lunes, 26 de febrero de 2018

El oficialismo un pato rengo y criollo

El oficialismo un pato rengo y criollo


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

La frase "pato rengo" (lame duck) se acuñó en el siglo XVIII, en la Bolsa de Londres, en referencia a un corredor que incumplió sus deudas. En la ciencia política, se retoma el concepto en los años ´20 del siglo pasado, aludiendo, entre otros, a aquellos presidentes que, con poco tiempo de mandato por delante, pierden el poder del que gozaban para implementar las decisiones pergeñadas. Esta percepción puede aplicársele hoy al Poder Ejecutivo Nacional.

El cambio de humor social, reflejado incluso con cánticos masivos en algunos estadios deportivos, recientes fallos judiciales contrarios a los intereses del gobierno, y modificaciones forzadas en su elenco que, por motivos similares, hasta ahora no habían provocado ninguna renuncia, son algunas de las señales que confirman lo antedicho.

La expresión "pato criollo", extraída del saber popular, no necesita mayor explicación.

En este marco, el enjambre de complicaciones generado por sus propias decisiones económicas, llevó al gobierno a un callejón sin salida. Tiene una única opción, y es la de intentar no agudizar las inconsistencias macro, con el fin de evitar que ellas generen un colapso en el ámbito institucional.

Los cuidados paliativos


En nuestro artículo del pasado 7 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?", le advertimos al gobierno que "los dos factores de incremento de la demanda que le permitieron llegar a las elecciones de octubre están exhaustos: el gasto en obra pública, que no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a niveles explosivos, y los préstamos para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo, pondrían en crisis la solvencia del sistema financiero". "... intentar revertir dicha situación mediante la baja de la tasa de interés suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina económica".

Casi dos meses después, pareciera que el gobierno tomó conciencia del nefasto escenario que se le presenta, y decidió no complejizar aún más la situación. De esa forma, mantuvo en su cargo al funcionario que preside el Banco Central y retomó su anterior política monetaria, dejando así en el olvido aquella insólita conferencia de prensa brindada el mismísimo día de los inocentes.

Por cierto, que sonaba decididamente descabellado implementar lo entonces anunciado, ante una situación económica que, entre otros aspectos, presenta:

► un Déficit Fiscal Total que alcanzó el 11% del PBI,

► un saldo negativo récord de la balanza comercial (U$S8.471 M en 2017), el cual tiende a agudizarse producto, entre otros motivos, del impacto de la sequía en la producción agropecuaria, y en consecuencia en la exportación de bienes de ese origen. Basta mencionar que el déficit alcanzado en el primer mes de 2018 resultó 1.833% superior al de enero de 2017.

► un rojo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que se ubica en el entorno del 6% del PBI,

► perturbadores y distorsivos niveles inflacionarios, que no tienen visos de disminuir, y

► tasas de interés internacionales al alza, que incrementarán los servicios de la deuda externa.

Bajo este contexto, corresponde a la oposición, no sólo prepararse para asumir oportunamente la responsabilidad que le compete, sino también acompañar la actual coyuntura, del mismo modo que los médicos lo hacen con sus pacientes terminales, tratando de minimizar el sufrimiento.

La oposición debatiendo el porvenir


La dirigencia política, empresarial y sindical, debe aprovechar este intersticio ente lo viejo y lo nuevo para reflexionar en rededor de un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que encuadrará las decisiones que orgánicamente deberán tomarse.

Precisando los conceptos, se trata de:

► un Modelo, porque articulará sistémicamente los mejores planes, programas y proyectos que impactarán en la vida económica de la nación.

► de Desarrollo Económico, porque debe contemplar, de manera simultánea, el crecimiento económico y la inclusión social.

► Permanente, con el objeto de que sean decididamente superados los ciclos de "stop and go", que han caracterizado a nuestra economía durante las últimas décadas, fundamentalmente como consecuencia de la restricción externa y, finalmente,

► Sustentable, porque como nos enseña Su Santidad, debemos cuidar la casa común.

Acerca de las rentas extraordinarias


Para posibilitar su implementación, es necesario disponer de las rentas extraordinarias. Estas, tal como definimos en nuestro artículo hacia finales del mes enero, están constituidas por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de la explotación de algún recurso natural". Esa característica, en Argentina, la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de competitividad de nuestra economía.

El debate sobre la administración de dichas rentas está presente en la reflexión de la oposición. Esquemáticamente se pueden mencionar tres grandes corrientes que orientarán los alineamientos político-técnicos:

Una, reflexiona entorno de que, aún funcionando al máximo de su potencial, la economía en su conjunto no alcanza para incluir a la totalidad de la Población Económicamente Activa1 (PEA), manteniendo un cierto nivel de desocupación y por lo tanto de pobreza, definidos, justamente por ese motivo, como estructurales. En consecuencia, las rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo diversas modalidades, en la subsistencia de esos sectores.

La segunda visión presupone que éstas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién asume así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades que una preexistente planificación económica les asigne.

Por último, una tercera posición, que al día de hoy emerge como mayoritaria, plantea que dichas rentas deben ser distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización. Ello garantizará la hegemonía de esas compañías en el mercado doméstico, al tiempo que facilitará su adecuada inserción en los flujos internacionales de comercio, asegurando de esta manera el pleno empleo de los factores productivos.

En síntesis, la responsabilidad de la oposición política es la de generar los ámbitos de reflexión, que permitan que el debate planteado sea desarrollado con la mayor participación posible de dirigentes sindicales y empresariales.

De esta forma, los consensos entre todos alcanzados garantizarán el éxito de lo aprehendido.




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