde el mundo se simboliza en un poliedro irregular, en el cual cada una de sus caras -los pueblos- desde sus propias especificidades, integran un todo.

En la mencionada corriente "globalizadora" (la esfera) se reconoce la convergencia de vertientes diversas, como el neoliberalismo y socialdemocracia. Lo mismo sucede en el campo de los "nacionalistas" (el poliedro), que integran tanto los que proponen la construcción de muros, como los que, fieles a la tradición de acogimiento de inmigrantes a la Argentina, nos sentimos hermanados con los demás pueblos del mundo.

La cuestión energética y su influencia en el NOI


Los países que liderarán el NOI tienen como principal condición de posibilidad y permanencia, el aprovechamiento diferencial del acceso a los insumos energéticos. Su abastecimiento y precio son las condiciones esenciales.

En este entorno, la revolución energética de los Estados Unidos, basada en la aptitud comercial que adquirieron los yacimientos de shale gas y shale oil, le permitió obtener una reducción de los costos primos de sus productos, ganancia de competitividad que a su vez acelera el ritmo de crecimiento de su economía.

En el gráfico se muestra el precio que pagan diferentes espacios económicos por el millón de BTU. Allí se evidencian, además de las notorias diferencias de costos, las diversas proporciones de reducción de los precios para cada espacio, durante la última década.

En el NOI, esa revolución energética cumple un rol central desde el vector de la oferta, en tanto desde la demanda, la administración del comercio exterior impacta en la penetración que terceros países efectuaban en el mercado norteamericano.

Los aparatos productivos de la República Popular China y de la Unión Europea, por el contrario, son tomadores de los precios energéticos, que a nivel internacional (aún con las lógicas negociaciones que posibilitan la escala y la permanencia de cada uno de los contratos) son superiores a los del mercado estadounidense, y por otra parte sufren las consecuencias de las barreras comerciales que se les imponen a sus productos.

La Federación Rusa, cuya impronta está dada por su capacidad militar y no por el quantum de su economía, es justamente el principal proveedor de energía para Europa y China.

El otro espacio regional que podría ser abundante oferente de energía a costo razonable es Medio Oriente, si consiguiera ser un abastecedor confiable de largo plazo. Pero está claro que, por lo ut supra señalado, esa direccionalidad no es conveniente para quienes detentan, y detentarán, los liderazgos mundiales.

En el NOI empiezan a quedar claramente definidos los nuevos ganadores y perdedores, con la siguiente singularidad: éste último grupo incluye a viejos ganadores.

Continuará


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Entrevista en "Contingencia broadcasting"

Entrevista en "Minuto uno"

domingo, 8 de abril de 2018

El consumo, la pobreza y el sentido común

El consumo, la pobreza y el sentido común


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

La relevancia que la medición de la pobreza tiene en el campo de lo social, también se extiende al ámbito empresarial, en tanto constituye una variable proxy de la demanda potencial en el mercado doméstico.

Mientras el debate en torno a la magnitud del fenómeno se daba entre contendientes políticos en la arena pública, los empresarios, en base al sentido común del "buen hombre de negocios", planificaban su porvenir analizando centralmente lo que acontecía con el consumo.

El gobierno, con su medición ad-hoc, clausuró aquel debate, profundizando el ya sombrío ambiente comercial, al definir que la sociedad argentina tiene un nivel de pobreza similar al de la hermana república de Bolivia, y el triple de la que se encuentra en las sociedades uruguaya o chilena.

Con ese indicador en el entorno del 30%, y en un contexto de inconsistencia macroeconómica que se caracteriza, entre otras razones, por alcanzar magnitudes en términos de PIB del:

► 11% de déficit fiscal total

► 6% de déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos

► 2,5% de déficit de la balanza comercial y una creciente dolarización de los portafolios de inversión, resulta comprensible por qué más de uno de los integrantes del "mejor equipo" mantienen buena parte de su patrimonio en el exterior.

Una singular medición


En nuestro país, la medición de la pobreza1 a través del "método del ingreso" como estadística regular, tiene menos de cuatro décadas. Es un cálculo indirecto y unidimensional cuyos resultados se obtienen comparando los ingresos monetarios declarados por los miembros del hogar, con los estimados para la satisfacción de las necesidades de las personas.

Al clasificar como "pobres indigentes" a aquellos hogares y a sus integrantes- cuyos ingresos declarados no superan el valor teórico de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y como "pobres" a los que no superan el valor teórico de la Canasta Básica Total (CBT)2, no se identifican necesidades no satisfechas, sino que se asume su insatisfacción. Asimismo, quedan excluidos de la medición tanto los factores "estructurales" (como saneamiento y calidad de la vivienda, por ej.) como los bienes y servicios provistos a través de la asignación secundaria de ingresos (educación, salud, computadoras, etc.).

La primera vez que el método se utilizó en nuestro país, fue durante el gobierno de Raúl Alfonsín, como parte de un estudio sobre múltiples dimensiones de la pobreza, aunque como medición sistemática fue establecido en los años 90, a partir del trabajo del Comité Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la Argentina (CEPA), que a su vez determinó que los valores teóricos de las canastas no surjan de precios observados.

El valor de la CBA se calculaba actualizando el monto de una "Canasta de Costo Mínimo", que aquel gobierno fijó en el equivalente a unos U$S17 por mes, a través de su proyecto "Investigación sobre Pobreza en Argentina", en 1985. Desde aquellas épocas, hasta el 2013, tanto la CBA, como los componentes no alimentarios de la CBT se ajustaron con las variaciones de los precios relevados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC-GBA), alcanzando los valores que se muestran en el siguiente gráfico.

Por la singular modificación metodológica realizada por el actual oficialismo, la CBA triplicó su valor, a fuerza de cambios en la composición y la valorización. Con ello, consiguió que la nueva serie de estadísticas de pobreza empalme con los discursos de campaña, al costo de que no resulte comparable con las anteriores mediciones.

Antes peras...


Si bien el colapso de la convertibilidad provocó un alza en los niveles de pobreza hasta superar la mitad de la población, esa situación se fue morigerando en los años subsiguientes, conforme crecía la economía, descendía la desocupación y se recomponían los ingresos de las familias. La medición de la pobreza en el segundo semestre del año 2006, cuando aún no se expresaban públicamente los cuestionamientos al indicador, resultó del 26,9%.

A partir de 2007 se implementaron la Asignación Universal por Hijo, que alcanzó a 3,7 millones de personas, las jubilaciones para 3,2 millones de adultos mayores que no recibían el beneficio, y diversos planes sociales que impactaban en las poblaciones de riesgo, en un entorno de crecimiento de la economía y caída de la desocupación desde el 10% al 6%.

Como se aprecia en el siguiente gráfico, a lo largo del período 2007/15, a través de la implementación de diversas políticas, el conjunto de la pirámide poblacional fue impactada favorablemente en sus ingresos. La totalidad de los adultos mayores recibiendo jubilación o pensión, la población económicamente activa tendiendo al pleno empleo, y todas las personas menores de 18 años siendo incluidas bajo los regímenes de asignaciones.

... y ahora manzanas


Como ya sostuvimos, el posicionamiento político en rededor del fenómeno de la pobreza generó distintos tipos de alineamientos. Aquellos actores que se ubicaban en el extremo inferior del entorno, los que lo hacían en el superior, e incluso quienes tomando ambos límites, promediaron los guarismos y gritaron "eureka".

El actual oficialismo validó sus argumentos con una nueva medición, ubicándose en el límite superior, pero al hacerlo modificando la metodología, con una CBA que pasó de 44 a 115 dólares, clausuró cualquier posibilidad de comparación con el pasado3.

Olvidando los tecnicismos, y apelando al sentido común, es evidente, que en el ciclo de la alianza gobernante, el bienestar de nuestras familias disminuyó y la pobreza se incrementó.

Es que, lamentablemente, cambiamos para estar peor.





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lunes, 2 de abril de 2018

El traje nuevo del emperador

El traje nuevo del emperador


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari


En la fábula que el danés H. C. Andersen popularizara, la corte que regía en unas lejanas tierras decidió adquirir una mágica tela que, además de ser la más bella y deslumbrante, tenía la propiedad de tornarse invisible a los ojos de los ineptos.

Seguramente bajo el temor de ser considerados de aquel modo, convencidos además de ser "el mejor equipo", todos elogiaron la inexistente vestimenta del emperador, afirmando ver lo que necesitaban ver. Sólo aquel que no temía decir la verdad, en este caso un niño, alertó exclamando ¡el rey está desnudo!

Este cuento viene a cuento, de que estamos obligados a retomar el debate sobre el crecimiento, dado que la última publicación oficial lo sitúa en 2,9% en el año 2017, y debemos dilucidar si ello realmente aconteció o es un nuevo "traje del emperador".

Por cierto, sus consecuencias son sustantivas. Tanto por la importancia de conocer la magnitud que alcanza el valor agregado generado en el país, como para precisar aquellas relaciones macroeconómicas que se construyen como proporción del PIB, ya que cuanto menor es el divisor, mayor es el cociente que resulta (por ejemplo los porcentajes que representan el déficit fiscal total, la inversión, el endeudamiento, los déficits del sector externo, tanto de cuenta corriente como comercial, etc.) y, a la inversa, éste disminuye cuando se utiliza como dividendo, tal es el caso del PBI per cápita.

Como en el cuento, el crecimiento también es invisible


El Producto Bruto Interno resulta de adicionar los valores agregados estimados para cada uno de los 16 sectores (agricultura, comercio, minería, industria manufacturera, transporte, entre otros) en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica, más sus impuestos, restados los subsidios que le correspondan. Dado que estos últimos disminuyeron, el saldo de "impuestos menos subsidios" explicó 0,7 puntos porcentuales del crecimiento total del PBI, siendo el sector privado el "pato de la boda".

Al ahondar en los conceptos que se toman en cuenta al realizar las estimaciones sectoriales, surgen situaciones llamativas.

Así, para medir las actividades del sector agrícola, se utilizan principalmente los cálculos de cosecha provistos por el Ministerio de Agroindustria. Ocurre que, mientras extrañamente aún no se conocen los resultados oficiales de la campaña 2016-2017, el Indec mantuvo la primera proyección de 137 millones de toneladas (Mtn) de cereales y oleaginosas. Sin embargo, todos los análisis privados son coincidentes en que la producción alcanzó el entorno de los 125,5 Mtn. Esto implica que se la ha sobreestimado en 11,5 Mtn.

Este desempeño repercutió, de manera relevante, también en las actividades de servicios agrícolas, en el transporte (con una disminución de alrededor de un millón de viajes de camión), en la logística, en los seguros, y en el área del comercio mayorista, ya que todas ellas se ven directamente afectadas por los volúmenes cosechados.

Adicionalmente, en la producción automotriz, se destaca que mientras los datos de las cámaras que agrupan a los fabricantes indican que prácticamente no hubo variación en la producción, entre los años 2016 y 2017, el Estimador Mensual Industrial del Indec registra un crecimiento del 5,4% y el cálculo del PBI (que según su metodología utiliza los datos de dichas cámaras como fuente) incorpora una variación positiva del sector de 11,2%.

También encontramos problemas metodológicos en el sub sector comunicaciones. Las líneas de celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los registros, con independencia de si se encuentran activas o no. Así, se las contabiliza en 62 millones, un promedio de casi 1,5 teléfono celular por persona, guarismo un tanto extravagante. Tal procedimiento se repite en relación con la telefonía fija.

En síntesis, descontando estos y otros errores metodológicos, el crecimiento del valor agregado bruto a precios básicos ya no sería del 2,2% (2,9 del PBI, restando 0,7 de impuestos menos subsidios), sino que se acercaría al 0,78%.

La economía sin "Photoshop"


Como señalamos ut supra, con un Producto Bruto Interno menor, los indicadores relevantes de la economía se ven seriamente modificados. El déficit primario del sector público resultó negativo, no ya en 3,8%, sino en un 4,9%, y lo mismo ocurrió con el resultado financiero, que no alcanzó el -6%, como se desprendería de los números oficiales, sino el -7,6%. Así, el déficit fiscal total se encuentra en niveles cercanos al 11% del PBI, como ya lo habíamos señalado oportunamente.

El aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para financiar gastos corrientes, constituye un entorno riesgoso. Con la adecuación de la estimación del producto, la deuda contraída en 2017 ya no fue del 19,8, sino del 25,2 del PBI.

Como agravante de la situación, la cuenta corriente de la balanza de pagos alcanzó un rojo de u$s30.792 millones, lo que significa un 5,9% del PBI, influida en buena medida por una balanza comercial que finalizó el 2017 con un déficit récord de u$s8.471 millones (y que continúa agravándose en lo que va del 2018).

Este comportamiento de la actividad económica impactó en la tasa de desempleo, que según números oficiales promedió el 2017 en niveles del 8,4%, así como en su composición. Prueba de ello es que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo fueron generados en el sector público o por los monotributistas (que en mayor medida representan un blanqueo de puestos de trabajo que ya preexistían).

En este marco, el pulso de la sociedad resulta compatible con la caracterización de la economía que surge del recálculo realizado. Mientras a fines del año 2015 el PBI per cápita alcanzaba, aproximadamente, los u$s14.000, actualmente orilla los u$s10.000.

En síntesis, en el seno de la inmensa mayoría de las familias de nuestra sociedad, donde se objetiva la realidad, la verdad se impone sin tapujos al igual que ocurre con el niño de la fábula. Allí, de manera incontrastable, no sólo no se percibe ningún crecimiento, sino que se padece el ostensible retroceso del bienestar.


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