lunes, 27 de agosto de 2018

El año sin verano

El año sin verano


Por Lic. Guillermo Moreno

Lic. Pablo Challú

Sr. Leonardo Fabre

El año 1816 es conocido en la historia de la climatología como el "año sin verano", debido a un infortunado fenómeno natural de consecuencias sociales dramáticas. En aquel "verano invernal", Mary Shelley dio nacimiento literario a Frankenstein, durante las inusuales vacaciones que pasó, junto con el resto de sus colegas escritores, a orillas del Lago Leman.

Dos siglos después, a la vera del Río de La Plata, el oficialismo deambula como el doctor Víctor Frankenstein, preso del pánico al monstruo que él mismo creó y, al igual que la aberrante criatura aparecida en "el año sin verano", la Supercrisis irrumpe en el "trienio sin segundos semestres".

Hace unos días, el ministro de Hacienda erizaba la piel de su entrevistador al declarar "tenemos una responsabilidad muy grande, que es evitar una Megacrisis". Las balbuceantes aclaraciones de que trabaja para que no haya ninguna posibilidad de Supercrisis, no lograron tranquilizar a su interlocutor. En un ejercicio de "sinceramiento" involuntario, el ministro converge en el consenso (reciente) de los economistas, y confirma que los episodios económicos vividos de abril a esta parte no son simples turbulencias, como antes decían los profesionales allegados al oficialismo, o torpezas en el manejo de situaciones de simple resolución, como afirmaban algunos jóvenes colegas opositores.

El diagnóstico correcto es el de supercrisis, que en estas páginas fuimos anticipando y el oficialismo ahora confiesa compartir.

Lo paradójico del caso, es que el cataclismo que dice estar tratando de evitar, no tiene más padres que el propio oficialismo, ya que fueron sus políticas económicas las que generaron las condiciones críticas actuales: un nivel de déficit fiscal similar al del final del gobierno de Alfonsín, y un desbalance en las cuentas externas aún mayor que el que desató los acontecimientos de 2001.

En los días que corren, de los compromisos asumidos con el FMI, se deduce que Cambiemos intenta dejar atrás la inconsistencia de las políticas económicas que caracterizó su gestión hasta ahora, para migrar a un programa consistente dentro de las premisas del neoliberalismo.

Pero el intento de desarme del espeluznante escenario creado por el oficialismo es demasiado tardío, así como insuficientes las herramientas con que cuenta.

Siendo el desenlace sólo cuestión de tiempo, será necesario un giro copernicano privilegiando, por sobre las alquimias monetarias y financieras, la producción.

Bajo esta impronta, la concreción de nuevos acuerdos económicos-sociales y su expresión en el plano de las instituciones, resulta imprescindible.

El monstruo que tú creaste


Fiel a un modus operandi de intentar resolver un entuerto disparando un problema mayor, la alianza gobernante fue creando un intríngulis ya irresoluble. En diversas oportunidades se ha advertido que de continuar las inconsistentes políticas macroeconómicas de Cambiemos, no cabría otro destino que la actual Supercrisis1.

Cuando la "plata dulce" dejó de llegar, tal como fuera anticipado que sucedería ("Los prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?", BAE Negocios, 12/2/2018), se expresó en toda su magnitud la imposibilidad de continuar el esquema vigente, basado en:

La insostenible estrategia fiscal,
El escalofriante saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Llegó entonces la hora de pedir auxilio al sistema multilateral de crédito, pero

Tarde piaste


El cierre del crédito privado externo, de inmediato aceleró la dolarización de las carteras de inversión, con una consecuente presión a la suba del tipo de cambio, que pretenden ser contenidas con las exorbitantes tasas de interés que pagan el BCRA y el Tesoro Nacional. Una vez más el remedio fue peor que la enfermedad2, llevando al entramado productivo a una parálisis inusitada.

La notable inventiva del oficialismo nos trajo siglas mágicas tales como FMI e índice MSCI, como sustitutos de la "lluvia de inversiones", el "segundo semestre", los "brotes verdes", el "proceso de desinflación" y la "creación de empleo de calidad".

Poco tiempo bastó para que quedara en claro su insuficiencia.

Como también se anticipó (" FMI, MSCI: las siglas del nuevo segundo semestre", BAE Negocios, 2/7/18), la promoción del mercado argentino a la categoría de "emergentes" no tendría mayor impacto.

El derrumbe de las cotizaciones de los títulos de las compañías argentinas en los diferentes mercados bursátiles lo puso en inmediata evidencia.

Por otra parte, el acuerdo de fines de junio entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional, no fue más que el reemplazo de un acreedor por otro, producto de la alerta del sistema financiero internacional ante el crecimiento de la prima de riesgo de default de las compañías aseguradoras para el caso argentino. Así, los fondos girados y a girar por el FMI al Tesoro Nacional sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera.

En definitiva, desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de PIB al de 1989, y un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo podrían resolverse, en el marco de dicho acuerdo, con una baja de la tasa de interés a niveles razonables y aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel futuro hoy imposible de determinar.

Sin embargo, sus consecuencias sociales serían inaceptables, ya que implicaría que el consumo de los hogares disminuya en magnitudes sólo compatibles con el 25% de la Población Económicamente Activa desempleada, y el 50% de la población total en situación de pobreza.

La dudosa viabilidad social del "nuevo modelo" no es el único obstáculo. También es incierta la capacidad del Gobierno de cumplir con sus compromisos, tanto por la imposibilidad de lograr los objetivos acordados en materia inflacionaria y fiscal, como por el desvío del objeto del préstamo cuando se utilizan esos fondos para la contención del valor del dólar.

Barajar y dar de nuevo


Ahora bien: ¿es posible encarrilar la economía en los meses por venir?

Dentro de los esquemas de la alianza Cambiemos la respuesta es, decididamente, ¡NO!

Como ya fue señalado ("Ay Patria mía", BAE Negocios, 7/5/2018): "el autodenominado mejor equipo de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en riesgo la continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos político, económico y social".

El actual escenario está signado por el carácter explosivo de la configuración económica. Si la resolución de esta crisis queda librada a las urgencias del conflicto social, sus derivaciones anómicas nos enfrentan al peligro cierto de la potenciación del caos.

Es necesario, para evitarlo, un rotundo cambio en la orientación económica, que permita restituir los equilibrios elementales, dinamizar el aparato productivo y proteger al conjunto social en forma simultánea. Eso no es posible sin el concurso de los cuerpos orgánicos de la Nación (instituciones constitucionales y organizaciones empresariales, sindicales y sociales), que deben tomar conciencia de la situación que enfrentamos y actuar con el compromiso y la prudencia que la hora reclama.

Sin eximir de responsabilidad a ninguno de los actores, la mayor de ellas cae sobre el ámbito de la representación política del conjunto de la sociedad, la Asamblea Legislativa, cuando finalmente se convoque al primer mandatario ante los estrados judiciales por las investigaciones sobre el "club de la obra pública" y sus ramificaciones sobre la familia presidencial, como recientemente sucedió en Perú.

Este es el ámbito que debe y puede proporcionar una alternativa capaz de devolver a sus cauces normales de funcionamiento al "todo armónico" de la Nación, evitando a la Patria y al Pueblo los estragos de la anomia.

1 “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE Negocios, 20/11/2018 y otros.
2 “Subir la tasa de interés. Un remedio peor que la enfermedad”, BAE Negocios, 23/7/2018.


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lunes, 20 de agosto de 2018

Pinta tu aldea y pintarás el mundo

Pinta tu aldea y pintarás el mundo


Por Lic. Guillermo Moreno*

Lic. Norberto Itzcovich*

Dr. Claudio Comari*



"Me asustas. ¡No me dijiste que no hay ninguna posibilidad de una supercrisis!".

Pese a lo tentador que resultaría escribir sobre el reconocimiento del ministro Dujovne, en un diálogo televisivo con un afamado relator deportivo, sobre la caracterización que oportunamente hicimos acerca del surgimiento de la supercrisis1, y las consecuencias vividas en su transcurrir, nos parece más oportuno centrar la mirada en los desafíos del porvenir.

Para ello, resulta ineludible realizar un correcto diagnóstico del contexto global. Hoy asistimos a una nueva era caracterizada por la puesta en valor de los vectores nacionales en los modelos de desarrollo. Esto es especialmente evidente desde la orientación que adquieren los Estados Unidos con D. Trump, Rusia con V. Putin y el proceso entrópico que atraviesa Europa, y deja atrás la antigua estructuración de la economía internacional2.

Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura han caído en la obsolescencia. El modelo socialista fue sepultado por los escombros del muro de Berlín, mientras que la globalización neoliberal se encamina hacia su sepulcro, y con ella sus instituciones regulatorias que, como el caso de la Organización Mundial del Comercio, sometían al conjunto de las naciones al cumplimiento de los preceptos del Consenso de Washington.

Es por ello que el Nuevo Orden Internacional (NOI) emergente, constituye una oportunidad para las fuerzas políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable podrá alcanzarse sólo si se generan las condiciones necesarias de integración mundial desde una posición competitiva.

En esta dirección, la administración del comercio exterior, desde la perspectiva de la demanda, y la baja de los costos primos unitarios, desde la de la oferta, se transforman en elementos determinantes de este proceso.

La revolución energética norteamericana


Dentro del modo de producción capitalista observamos tres momentos que podemos caracterizar como "revolucionarios", por la brusca caída de los costos primos unitarios en las funciones de producción.

Tales revoluciones son:

la industrial, en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, que le permitió transformarse en el "taller del mundo";
la de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la organización fabril, que le permitió a Estados Unidos internacionalizar su producción manufacturera; y
la energética, cuyo epicentro se ubica en Estados Unidos, y se asienta en la explotación no convencional de combustibles fósiles.
En este aspecto, y tal cual venimos anticipando en sucesivos informes y artículos, el propio Secretario de Energía norteamericano, Rick Perry, afirmó hace pocos días: "Los beneficios de nuestra revolución del shale han dado un tremendo impulso tanto a la economía doméstica como a nuestra seguridad energética".

Además, agregó "hace unos pocos años, en los EE.UU. los productores de gas gastaron miles de millones para construir instalaciones para importar dicho combustible. Hoy, por primera vez desde que Dwight Eisenhower fue presidente, nos convertimos en un exportador neto de gas natural".

El impacto del insumo energético en los costos del aparato productivo norteamericano arroja ya resultados visibles. En el segundo trimestre del año, el PIB norteamericano alcanzó el 4,1% de crecimiento, logrando una tasa de desocupación que tocó el menor nivel de los últimos quince años (3,9%), generando así, por primera vez en décadas, un crecimiento anual mayor al 2% en los salarios reales.

La ceguedad oficial


A principios del siglo pasado, la inserción internacional de la Argentina estuvo signada por la necesidad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en los mercados externos. Ello tipificó la economía local, cuyas tensiones se expresaron en la consigna que reflejaba una antinomia de manera clara y didáctica: "campo versus industria".

Desde su inicio, hace ya más de dos años y medio, el oficialismo ha intentado revalidar aquella vetusta consigna, a juzgar tanto por su errónea percepción del contexto global, como por su accionar en cuanto a las decisiones de política económica netamente destructivas del entramado manufacturero doméstico.

Su tozuda miopía le impide interpretar correctamente el NOI (lo que se evidencia, por ejemplo, en la insistencia de firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea), así como percibir la importancia de la energía como uno de los vectores de competitividad sistémica, lo que agrega una tensión adicional a las estructuras de costos empresariales.

El color de lo por venir


El contexto internacional constituye una invaluable "ventana de oportunidad" para impulsar, una vez finiquitado el actual esquema económico, la implementación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro país que, necesariamente, deberá estar orientado a la producción3.

Para ello, entre otros aspectos, el MoDEPyS deberá contener los dos elementos determinantes mencionados al comienzo:

por un lado, las políticas de Administración del Comercio Exterior (ACE), que tienen la virtud de complementar la determinación de un tipo de cambio de equilibrio, y coadyuven a generar la protección de mercado que las empresas necesitan, y
de otra parte, la disponibilidad de energía en cantidad y precio que les permita minimizar sus costos, mejorando en términos relativos su competitividad vis a vis el resto del mundo.
Achicar el diferencial entre los valores de la energía en EE.UU. y los que alcanza en nuestro país, actualmente de u$s4,79 por MBTU (promedio neto de subsidios), un 61,8% mayor al norteamericano, debe constituir uno de los objetivos a lograr en el marco del nuevo modelo de desarrollo4.

Ambos factores posibilitarán generar las condiciones endógenas necesarias para la búsqueda de un entorno de competitividad sistémica. Se trata de que la política económica, realizando una correcta apreciación de las condiciones de contexto, articule los instrumentos indispensables para lograr los objetivos simultáneos de crecimiento e inclusión social (desarrollo), garantizando el pleno empleo de los factores productivos.

Este es, sin dudas, el formato de nuestro futuro.


Por esto mismo es que de nada sirve asustarse, como le sucedió al mentado relator.

Por el contrario, es el momento de poner en juego nuestro optimismo que, como hemos dicho5, es ese espíritu de iniciativa requerido tanto para obtener la máxima ventaja posible de cada situación dada, como para la paciente preparación ante lo que está por venir.

1 BAE Negocios: Llegó la supercrisis, evitemos la hipercrisis (14/5/18).
2 BAE Negocios: El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional (5/9/18); Lo que ocupa a Trump a Macri ni le preocupa (26/11/17).
3 BAE Negocios: Cómo seguimos (29/1/18); Administración del comercio exterior, un imperativo del ahora (5/2/18), y otras.
4 Esto implica revisar el acuerdo que oportunamente la administración de YPF firmó con las empresas productoras de gas, donde se les garantiza, a mediano plazo, un precio de u$s7,5 por MBTU en boca de pozo.
5 BAE Negocios: El pesimismo es momentum del optimismo (31/7/17)

*MM y Asociados


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Entrevista en "La revancha, otra chance"

lunes, 13 de agosto de 2018

Te ganarás el pan

Te ganarás el pan


Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*




En los días que corren no es fácil ganarse el pan con el "sudor de tu frente". La pelea por los puestos de trabajo es el motivo que da formato a la III Guerra Mundial en cuotas de la que habla el papa Francisco, y nuestra Patria no queda exenta de tal confrontación.

Los argentinos pagamos con puestos de trabajo la incomprensión del oficialismo del mundo actual por una parte, y el insensato, por su inconsistencia, esquema macroeconómico desplegado, por el otro. Tristemente, el oficialismo no está a la altura de ejercer el "generalato" que transitoriamente le otorgó el voto popular.

Así lo ratifica el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS) que, recientemente, dio a conocer su informe mensual "Reporte del Trabajo Registrado"i, presentando las novedades del pasado mes de mayo, en el que se verifica una pérdida de más de 27.000 inscriptos respecto a abril, y se consolida la tendencia negativa que caracteriza a 2018.

Es que, desde diciembre de 2017, la pérdida de inscriptos contabilizada por el MTEySS para los primeros cinco meses del año supera los 127.000, de los cuales más del 83% de las bajas se registran entre asalariados: 56.000 pertenecen a los del sector privado y otras 50.000 a los del sector público.

Pero más allá de este alarmante señalamiento sobre la coyuntura, un examen más minucioso del reporte de la cartera laboral nos permite distinguir, en términos de la dinámica cuantitativa y cualitativa del empleo, tres ciclos durante el gobierno de Cambiemos:

► uno contractivo, desde su asunción hasta mediados de 2016;

► uno expansivo que, de la mano del aumento del gasto público y del endeudamiento de los particulares, se extiende hasta las postrimerías del año pasado, y

► una nueva fase destructiva, que tiende a profundizarse con el transcurrir de la Supercrisis.

Registrando el trabajo registrado


En los primeros seis meses del actual gobierno, la tendencia observada en el trabajo registrado fue netamente contractiva, con una pérdida cercana a 112.000 inscripciones, necesaria consecuencia de la asfixia al mercado interno determinada por el deterioro del poder adquisitivo de los ingresos populares ante el drástico encarecimiento de los alimentos con el que el oficialismo inauguró su administración.

Luego, a partir mayo de 2016 y hasta fines del año pasado, la tendencia se revierte, hasta alcanzar un saldo positivo de 327.000 nuevos registros desde la cantidad observada al momento de la asunción.

Coincidió esa dinámica con la fuerte expansión del gasto público, que fue espiralizando el déficit fiscal, y cuyo financiamiento en dólares sobreofertó al mercado de divisas, provocando la apreciación de la moneda doméstica, deteriorando así la competitividad de nuestras empresas en los mercados internacionales. En consecuencia, a la señalada ausencia de mercado interno se le adicionó la del externo, imposibilitando la inversión del sector privado, que además ha debido competir por el crédito disponible con el Estado, que pagaba (y paga) tasas de interés astronómicas.

Ante esa situación, la alianza gobernante, pese a sus previas diatribas contra el empleo público, tomó la decisión de sustituir a los particulares en la generación de puestos de trabajo, al tiempo que, mediante la expansión del sistema de asignaciones familiares, promovió la mejora en la registración laboral.

Ese ciclo expansivo del trabajo registrado, como ya hemos expresado en artículos anteriores y se verá en mayor detalle al continuar, se explica por la conjunción de las inscripciones de puestos de trabajo preexistentes, con la creación de nuevas posiciones. En este último grupo, los mayores aportes son los que provienen de los puestos de trabajo creados por los planes sociales (que se identifican como independientes monotributo social) y del empleo público.

Agotada esa fase, durante el desarrollo del presente año la dinámica destructiva volvió a convertirse en tendencia. Con ello, el saldo de la actual administración, desde su asunción hasta mayo, es de 213.000 nuevas inscripciones, poco más de la cuarta parte del total de puestos de trabajos necesarios para cubrir el crecimiento vegetativo de la población económicamente activa.

Acercando la lupa


En el gráfico, se puede observar en las líneas cuáles son las categorías de trabajo registrado que exhibieron tendencias predominantemente crecientes a lo largo del período.

Como se observa, sobresale la de independientes monotributo por la magnitud de su contribución. Sin embargo, este es un caso en el que la mayor parte de las nuevas registraciones no corresponden a la creación de puestos de trabajo, sino que son explicadas por la inscripción de posiciones preexistentes declaradas a partir de estímulos fiscales. Es que, a partir de abril de 2016, el Gobierno Nacional decidió que esta clase de independientes monotributistas podrían acceder al sistema de asignaciones familiares, del que estaban excluidos hasta ese momento, decisión que tuvo un fuerte y sostenido impacto, alentando la registración de posiciones antes desempeñadas en el ámbito informal de la economía.

Los trabajadores inscriptos como independientes monotributo social muestran un sistemático crecimiento que, como ya señalamos, se corresponde con la expansión de los planes sociales, tendencia que podría estar revirtiéndose desde el segundo trimestre de este año.

También se observa un persistente incremento, aunque de inferiores órdenes de magnitud, entre los asalariados de casas particulares, cuya dinámica también podría estar influida por mejoras en la registración de trabajadores.

Pero las restantes categorías, graficadas con barras, han mostrado una dinámica oscilante a lo largo del gobierno de la alianza Cambiemos.

La categoría más típica de registración para trabajadores por cuenta propia, profesionales y pequeños empresarios, es la de independientes autónomos, que fue la que mostró las menores variaciones entre noviembre de 2015 y mayo de 2018, finalizando con una pérdida de alrededor de 12.000 posiciones.

También es negativo el saldo entre los asalariados del sector privado, con una pérdida de 28.000 inscriptos respecto de noviembre de 2015. A lo largo del período, se observan importantes oscilaciones, en las que el límite inferior se alcanza hacia mediados de 2016 (-131.000). Son muy pocos meses en los que la cantidad de registros superan el nivel de inicio de la serie. El segundo trimestre del corriente año, muestra el comienzo de una nueva tendencia decreciente.

Contrariamente, entre los asalariados del sector público se verifica un saldo positivo de 37.000 registros. En el gráfico se pueden observar los procesos de disminución que estacionalmente ocurren en los primeros meses de cada año en ese segmento del mercado de trabajo doméstico (que se asocia con finalizaciones de contratos y jubilaciones), y los posteriores ascensos que no sólo recuperan las pérdidas, sino que tienden a superar los picos precedentes.

Tanto en los saldos de cada categoría durante el período, como en las dinámicas observadas en su transcurso, se evidencia una extrema sensibilidad del mercado de trabajo a las decisiones gubernamentales.

La acción estatal explica 219.000 nuevas inscripciones si sumamos:

► las determinadas por el estímulo a la inscripción de independientes monotributistas (123 mil),

► el crecimiento de los planes sociales (60 mil), y

► del empleo público propiamente dicho (37 mil).

Al tiempo, las dos categorías típicas del sector privado en el entramado productivo, asalariados e independientes autónomos, presentan saldos negativos, y acumulan una pérdida de 40.000 posiciones entre la asunción de Cambiemos y mayo de 2018.

El gráfico que antecede también muestra la sensibilidad del empleo en las empresas ante la política pública, atento a que los períodos de ascenso se vinculan estrechamente a los de expansión del gasto fiscal, especialmente en el dirigido a la obra pública.

Finalmente, en la producción de servicios no orientados al mercado, los hogares como empleadores mostraron el desempeño positivo (+34 mil) previamente señalado.

A cuatro meses vista


Como lo explicitamos reiteradamente, la economía argentina ha pasado a desempeñarse en un escenario de Supercrisis, por lo que, sin considerar el impacto de probables hechos disruptivos, el empleo, al igual que los ingresos populares y el mercado doméstico, seguirá contrayéndose.

Es previsible que los trabajadores que debieran incorporarse al empleo en lo que resta del año por el crecimiento vegetativo de la población, no logren hacerlo, al tiempo que continúe el proceso destructivo tanto en el sector privado (registrado y no registrado), como en el público.

De modo que, por no haber conseguido trabajo o haber perdido el que tenían, rondarían las 800.000 personas las que se sumarán al contingente de los desempleados, por lo que el año terminaría con un crecimiento cercano al 50% en la tasa de desocupación.

Esta es la triste verdad a la que, más temprano que tarde, deberemos ponerle remedio.

Informe elaborado sobre la base de registros administrativos de los sistemas de la seguridad social (AFIP). Contabiliza personas registradas. A fin de evitar duplicaciones, cada inscripto es considerado sólo en la categoría principal. BAE Negocios: “Llegó la supercrisis, evitemos la hipercrisis” (12/5/18); “La supercrisis se materializó” (21/5/18); y otros.

*M.M. y Asociados


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Entrevista en "Mas de lo mismo"

Entrevista en C5N

Entrevista en Edición Calificada

Entrevista en "Cabildo Abierto"

lunes, 6 de agosto de 2018

Panes y peces

Panes y peces


La mejora agrícola no alcanzará para compensar el mal desempeño de casi todos los sectores. A la menor cantidad de bienes y servicios se suma el empeoramiento de la distribución del ingreso
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Todos los evangelios del cristianismo relatan el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, narración que provee un prodigioso ejemplo de los principales conceptos económicos.

Según se describe, Jesús pidió a sus discípulos que alimentaran a miles de personas que se habían reunido ante su presencia, aunque inicialmente sólo contaban con cinco panes y dos pescados para hacerlo. Una vez que comenzaron la tarea de distribuir los alimentos, no sólo pudieron satisfacer el apetito de todos los concurrentes, sino que los sobrantes fueron ingentes.

A la multiplicación de los bienes, subyace el concepto de crecimiento, y a su reparto, el de distribución, conformando, en conjunto, el de desarrollo económico. Pero, tal vez con mayor relevancia, se presenta la enseñanza de que la satisfacción de las necesidades depende del acceso a los bienes (o servicios) satisfactores y no de una mediata representación, como es el dinero.

Y así como Jesús no habría podido alimentar a esa multitud mediante el reparto de denarios1, tampoco podrán satisfacerse las necesidades de los argentinos si no se producen, en cantidades suficientes, los bienes y servicios requeridos.

¿Cómo fue la producción de panes y peces?


Para ello, debemos analizar el comportamiento de una serie de indicadores macroeconómicos y sectoriales.

Pero, dado que el cálculo del Producto Interno Bruto ( PIB) se realiza de manera trimestral, y se publica con 90 días de rezago (en setiembre se informará el primer semestre de 2018), es necesario apelar a otro indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica ( EMAE) que describe, como variable proxy, el comportamiento mensual de la economía.

La abrupta caída de la actividad económica del 5,8% en mayo de este año, con respecto a igual mes del año anterior, sólo es equiparable a la de agosto del 2009, cuando la economía mundial se estaba desplomando. Asimismo, debemos remontarnos hasta el 2012 para encontrar un mes de mayo con un nivel menor al actual.

Cabe consignar que, si bien el EMAE permite inferencias que pueden no resultar suficientemente robustas, algunos indicadores generados en el sector privado para el primer semestre del corriente año, bastan para ratificar esos resultados:

la producción de acero crudo todavía se encuentra un 5% por debajo de la correspondiente a igual período de 2014;
lo propio ocurre con la de cemento Portland, con respecto al 2015 (-1%) y,
la fabricación de automotores resultó 39% inferior a la de igual período de 2013.
En síntesis, en el contexto del transcurrir de la supercrisis que se viene verificando desde finales del año pasado, resulta evidente el deterioro de todos los indicadores de desempeño de la actividad económica real, tal como lo fuimos anticipando oportunamente2.

El reparto de los panes y los peces


En un famoso programa cómico de la tv argentina repetían una frase que se transformó en saber popular: "antes de hablar quesería decir unas palabras", aludiendo a la obligación de tocar un tema que no se quería mencionar.

Esto viene a cuento de que, hacia fin del año pasado, la magnitud de las inconsistencias macroeconómicas nos indujo a afirmar que los comportamientos de sus principales indicadores eran de imposible previsión para el año 20183. Ello, es dable resaltar, en contraste con la posición de la mayoría de nuestros colegas, que sí las realizaron, y que a poco de andar debieron modificarlas.

Sin embargo, transcurrida largamente la primera mitad del año, resulta imprescindible formular alguna prognosis que coadyuve a la toma de decisiones de las empresas (ámbito donde mancomunan empresarios y trabajadores), ya que garantizar que subsistan la mayor cantidad de ellas cuando finalice este ciclo económico, es la razón de ser de nuestros análisis.

Por ese motivo, (sin dejar de señalar que la mencionada supercrisis y su potencial desenlace disruptivo continúa siendo el elemento dominante), estimamos el comportamiento de la actividad económica para lo que resta del año 2018, y luego elaboramos el Índice de Valor Agregado Bruto per cápita ( IVABpc), que permite visualizar la cantidad de bienes y servicios que se generan anualmente, en promedio, por cada habitante de nuestro país.

La decisión de tomar en cuenta el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía (que es la suma de los valores agregados de cada uno de los sectores de actividad), en lugar del PIB (como es habitual), radica en que permite dimensionar sin distorsiones (al no incluir los impuestos a los productos restados los subsidios; el IVA; y los impuestos a la importación) las cantidades de bienes y servicios producidos por cada uno de esos sectores.

Los resultados que arroja el IVABpc son lapidarios (aun partiendo de la información oficial de 2017, que adolece de serias inconsistencias4), y contradicen los más recientes pronósticos oficiales sobre la culminación del actual sendero de caída de la actividad económica hacia fin de año (producto de la buena cosecha de trigo), dado que esa mejora agrícola no alcanzará a compensar el mal desempeño de casi todos los sectores de actividad, incluyendo el resto de la actividad agropecuaria, la industria manufacturera, el comercio mayorista y minorista y la actividad inmobiliaria, entre otros5.

Claramente se observa como el stock de bienes y servicios de la economía por cada habitante se encontrará a fines de 2018 en su peor nivel en los últimos ocho años. Así, la población dispondrá, en promedio, de un 8% menos de bienes y servicios que en el 2010.

Adicionalmente, a semejanza del trillado ejemplo del pollo (en una isla con dos habitantes y dos pollos para comer, si una de las personas se come ambos y la otra sufre hambre, el promedio dirá que a cada uno se comió un pollo), al menor nivel de cantidad de bienes y servicios disponibles debe sumársele el notable empeoramiento de la distribución del ingreso.

Ambos efectos explican el considerable deterioro de las condiciones de vida de la población, que se puede observar, a simple vista, caminando por las calles de cualquier ciudad y pueblo de nuestro país.

Bajo el actual esquema económico, unos pocos van a tener la oportunidad de comprar carne importada de Japón a $14.000 (sí, catorce mil pesos) el kilo, en tanto la gran mayoría de nuestros compatriotas ya no podrán agasajar a su familia o los amigos con el tradicional asado que supo engalanar la mesa de los argentinos.

Para revertir esta situación, resulta imprescindible volver a implementar un modelo de desarrollo con énfasis en la producción, que garantice la adecuada dotación de "panes y peces" y que, al mismo tiempo, asegure su justa distribución, incluyendo a la totalidad de los habitantes del suelo patrio.


*MM y Asociados


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