lunes, 15 de enero de 2018

En materia económica... se fueron al descenso

En materia económica... se fueron al descenso


por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Hacia finales de 2017, "el mejor equipo de los último 50 años" envió al congreso, junto con la Ley de Presupuesto, sus previsiones macroeconómicas para el año 2018.

Sin embargo, pocos días después de que se convirtiera en ley, en conferencia de prensa, los ministros Peña, Dujovne y Caputo, y el presidente del BCRA, F. Sturzenegger, anunciaron el cambio de la meta de inflación para el actual período (objetivo que se mide punta a punta, no como promedio anual), que pasó de 10% (+/- 2%) a 15%.

Ello significa que muchos de los parámetros previstos (que permiten estimar los ingresos y autorizar los gastos del presupuesto), como inflación, tipo de cambio, crecimiento, exportaciones, importaciones, saldo de balanza comercial, etc. quedaron inmediatamente obsoletos.

Comenzando el 2018 con una derrota


Las condiciones de inconsistencia de la economía nacional, sobre las que venimos alertando desde hace prácticamente dos años, se agudizaron notoriamente, y han llevado al esquema económico vigente a una situación de alta volatilidad, complicando, especialmente, el marco de los negocios empresarios.

Este contexto, a su vez, resulta a todas luces inapropiado para el desarrollo del ejercicio de prognosis, es decir para la previsión del futuro comportamiento de las principales variables macroeconómicas, ya que éste resulta valedero sólo cuando el marco general de desempeño de la economía permanece en su melga.

Así, ya en el inicio del año, el "campeonato que juegan" los referentes económicos del gobierno, será, por segundo período consecutivo, bien distinto al que habían planificado.

¡Perciben mal la realidad!


El anterior proyecto de presupuesto, enviado al congreso en setiembre de 2016, se construyó, entre otros guarismos, sobre la base de un saldo de la balanza comercial negativo de U$S 1.866 millones para el 2017. Finalmente, este rojo, faltando contabilizar al momento de esta publicación el mes de diciembre, habrá alcanzado el entorno de los U$S 9.000 millones. Un error de estimación del 382%!!!

Hasta el mes de octubre del año pasado, el PIB acumulaba un incremento del 2,8% respecto de igual período de 2016, según mediciones del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). Este es un indicador de coyuntura (con las debilidades que ello acarrea) que va publicando mensualmente el gobierno, a modo de anticipo del comportamiento del PIB, el cual se da a conocer con 3 meses de rezago.

Pero hete aquí que, para llegar a esas cifras oficiales, por ejemplo, el consumo privado (el componente más importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el primer semestre del año, producto de que, violentando cualquiera de los criterios metodológicos usualmente utilizados, se atribuyó parte de ese crecimiento a los "gastos en turismo de argentinos en el exterior".

A ello, debe sumarse, una serie de irregularidades (examinadas con todo detalle en el artículo
¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?", publicado el último 5 de diciembre), entre otras:

► La sobreestimación de la cosecha de maíz de la campaña 2016/17 en más de 10 millones de toneladas,

► La repercusión de lo anterior, en la medición de las actividades del comercio mayorista y el transporte,

► La estimación claramente sobredimensionada de los rubros minería y telefonía, y

► Los números del sector pesquero, cuestionados por los propios organismos de control del estado.

Cuando se contabilicen los dos últimos meses del año pasado, durante los cuales el desempeño económico fue decididamente malo, es posible que el crecimiento de ese año, medido por el EMAE, se acerque al entorno del 2,5%.

Sin embargo, en marzo de 2018, se dará a conocer el cierre del año recién terminado, ya no como estimación, sino como resultado del comportamiento del PIB, y ese guarismo se ubicará por debajo del 2%. Pero esa cifra aún es provisoria hasta que, en setiembre, se publiquen, los datos definitivos relativos al año pasado. Entonces, se hará patente que la evolución de la economía, muy probablemente, se habrá alejado tanto del 3,5% pautado originalmente en el presupuesto 2017, como del 2,5% de la primera estimación, para ubicarse en el entorno del 1%, tal como lo visualiza hoy el mercado.

Por otra parte, si al déficit primario del sector público nacional, que alcanzó el 4,2% del PIB (y que no se continuó espiralizando porque pasadas las elecciones se paralizó la obra pública y se postergaron pagos a los contratistas), se le suman los intereses de la deuda pública, por un montante de 2,3 puntos (en términos de PIB), más otros 1,5 puntos del déficit correspondiente a provincias y municipios y, finalmente, 2,5 puntos más del costo del endeudamiento que tomó el Banco Central (cuasi fiscal), el resultado arroja que el Déficit Fiscal Total (nación, provincias, municipios y cuasi fiscal) finalizó el año pasado en el entorno de los 10,5 puntos del PIB, tal como venimos alertando.

"La batalla contra la inflación recién está por comenzar" expresó Sturzenegger a mediados de 2016, agregando: "el Central tiene una batería de instrumentos y los pone todos al servicio de cumplimentar la meta de inflación de entre 12 y 17% para 2017. La función del Banco Central es que se cumpla esa meta". Sin embargo, la variación interanual de precios de diciembre último alcanzó entre el 25% y el 27%, según el consenso del mercado, superando en 10 puntos porcentuales el tope máximo de la meta oficial.

Lo que palpa la tribuna


Dado que, desde 2016 hasta la actualidad, la población continuó creciendo (2,1%), mientras que el PIB, según lo ut supra señalado, disminuyó 1,2% (acumulado), cada uno de nosotros, en promedio, sufrió un deterioro de 3,3% en la cantidad de producto recibido, en los últimos dos años. Es claro que, si hay disponibles menos bienes y servicios de producción nacional y a la vez, en vista de que la distribución del ingreso, medida oficialmente por el Coeficiente de Gini, empeoró, el menoscabo necesariamente se concentró en los sectores más vulnerables.

Esa situación incentiva el continuo deterioro de la demanda interna, que conjuntamente con el de la externa, impacta con profundidad en el flujo de los negocios, perjudicando los ingresos por ventas de las empresas. Y, como ya puede observarse con nitidez, también derrama sus efectos negativos en el mercado laboral.

Todo lo descripto justifica que el guarismo oficial sobre el comportamiento de la economía suene disonante con las opiniones de los actores económicos de los diferentes rubros. No es para menos: el oficialismo sostiene que el resultado del PIB es igual al pronosticado, pese a que no se cumplió ninguna de las previsiones de los restantes parámetros.

En términos futboleros, la tribuna empezó a chiflar a los jugadores (cacerolazos) y estos no parecen comprender por qué.

Este clima también se visualiza en los debates y charlas de los profesionales de la economía, entre quienes, con mayor o menor nivel de reserva, existe un consenso: la actual es la peor gestión económica de los últimos 70 años.

En el corto plazo, al igual que ocurre con figuras que van desde Krieger Vasena a Sigaut, o de Martínez de Hoz a Machinea, entre muchos otros, los integrantes del "mejor equipo de los últimos 50 años" sólo serán recordados por sus lamentables decisiones, y el consecuente perjuicio causado a los intereses nacionales.

Los que venían a ganar el campeonato terminaron yéndose al "descenso".

*MMyAsociados

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