lunes, 21 de agosto de 2017

¿Hay brotes verdes en la economía?


¿Hay brotes verdes en la economía?


Todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se perciben contractivos

Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Las comparaciones son odiosas reza el dicho utilizado popularmente en muy diversas circunstancias. Maradona o Messi, milanesa o asado, cerveza o vino, son algunas de las discusiones que nos entretienen a los argentinos.
Sin embargo, en materia económica casi no existe otra posibilidad que evaluar o analizar los distintos períodos históricos en comparación con otros. Y para ello resulta necesario expresar parte de la realidad en la construcción de determinados indicadores que permitan hacer lo más objetiva posible dicha contrastación.
Aislando los factores nominales (precios locales, precios internacionales, tipo de cambio, tasa de interés, etc.), es relevante verificar lisa y llanamente el comportamiento de la producción física, al menos en las ramas de actividad en las que eso es posible.
Todo ello viene a cuento de la polémica que, prácticamente desde el segundo trimestre de 2016, viene planteando el gobierno nacional en lo que ha dado en llamar el surgimiento de los ya famosos “brotes verdes”. El año pasado, según el consenso generalizado, la realidad dio por tierra con esas expectativas.
De manera desesperada, como un buzo que busca oxígeno, desde las esferas oficiales y las consultoras oficiosas se viene destacando que este año la aparición de brotes verdes es verificable, es decir que existirían indicadores sobre la actividad económica que mejoran en 2017, respecto del año 2016.
Sin embargo, un análisis riguroso y lo más objetivo posible debe incluir, necesariamente un período más largo de tiempo, al observar las series históricas de la estadística que se pretende estudiar.

La economía real

Para analizar ese comportamiento se tomaron distintos períodos, trimestrales, de 5 meses, o de 7 meses, de acuerdo a la disponibilidad de información.
Así, por ejemplo, en el caso del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que publica el Indec, y constituye un anticipo de la serie trimestral del PIB, el resultado de mayo de 2017 (último dato oficial publicado) muestra un crecimiento de la actividad económica de 3,3% con respecto a igual mes de 2016. Sin embargo, si la comparación se realiza contra mayo de 2015, la economía prácticamente no se movió (0,07%). Peor aún, al comparar el acumulado del crecimiento en los primeros cinco meses del año 2017 vs. igual período de 2015, la torta es 0,01% menor.
Al análisis de esta variable debiera agregarse el crecimiento vegetativo de la población (aproximadamente 1% por año), por lo que hay una población más grande para repartir una torta más pequeña.
Dos de los sectores más beneficiados con las primeras medidas de gobierno hacia finales de 2015 (quita de retenciones más devaluación) fueron la actividad agropecuaria y la minería.
El primero encuentra (según la propia desagregación del EMAE) su actividad en 2017 en niveles 4,5% inferiores a los de 2015, comparando el acumulado de los cinco primeros meses de cada año.
Algo similar ocurre con el sector de explotación de minas y canteras, con una caída de 9,8%.
La industria manufacturera y la construcción también perdieron terreno, con mermas de 4,5% y 5,4%, respectivamente, en el mismo período.
La producción de vehículos creció 1,2%, entre julio de 2016 y julio de 2017, 1,23% (37.706 y 38.169 vehículos, respectivamente); pero aún está lejos de los 45.253 fabricados en el séptimo mes de 2015.
Parecida performance se verifica si se considera el acumulado de los primeros siete meses del año. Los 257,6 mil vehículos producidos representan una caída de 1,6% respecto de igual período de 2016 y de 18,3% en relación a las 316 mil producidas en siete meses de 2015.
La fabricación de acero crudo, correspondiente a los primeros siete meses de 2017, fue de 2,5 millones de toneladas resultando 4,5% superior a la de igual período de 2016. Sin embargo, aún está 11,9% por debajo de la de dos años atrás (enero-julio 2015=2,87 millones de toneladas).
Por su parte, según estimaciones de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland el 2017 terminará con 11,6 millones de toneladas despachadas, incluyendo exportaciones, lo que representa un alza de 6,3% con respecto a 2016. También en este caso, esa cantidad representa todavía un 5,1% menos que los 12,2 millones despachados en el año 2015.
Este desempeño de la economía provocó además que en el primer trimestre de este año (último dato oficial disponible) se alcance un nivel de desempleo de 9,2% para los 31 aglomerados en donde se lleva a cabo la Encuesta Permanente de Hogares, y del 11,8% en los partidos del Gran Buenos Aires; mientras en el primer trimestre de 2015 aquel guarismo fue de 7,1%. Hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2007 para encontrar una tasa de desocupación mayor (9,8%).


Déficit fiscal, endeudamiento y posibilidades de repago


Desde la perspectiva fiscal el aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para financiar gastos corrientes, constituye un entorno de peligrosa inconsistencia macroeconómica.
Después de los reiterados anuncios oficiales acerca del shock de inversión, la participación de la Formación Bruta de Capital Fijo en el PIB prácticamente no ha crecido en dos años, pasando de representar el 19,0% al 19,1% del producto entre los primeros trimestres de 2015 y 2017.
La mayor deuda no está correlacionada con un crecimiento del stock de capital y cuando sea necesario atender los servicios de la deuda, la economía no habrá aumentado su capacidad productiva.
Por su parte, la generación "genuina" de dólares a través de la balanza comercial, tampoco ayuda a clarificar el panorama ya que acumula, en el primer semestre de 2017, un saldo negativo de u$s2.613, con lo que finalizaría el año con un resultado mucho peor de lo que el propio gobierno proyectó en la Ley de presupuesto. Esto en un contexto donde, además, las exportaciones vienen cayendo en términos de cantidades, en los primeros dos trimestres del año.
Ello, junto con el déficit en la cuenta de los servicios, impacta de manera negativa en el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que en el primer trimestre de este año resultó negativa en U$S 6.871 millones, un 39% y 30% peor que en iguales trimestres de 2016 y 2015, respectivamente.
La estimación del déficit fiscal nacional para el cierre de 2017 se ubica en 7,4% de PIB, a lo que debe adicionarse aproximadamente 1 punto más de las provincias, y 2 puntos que se originan en la persistencia del pago de altas tasas de interés por parte del BCRA (déficit cuasi fiscal). En consecuencia, el sector publico necesitará un financiamiento cercano a 10,5 puntos de PIB, equivalentes a entre 50 y 55 mil millones de dólares por año.

La toma de decisiones en contexto


Más allá de las intenciones de unos y otros por enfatizar las virtudes o los defectos en cuanto al comportamiento de la economía, es indudable que, independientemente también de la interpretación política del resultado de las PASO, la situación en materia económica continúa siendo de extrema delicadeza.
Ante la espiralización del déficit fiscal debería haberse producido su contraparte en términos de dinamismo del consumo interno, hecho que hoy no se verifica en el mercado.
En síntesis, todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se perciben contractivos.
En el ámbito empresario, ello obliga como hemos señalado en esta misma columna, a agudizar los sentidos que conducen las riendas de la prudencia en las decisiones de negocios.
Queda el interrogante pendiente acerca de por qué se incrementaría la oferta si pari passu no lo hace la demanda.


Ver en el diario