lunes, 19 de febrero de 2018

Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria

Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

En nuestras últimas entregas hemos estado reflexionando sobre los desafíos que la etapa nos impone: los urgentes, para mitigar los daños producidos por el esquema económico vigente, y los mediatos, para que -una vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción-, podamos encarar la edificación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que funja como el cimiento de una necesaria Argentina de pleno empleo.

La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump

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Ello también requiere entender el mundo, totalmente distinto, en el que se juegan los destinos de la Patria.

La vieja globalización bajo el influjo del Consenso de Washington ha fenecido y emerge un nuevo orbe, caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales. Sin embargo, esto se desarrolla en una dinámica de fondo esencialmente confrontativa, una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.

Si bien se trata de una reflexión que ineludiblemente involucra a todos, la responsabilidad recae con mayor fuerza sobre la dirigencia que conforma la oposición política, sobre cuyas espaldas se distribuirá la carga de la conducción de los destinos de la Argentina.

La III guerra y la reconfiguración mundial


El papa Francisco acaba de hacer un llamamiento a la abolición de los arsenales nucleares. Confesando sus temores expresó: "pienso en serio que estamos al límite. Tengo miedo de esto. Si seguimos así, basta un pequeño incidente para que la situación pueda precipitarse. Hay que eliminar las armas".

Así también, durante la edición del corriente año del Foro Económico Mundial reunido en Davos, el creciente riesgo de conflictos bélicos de escala global, incluyendo el de una conflagración nuclear, ocupó el centro de las preocupaciones entre los integrantes del exclusivo club de multimillonarios.

Los episodios que involucran a Israel, Irán y Siria, siguen en creciente tensión; prueba de ello es que, por primera vez en más de tres décadas, un avión caza bombardero israelí fue derribado, mientras que la región toda está envuelta en conflictos y tensiones, desde Turquía hasta Yemen y del Mar Rojo a Afganistán.

El desarrollo ulterior de los eventos es imprevisible. Lo que sí se puede colegir es que la guerra continuará, en cuotas como afirma el Papa, por todas las latitudes, pero especialmente en el oriente medio, donde se decide cómo se distribuye la energía que sostiene parte de la economía global.

Así como los ganadores de la II Guerra Mundial dieron forma tanto al diseño de las relaciones como a la economía internacional -prácticamente hasta estos días-, los vencedores de la III son quienes configuran el mundo en el que tendremos que vivir. De allí la presencia en aquella región de los dos principales oferentes globales de energía, EE.UU. y Rusia, que con su accionar refuerzan la retracción de las potencias económicas subordinadas como Europa y China.

Llegaron para quedarse


En este nuevo orden mundial, potencias económico-militares como Estados Unidos, Gran Bretaña o Rusia, incrementan y perfeccionan los instrumentos con que defienden sus intereses nacionales, con independencia de si ellos se ajustan o no a los acuerdos prexistentes. Sus gobiernos fueron elegidos por sus pueblos, entre otros motivos, para darle materialidad a las ansias de bienestar y prosperidad de extendidos segmentos sociales previamente postergados.

Por ello, la participación de EE.UU. y de Rusia en las contiendas del medio oriente no serán coyunturales sino permanentes. Mientras persista la guerra, el suministro de energía se encarecerá para sus competidores en términos económicos; así el país euroasiático se mantendrá como proveedor principal en Europa y en Asia percibiendo los precios por él determinados, mientras que el norteamericano, a partir de su revolución energética, consolidará su ventaja competitiva frente al resto de las economías.

Para obtener una noción aproximada de la prevalencia obtenida por EE.UU., gracias a la baja en los costos primos lograda a partir de la explotación del Shale Gas, podemos comparar los precios pagados por el gas natural. Mientras que, según el Banco Mundial, a diciembre de 2017 el costo por millón de BTU (MBTU) fue de u$s2,76 en la potencia americana, para Europa el precio promedio de abastecimiento alcanzó los u$s6,56.

El acceso a la energía determina la actividad económica en un quantum asociado. Y, dado que los países que consiguen altos desempeños económicos también erigen sólidas barreras migratorias, en simultáneo finalmente definen cuáles son los pueblos que pueden trabajar y cuáles los que no.

Nos encontramos entonces frente a una guerra por los puestos de trabajo.

El papel de la economía principal


La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump al gobierno estadounidense. El despegue de la economía en el país del norte no sólo deja perimidas las tesis de un paso fugaz, casi accidental, sino que lo proyecta hacia la posibilidad de un segundo mandato.

Nos espera un mundo, en el corto plazo, en el que su principal economía será la gran "esponja" de la liquidez mundial, absorbiendo el financiamiento que demanden tanto el sector público como el privado para la puesta en valor de sus proyectos de inversión. Como señalamos oportunamente, estos están potenciados por el aumento de la tasa de ganancia empresarial -causado por la administración del comercio exterior y la reciente reforma tributaria-, estimulada por el plus de demanda que originará el megaplan de obra pública recientemente aprobado (cercano a los U$S2,2 billones).

En este marco el dólar se fortalecerá como moneda, ratificando su rol indiscutido como numerario y reserva de valor a escala global, mientras que la pérdida de competitividad que de ello pudiera derivarse para sus bienes transables, resultará más que compensada por las ganancias de productividad obtenidas por el abaratamiento del insumo energético.

Esto último, también ha llegado para quedarse.

La necesidad de nuestro MoDEPyS


En este contexto internacional, un MoDEPyS es imprescindible. Como hemos señalado en artículos precedentes, implementarlo requiere que también las dirigencias empresariales y sindicales lo hagan propio, y para ello, recordemos, debe cumplirse, entre otras condiciones, que:

► las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y

► los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así los necesarios niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Los pueblos que sufren la pérdida de empleos lidian también con la inestabilidad institucional. La desocupación al alza es sinónimo de ingobernabilidad del sistema.

Por ello, aprovechar la ventana de oportunidad que, pese a sus complejidades, el nuevo contexto mundial nos ofrece, convierte a la Argentina de pleno empleo en una realidad posible, la que, a su vez, es estrictamente necesaria, porque de ella dependen la estabilidad de las instituciones y la paz social.

Debemos maximizar la utilización de nuestros propios vectores de competitividad, que no son otros que los que devienen de las rentas extraordinarias originadas en:

► la producción de algunos alimentos y

► la exploración-explotación de los combustibles fósiles.

En ello se juega nuestro destino como Nación.

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