lunes, 25 de diciembre de 2017

En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!

En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Alguna vez, con su célebre ironía, el presidente Perón describió que algunos malinterpretaron su conocida consigna y se pusieron más vigilantes que atentos.

En este caso, y para evitar confusiones, nos referimos a que debemos estar muy atentos al comportamiento económico general y también muy vigilantes respecto a la propia empresa. Tal conducta es requisito para eludir las amenazas que se ciernen sobre las unidades de negocios, al agudizarse los riesgos que encierra la declinación de la actividad productiva en un contexto de inconsistencia macroeconómica creciente, con conflictividad social en aumento.

La paciencia Zen no era infinita


La caída en las ventas de los inicios del gobierno de Cambiemos, fue (para muchos) tolerable a condición de que se iniciara, a posteriori, una etapa de ascenso. Sin embargo, a la leve recuperación registrada entre fin del año pasado y las elecciones, le sucedió un nuevo (y en algunos casos drástico) desplome. Ya no reditúa vender esperanza porque la paciencia para transitar un nuevo ciclo recesivo se ha agotado.

Nuestros estudios de opinión pública, al igual que los de muchos colegas, indicaban que el balance del primer tramo del gobierno de Macri resultaba predominantemente negativo, sin que ello se constituyera en óbice para otorgarle una nueva chance de dar satisfacción a las expectativas generadas.

Esa conjunción, de un balance negativo de lo actuado con anterioridad, con las expectativas de mejoras, planteó un desafío al gobierno para la segunda mitad de su mandato: debía dar respuestas tanto almundo empresarial como al del trabajo, que esperan la obtención de resultados, pero ya sin contar conla ventaja de ser una gestión nueva, y partiendo de una base de disconformidad con el desempeño previo. La conflictividad social emergente durante el corriente mes de diciembre pareciera estarexpresando tal tensión en los estados de ánimo colectivos.

Es así, ya que el verdadero caldo de cultivo del visible malestar es la parálisis, o retroceso, que cada uno experimenta en su actividad económica, una vez superadas las elecciones, más allá de que se haya expresado a partir de los debates por la reforma jubilatoria.

No es casualidad entonces, que la mayor concentración de "caceroleros", se registrara en zonas de clasemedia de grandes centros urbanos, donde predominan comerciantes, pequeños empresarios y profesionales. El malhumor de los mercados, al que hemos aludido en esta misma columna la semana pasada, no es el de la "city", sino el de la economía real, aquella de "carne y hueso".

En este marco, las palabras del Presidente de la Nación (con las que, subrayábamos dos semanas atrás, concuerdan los diagnósticos de todas las bibliotecas económicas), caracterizando a la macroeconomía "en una posición de altísima fragilidad" y que se orienta "a estallar", catalizaron el proceso.

Y claro, también podría tratarse de una profecía autocumplida, toda vez que se han agotado los motores de la efímera recuperación (no es posible seguir expandiendo el gasto público y empiezan a frenarse los créditos a particulares por la fragilidad del sistema financiero), y no quedan herramientas disponibles para revertir el ciclo.

Por ello es esperable que el mercado interno siga deprimido, en tanto:

► no se reconstituya el poder de compra de los sectores populares,

► el comercio internacional siga en situación de desventaja para la producción local, y

► la política monetaria continúe dificultando el financiamiento del capital de trabajo de las empresas.

Todo esto a la vez que el "paquete de reformas", presentado como una panacea, ha sufrido una cantidad de retoques improvisados tal, que resulta imposible saber con precisión si el desequilibrio fiscal se redujo o, como parece, se magnificó.

Bajo estas circunstancias, es sensato pensar que la tensión política ha llegado para quedarse, y que incluso se expresará al interior de la alianza gobernante.

Atentos en la macro y vigilantes en la microeconomía

En este marco de dificultades, que agudizan la sensibilidad de los agentes que interactúan en los diferentes mercados (pudiendo incluso presentarse sobre-reacciones u otros factores disruptivos), resulta indispensable estar atentos a algunas de las siguientes señales macroeconómicas:

► el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Lebac y Pases) y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),

► el comportamiento del tipo de cambio (formal e informal),

► el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia sus proveedores), entre otros significativos indicadores del funcionamiento general.

A la vez, en lo microeconómico, es más que conveniente atenerse a los criterios de la prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto, buscando:

► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,

► optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos adicionales.

► la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores externos a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.

Insistimos en la idea de que, en esta etapa, la preservación de la compañía es un valor en sí mismo. Los riesgos, que suelen otorgar premios en los períodos de alza, pueden propinar duros castigos durante los períodos de retracción y, aunque ésta máxima es extensible a todas las empresas, vale especialmente para las pequeñas y medianas, corazón y nervio de nuestra economía, por su particular vulnerabilidad.

Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. Para algunos, llanamente se tratará de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en el que lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha será el mayor criterio de éxito.

No hay dudas...este es uno de aquellos momentos donde "empatar es ganar".

*MM y Asociados


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lunes, 18 de diciembre de 2017

Cuesta abajo… en las ventas

Cuesta abajo… en las ventas


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Especial para BAE Negocios

En esta época de balances de fin de año, estamos lejos de querer infundir pesimismo a nuestros lectores. Sin embargo, ello no nos exime de observar la realidad. Para nosotros el pesimismo es sólo un “momentum” inmanente del optimismo.

Como anticipamos, los meses de noviembre y diciembre transcurren con una preocupante baja de las ventas en la mayoría de los negocios, que terminarán, una vez descontado el efecto inflacionario, un 10% por debajo de diciembre de 2015.

Así, comienza a derramarse el malhumor en el mercado, dado que, luego de haberse recuperado los ingresos a partir del último bimestre de 2016 (sin desconocer situaciones particulares negativas), resulta difícil explicar si la actual baja es consecuencia de las incorrectas decisiones de los administradores de las compañías o, por el contrario, del propio comportamiento de la economía. Este artículo intenta contribuir a allanar esa duda.

Que en el mundo no cabía… no llegan las inversiones

Allá por diciembre de 2015, Mauricio Macri y sus consejeros económicos decidieron iniciar su gobierno con una fuerte devaluación que, junto con la disminución de las retenciones al maíz, trigo y soja, (en los dos primeros casos en forma total), provocó un profundo deterioro de los ingresos populares con la consiguiente retracción de la demanda global.

Posteriormente, se intentó revertir esa caída mediante el incremento de la inversión pública, aunque este proceso no fue inmediato, ya que sus efectos comenzaron a sentirse en el último bimestre del 2016, extendiéndose durante gran parte del 2017. La recuperación lograda sólo fue transitoria y trajo aparejada la espiralización del déficit fiscal.

A sabiendas de que esta situación no podía ser permanente, el gobierno cifró sus esperanzas en la “lluvia de inversiones” para reemplazar, con el sector privado como locomotora de la economía, al público. Es más, en un rapto de optimismo pensaba que, si dicho “maná” se direccionaba a sectores exportables, se podrían resolver las restricciones del sector externo.

Sin embargo, las dificultades que se expresan en la ausencia de condiciones de competitividad vis a vis los costos de producción de otros países, impidió (e impide) la concreción de este proceso, lo cual, a su vez, se trató de paliar, mediante políticas de modificación de tipo de cambio efectivas (reintegros, reembolsos, baja de retenciones, etc.) para las economías regionales, sin mayores resultados, ya que hoy se encuentran agonizando.

En el plano del mercado interno, va de suyo que los proyectos de inversión necesitan de una demanda sostenible a la cual colocar su producción de bienes y servicios. Situación harto difícil, por cierto, ya que el incremento en el precio de los alimentos, sumado a los aumentos tarifarios, han modificado la estructura de los presupuestos familiares, limitando su capacidad de gasto.

A ello se agrega que los fondos que debieran financiar la inversión privada son absorbidos por el sector público, dados los estímulos (altas y crecientes tasas de interés) que el gobierno y el BCRA otorgan a quienes orientan sus excedentes al financiamiento del déficit fiscal total.

Es evidente que tampoco por el lado de las inversiones, encontró el gobierno la salida al laberinto en el que voluntariamente se ha metido.

Entonces, hacia el mes de marzo de 2017, para tratar de agilizar una demanda global, el gobierno impulsó una política de otorgamientos masivos de créditos a las familias, tanto para la adquisición de viviendas, como de bienes de consumo (durables y no durables). Ello le permitió arribar a las elecciones de octubre sin interrumpir el ciclo iniciado en noviembre del año pasado.

Sin embargo, esta política alcanza sus propios límites, dado el nivel de endeudamiento de las familias y los descalces intertemporales en el sistema financiero entre el origen de los fondos (depósitos) y su aplicación (préstamos).

Esta situación, comienza además a encender luces amarillas sobre la posible afectación patrimonial que pudieran sufrir las instituciones bancarias.

En síntesis, ya no se puede seguir traccionando la demanda global con gasto público (el déficit fiscal total, bien medido, orilla el 11% del PIB), ni tampoco con consumo o inversión de las familias a partir de su endeudamiento.

¿Mi esperanza y mi pasión?… estas reformas no son solución

El presidente Macri reconoció que el consenso alcanzado por la disciplina económica es correcto, afirmando que si seguimos así…estallamos.

Ante este panorama inquietante, el gobierno apuesta nuevamente a generar un shock de inversiones, mediante las reformas laboral, impositiva y previsional, junto con el acuerdo de responsabilidad fiscal, que intenta disminuir el déficit consolidado total.

Sin embargo, la idea de que la mejora de la rentabilidad de corto plazo incentive las perspectivas de inversión privada es falsa ya que, para la maduración de los proyectos, las mejoras deben sostenerse en períodos de tiempo extendidos.

En este sentido, de las reformas presentadas, sólo la previsional (siempre y cuando se cumplan las proyecciones oficiales para 2018, fenómeno de difícil ocurrencia), impactará de acuerdo al objetivo originalmente planteado, aunque con el costo de afectar a más de 17 millones de jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares.

La baja de ventas, salvo situaciones particulares, es producto de las propias inconsistencias del diseño macroeconómico, y a esta altura el gobierno no tiene ya la posibilidad de revertir transitoriamente la situación, como lo hizo a partir de noviembre de 2016.

Así que sólo le resta a los hombres de negocios tomar las mejores decisiones “de gestión”, que les permitan preservar el concepto de “empresa en marcha”: no es tiempo de autoinculparse, porque la causa de la retracción de la facturación es, finalmente, externa a sus compañías.

Cabría decirle al gobierno, parafraseando la lograda frase que sintetizara una contienda electoral norteamericana, me bajan las ventas porque: ¡es la macroeconomía, estúpido!

*MM y Asociados


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lunes, 11 de diciembre de 2017

Un consenso inquietante sobre el actual diseño económico

Un consenso inquietante sobre el actual diseño económico


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Pocos meses atrás, cualquier ejercicio de interpretación de la realidad económica exponía al público a un esfuerzo hercúleo. La diversidad de diagnósticos, valoraciones y pronósticos reinante entre los economistas era de tal envergadura, que parecía imposible encontrar denominadores comunes que permitieran a cualquier lego asumir una posición como propia sin ejercer, al mismo tiempo, un acto de fe. Tal vez sin adquirir un formato explícito de debate entre colegas, la confrontación de los puntos de vista a través de los medios de comunicación, sumada a la fuerza brutal de los hechos, comienzan a parir extendidas coincidencias en la disciplina.

Sin embargo, al alivio que supone la disipación de la virtual Torre de Babel en la que parecíamos inmersos, le sucede lo inquietante de los contenidos del consenso encontrado: inconsistencia macroeconómica de base con perspectivas de irrupción de una profunda crisis sistémica.

La convergencia fue posible

En las diagnosis y proyecciones económicas lo que se pone en juego es la comprensión de la realidad. Se trata, ni más ni menos, de un intento de construir, desde conjuntos fragmentarios de informaciones dispersas, sistemas coherentes y articulados de conceptos, capaces de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas y presentes, así como de prever los itinerarios posibles del devenir.

Como todo proceso de producción de conocimientos, mucho más cuando se trata de una ciencia social, requiere para su éxito, además de la buena fe, cumplimentar las exigencias de adecuadas rupturas epistemológicas, misión imposible de llevar adelante sin la confrontación de los propios paradigmas con las evidencias que les son hostiles. Con mayor sencillez, el papá de uno de nosotros suele explicar que, si en una mesa para cuatro, cada uno tiene una idea y la comparte, al levantarse cada cual habrá cuadruplicado su sabiduría.

Hasta no hace mucho, los debates económicos se asemejaban a diálogos entre sordos. En esta misma columna subrayábamos en el mes de julio que "la prognosis del futuro económico inmediato de nuestro país está lejana a la expresión de un consenso; por el contrario, es un terreno de arduo debate que no pocos califican, equivocadamente, como una batalla entre el optimismo y el pesimismo."

Las discusiones, explícitas o implícitas, que la disciplina dio a través de medios tanto gráficos como audiovisuales, parece haber alcanzado niveles de maduración suficientes como para establecer nuevas bases de certezas compartidas. Pese a que la capacidad de difusión es dispar (y hasta desproporcionada), y que se asumieron formas, si se quiere, plebeyas de debate que trascendieron los acartonados círculos "aristocráticos" para darse de cara a la sociedad, los "contendientes" empezamos a encontrar, cada vez más, inesperadas coincidencias.

En esta misma columna, y en más de una oportunidad, hemos caracterizado el contexto como de profunda inconsistencia macroeconómica, y alertado tanto sobre las insalvables limitaciones que ello impone al crecimiento y a la inversión, como sobre los riesgos de alcanzar los puntos de ruptura del sistema. Al mismo tiempo, las inquietudes de nuestros colegas se enfocaban mayoritariamente, en esclarecer la cuantía que iba a alcanzar el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) este año y los subsiguientes, dando por descontados los "éxitos" que la actual administración obtendría en el terreno económico; por esta razón, lo que nosotros caracterizábamos como obstáculos estructurales de tortuosa superación, ellos apenas lo percibían como ligeras desviaciones susceptibles de fácil corrección.

La situación actual luce diametralmente diferente, encontrándonos con que, aún en las indisimulables discrepancias ideológicas y políticas, afloran comunes inquietudes, conceptos y hasta usos de la terminología.

El caleidoscopio de los economistas

Seguramente todos habremos disfrutado, al menos una vez, de jugar con un caleidoscopio, ese artefacto donde una imagen se replica en tres o más espejos. Algo similar ocurre con la economía de hoy; sin importar si se focaliza la mirada en el reflejo de alguna de las corrientes clásicas, ortodoxas o heterodoxas, la imagen percibida siempre es la misma, políticas económicas contradictorias que impiden conciliar:

► La (insostenible) estrategia fiscal,

► El creciente déficit de la balanza comercial,

► El escalofriante saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos (financiado con endeudamiento externo, sobre el que a la vez que se proyecta una sistemática revaluación cambiaria en términos reales), y

► El creciente déficit cuasifiscal, generado por la política monetaria, con la reactivación de un mercado interno severamente dañado y una imprescindible mejora en las ventas externas.

Los puntos de ruptura que, luego de haberlos señalado como amenazas por mucho tiempo, describimos en detalle en nuestra nota de octubre "Viento de cola en la política, nubarrones en la economía", también se hacen omnipresentes en el discurso de nuestros colegas. Con el máximo de los cuidados, para no descontextualizar las citas ni distorsionar su sentido, vale la pena repasar las afirmaciones recientes de algunos profesionales.

Javier Milei y Diego Giacomini, en una entrevista para un diario especializado, coincidiendo con MM y Asociados en que el déficit fiscal total consolidado alcanza al 11% del PBI, alertan que, si no se hacen correcciones urgentes, los funcionarios del gobierno "volverán a las andadas de la maquinita, vendrá la infleta, vendrá la devaluta y eso se llama piña". Germán Fermo no duda en calificar como "experimento" la política económica, en su nota titulada "Macri y una lotería sin plan: un acto de fe que sólo apuesta a la suerte".

Lorenzo Sigaut Graviña, en su reciente nota "¿Otra vez sopa? Condiciones necesarias para el desarrollo", sostuvo "La velocidad de acumulación de la deuda externa (títulos públicos/Tesoro) e interna (Lebacs/BCRA) preocupa. Si en un par de años el gobierno no logra bajar significativamente el déficit y la inflación, podríamos entrar en una etapa de incertidumbre sobre el repago de nuestros pasivos".

José Luis Espert expresó en un programa televisivo, que "Argentina está en una trayectoria insostenible" y que "esto que está haciendo Macri es absolutamente irresponsable"; en su nota "Los liberales quieren alertar al Gobierno", puso corolario a su reflexión con la advertencia de que "el Gobierno está haciendo lo mismo que condujo al fracaso de múltiples programas económicos, en particular el Plan Austral de Alfonsín y la convertibilidad () sostenida caprichosamente por De la Rúa hasta su explosión". Idéntica perspectiva expresa Juan Carlos De Pablo, quien afirmó sin hesitación: "así como vamos, chocamos".

El rector de la Universidad del CEMA y discípulo de Milton Friedman, Carlos Rodríguez, caracteriza que Argentina es "un país que está en un profundo desequilibrio", y amplía: "son más que atroces los desequilibrios que están generando el Banco Central, y la continuidad de la política de déficit fiscal, pero esta vez financiado con deuda externa. Van a explotar."

Carlos Melconian, ex presidente del Banco de la Nación Argentina y asesor del presidente Macri, en una reciente entrevista televisiva sostuvo que "el Gobierno cayó en la trampa de la inconsistencia fiscal y monetaria." Sobre ese mismo particular, él ha llegado a afirmar que "esto se va a la m...".

La aflicción incluso alcanza a los periodistas de opinión, como es el caso de Joaquín Morales Solá, quien en su nota de llamado de atención al gobierno "Una economía que demanda otras señales", apunta que "Las economías regionales se están apagando lentamente por obra de un dólar subvaluado. El déficit obliga a un endeudamiento cada vez mayor, que, a su vez, tira hacia abajo el precio del dólar y hace inviables las exportaciones y facilita las importaciones".

Opinión de muchos, consuelo de...

Con el parafraseo de la antigua expresión popular queremos hacer referencia al hecho de que, no necesariamente ni siempre, la coincidencia en las opiniones ayuda a formar las decisiones más favorables para el conjunto de la Nación.

Pero tan cierto como ello es que, cuando las opiniones coincidentes señalan con claridad prístina un final que está cantado, corresponde considerar si no es preferible corregir a tiempo. La incógnita que flota en el mercado es ¿Cambiemos quiere cambiar?; de la respuesta a este interrogante dependerá el sentido en que cada quien orientará sus decisiones empresariales.

Nosotros preferimos ser optimistas, pensando que el actual oficialismo adoptará las erudiciones sugeridas por los consensos alcanzados. Finalmente, todos coincidimos en que es necesario cambiar a Cambiemos.

*MM y Asociados

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viernes, 8 de diciembre de 2017

Entrevista en "Chiche 2018"

Algunos elementos conceptuales de un Plan Económico de Contingencia (PEC)



Algunos elementos conceptuales de un Plan Económico de Contingencia (PEC)



Lic. Guillermo Moreno
Lic. Pablo Challú
Lic. Sergio Carbonetto

Comienza a existir consenso en nuestra comunidad profesional en que, producto de las inconsistencias de la actual política económica, se está llegando a una situación insostenible. Esto nos da la razón a quienes, desde el primer trimestre de 2016, alertábamos que ese diseño nos llevaría a instancias críticas.

A dos años de la asunción del gobierno nacional, la economía no presenta ninguna señal alentadora: las inversiones productivas privadas no aparecen, la inflación no cede, el déficit fiscal total -bien calculado- ronda los 11 puntos del PIB, el volumen de las LEBAC se ha convertido en un problema autónomo, los déficits de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos están entre los más altos de la historia, mientras que las tasas de interés se mantienen en niveles realmente elevados y el peso sufre una impresionante apreciación, que afecta tanto a la industria manufacturera como a las economías regionales.
En ese marco, la distribución del ingreso ha empeorado y la pobreza y la indigencia han crecido, al tiempo que el empleo se deteriora. Lo más grave es que las tendencias indican que esta situación transita un sendero de agudización.

El punto es que, cuando se sale del diagnóstico para abordar los cursos de acción, los consensos alcanzados se esfuman. Si la situación fiscal se intenta resolver mediante un fuerte ajuste del gasto público, la recesión que provocaría no haría más que agravar la propia situación fiscal por la baja de recaudación, la monetaria por la caída de demanda de dinero, y obviamente la social por la pérdida de los ingresos de las familias.

Una variante, entre quienes sostienen este diagnóstico, afirma que el oficialismo tiene muchos objetivos mientras que sólo dispone de unos pocos instrumentos, con lo cual, no hay posibilidades de alcanzar ninguna de las metas que se propone.

Y si ésta fuera sólo una, la inflación, su combate terminaría con un resultado similar: recesión.

Parecería entonces que el país se encuentra en un atolladero, no solo por la delicada situación macroeconómica, sino también por el riesgo que conllevan algunas de las soluciones propuestas. Sin embargo, se abre otra perspectiva si, al mismo tiempo que se observan las inconsistencias macroeconómicas, se analizan las causas que las han originado.

Entre ellas, podemos destacar:

– creer que bastaría con políticas market friendly para generar una "avalancha" de inversiones productivas;

– pensar que ese hipotético aumento de la inversión compensaría la baja del consumo privado, generada por la afectación de los ingresos populares que las mismas políticas provocaron, de tal modo que no se produciría una disminución en la demanda global que agudizara las tendencias recesivas en la economía;

– la idea de que una apertura indiscriminada, llevaría a la eficiencia económica;

– sostener que la inflación es siempre y en todo momento solo un fenómeno monetario y;

– considerar que, en una economía altamente concentrada, la formación de precios se daría de manera similar a la que ocurre en una de tipo competitiva.

Al removerse estos errores conceptuales, surgen con evidencia los instrumentos necesarios para solucionar las inconsistencias, y alcanzar los diferentes objetivos que permitan salir del atolladero en el que se encuentra la economía, encarando simultáneamente los distintos problemas.

Así, algunos de los elementos conceptuales de un PEC son:

– una política de ingresos que permita restituir el poder de compra a los sectores populares, a partir de la concertación de precios y salarios, logrando así una efectiva concurrencia de las expectativas, reconstruyendo el consumo y el mercado interno;

– la política de comercio exterior debe proveer una adecuada consideración de las necesidades competitivas de las actividades económicas internas, y establecer una administración del comercio exterior, acorde a los nuevos paradigmas mundiales, que garantice "primero lo argentino";

– la política monetaria debe estabilizar los precios, sostener un tipo de cambio competitivo, generar los incentivos para modificar el perfil de vencimiento de las LEBAC;

– y coadyuvar al crecimiento del PIB; y la política fiscal mejorará el perfil de su déficit al recomponerse la recaudación por el mayor nivel de actividad económica y la recuperación de la base imponible del sector agropecuario de más alta productividad.

Todo ello propiciará, de manera sustentable, las condiciones para el desarrollo de las actividades productivas y de la generación de empleo en los distintos sectores de actividad económica. Al tiempo, se comenzará el camino hacia la recuperación de los superávits gemelos, que garanticen el crecimiento de la economía y la mejora en la distribución del ingreso.


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lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?

¿Crecimiento económico odiario de Yrigoyen?


porLic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Cada vez que se acerca fin de año, en general, las personas realizamos un balance de lo actuado. Nos preguntamos si cumplimos las metas que nos propusimos, si estamos, en términos relativos, mejor o peor que los años anteriores; y naturalmente, también nos planteamos, con mayor o menor rigurosidad analítica, los objetivos para el año que pronto comenzará. Esto va a cuenta, simplemente, de que también en estas semanas las consultoras económicas solemos finalizar la evaluación del año, y formular las proyecciones futuras.

En este artículo intentaremos comparar el resultado de algunos de los indicadores oportunamente proyectados, a la luz de los resultados de las estadísticas oficiales, en tanto dejaremos para próximas entregas nuestras previsiones para el año 2018.

Una extraña discordancia

Tomando como referencia nuestra prognosis, realizada hacia fines de 2016, y cotejándolas con las cifras oficiales, encontramos que, en casi todas las variables el pronóstico sobre 2017 fue de alta precisión (inflación entre 22 y 25%, resultado fiscal deficitario en u$s55.000 millones de dólares, cuenta corriente de la balanza de pagos, también con déficit, cercano a u$s30.000 millones, rojo comercial mayor a u$s5.500 millones, entre otras). Sin embargo, y de manera sorprendente, las mediciones gubernamentales no se condicen con nuestros pareceres respecto del crecimiento de la economía.

Esta inconsistencia nos generó una situación de incomodidad, resultándonos por demás llamativo que, hubiera tanta coincidencia en las componentes parciales, pero no fuera así en el total que las agrega.

En consecuencia, la única alternativa era hacer el ejercicio minucioso de análisis sobre este último, que aquí presentamos, pidiendo desde ya disculpas a los lectores, dado que constituye un trabajo un tanto engorroso de explicar en un artículo periodístico, pero, aseguramos, vale la pena hacer el intento.

Estadísticas verdaderas, conceptos erróneos

Al sumar, en un período determinado, los valores agregados para cada uno de los 16 sectores en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica (por ejemplo: "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura"; "Pesca"; "Explotación de minas y canteras"; "Industria Manufacturera"; "Electricidad, gas y agua"; "Comercio mayorista, minorista y reparaciones"; "Transporte y comunicaciones"; "Intermediación financiera", entre otros), se obtiene el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía.

Si al VAB se le adicionan los impuestos a los productos (restados los subsidios), el IVA, y los impuestos a la importación, todo ello conforma, finalmente, el Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Dado que el cálculo del PIB se realiza de manera trimestral, y por su complejidad se publica con 90 días de rezago (es decir, por ejemplo, que recién en marzo de 2018 se estará informando por parte del gobierno el resultado del año 2017), es posible apelar a otro indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que permite anticipar, mensualmente, el comportamiento de la economía.

Recientemente publicado, el resultado correspondiente al mes setiembre, arroja un crecimiento de 3,8%, respecto de igual mes del año anterior. Pero al indagar, al interior de él, cuál es el sector de actividad que más impactó en esa alza, viene la sorpresa. No fue la industria, ni el comercio, ni la minería, ni siquiera el sector financiero. Un tercio de ese crecimiento (1,29 puntos porcentuales) se debió al aporte del "sector Impuestos netos de subsidios".Es decir, si en lugar de considerar el PIB, se analiza el VAB, la producción propiamente dicha creció en setiembre 2,5%.

Haciendo el mismo ejercicio para el acumulado de 9 meses, el PIB creció 2,5%, mientras el VAB lo hizo 2,2%. Es decir que, en ese período, las políticas implementadas por el gobierno sobre los impuestos y los subsidios explican 0,3 puntos porcentuales del crecimiento publicado. Es de esperar, ante la baja de subsidios prevista en la última parte del año (y el consecuente aumento de tarifas), que el impacto de esas decisiones alcance más de 0,5 puntos porcentuales del PIB en todo el 2017.

Como ejemplo extremo, podría darse la paradoja de que, por modificar al alza las alícuotas impositivas, o por el impacto recaudatorio que se observa en cualquier economía que aumenta su nivel de importaciones, o bien en caso de que disminuyan los subsidios al sector privado, el PIB arrojaría una variación positiva, aunque no se haya incrementado, o incluso habiendo disminuido, la producción de bienes y servicios.

Esto, que no reflejaría lo que está aconteciendo en el aparato productivo, ocurre dado que el PIB se valoriza a precios de productor (incluyendo impuestos netos de subsidios), en tanto el valor agregado bruto, se calcula a precios básicos.

Un párrafo aparte merece la consideración sobre el comportamiento del sector "Intermediación financiera". En el mes de setiembre aporta 0,3 puntos porcentuales al crecimiento del PIB, en tanto en los 9 meses del año creció 4,5%. Según la metodología de cálculo, su VAB incluye los intereses cobrados menos los pagados. Esto es, cuanto más alta sea las tasas de interés que pague el BCRA en lebac, pases, etc., al sistema financiero ampliado, mayor será el VAB del sector.

De esta forma, comenzamos a encontrar las diferencias entre las cifras oficiales, que naturalmente se publican de la manera que marcan las metodologías estadísticas vigentes, y lo que verdaderamente ocurre con las unidades de negocios, que es hacia donde se orientan nuestras estimaciones.

Hasta aquí, las consideraciones se refieren a la forma de interpretar el desempeño económico, de manera correcta y útil, tanto cuantitativa como conceptualmente, con las herramientas que el análisis de la disciplina provee.

Conceptos verdaderos, estadísticas erróneas

Pero al buen criterio interpretativo, que como explicitamos marca un crecimiento de los bienes y servicios producidos menor al oficialmente publicado, debe sumársele el efecto, ya comentado en artículos anteriores, de incorrectas estimaciones en diversos sectores de actividad.

Se exagera el crecimiento del sector "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura", que en los primeros nueve meses del año creció 4,4%, según información oficial, ya que para evaluar su actividad se utiliza información provista por el Ministerio de Agroindustria, que sobreestima la producción agrícola de la campaña 16/17, en aproximadamente 11 millones de toneladas. Esto significa que el sub sector agricultura, que tiene un peso en el PIB de más del 8%, no creció 11% como se informó oficialmente, sino aproximadamente un 2%.

Ello repercute a su vez, de manera relevante, en los sectores de transporte y de comercio, cuyo aumento o disminución se asocia linealmente a los volúmenes de producción agrícola.

También resulta dudoso el "notable crecimiento" verificado en el sector "pesca", que no es coherente con los datos de exportaciones y consumo interno, hasta tal punto que un informe recientemente publicado por Auditoría General de la Nación pone en cuestión las cifras de las que se nutre la estimación estadística oficial.

Por otra parte, el seguimiento de la actividad del sector minero, a través de la cantidad de ocupados y no de la producción física, debe necesariamente formar parte del análisis.

Adicionalmente, en el sub sector comunicaciones, específicamente en lo referido a la telefonía, las líneas de celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los registros, con independencia de si están activas o no. Así se contabilizan 62 millones de líneas, un promedio de casi 1,5 teléfonos celulares por persona, tomando la totalidad de la población, guarismo extravagante. Tal procedimiento se repite en relación a la telefonía fija.

La única verdad es la realidad

Las cifras oficiales publicadas, correspondientes al período enero-setiembre de 2017, arrojan un crecimiento de la economía del 2,5%.

Aún falta contabilizar el último trimestre del año, en el cual, según las perspectivas, los márgenes sobre producción y/o ventas no muestran un buen desempeño, con una posible agudización de este fenómeno en el último mes del año.

Haciendo una más exhaustiva interpretación de los datos, junto con un correcto recálculo, debe restarse, de aquel guarismo, 0,5% por el tema impositivo y de subsidios, 0,33% por el impacto de las excesivas tasas de interés pagadas por el BCRA, y un 1% adicional por los "errores" de estimación de los sectores agrícola, comercial, de transporte, pesquero, de comunicaciones y minero.

Así, una vez finalizado el año, cuando llegue el próximo mes de marzo y el gobierno publique las cifras correspondientes al 2017, podríamos encontrarnos con un crecimiento de apenas 0,7%, respecto del pésimo desempeño en 2016, si se ajustaran los datos oficiales a los correctos criterios del quehacer económico.

El diario de Yrigoyen

Cuenta la leyenda popular que a Hipólito Yrigoyen sus asesores le acercaban un diario elaborado especialmente con buenas noticias. Hoy en día esto sería muy dificultoso por la masividad de medios de comunicación a los que se tiene acceso. Pero quizás haya un sistema de recolección y publicación de información que, sin poner en tela de juicio el trabajo estadístico volcado en su elaboración, genere aquellas mismas consecuencias políticas.

El resultado final que este tipo de revisiones arroja, pretende echar luz sobre la evolución real de la economía de la República Argentina, y el impacto y consecuencias que las políticas de agudización del déficit fiscal y endeudamiento (interno y externo), entre otras, implementadas por el gobierno del presidente Macri, tienen sobre sus habitantes, no siempre visualizado debidamente por quiénes desempeñamos la disciplina económica.

Así, dado que en el año 2016 la economía había caído 2,2%, y en el 2017, por las explicaciones mencionadas, crecerá sólo 0,7%, la economía acumulará un deterioro de 1,5% en los últimos dos años. Con un crecimiento poblacional de aproximadamente 1,1% por año, el presente año terminará con un PIB per cápita (PIB sobre cantidad de habitantes), a valores constantes, 3,6% menor al de hace dos años.

Ello, como todo promedio, sin tomar en cuenta la regresiva distribución del ingreso a la que lleva el actual experimento económico, producto del mayor impacto de los aumentos de precios en los sectores de menores ingresos.

Humildemente le volvemos a recomendar al oficialismo que aproveche el haber obtenido la primera minoría en las elecciones generales, para modificar de raíz el actual diseño de la política económica. Es cierto que es muy difícil que pueda estar aconteciendo "lo del diario de Yrigoyen", pero parece que al "mejor equipo de los últimos 50 años" le resulta muy útil confundir "gordura con hinchazón".

*MM y Asociados


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lunes, 27 de noviembre de 2017

Lo que ocupa a Trumpa Macri ni lo preocupa

Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo preocupa



Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios

El actual oficialismo, incluso desde su propio nombre, "cambiemos", nos ofrece la posibilidad de que un mundo virtuoso irrumpa en estas costas, a partir de sus decisiones de gobierno. "El mundo nos abre los brazos" o "el mundo está esperanzado en Argentina", entre otras frases, bastan para sintetizar su cosmovisión. "Esta generación que vino a cambiar definitivamente la Argentina", como disfruta decir el presidente Macri, funge como interfase entre ese ideal de futuro venturoso y éste presente que necesita ser superado.

Ahora bien, ¿esto será realmente así? ¿O quienes venden "futuro" en realidad encarnan un pasado que languidece?

Se impone la visión de Trump


Durante el ya lejano mes de abril de este año, el presidente norteamericano Donald Trump recibió a su par chino, Xi Jinping. Lo hizo en la residencia que posee en la costa de Florida, cerca de Palm Beach. Un lugar distendido pero lejano del protocolo y, sobre todo, de la importancia política de la capital norteamericana, Washington D.C. El encuentro fue, como los primeros rounds en el boxeo, de conocimiento más que de resultados. Por eso Trump, cuál si fuera Mohammad Alí, seguro de que con el correr de los asaltos ganaría la pelea, bromeó con inusitada humildad ante la prensa "no he conseguido nada, absolutamente nada".

Ambos presidentes se comprometieron a volver a verse las caras durante el año, esta vez en la República Popular China (RPC).

Y en efecto, a principios de noviembre Xi recibió a Trump en Beijín, con toda la pompa de una visita de estado. El norteamericano hizo del déficit comercial de su país con China uno de los ejes de la campaña electoral del año pasado (cuando ese guarismo alcanzó los 309.000 millones de dólares), y en su viaje, junto a un nutrido grupo de empresarios, logró concretar una serie de acuerdos comerciales que servirán para ir resolviendo ese desbalance. Según la Casa Blanca, dichos convenios ascienden a u$s250.000 millones, impactando razonablemente en la resolución de ese rojo comercial, que en los primeros diez meses de este año alcanzan aproximadamente los u$s300.000 millones.

Los memorandos firmados se refieren a los sectores aeronáutico, biotecnológico, de maquinaria y equipos, electrónico, y principalmente al de la energía. En este último campo, en un periodo de 20 años, la Corporación de Inversión en Energía de China destinará a nuevos proyectos 83.700 millones de dólares. En la misma dirección, la empresa oriental Sinopec invertirá, en yacimientos de combustibles fósiles ubicados en Alaska, la suma de 43.000 millones de dólares, comprometiéndose a la compra de lo producido.

Al respecto es importante resaltar, principalmente en lo referente al mercado del gas que, como mínimo, al precio que se observa en el mercado doméstico norteamericano debe adicionársele el costo de la logística de transporte, con lo cual queda palmariamente demostrada la competitividad, en términos de precio del insumo energético, de la industria manufacturera de los EE.UU. vis a vis la de la RPC.

De esta forma, la revolución energética norteamericana se empieza a expresar, sobre el resto del mundo, con toda su potencia.

Así, la RPC, después de varios meses de disputa durante los cuales el conflicto con EE.UU. se planteó en términos geopolíticos (reclamo de soberanía sobre el mar meridional de China y apoyo relativo a Corea del Norte) parece haber aceptado, en su relación con la primera potencia, las nuevas reglas de juego.

Estos acontecimientos confirman lo que habíamos señalado en esta misma columna meses atrás. La globalización, tal cual había sido diseñada, ha llegado a su fin, y en su lugar el mundo facilita la puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo.

El nuevo orden internacional


Las dos primeras medidas de Trump, una vez llegado a la Casa Blanca, fueron en esa dirección. Retiró a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, y decretó la renegociación del NAFTA con Canadá y México, en este último caso poniendo como condición inexcusable la mejora de los salarios y las condiciones de trabajo en el país azteca, para de esa forma evitar que las empresas estadounidenses se trasladen allí.

Asimismo, en su primer discurso en la asamblea general de las Naciones Unidas, en setiembre pasado, Trump sostuvo que su imperativo doctrinal, sintetizado en el lema "Norteamérica primero", no implicaba que EE.UU. quisiera estar solo. "Para mí estará siempre en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no pretendemos que todos los países compartan las mismas culturas, tradiciones o incluso sistemas de gobierno. Queremos naciones soberanas que trabajen juntas respetando los intereses de su propio pueblo y los derechos de cualquier otra nación soberana".

Sobre el final se preguntó: "¿Seguimos siendo patriotas? ¿Amamos a nuestras naciones lo suficiente para proteger su soberanía y tomar posesión de su futuro?".

Este nuevo modelo de funcionamiento, que puso fin tanto al orden surgido del Consenso de Washington a fines de los años ´80, como al rol de los organismos internacionales originados en los acuerdos de Bretton Woods, al final de la segunda guerra mundial (especialmente el que cumple la Organización Mundial del Comercio - OMC), obliga a nuestros países a repensar su inserción internacional.

Las circunstancias históricas generan la paradoja de que, mientras Estados Unidos (entre otros países), aplica políticas de administración del comercio internacional, privilegiando la generación de empleo en su territorio, al tiempo que propicia mejoras de salarios en uno de sus socios comerciales; la RPC en una extraña conjunción con sectores retrógrados, neoclásicos, y socialdemócratas, tanto europeos como latinoamericanos, persisten como los cultores del libre comercio.

La comprensión de este nuevo fenómeno requiere que, especialmente los dirigentes gremiales y empresariales, junto con los políticos y los especialistas en la temática, agudicen y amplíen los esquemas analíticos, despojándose de dogmatismos obsoletos.

"Nostalgias" y "Desencuentro", los tangos preferidos de Cambiemos


Mientras el mundo camina claramente en un sentido determinado, nuestro país lo hace en la dirección contraria. Tanto el presidente de la Nación, como sus referentes económicos, siguen sosteniendo con "Nostalgias", que Argentina debe intentar vivir en un mundo que ya no existe.

Siempre en el momento y lugar equivocados, resulta evidente que el gobierno nacional ignora las verdaderas oportunidades que en materia económica ofrece hoy el nuevo rediseño global. Por ello, como también lo señalamos oportunamente en esta columna, Macri decidió no concurrir a la mencionada Asamblea General de las Naciones Unidas, tal vez pensando que las ideas del presidente de la máxima potencia mundial son irrelevantes. Nos preguntábamos si estaría guiando el barco, nuestro país, hacia un puerto inexistente. Lamentablemente, parecería ser que sí.

En este sentido, la Argentina alcanzó en el período enero-octubre un saldo comercial negativo de u$s6.115 millones, con serias perspectivas de superar los u$s7.000 millones cuando finalice el año (cabe consignar que la proyección oficial para este año fue de u$s4.500 millones, por lo que resultaría errónea en más de un 50%). Este sendero se ve confirmando, siempre por las propias proyecciones oficiales presentadas en el presupuesto 2018, donde los déficits comerciales alcanzarían los 5.600; 6.000; 6.900 y 7.600 millones de dólares, para los años 2018; 19; 20 y 21, respectivamente.

Respecto de sus dos principales socios comerciales, Brasil y China, Argentina registró en 10 meses de este año, saldos comerciales negativos de u$s7.042 millones y u$s6.011 millones, los que resultaron 86% y 33% superiores a los de igual período del año anterior, respectivamente.

Mientras la primera economía del mundo, al igual que la mayoría de los países relevantes, se ocupan de sus saldos comerciales bi o multilaterales, a nuestro gobierno parece no preocuparle la temática.

Por el contrario, propicia la firma de tratados, como el de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, cuyo único interés parece ser el de beneficiar las exportaciones de origen primario, u organiza el "Undécimo período de sesiones de la conferencia ministerial" de la OMC, la reunión anual de ese muy cuestionado organismo en decadencia.

Muchas veces el arte interpreta la realidad de una manera sublime y sencilla. El tango "Desencuentro" reza en su comienzo "Estas desorientado y no sabés qué trole hay que tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fe, querés cruzar el mar y no podés".

La globalización y el "pensamiento único" del Consenso de Washington han fenecido, y en el mundo se adoptan políticas de protección de las economías locales. El desencuentro evidente ocurre entre las medidas que aplica el gobierno del presidente Mauricio Macri y los nuevos paradigmas de la actual etapa histórica mundial. Lo que equivale a desperdiciar la oportunidad de administrar, de acuerdo a los intereses nacionales, la velocidad de inserción internacional de los adecuados modelos de desarrollo local.

Le recomendamos, humildemente, al oficialismo que aproveche el haber obtenido la primera minoría en las últimas elecciones para adaptar sus visiones a la nueva realidad mundial. De otro modo, este experimento, como dice él tango, se convertirá en un "total fracaso de vivir", donde, seguramente, "ni el tiro del final te va a salir".


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lunes, 20 de noviembre de 2017

Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del “después vemos”

Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del “después vemos”


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

La semana pasada se apareció en la oficina la tía que es “gorila”, pero que también gusta de charlar de los temas económicos porque “de eso, Guillermito sabe”. Con modo simpático y a la vez imperativo, reclamaba respuestas.

“A ver si me explican qué está pasando; escuché a los economistas que a mí me gustan y resulta que hay uno que habla de corralito, otro que recomienda comprar botes, el otro que dice que el Banco Central está quebrado; me están asustando”.

Nos pareció entonces que, sin dramatizar, debíamos pintarle el cuadro más aproximado posible. Y emulando a un economista, bien formado, que escribía sus artículos de divulgación conversando con su tía transcribimos, tan fielmente como pudimos, nuestra charla con la pariente contrera.

Le contamos que, cuando asumió el gobierno, pensábamos que iba a adecuar su comportamiento a la antigua consigna: “de que siempre hay que hacer lo que hay que hacer”.

Pero su modus operandi es otro
Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: “luego de seis meses de gestión macrista, se empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno. Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso acciones contrapuestas, entre un ala predominantemente desarrollista y la antagónica más liberal.

Mientras que la última, con el Presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, como expresión más visible de este enfoque, sostiene y promueve a través de voceros calificados medidas más drásticas que permitan disminuir aceleradamente el déficit fiscal (aun cuando implique tener que lidiar con las posibles consecuencias sociales que acarrearían), el sector más desarrollista, expresado principalmente por el Ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay, postula que se pueden hacer gradualmente los ajustes necesarios e ir financiándolos con emisión de deuda, desarrollando a su vez un proceso de atracción de inversiones.”

Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas (¡que es su obligación!), sin sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la alianza Cambiemos: no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava; lo importante es salir del paso hoy.

Aumentemos la ganancia de un sector, aunque resignemos recaudación… después vemos
Al inicio del gobierno se duplicó el precio de la canasta alimenticia, producto de la devaluación del 60% de la moneda y la eliminación o disminución de retenciones a ciertas exportaciones. La licuación del poder adquisitivo de los ingresos populares (y su impacto a la baja en el mercado, vía la demanda), que desplomó la economía, pretendió ser reemplazada por el gasto público. Por un lado, recaudaban menos y por el otro gastaban más. La conclusión es obvia: iniciaron un sendero de duplicación del déficit fiscal.

Pero no se amilanaron. Porque consideraron que podían recurrir al crédito externo para su financiamiento.

Los dólares comenzaron a entrar y a gastarse, para lo cual había que transformarlos en pesos, pero estos aumentaban la emisión monetaria y con ello la inflación y encontraron otra solución mágica: quitar esos pesos del mercado (esterilización) utilizando las Lebac. Para lo cual tuvieron que pagar una enorme tasa de interés y entonces emergió el déficit cuasifiscal, que sumado al del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, nos acercan al 11% del PIB de este año, esto es alrededor de U$S60.000 millones, similar (en porcentaje) al que alcanzó el gobierno de Alfonsín previo a su colapso. Y entonces ahora ¿cómo estamos?, preguntó En este punto de la conversación, tratando de minimizar la angustia de la tía, tuvimos que reconocerle que ahí no terminaban los problemas. Porque los dólares ingresados por las diferentes vías (deuda externa, carry trade, etc.) más la persistencia del proceso inflacionario, habían licuado la teórica ganancia de competitividad externa generada por la devaluación, con lo cual nos encontrábamos al día de hoy con que, a los productores argentinos, salvo contadas excepciones, se les dificultaba vender sus mercancías en el mercado externo y competir con las que, más baratas, llegan desde el exterior.

Si esto le sumamos que tampoco hay mercado interno por lo citado más arriba, nos encontramos en un punto que, por falta de ventas, prácticamente no hay empresas que ganen plata.

¡Pero para eso van a hacer estas reformas nuevas!, sostuvo la tía
Y sí. Pero parece que no es todo tan fácil, contestamos. Pensaban que con la reforma laboral podían transferir ingresos desde los asalariados hacia las empresas, pero eso no resuelve los problemas de debilidad de la demanda, ni tampoco, salvo contadísimas excepciones, mejora la competitividad de las compañías. Encima, si se achican los ingresos de los asalariados, se cae más el mercado interno. Como era esperable, el proyecto generó la reacción de todos los dirigentes sindicales así que hay que ver la propuesta definitiva y cómo se da el trámite legislativo, pero aparentemente y, por suerte, mucho no van a conseguir por ese lado.

En cuanto a la “reforma tributaria”, hay que tener en cuenta que el sector privado, enfrenta a un mismo tiempo la disminución del consumo doméstico, la retracción de exportaciones y la competencia de la producción foránea y que la supervivencia de la actividad de las unidades económicas, en no pocos casos, ha sido a costa de la resignación de márgenes de comercialización.

Así llegamos al momento de la “reforma fiscal” que, en un principio, iba a ser de resultado neutro para el Tesoro.

Le contamos lo que habíamos señalado la semana pasada en esta columna: tal reforma no permitiría mejorar la competitividad de la producción local vía disminución de precios sino que, a lo sumo, podría auxiliar a las empresas a recomponer los márgenes perdidos. Claro que esto sólo aplica a quienes se les bajaba la carga tributaria, ya que, para que el resultado de las modificaciones sea neutro, otros debían sufrir aumentos de impuestos.

Sin embargo, la reforma significará profundizar el desequilibrio fiscal ya que, frente a empresas y mandatarios provinciales perjudicados por incrementos que hicieron oír sus justos reclamos, el gobierno comprometió su retracción.

¿Entonces quién pone la plata que falta?, inquirió nuevamente
Así fue que llegó el momento de las evasivas. ¿Para qué amargarla? Ninguno tuvo el coraje de explicarle que, todo indica, serán las jubilaciones y pensiones los próximos “patos de la boda” con los que el gobierno va a tratar de emparchar semejante descalabro. Y también con las transferencias al Tesoro de las ganancias contables no reales, del Fondo de Garantías de Sustentabilidad y de las utilidades del Banco Nación.

Antes de despedirnos la tía agradeció y, equilibrando la balanza de las mentiritas piadosas, nos dijo: “me voy más tranquila”, sin que mutuamente nos creyéramos.

La procrastinación como esencia


El gobierno parece estar enfocado sólo en la postergación de las manifestaciones de los problemas que no soluciona. Esta actitud, rayana en la insensatez, es la que impregna al conjunto de la administración; para mejorar algo el consumo, la ANSES y los bancos públicos entregan créditos indexados que las familias no podrán devolver ni las entidades cobrar, o se resiente el patrimonio del Banco Provincia con las promociones de 40% y 50% de descuento. Finalmente, alguien se ocupará de sanear las cuentas de las instituciones, pero en el futuro.

Ni siquiera la acelerada dolarización de carteras pareciera preocuparlos, como si desconocieran la tradición bimonetaria de nuestra economía.

Cuando tomamos nota de que el circulante en poder del público ronda los 600 mil millones de pesos, y que las Lebac superan los 1,15 billones de pesos, potencialmente monetizables, contra U$S30.000 millones en reservas de libre disponibilidad, la división algebraica de una sobre otra, que daría un tipo teórico de cambio, conmociona.

La apuesta gubernamental consiste, evidentemente, en posponer las expresiones de tan compleja situación, hasta el momento de endosarle a terceros los costos de su resolución.

Entonces nos resta observar el curso de los acontecimientos con la conciencia de que el actual gobierno no buscará soluciones de fondo, aun cuando ello implique agravar los problemas. Y también con la certeza de que el timing de la economía no necesariamente se subordina a los deseos de los gobernantes.

En ese marco, reflexionar en rededor de una posible crisis resultó inevitable. El ala joven de la mesa repitió la frase de moda de los gurúes: “si sucede conviene” o, como dicen en Oriente, “toda crisis es una oportunidad”.

Claro que los más adultos, no pudimos ignorar la definición que se usa en este hemisferio: hay crisis cuando todas las posibles salidas… son malas.

*MM y Asociados

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lunes, 13 de noviembre de 2017

La reforma impositiva en el palimpsesto de la economía

La reforma impositiva en el palimpsesto de la economía


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Resultaba una práctica común en la antigüedad, tanto en la cultura griega como en la latina, la reutilización de los papiros y pergaminos por razones de costo y accesibilidad. Las capas superpuestas de información en un mismo soporte material permitieron la supervivencia de valiosos textos como el Palimpsesto de Arquímedes, por caso. De la misma manera puede leerse la coyuntura económica en la que, si bien tienden a realzarse comunicacionalmente los indicadores de signo positivo, subyacen los trazos gruesos de las dificultades estructurales.

Uno de los tres ejes que el presidente Macri expuso en el marco de la presentación de los lineamientos generales de su política post elecciones, es el referido a la cuestión fiscal (los otros dos están constituidos por las temáticas del empleo, ya tratadas en esta columna, y de la llamada calidad institucional). Al respecto, el ministro Dujovne, presentó las modificaciones propuestas al régimen impositivo vigente.

En su análisis, es fácil advertir que la sustancia de la iniciativa oficial profundiza las inconsistencias de la política económica de este gobierno. Esto es así, ya que no avanza en la modificación de las condiciones que generan los crecientes déficits:

■ El fiscal (sector público nacional, provincial y municipal),

■ El cuasi fiscal (generado por la deuda del BCRA) y

■ El de la cuenta corriente de la balanza de pagos. En consecuencia, tampoco altera, en el corto y mediano plazo, el ruinoso entorno en el cual la actividad empresarial desarrolla sus negocios.

Condiciones “objetivas y subjetivas” al interior de las empresas
Estamos asistiendo a una situación extremadamente singular, tanto en los directorios o ámbitos decisionales de las unidades productivas, como en las estructuras dirigenciales de las cámaras y asociaciones que las agrupan, ya que, en tanto condiciones “subjetivas”, se observa una clara voluntad de acompañamiento a las políticas económicas gubernamentales, sin embargo, cuando inmediatamente se pasa revista a las condiciones “objetivas”, nos encontramos con un reclamo generalizado, debido a la muy baja o nula rentabilidad empresaria. Ambos enfoques podrían sintetizarse en la frase “hoy no ganamos plata, pero mañana… seguramente sí”.

En consecuencia, la reforma impositiva debería intentar aportar soluciones para corregir aquellas condiciones “objetivas”, lo que permitiría, de manera intertemporal, llevarlas a la convergencia con las “subjetivas”. ¿Será así?

La propuesta oficial en materia impositiva
El Gobierno adelantó algunos parámetros que enviará al congreso en las próximas semanas, disparando el debate. Si bien, dada la incompleta información disponible, es muy difícil analizar los impactos cuantitativos, sí es posible realizar un abordaje en el plano conceptual, enmarcado en lo que hasta ahora se conoce. Según los supuestos oficiales, la reforma tendría en principio un costo fiscal de 1,5% del PBI, aunque dado que la economía crecerá y bajará la evasión (siempre según esa perspectiva), ese guarismo se reducirá a apenas un 0,3%. Si ello ocurre, se trataría de una reforma impositiva casi neutra en términos de recaudación.

Una de las medidas más destacadas propone una reducción del Impuesto a las Ganancias corporativas, que pasará del 35% actual al 25% en el año 2021, bajo la condición de que no se distribuyan dividendos. Además, se buscará disminuir la carga de los denominados “tributos en cascada”, tales como el impuesto a los créditos y débitos bancarios (comúnmente denominado al cheque, que se podrá tomar a cuenta de ganancias) y a los ingresos brutos. En este último caso (que constituye una de las principales fuentes de ingreso jurisdiccional), se promueve su reducción a la mitad.

Cabe mencionar que la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, junto con Mendoza y Córdoba, ya incluyeron en sus proyectos de presupuesto 2018 importantes reducciones del impuesto a los Ingresos Brutos y Sellos. Sin embargo, la compensación llegará por el aumento en otros tributos, como sería el caso de una suba en el inmobiliario urbano y rural. Se implementará un régimen que devuelve el crédito fiscal de IVA a las empresas que hayan realizado inversiones y no lo recuperen en un lapso de 6 meses.

Respecto del impuesto a la renta financiera obtenida por personas físicas residentes en el país (las personas jurídicas ya lo pagan), se someten a imposición a determinadas ganancias actualmente exentas. La alícuota será del 15% para rendimientos provenientes de instrumentos en moneda extranjera o indexados, y del 5% para los de renta fija en pesos sin cláusula de ajuste.

Resulta insólito que, dado el actual diseño de política monetaria, la posible mayor recaudación de este impuesto por parte del Tesoro Nacional ya lo comenzó a pagar el BCRA, a través del incremento de las tasas de interés que ofrece para tomar deuda.

Por otra parte, se elimina el Impuesto a las transferencias de inmuebles, aunque ello se compensa con la extensión de “Ganancias” a la venta de una segunda vivienda. También el gravamen a autos y motos de gama media y alta.

En relación a los impuestos internos, se incrementan de manera gradual para el whisky, el coñac y otras bebidas blancas, desde el 20% actual hasta el 29%. En el caso de las gaseosas en general y otras bebidas sin alcohol con azúcar agregada, se incrementará el impuesto desde la franja actual (4% al 8%), hasta llevarlo al 17%. En contrapartida, las gaseosas sin azúcar añadida no pagarán impuestos internos.

Adicionalmente, se reducen a cero los gravámenes para los teléfonos celulares, televisores y monitores (en este acápite se incluye un etcétera referido a otros productos electrónicos que por ahora no están definidos), lo cual impactaría de manera negativa sobre la producción y el empleo en la provincia de Tierra del Fuego, por el obvio reemplazo por bienes importados.

Esta transferencia de ingresos provocó la reacción tanto de las autoridades de las provincias que se sienten perjudicadas, como de los representantes de esas actividades.

En otro aspecto, se modifica el impuesto a los combustibles para que las fluctuaciones en el tipo de cambio y en el precio internacional del petróleo pierdan influencia sobre los precios locales. Así, el monto ingresado en concepto de este impuesto tendrá dos valores de suma fija (uno por emisiones de dióxido de carbono y el otro establecido de manera tal que no altere la carga tributaria actual). Inicialmente afectará a los combustibles líquidos y a partir del 2020 se aplicará sobre el carbón y el gas natural y licuado de petróleo.

Finalmente, se aumenta la deducción especial en el Impuesto a las Ganancias para trabajadores autónomos de manera tal de reducir el diferencial que existe con los empleados en relación de dependencia.

Mucho ruido y pocas nueces
Sabemos que el precio de venta de cualquier bien o servicio ofertado en el mercado tiene tres grandes componentes: los costos totales, el margen aplicado sobre éstos, y el impositivo. Y también, que uno de ellos, el margen, como lo señalamos más arriba, en la actualidad tiende a ser muy exiguo o nulo para la inmensa mayoría de los emprendimientos.

Si se pretende que la reforma impositiva implique una mejora en la competitividad de nuestros productos, vis a vis los precios internacionales, sus precios de venta tendrían que tender a la baja.

Con un alto grado de certeza, podemos afirmar que lo que ocurrirá, una vez que entre en vigencia la nueva propuesta impositiva, es que se modificará la participación proporcional de cada uno de los componentes al interior del precio de venta, pero no este último. Con lo cual, claramente, tal redistribución solo permitirá que emerja o se recupere el margen empresarial.

Desde la perspectiva de la demanda, la posible disminución de los ingresos populares (producto de una pretendida negociación a la baja de todos los ítems que tipifican el ingreso por sueldos y salarios), repercutirá en el deterioro del deprimido mercado interno.

Paralelamente, al no haber una disminución de los precios de venta de los bienes y servicios transables internacionalmente, se ve dificultada la profundización de los mercados ya existentes y la inserción en los nuevos.

Todo ello coadyuva a mantener y/o incrementar las inconsistencias de la política económica vigente, agudizando la situación fiscal (a menos que se asuman las consecuencias del ajuste), sin tender, a su vez, a solucionar el déficit creciente de la balanza comercial.

Finalmente, ante el panorama descripto, resulta claro que no se modificarán las inconsistencias evidentes de la actual política económica, ni tampoco las condiciones para generar el incremento de la inversión y las ganancias de productividad; a lo sumo, la reforma permitirá la recuperación de ciertos márgenes empresariales, situación que decididamente se obtendría si asistiéramos a un correcto diseño funcional de la economía argentina. Entonces, cabe preguntarse:

¿Vale la pena someter a la sociedad a la tensión del debate político, académico, técnico, y de intereses que se ha desatado en torno de la actual propuesta de reforma impositiva?

* MM y Asociados

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lunes, 6 de noviembre de 2017

La reforma laboral y su contexto

La reforma laboral y su contexto

Los cambios propuestos no apuntan a los objetivos de aumento de empleo y cualificación. No se ofrecen estímulos a la creación de nuevos puestos sino facilidades para tercerizar y abaratar los despidos

por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich *

Con aires y gestos no exentos de pompa, el Gobierno Nacional relanza su gestión, luego de la oxigenación política obtenida en los pasados comicios. El remozamiento incluye tanto cambios en el elenco de ministros, entre los que se destaca el ingreso del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, en la titularidad de la cartera de Agroindustria, como la presentación de nuevas iniciativas.

En el acto convocado la semana pasada en el Centro Cultural Kirchner y frente a una nutrida concurrencia que reunió a mandatarios provinciales, legisladores, magistrados, y dirigentes políticos, empresariales y sindicales, el Presidente de la Nación leyó su discurso, en el que presentó los lineamientos prioritarios de la acción gubernamental. En la ocasión, no se privó de afirmar “somos la generación que está cambiando la Argentina para siempre”. Sólo el devenir histórico mostrará cuánto de cierto podría tener tan ampulosa afirmación.


Los tres ejes


En palabras del primer mandatario, que a su vez dieron nombre y carácter a la convocatoria, se trata de las “propuestas para promover un acuerdo nacional”, las que se desarrollan en tres ejes principales: la cuestión fiscal, la del empleo y la de la llamada “calidad institucional”. Al momento de escribir el presente artículo, no se conocen con precisión las propuestas definitivas, aunque las relativas a las modificaciones de los regímenes impositivos fueron presentadas, en sus grandes trazos, por el ministro Nicolás Dujovne, y serán objeto de análisis en próximas entregas.

Sí existe una propuesta concreta de modificación de regulaciones en materia laboral y previsional, que hasta la fecha reviste el carácter de borrador (lo que implica que puede ser modificada o incluso sustituida), que amerita ser considerada. Previo a ello, conviene repasar las actuales condiciones del mercado de trabajo.


El mercado de trabajo y las inconsistencias en su registración


Amén de las inconsistencias del esquema económico que hemos señalado repetidamente, ellas también aparecen en el seguimiento del mercado de trabajo. En este aspecto, existen, por una parte, las derivadas de los registros administrativos, que conllevan la limitación de la ausencia de cobertura del trabajo no registrado. Y por otra parte, los relevamientos sistemáticos del INDEC que, en la actualidad sólo alcanzan a 31 grandes aglomeraciones urbanas, excluyendo tanto al resto de la población urbana como a la totalidad de la población rural.

La inconsistencia de las estadísticas de registro, para mejor ilustración, se ejemplifica con las cifras oficiales que están publicadas en los distintos informes basados en las nóminas gubernamentales. El último informe disponible de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) ofrece las cifras relativas al mes de marzo de 2017, razón por la que las comparaciones de los reportes referirán a dicho período. Según la autoridad tributaria, el número de personas registradas, identificadas bajo la categoría “aportantes”, alcanza a 10.173.540.
Para el mismo período el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS), presenta dos informes. En el primero de ellos, denominado “Boletín Estadístico de la Seguridad Social“, registra 11.733.837 aportantes para el mes bajo examen; en el segundo, llamado “Situación y evolución del total de trabajadores registrados”, la cantidad de trabajadores inscriptos asciende a 12.117.700. Como es fácil de apreciar, las discordancias son de magnitudes millonarias, no sólo entre organismos sino también entre los informes de una misma institución.

Explicitadas las incongruencias, pasamos a revisar la dinámica que refleja este último informe en la versión correspondiente al mes de junio de 2017, para su posterior comparación con los datos de las encuestas. De acuerdo a esa estadística, la cantidad de empleos existentes, siempre en referencia a personas inscriptas en los registros, sería en la actualidad mayor al número observado en noviembre de 2015, en más de 123.000.

Como podrá observarse en la tabla que se presenta a continuación, se registran incrementos en las categorías asalariados públicos (+37.300), Asalariados de casas particulares (+20.100), Independientes monotributo (+78.800) e Independientes monotributo social (+44.000). Los decrecimientos se registran en las categorías Asalariados privados (-49.300) e Independientes autónomos (-7.700).



En resumidas cuentas: las categorías más típicas de la registración en el empleo privado (Asalariados privados e Independientes autónomos) presentan caídas; las categorías asociadas al empleo en el sector público son las que crecen: los Asalariados públicos y los Independientes monotributo social (forma de registración de las personas incluidas en programas sociales). La excepción pareciera ser la de la categoría Independientes monotributo, cuya dinámica de crecimiento es coincidente con la eliminación de la restricción al acceso al sistema de asignaciones familiares. De manera que, el crecimiento del número de personas inscriptas pareciera explicarse por el aumento en el empleo público y los planes sociales (+81.300 en total) y por la inscripción de monotributistas, que no necesariamente implica la creación de nuevas posiciones, sino más bien expresa un proceso de registración de puestos prexistentes, bajo el incentivo de la posibilidad de cobro de asignaciones familiares.

La fuerza de trabajo registrada y no registrada


El seguimiento de los niveles de actividad, ocupación y desocupación y otros indicadores para todos los trabajadores independientemente de su registración o no, debe realizarse a través de encuestas. Como mencionáramos, la limitación de la encuesta oficial de la Argentina -Encuesta Permanente de Hogares (EPH)- es que su administración se restringe a los 31 aglomerados urbanos que integran el estudio.
El más reciente informe sobre la evolución del mercado de trabajo del INDEC, referido al segundo trimestre de 2017, destacó que la desocupación alcanzó al 8,7% de la población económicamente activa (PEA) residente en las aglomeraciones urbanas abarcadas. Respecto a los períodos anteriores correspondientes a la actual gestión de gobierno, la cifra marca un decrecimiento, aunque concomitante con la disminución (en términos absolutos y relativos) en el tamaño de la población económicamente activa medida por el organismo oficial.
Para el segundo trimestre de 2017, la PEA representaba al 57,4% de la población de 14 y más años de edad –asimilable al concepto de población en edad de trabajar (PET)-, mientras que en el tercer trimestre de 2015 alcanzaba al 57,9%. En cuanto a la tasa de empleo, la reducción es de 1,3 puntos porcentuales (p.p.), descendiendo de 53,7% a 52,4%.

Dados los límites de cobertura de la encuesta oficial, las magnitudes para el total del país deben ser estimadas a partir de modelos, para lo cual tomamos como período base el mencionado tercer trimestre de 2015. De acuerdo a las proyecciones demográficas, y aplicando las variaciones detectadas en EPH a tasas específicas para las poblaciones no observadas, una reducción de aquella magnitud en la PEA (de 5 décimas de p.p.) significa que la cantidad de personas activas se incrementó en alrededor de 300 mil, una magnitud significativamente inferior al crecimiento esperado ya que, de mantenerse la participación en la fuerza de trabajo de 2015, el aumento debiera haber sido cercano a las 470.000 personas.


En lo que respecta a la baja en el empleo (de 2,1 p.p.) el resultado es que hay 267.000 personas menos ocupadas en 2017 que las que había dos años atrás; para mantener la tasa de empleo equivalente a la de 2015, haría falta que 710.000 personas más estuvieran ocupadas. De las cifras oficiales presentadas en cuanto a personas activas y personas ocupadas, finalmente se deduce que el número de desempleados sólo se incrementa, entre 2015 y 2017, en alrededor de 565.000, centralmente por el efecto de la reducción de la tasa de actividad; si ésta se hubiera mantenido en los niveles de 2015, la cifra de nuevos desocupados ascendería a 710.000.

A pesar de lo controversial de los datos contenidos en los diversos reportes oficiales sobre la situación del mercado de trabajo, emerge con nitidez que la situación es de notorio deterioro respecto a la de dos años atrás. No deja de ser llamativo que, en un contexto de pérdida de puestos de trabajo, la población económicamente activa se contraiga. Ante la pérdida de las ocupaciones prexistentes, el efecto esperable es el contrario: la PEA tiende a crecer dado que pasan a buscar trabajo, además de las personas que no conservan su puesto, algún otro miembro del hogar hasta el restablecimiento de la fuente de ingresos perdida. Es decir que la persona no ocupada permanece en la PEA y los restantes integrantes del grupo familiar se incorporan como nuevos oferentes.

El borrador de reforma laboral
La extensión del borrador y la diversidad de temas abordados en los 145 artículos que contiene, obligan a seleccionar lo que, a nuestro criterio, constituyen los principales temas. En primer término, el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) propone medidas tendientes a la regularización de los asalariados no registrados del sector privado, con exclusión del personal bajo el régimen de casas particulares, que representan alrededor del 25% de los “trabajadores en negro” según las encuestas oficiales de fuerza de trabajo. El proyecto dispone la eximición o reducción de multas y deudas (tanto capital como intereses) y la extinción de las acciones penales para los infractores, si el acogimiento al régimen de regularización se produce dentro de los 360 días. Si bien inicialmente ello puede suponer un costo fiscal de importancia, podría verse compensado por el incremento en la recaudación logrado a partir de la mayor registración.

Desde el punto de vista del trabajador, se establece la posibilidad de reconocimiento, a los fines de la seguridad social, de hasta 60 meses de antigüedad y calculados sólo por un monto mensual equivalente a un Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM), limitante que podría afectar los futuros haberes jubilatorios. El proyecto cambia también las penalidades en los casos de no registración, disminuyendo los costos de las multas (25% del SMVyM) y dirigiéndolo sólo a la Seguridad Social. En la ley vigente, el infractor debe reparar al trabajador en proporción a las remuneraciones devengadas. En el título II del borrador, se establecen bajas en las contribuciones patronales al sistema de seguridad social, al igual que respecto a los aportes del trabajador.

Los aspectos que seguramente serán más controversiales son los que modifican las relaciones individuales de trabajo y están contenidos en el tercer título. Las disposiciones no alcanzan a trabajadores de casas particulares, agrarios y a los “trabajadores autónomos económicamente dependientes”, novedosa figura del proyecto y similar a la de la nueva legislación brasilera.
Esta última figura, definida como las “personas que presten servicios especializados, realizando una actividad económica o profesional a título oneroso, de manera habitual, personal y directa, para una persona física o jurídica de la que dependan económicamente hasta el OCHENTA POR CIENTO (80%) de sus ingresos anuales, quienes se regirán por una regulación estatutaria especial.” Esta figura sin duda facilita el enmascaramiento de relaciones de dependencia, especialmente si los trabajadores cuentan con otra fuente de ingresos no laborales. En conjunto con el capítulo III de este título, que permite que el trabajador independiente cuente con hasta cuatro “trabajadores independientes colaboradores”, podrían constituir un incentivo a la tercerización de tareas y responsabilidades.

En la misma línea se sitúa la extinción de la responsabilidad solidaria de la empresa principal en los casos de subcontratación y delegación. Otros aspectos que cambian el modo de ejercicio de los derechos laborales, se encuentran en la posibilidad que se otorga al empleador para la modificación de jornadas y condiciones de trabajo, especialmente en la creación de los “bancos de horas” que permitirían compensar a lo largo del año las extensiones de jornadas reduciendo así el pago de horas extras. En idéntico sentido se modifican las condiciones de los contratos a tiempo parcial.

Otro cambio notable es el que se promueve respecto a las indemnizaciones por despidos sin causa. Para la determinación del monto de la indemnización se excluirán todos los conceptos (aguinaldo, horas extraordinarias, premios y bonificaciones, etc.) diferentes del sueldo, abaratando sensiblemente los costos de las desvinculaciones. Asimismo, mediando el acuerdo de los sindicatos, podrían establecerse “fondos de cese” para que asuman los pagos de las indemnizaciones que correspondieren, liberando al empleador de la carga directa del pago.Como dijimos, el proyecto es muy extenso y razones de espacio nos obligan a priorizar los aspectos destacados. Hemos eludido todos los capítulos destinados a los programas de formación continua que, si bien presentan aspectos prometedores, también alientan programas de pasantías que no requieren de la intervención de las instituciones educativas, facilitando la sustitución de empleados por “pasantes”.

Los resultados esperables
Resulta difícil vincular las disposiciones del proyecto con los declamados objetivos de aumento del empleo y su cualificación. Los incentivos a la registración del régimen de regularización mejoran la calidad del vínculo laboral, pero no se ofrecen estímulos a la creación de nuevos empleos, salvo que así se considere a las mayores facilidades para la tercerización y el abaratamiento de los despidos. También se deriva una importante afectación de los sistemas de Seguridad Social, aunque se prevé serán compensados por el Tesoro Nacional.
El itinerario de esta reforma recién comienza y no será necesariamente corto ni exento de dificultades. Faltan escuchar las opiniones de los principales involucrados: las organizaciones de los empresarios y de los trabajadores, de quienes se espera un especial y determinante protagonismo. El jefe del bloque de la oposición en el Senado de la Nación, Miguel Ángel Pichetto, ya adelantó que su fuerza estaría dispuesta a “avanzar en lo que los sindicatos acompañen”, mientras que la Confederación General del Trabajo, al tiempo que suspendió las reuniones previstas con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, inició una ronda de consulta entre los cuerpos orgánicos de las organizaciones que la componen, de la que surgirán los lineamientos de acción frente a la iniciativa gubernamental.


*MM y Asociados


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