lunes, 10 de diciembre de 2018

Tres años de mala praxis económica

Tres años de mala praxis económica

Por Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari*, Lic. Norberto Itzcovich*


Hoy, al cumplirse tres años de la asunción del gobierno de Cambiemos, el aparato productivo nacional exhibe una performance calamitosa, en la que la vulnerabilidad no es privativa de las compañías pequeñas y medianas, sino que afecta a todos los negocios, ya que abundan entre las grandes empresas, los procesos preventivos de crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos.

La situación de las familias no es diferente a la de las empresas. Los ingresos han perdido poder adquisitivo en forma sostenida, al tiempo que el panorama del empleo es de cotidiano declive.

El boom de inversiones y producción prometido por la alianza gobernante no se verificó y, por el contrario, la economía redujo su tamaño en el trienio.

Las explicaciones (excusas) oficiales de la secuencial postergación de la "lluvia de inversiones" del, ya ilustre, "segundo semestre", siempre son extra económicas: el peligro del triunfo populista en las elecciones de medio término, el "pasaron cosas" y, más recientemente, "la incertidumbre que genera el riesgo político", dada la caída del oficialismo en las preferencias electorales que vienen registrando las encuestas.

Tales descargos están lejanos a ser veraces. La ruinosa situación de la economía nacional es el inevitable resultado de la sucesión de políticas erróneas implementadas por Cambiemos, que no sólo no resolvió los problemas prexistentes, sino que los profundizó hasta extenuar a los agentes económicos.

La mala praxis económica nos ha conducido hasta aquí. Sin embargo, frente a ello, reafirmamos que nada justifica desfallecer ante el sombrío panorama, ya que sería injusto en cuanto valoración de lo hecho (mantener la empresa en marcha) y, principalmente, inútil hacia el porvenir.

Así como el pesimismo es un momentum del optimismo, este es un período que puede ser el punto de apoyo preparatorio para el reverdecer en los, necesariamente, mejores días que sabremos construir.

Y aunque las duras condiciones que hoy atravesamos hacen difícil percibir que tales afirmaciones tienen mayor fundamento que la propia voluntad de los enunciantes, ellas se sustentan en la misma profundidad y rigurosidad analítica que nos llevó a prever1 (con antelación suficiente a los primeros síntomas y a contramano de las corrientes mayoritarias de opinión profesional), la Supercrisis que transitamos.

En el principio fueron los alimentos


Con la devaluación inicial y la quita de las retenciones a las exportaciones agrícolas, el gobierno provocó un desmesurado aumento del precio de la canasta alimentaria, derrumbando el consumo del resto de los bienes y servicios, asestando así un golpe brutal al mercado interno.

Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: "Luego de seis meses de gestión macrista, se empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno. Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso acciones contrapuestas."2

Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas, sin sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la alianza Cambiemos:

"no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava, salgamos del paso hoy".

El desplome de la economía, provocado por la caída del consumo privado, pretendió ser solucionado vía el aumento del gasto público, pero al recaudar menos y erogar más, se inició un sendero de duplicación del déficit fiscal heredado.

Este fue, fundamentalmente, financiado mediante el crédito externo. Dado que los dólares ingresados, para poder ser gastados, requerían ser transformados en pesos (aumentando la emisión monetaria y la probabilidad de inflación), el Banco Central de la República Argentina los esterilizó mediante instrumentos de deuda (Lebac, entre otros). Para lograrlo, debió pagar una exorbitante tasa de interés nominal, espiralizando el déficit cuasifiscal, que sumado a los rojos del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, siempre superaron el 10% del PIB.

La creciente inconsistencia del esquema macroeconómico de Cambiemos, alcanzó niveles críticos en 2017, hasta llegar al punto de disrupción el corriente año.

No conforme con la espiralización del resultado fiscal negativo, el oficialismo, leal a su premisa de empeorar lo que está mal, se lanzó a la desesperada búsqueda del desequilibrio externo, para completar su obra maestra: los "déficits gemelos".

Mientras en el mundo se adoptan las medidas de protección de las economías locales que aquí se desprecian, la producción doméstica de bienes y servicios quedó expuesta frente a la oferta de sus competidores no residentes, cuadro agravado por la revaluación del tipo de cambio derivada del sostenido ingreso de dólares provistos por los prestamistas externos.

En este marco, al finalizar 2017, se alcanzó un récord de u$s31.000 millones de resultado negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Se configuraron así las condiciones para la actual Supercrisis: Cambiemos consiguió, a un mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el colapso del gobierno de Alfonsín, y en el sector externo, el de De la Rua3.

Por eso advertíamos, en diciembre pasado ("En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!", BAE Negocios, 25/12/17), que lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha sería el mayor criterio de éxito para los meses siguientes, y subrayábamos que, para la gestión en lo microeconómico, "es más que conveniente atenerse a los criterios de la prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto como:

el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Letras y Pases) y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),
el comportamiento del tipo de cambio,
el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia sus proveedores),
Y aconsejábamos:

mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,
optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos adicionales.
la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores externos a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.
Ninguna de estas exhortaciones ha perdido validez; por el contrario, se encuentran más vigentes que nunca.

A confesión de parte, relevo de pruebas


En el año que finaliza, tal como lo habíamos adelantado en "Los prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?" (BAE Negocios, 12/2/18), la Supercrisis se materializó.

A partir de allí, el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue requerido como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera. Pero, fiel a su estilo, la alianza Cambiemos no tardó en dilapidar los primeros u$s15.000 millones girados.

Fracasado el acuerdo, y forzado a renegociarlo, el organismo multilateral impuso las condiciones para que los fondos desembolsados se apliquen a garantizar su finalidad original, esto es, el pago de la deuda soberana a los tenedores no residentes, considerando que es posible establecer una renegociación voluntaria con los locales.

Como lo señalamos en octubre ("El domo del FMI", BAE Negocios, 10/12/18), el Fondo intenta contener las ondas expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de nuestras fronteras.

Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.

La espiralización de las tasas de interés y el insólito "congelamiento de la base monetaria", no hacen más que reforzar el corset sobre la economía real, aventando cualquier expectativa de reanimación de la actividad y extremando las dificultades para las empresas.

Tal vez el único acierto del ministro Dujovne esté en su discurso en la Comisión Nacional de Valores, cuando dijo que en la Argentina nunca se hizo algo así "sin que caiga el Gobierno".

1 “Viento de cola en la política, nubarrones en la economía”, BAE Negocios, 30/10/17.

2 “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE Negocios, 20/11/17.

3 Tanto fue así, que en nuestra consultora decidimos no realizar proyecciones para 2018, pese a que las formuladas en 2016 respecto a 2017, resultaron notablemente precisas; tan certeras como el pronóstico de lo que se avecinaba.

*MM y Asociados


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