lunes, 28 de agosto de 2017

Un presente de inconsistencia macroeconómica con estancamiento



Un presente de inconsistencia macroeconómica con estancamiento

Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios



No son pocos los analistas políticos y económicos que, a la hora de caracterizar el desarrollo de la coyuntura económica a lo largo del último año y medio, han apelado a la hipótesis de la incertidumbre política para explicar el porqué de los sucesivos aplazamientos de la lluvia de inversiones y del consecuente despegue de la actividad del ”segundo semestre“.

Aunque es imposible discernir en qué grado se combinan las genuinas creencias con la intencionalidad de incidencia política, lo cierto es que, ya sea de forma tácita o explícita, el análisis de las causales del estancamiento económico tiende a situarse en las variables exógenas. Pareciera ser que, pese al supuesto virtuosismo de la propuesta económica gubernamental, la incertidumbre sobre su continuidad en el mediano plazo se impone sobre el entusiasmo; el desaliento que produce la amenaza del ”retorno del populismo“ lleva a los agentes económicos a desertar de todo compromiso relacionado con invertir, sostener los niveles de empleo e, incluso, cumplir con las obligaciones fiscales.


Claro es que la política y la economía constituyen territorios íntimamente imbricados cuyas interrelaciones ya hemos mencionado en esta columna. Sin embargo, y tan cierto como lo que antecede, la susceptibilidad del funcionamiento económico respecto al ámbito de la política es tanto mayor cuanto más débil es la economía.

La volatilidad manifestada en los mercados bursátiles y financieros en el período pre y post electoral, sólo podría atribuirse a interferencias devenidas de la contienda política, si no estuviéramos atravesando un contexto de inconsistencia macroeconómica con estancamiento.


Que aumenten los salarios de los trabajadores mejicanos
La decidida apuesta del gobierno por ”volver al mundo“ se encuentra con un paisaje vacío equivalente al de llegar a una fiesta cuando ya están barriendo el salón; la globalización y la hegemonía del Consenso de Washington han fenecido y en el mundo se empiezan a adoptar las medidas de protección de las economías locales que aquí se desprecian. No faltan las paradojas en este desencuentro con la etapa histórica de la economía global; los EE.UU. no sólo entornan sus puertas a los productos importados sino que, en la redefinición del NAFTA, la solución buscada es la del aumento de los salarios: ¡de los trabajadores mejicanos!

El Gobierno obtuvo en las PASO la misma cantidad de votos que en la primera vuelta de 2015

Más allá de las felicitaciones y palmadas, los ejemplos de las exportaciones de limones y biodiesel e importación de carne de cerdo muestran el verdadero rostro del comercio mundial de hoy: pocos compradores y demasiados vendedores.

En la coyuntura, ello se patentiza en el persistente déficit en el intercambio de bienes, que ya superó los U$S3.400 millones y se incrementará hasta rondar los U$S5.000 millones a fines de 2017; a ello debe agregarse el originado en el intercambio de servicios y las divisas necesarias para la atención de los dividendos, regalías y servicios de la deuda externa.

El faltante de dólares para la resolución de este déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, será de alrededor de U$S24 mil millones a lo largo de 2017.

En tanto el set de precios relativos vigente, vis a vis con los del resto del mundo, impide que dicha brecha pueda cerrarse en el marco de la cuenta corriente mencionada, las resoluciones planteadas son el aumento de la inversión (esperanza del gobierno) o el endeudamiento (realidad presente) en moneda extranjera.

Perspectivas de la inversión
La inversión (extranjera o de residentes locales) mediante la utilización de dólares en volumen suficiente, podría cerrar (parcial o totalmente) el déficit mencionado de algún año. Incluso aportaría a la restitución del equilibrio en plazos más largos si su destino fueran proyectos que incrementen el ingreso de dólares comerciales a la economía local a través de la exportación de bienes o servicios.

Ahora bien, vale preguntarse cuál razón tendría más peso para determinar la ”llegada“ de esas inversiones ¿la rentabilidad esperada de los proyectos o el resultado de una elección legislativa?

La rentabilidad de los proyectos de inversión en el mercado local, en general, dejan mucho que desear para suponer que es posible que se produzcan en un nivel tal que cierren dicha brecha.

Ello es producto, entre otras causas, de que la recuperación del mercado interno ofrece límites evidentes dada la dificultad de ampliar el consumo de vastos sectores poblacionales. El incremento en el precio de los alimentos (que la eliminación de las retenciones y la revaluación cambiaria determinaron), sumado a los aumentos en consumos básicos como las tarifas y otros servicios públicos, ha modificado la estructura de los presupuestos familiares, limitando la capacidad de gastos en bienes o servicios no esenciales.

Las expectativas de adecuados retornos a la inversión quedan entonces moderadas tanto por la imposibilidad de profundizar en los actuales mercados externos o conquistar nuevos, como por las limitantes del mercado interno, agravado a su vez por los estímulos que el gobierno y el Banco Central de la República Argentina (BCRA) otorgan a aquellos que orientan sus excedentes al financiamiento del déficit fiscal y cuasifiscal.

Los fondos captados mediante diferentes instrumentos públicos son los mismos que debieran dirigirse a la inversión.

Cualquiera sea el resultado de la elección de octubre, no se insinúan mejoras en el contexto que permitan anticipar el necesario aumento en la formación de capital.

El camino del endeudamiento
En el ”mientras tanto“ (que ya lleva dieciocho meses), el endeudamiento en moneda extranjera ha permitido no sólo proveer a la economía de los dólares necesarios, sino también financiar simultáneamente el cuantioso déficit fiscal. Ahora bien, este mecanismo no puede ser eterno: tarde o temprano habrá escasez de prestamistas.

Por ahora nuestro país, no sólo genera menos dólares de los que gasta, sino que las diferentes instancias de gobierno (principalmente el Poder Ejecutivo Nacional) tampoco logran conseguir los pesos que el estado requiere para sus gastos domésticos, por lo que la proyección del déficit fiscal consolidado (Nación, Provincias y cuasifiscal del BCRA) indica que orillará el 11% del Producto Interno Bruto durante 2017.

El endeudamiento en moneda extranjera por parte del gobierno nacional ha permitido hasta hoy complementar la disponibilidad de dólares requeridos por el propio sector público y el sector privado.

Todo ello implica, como mencionamos, que el sector público finalmente compite con el privado en la captación de los excedentes. El resultado, hasta hoy, ha sido que el financiamiento de las cuentas públicas ha prevalecido por sobre la inversión privada como destino.

Conclusión
El resultado de las elecciones PASO muestra que el gobierno obtuvo -aproximadamente- la misma cantidad de votos que en la primera vuelta de las presidenciales de 2015, sin sufrir fugas del tipo ”voto castigo“ ni ampliar su base de sustentación. Presentado como un triunfo del oficialismo derivó, en lo inmediato, en una recuperación de la bolsa de valores y una mayor oferta de dólares del sector privado. Sin embargo, ninguno de los obstáculos mencionados fue removido; tampoco lo hará ningún otro resultado.

Más allá que, fundadas en las contingencias políticas, pudieran existir prevenciones entre los agentes económicos, el verdadero basamento del estancamiento es la inconsistencia del esquema macroeconómico, que perturba el normal desempeño del mundo de los negocios.

*MM y Asociados


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lunes, 21 de agosto de 2017

¿Hay brotes verdes en la economía?


¿Hay brotes verdes en la economía?


Todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se perciben contractivos

Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Las comparaciones son odiosas reza el dicho utilizado popularmente en muy diversas circunstancias. Maradona o Messi, milanesa o asado, cerveza o vino, son algunas de las discusiones que nos entretienen a los argentinos.
Sin embargo, en materia económica casi no existe otra posibilidad que evaluar o analizar los distintos períodos históricos en comparación con otros. Y para ello resulta necesario expresar parte de la realidad en la construcción de determinados indicadores que permitan hacer lo más objetiva posible dicha contrastación.
Aislando los factores nominales (precios locales, precios internacionales, tipo de cambio, tasa de interés, etc.), es relevante verificar lisa y llanamente el comportamiento de la producción física, al menos en las ramas de actividad en las que eso es posible.
Todo ello viene a cuento de la polémica que, prácticamente desde el segundo trimestre de 2016, viene planteando el gobierno nacional en lo que ha dado en llamar el surgimiento de los ya famosos “brotes verdes”. El año pasado, según el consenso generalizado, la realidad dio por tierra con esas expectativas.
De manera desesperada, como un buzo que busca oxígeno, desde las esferas oficiales y las consultoras oficiosas se viene destacando que este año la aparición de brotes verdes es verificable, es decir que existirían indicadores sobre la actividad económica que mejoran en 2017, respecto del año 2016.
Sin embargo, un análisis riguroso y lo más objetivo posible debe incluir, necesariamente un período más largo de tiempo, al observar las series históricas de la estadística que se pretende estudiar.

La economía real

Para analizar ese comportamiento se tomaron distintos períodos, trimestrales, de 5 meses, o de 7 meses, de acuerdo a la disponibilidad de información.
Así, por ejemplo, en el caso del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que publica el Indec, y constituye un anticipo de la serie trimestral del PIB, el resultado de mayo de 2017 (último dato oficial publicado) muestra un crecimiento de la actividad económica de 3,3% con respecto a igual mes de 2016. Sin embargo, si la comparación se realiza contra mayo de 2015, la economía prácticamente no se movió (0,07%). Peor aún, al comparar el acumulado del crecimiento en los primeros cinco meses del año 2017 vs. igual período de 2015, la torta es 0,01% menor.
Al análisis de esta variable debiera agregarse el crecimiento vegetativo de la población (aproximadamente 1% por año), por lo que hay una población más grande para repartir una torta más pequeña.
Dos de los sectores más beneficiados con las primeras medidas de gobierno hacia finales de 2015 (quita de retenciones más devaluación) fueron la actividad agropecuaria y la minería.
El primero encuentra (según la propia desagregación del EMAE) su actividad en 2017 en niveles 4,5% inferiores a los de 2015, comparando el acumulado de los cinco primeros meses de cada año.
Algo similar ocurre con el sector de explotación de minas y canteras, con una caída de 9,8%.
La industria manufacturera y la construcción también perdieron terreno, con mermas de 4,5% y 5,4%, respectivamente, en el mismo período.
La producción de vehículos creció 1,2%, entre julio de 2016 y julio de 2017, 1,23% (37.706 y 38.169 vehículos, respectivamente); pero aún está lejos de los 45.253 fabricados en el séptimo mes de 2015.
Parecida performance se verifica si se considera el acumulado de los primeros siete meses del año. Los 257,6 mil vehículos producidos representan una caída de 1,6% respecto de igual período de 2016 y de 18,3% en relación a las 316 mil producidas en siete meses de 2015.
La fabricación de acero crudo, correspondiente a los primeros siete meses de 2017, fue de 2,5 millones de toneladas resultando 4,5% superior a la de igual período de 2016. Sin embargo, aún está 11,9% por debajo de la de dos años atrás (enero-julio 2015=2,87 millones de toneladas).
Por su parte, según estimaciones de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland el 2017 terminará con 11,6 millones de toneladas despachadas, incluyendo exportaciones, lo que representa un alza de 6,3% con respecto a 2016. También en este caso, esa cantidad representa todavía un 5,1% menos que los 12,2 millones despachados en el año 2015.
Este desempeño de la economía provocó además que en el primer trimestre de este año (último dato oficial disponible) se alcance un nivel de desempleo de 9,2% para los 31 aglomerados en donde se lleva a cabo la Encuesta Permanente de Hogares, y del 11,8% en los partidos del Gran Buenos Aires; mientras en el primer trimestre de 2015 aquel guarismo fue de 7,1%. Hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2007 para encontrar una tasa de desocupación mayor (9,8%).


Déficit fiscal, endeudamiento y posibilidades de repago


Desde la perspectiva fiscal el aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para financiar gastos corrientes, constituye un entorno de peligrosa inconsistencia macroeconómica.
Después de los reiterados anuncios oficiales acerca del shock de inversión, la participación de la Formación Bruta de Capital Fijo en el PIB prácticamente no ha crecido en dos años, pasando de representar el 19,0% al 19,1% del producto entre los primeros trimestres de 2015 y 2017.
La mayor deuda no está correlacionada con un crecimiento del stock de capital y cuando sea necesario atender los servicios de la deuda, la economía no habrá aumentado su capacidad productiva.
Por su parte, la generación "genuina" de dólares a través de la balanza comercial, tampoco ayuda a clarificar el panorama ya que acumula, en el primer semestre de 2017, un saldo negativo de u$s2.613, con lo que finalizaría el año con un resultado mucho peor de lo que el propio gobierno proyectó en la Ley de presupuesto. Esto en un contexto donde, además, las exportaciones vienen cayendo en términos de cantidades, en los primeros dos trimestres del año.
Ello, junto con el déficit en la cuenta de los servicios, impacta de manera negativa en el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que en el primer trimestre de este año resultó negativa en U$S 6.871 millones, un 39% y 30% peor que en iguales trimestres de 2016 y 2015, respectivamente.
La estimación del déficit fiscal nacional para el cierre de 2017 se ubica en 7,4% de PIB, a lo que debe adicionarse aproximadamente 1 punto más de las provincias, y 2 puntos que se originan en la persistencia del pago de altas tasas de interés por parte del BCRA (déficit cuasi fiscal). En consecuencia, el sector publico necesitará un financiamiento cercano a 10,5 puntos de PIB, equivalentes a entre 50 y 55 mil millones de dólares por año.

La toma de decisiones en contexto


Más allá de las intenciones de unos y otros por enfatizar las virtudes o los defectos en cuanto al comportamiento de la economía, es indudable que, independientemente también de la interpretación política del resultado de las PASO, la situación en materia económica continúa siendo de extrema delicadeza.
Ante la espiralización del déficit fiscal debería haberse producido su contraparte en términos de dinamismo del consumo interno, hecho que hoy no se verifica en el mercado.
En síntesis, todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se perciben contractivos.
En el ámbito empresario, ello obliga como hemos señalado en esta misma columna, a agudizar los sentidos que conducen las riendas de la prudencia en las decisiones de negocios.
Queda el interrogante pendiente acerca de por qué se incrementaría la oferta si pari passu no lo hace la demanda.


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martes, 15 de agosto de 2017

Las elecciones y la economía



Las elecciones y la economía

Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios



Tal como anticipamos desde esta columna, la coyuntura económica comenzó a experimentar cierto nivel de convulsión en simultáneo con el desarrollo del proceso electoral. En la antesala de las recientes elecciones PASO, el nerviosismo de las operaciones fi nancieras -que por su inmediatez se evidenciaron en el día a día-, puso de manifi esto la incertidumbre que atravesaron la mayoría de los agentes económicos.

La economía en lo inmediato


Vale puntualizar que, pese a los anuncios optimistas basados en los datos ofi ciales de mayo y de junio, no se avisoran impactos sustantivos en el nivel de actividad.

El escenario económico en el que se desarrollará el segundo semestre ya está definido. Sus contornos han sido esculpidos por las ambivalencias en las que transcurrió el primer año y medio de políticas económicas de la administración Macri, especialmente las del ámbito de las finanzas ampliadas (articulación de las políticas fiscales, monetarias y financieras), que presentan, como único horizonte para lo queda del año, la persistencia de los desórdenes fi scal y cuasifi scal, y la continuidad de la cobertura de esos baches mediante endeudamiento y, más que nunca en los últimos años, el valor del tipo de cambio quedará sujeto a la dinámica que impongan la oferta y demanda de dólares estadounidenses.

Los resultados de las elecciones, que se presentan como un “éxito” electoral del gobierno, aunque su impacto haya sido mayor en el plano comunicacional que en el de las “efectividades conducentes”, finalmente, patentizaron nuestra aseveración: “la ‘realidad publicada’ no necesariamente refleja la totalidad de matices de la realidad pública, cuya complejidad sí se expresará durante el proceso eleccionario y no será forzosamente concurrente con la primera, lo que podría agudizar las sensibilidades de los agentes que interactúan en los diferentes mercados, presentándose sobre-reacciones u otros factores disruptivos”.

La coyuntura


El gobierno nacional sigue enfrentando una muy compleja situación. Los principales objetivos económicos están lejos de poder cumplirse: la inflación continúa por encima de las metas planteadas, los desequilibrios fiscales tienden a incrementarse al igual que el déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos, la producción de bienes y servicios se encuentra por debajo de los niveles de 2015 (al igual que el consumo), mientras se deterioran los niveles de vida de numerosas familias, a lo que se suma la volatilidad que experimenta el mercado cambiario en el último bimestre.

Si el ordenamiento de las variables de la economía de por sí ya presentaba difi cultades intrínsecas de considerable magnitud, a ello se suman las que provienen del resultado de las elecciones primarias. Por un lado está la presión para implementar las políticas que sus cercanos analistas le sugieren (correcciones bruscas o políticas de shock), para el que los resultados no proveen suficiente legitimidad; por el otro la de mantener el actual esquema de “gradualismo”, cuya continuidad depende de la aceptación en los mercados de las sucesivas emisiones de deuda.

El concepto es “rienda corta”: defendamos el negocio


Sin que resulte esperable la disipación de la incertidumbre y de las amenazas de volatilidad, el desafío de las empresas sigue planteado en el orden de continuar operando sin exponerse a riesgos cuyos resultados pudieran ser irreversibles. Recae sobre las gerencias la enorme responsabilidad de prever lo que hasta hace pocas semanas parecía improbable; saber el qué y el cómo puede resultar insuficiente por desconocer el cuándo.

De allí que la presente etapa requiere esfuerzos lindantes con la desmesura; este costo a pagar por tener la mirada atenta y el oído abierto 24 horas al día -los siete días de cada semana-, serán un precio más que módico al lado de lo que pudiera acontecerle a quien se distraiga.

El estrecho contacto con proveedores, clientes y consultores ayuda a adecuar el timing de las operaciones: en el diario de hoy sólo aparecen las noticias de ayer. Los actores de los mercados en el que cada empresa participa son los que proveen las señales que deben ser decodi- fi cadas con particular sensibilidad, pero la agudeza para captar los signos, más aún si son sutiles, se desarrolla y perfecciona en la experiencia; de ahí que, además de valorar a los informantes claves, es un buen momento para convocar a los “mayores”, aquellos que, hoy alejados de la cotidianeidad del negocio, han desarrollado su sensibilidad en la experiencia de años de timonear en diferentes contextos y transitando las duras tormentas.

Finalmente, insistimos en el criterio de someter las operaciones a las reglas de la prudencia; en este escenario de exposición a incertidumbres y eventuales disrupciones. Como expresáramos desde estas mismas páginas:

“Prudencia implica entonces, en el corto plazo, la vigilancia para mantener alineados los pagos con las cobranzas (tanto cuanto la posición en el mercado lo permita), y conservar equilibrada la relación entre las ventas y los stocks.

También parece aconsejable optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en divisas (si se factura en pesos) y, en los casos en que ello no sea posible, disminuir los riesgos apelando a los instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello conlleve incrementos de los costos.

(...) Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. En algunas actividades, llanamente se trata de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en las que mantener vigente el concepto de empresa en marcha es el criterio de éxito”.

Vigilia atenta y permanente, serena sensibilidad y equilibrada prudencia, aparecen como atributos indispensables para el corto y mediano plazo.


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Entrevista en "Estado de situación"

lunes, 7 de agosto de 2017

Caen el empleo y los salarios reales: ¿Mejora la distribución?



Caen el empleo y los salarios reales: ¿Mejora la distribución?

Lic. Guillermo Moreno*
Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*

Hace pocos días el Instituto Nacional de Estadística y Censos publicó un informe sobre los resultados de la “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”, correspondiente al primer trimestre de este año.

La cuenta de generación del ingreso (CGI) muestra cómo se distribuye el valor agregado bruto (VAB) creado por la economía de un país, entre los distintos factores productivos.

Antes del cambio efectuado en el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993, luego actualizado al 2008, que utilizan la mayoría de los paí- ses, era conocida como la distribución funcional del ingreso.

Un incremento de la participación de los asalariados en el ingreso puede ser interpretado como una mejora de la distribución personal del ingreso. En la actualidad, dado que muchos individuos son asalariados con alta remuneración, la relación entre distribución funcional y personal es más imprecisa.

La CGI se compone de la Remuneración al trabajo asalariado (RTA); el Excedente de explotación bruto (EEB), que es el saldo contable de las empresas constituidas en sociedades (excedente o el déficit devengado de los procesos de producción) obtenido una vez que se restan del valor agregado, la remuneración de los asalariados y los impuestos menos las subvenciones sobre la producción; el Ingreso mixto bruto (IMB), que es aquel producido por agentes donde no puede diferenciarse la parte correspondiente a la remuneración del trabajo realizado por el propietario, del rendimiento obtenido como empresario (monotributistas, autónomos), y por último la “remuneración” del Estado vía percepción de impuestos denominada Otros impuestos sobre la producción netos de subsidios (T-S).

Perdieron los trabajadores y perdieron los empresarios


Los resultados oficiales muestran una participación de 55,6% para la RTA; 35% para el EEB; 12,2% IMB y -2,8% para los otros impuestos netos de subsidios a la producción.

Un primer análisis liviano de esos guarismos puede arrojar conclusiones falaces. Si bien efectivamente la RTA superó el histórico anhelo del fifty-fifty, al indagar en las causas que arrojan estos porcentajes, las conclusiones no son tan positivas, al menos desde el punto de vista de la macroeconomía.

En efecto, al realizar un estudio por sector de actividad, se verifica que los que más inciden en el supuesto “logro” distributivo son los asalariado intensivos que además están relacionados ya sea por la prestación directa de la actividad o por la recepción de subsidios, con la actividad estatal.

Al comparar los primeros trimestres de 2017 y 2015 se registró una disminución de la actividad, que en el sector agropecuario alcanzó el 3,9%, en la industria manufacturera el 3%, en la construcción el 4%, y en el comercio el 0,6%, por mencionar los principales sectores donde el capital privado es generador de empleo.

Ello repercutió en la participación que esas actividades perdieron respecto del total del Valor Agregado Bruto de la Economía en ese período.

En efecto, la actividad agropecuaria pasó de representar el 6,4% al 6,1%, la industria manufacturera del 20,% a 19,6%, la construcción del 4% al 3,8% y el comercio del 15,6% al 15,4%.

Por el contrario, las actividades de la administración pública (incluyendo salud y enseñanza) pasaron de representar en conjunto el 10,4% al 10,7% del VAB, en tanto la participación de los sectores transporte y comunicaciones crecieron de 9,5% a 10,3%.

Por su parte, los resultados del componente T-S de la CGI muestran que el estado, en lugar de ser remunerado, se vio obligado a erogar dinero (subsidios) por casi el 3% del total del VAB, principalmente en las ramas ´electricidad, gas y agua´, que se llevó algo más de la mitad de ese total de subsidios y la de ´transporte almacenamiento y comunicaciones´.

Inconsistencias macro repercuten en menos actividad y menos trabajo


El mercado interno no “tira” de la demanda. El externo tampoco, por las deterioradas condiciones de competitividad de la economía argentina.

Las dificultades que atraviesan vastos sectores de la economía se plasman con toda crudeza en los cierres de plantas que numerosas empresas (algunas de ellas emblemáticas) han dispuesto a largo del corriente año, por múltiples y variadas causas. Al agotarse las posibilidades de extender las condiciones de funcionamiento a la espera de la recuperación de la actividad, se vieron forzadas a la realización de ajustes.

Corroborando las hipótesis planteadas, el comportamiento del mercado de trabajo también muestra una importante contracción, que afecta principalmente al sector privado. La tasa de desocupación alcanzó al 9,2% de la población económicamente activa en el primer trimestre del año, llegando a casi 12 puntos en el conurbano bonaerense. Las proyecciones de las estadísticas oficiales (de los 31 aglomerados urbanos a la totalidad del país) dan cuenta que hay 402.000 personas ocupadas menos que en 2015, a lo que se adiciona como déficit los 444.000 mil puestos de trabajo que debieran haberse creado para la absorción del crecimiento vegetativo poblacional.

El examen de las estadísticas realizadas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) a partir de registros administrativos, sugiere que los incentivos a la registración dan como saldo un crecimiento de la inscripción de empleos previamente existentes, sin que se hayan creado nuevas posiciones.

La decisión de financiar el dé- ficit fiscal (que consolidado con provincias y cuasi fiscal asciende a casi 11 puntos del PIB) con deuda, junto con la demorada expansión del consumo de los hogares por efecto de la constante pérdida de poder adquisitivo, provocó que el desempeño de la economía real se haya visto encorsetado.

Es la fuerte inconsistencia económica de las variables macro la que conduce a esta debilidad observada en los procesos de inversión privada, generando la consiguiente baja sistemática de la productividad de la mano de obra.

En consecuencia, puede inferirse de manera inequívoca que el reflejo de la supuesta mayor participación de los asalariados en el reparto de un producto cada vez más pequeño, lejos de ser consecuencia de una mejora en la distribución del ingreso, responde al ajuste al cual el sector privado de la actividad económica debió someterse, producto de las políticas desarrolladas por el actual gobierno nacional.


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Encuentro de Técnicos y profesionales

Gustavo Vera

Entrevista en "Abrir el juego"